domingo, 15 de septiembre de 2013

La predicación del evangelio


(1455.4) 132:0.4  Fue éste su método de instrucción: no atacó nunca sus errores ni tampoco mencionó jamás los defectos en las enseñanzas de estos líderes. En cada caso, seleccionaba la verdad dentro de lo que enseñaban y la embellecía e iluminaba ante sus ojos de manera que en muy breve tiempo esta expansión de la verdad desplazaba por sí sola al error que la acompañaba; así pues estos hombres y mujeres aleccionados por Jesús se preparaban para el subsecuente reconocimiento de verdades adicionales y similares en las enseñanzas de los primeros misioneros cristianos. Fue esta precoz aceptación de las doctrinas de los predicadores evangélicos la que dio tan poderoso impulso al rápido crecimiento del cristianismo en Roma y desde allí a todo el imperio.

El método superlativo de Jesús incluso ha sido considerado por algunas publicaciones religiosas que recomiendan no hacer ataques directos a las falsedades religiosas. Y esto es excelente.
 
Jesús no deseaba quitar del hombre, sino sembrar la verdad en el hombre, y ésta expulsaría por sí sola el error.

 Esta forma correcta de predicar demuestra fe en Dios y en su poder para transformar al hombre, y no en la imposición humana.
 
Nuestra predicación debe limitarse a sembrar el mensaje de la Paternidad de Dios y la hermandad del Hombre.

(1460.5) 132:4.1  En cada uno de esos numerosos contactos humanos, Jesús tenía un doble propósito: deseaba conocer las reacciones de ellos a la vida que vivían en la carne, y también tenía en mente decir o hacer algo que pudiera enriquecer la vida de ellos, que la hiciera más digna de ser vivida. Sus enseñanzas religiosas durante esas semanas no diferían de las que caracterizaron su vida posterior como maestro de los doce y predicador de multitudes.

(1460.6) 132:4.2 La tesis de su mensaje era siempre: la realidad del amor del Padre celestial y la verdad de su misericordia, estos hechos sumados a la buena nueva de que el hombre es un hijo de fe de este mismo Dios de amor. La técnica que Jesús acostumbraba utilizar en sus relaciones sociales consistía en extraer las opiniones y sentimientos de los seres con quienes conversaba haciéndoles preguntas. Usualmente la conversación empezaba con Jesús haciendo las preguntas, y terminaba con los interlocutores haciéndole preguntas a Jesús. Era igualmente hábil en la enseñanza haciendo preguntas él o contestándolas. Como regla, a los que enseñaba más, menos decía. Los que más beneficios derivaron de su ministerio personal fueron mortales agobiados, ansiosos y deprimidos, que encontraban alivio en la oportunidad que se les ofrecía de desahogarse en su oído compasivo y comprensivo, pues él sabía escuchar y mucho más. Cuando esos seres humanos inadaptados le contaban a Jesús sus problemas, él siempre sabía ofrecer sugerencias prácticas e inmediatamente útiles para corregir los problemas auténticos, sin dejar por ello de pronunciar palabras de consuelo inmediato y de bienestar del momento. E invariablemente les hablaba a estos mortales afligidos sobre el amor de Dios y de varias y distintas maneras les trasmitía el mensaje de que ellos eran los hijos de este Padre amante en el cielo.
 
Esta es la forma en que podemos transmitir las Buenas Nuevas:
 
Conversar con las personas sobre su vida sin la presión de una imposición formal religiosa. Como notamos Jesús se interesaba realmente en lo que los hombres hacían, sus problemas y desafíos. Sabía escuchar.  Luego les daba sugerencias sobre como afrontar de forma práctica esos problemas, y finalmente les hablaba del amor de Dios y la hermandad entre los hombres.
 
Pero esta forma de predicación es superlativa ya que trasciende a una presión formal de dejar una publicación religiosa o transmitir una imagen religiosa que puede causar rechazo por prejuicio y decepción. De hecho, puede que muchos eviten escuchar la llamada "predicación formal" debido  a estos elementos que finalmente son distanciadores.
 
 Más bien está libre de eso puesto que realmente ensalza el amor al hombre y la revelación sobre el Padre Universal. Así Jesús convertía cada contacto humano en predicación espontánea y genuina.
 
Cómo hemos narrado en otras ocasiones, Jesús amaba intensamente y compasivamente a cada ser humano con el cual se encontró.
 
Lo que se parecería un poco a esto es lo que un testigo de Jehová llama "predicación incidental". Pero notamos claramente que dicha predicación no tiene la presión de mostrar una publicación, sino de santificar dicho contacto humano como sagrado en dónde en nosotros revelamos al Padre.
 
Cuando prediques de ésta forma sentirás un "fuego" de amor, ternura y compasión que te inundará y lo derramarás tocando el corazón de tu prójimo.
 
Un testigo de Jehová hace muy bien en realizar su predicación formal (de casa en casa) si la cubre con propósito y es excelente que desee participar en ella. Pero una llamada "predicación incidental" al estilo de Jesús de Nazaret tiene unos efectos muy poderosos. Es más, cuando el Maestro se refería a la predicación del Evangelio en realidad pensaba en una situación global descrita en esta entrada y que sería muy sencilla pero muy poderosa.
 
Para Vivir la Lección
 
Para lograr esta maravillosa experiencia es esencial:
 
1- Lograr un elevado grado de contacto con el Padre Universal. No se puede "revelar al Padre" si es que no lo vivimos nosotros primero como una realidad vida.
 
2- Amar y sentir ternura y compasión comprensiva por cada ser humano. Nuestro amor por el prójimo se incrementará al ampliar nuestra visión comprensiva de amor por el semejante, libre de prejuicios e ideas falsas.
 
3- Vivir las dos experiencias anteriores mediante  realzar cada contacto humano mediante:
 
- Interesarse genuinamente y personalmente por cada persona. Escucharle con mucha atención en cualquier situación que se preste para interacción humana.
 
- Ofrecerle (si es necesario) alguna guía y orientación práctica para sus problemas.
 
- Hablarle del Padre Universal, de su cuidado constante sin que lo sepamos,  y sobre el Amor hacia el prójimo como una palanca para enfrentar las adversidades.
 
Como notamos en las fotografías no existe ninguna formalidad ni ropaje uniformado, o alguna publicación que sustituya el contacto humano que transmite la verdad viva del Evangelio. De esta forma no se cae en una rutinización de las buenas nuevas, y estas se apoyan en las personas vivas, más que en la dependencia de alguna literatura. No está mal dejar una publicación cristiana, pero ésta jamás debe utilizarse como medio para abrir el corazón o reemplazar a la experiencia viviente, sino solamente como una herramienta muy secundaria.
 
El corazón solo escucha el sonido de otro corazón
vibrante que ha encontrado al Padre Universal.
 
Bendiciones.