viernes, 18 de octubre de 2013

¿Bestias limpias?

Uno de los detalles más anacrónicos que presentan las Escrituras ocurre en el libro del Génesis, cuando se nos habla de la narración diluviana.

Después de eso Jehová dijo a Noé: "Entra, tú y toda tu casa, en el arca, porque es a ti a quien he visto justo delante de mí en medio de esta generación. De toda bestia limpia tienes que tomar para ti de siete en siete, el macho y su hembra; y de toda bestia que no es limpia solamente dos, el macho y su hembra; también de las criaturas voladoras de los cielos de siete en siete, macho y hembra, para conservar viva prole sobre la superficie de toda la tierra. - Gen. 7:1-3 (T.N.M)

¿Cómo era posible que Noé supiera la diferencia entre una bestia limpia e inmunda si la Ley de Moisés fue dada muchos siglos después? Solamente con la Ley Mosaica comenzó a establecerse  un catálogo ceremonial que diferenciaba a los animales limpios de inmundos, algo que finalmente resultó ser muy escrupuloso para el pueblo judío.

Este detalle significativo del Génesis nos hace ver que la narrativa parece haber sido modificada por algún escriba o copista de épocas posteriores que creó y dio forma final al relato registrado en el texto actual.

De hecho, cuando el compilador del relato escribe sobre los animales en el capítulo anterior  se le olvidó el detalle de las bestias limpias y no limpias:

"Y de veras establezco mi pacto contigo; y tienes que entrar en el arca, tú y tus hijos y tu esposa y las esposas de tus hijos contigo. Y de toda criatura viviente de toda clase de carne, dos de cada una, traerás dentro del arca para conservarlas vivas contigo. Macho y hembra serán. De las criaturas voladoras según sus géneros y de los animales domésticos según sus géneros, de todos los animales movientes del suelo según sus géneros, dos de cada uno entrarán a donde ti allí para conservarlos vivos". - Génesis 6:18-20

Notamos el énfasis en que el redactor (atribuyéndole a Dios) hace del ingreso de los animales. Dice que de todas las criaturas (incluyendo a los domésticos que serían llamados  en el futuro inmundos) dos de cada uno ingresarían al arca.

Pero parece que Dios no tomó en cuenta la susceptibilidad de los lectores judíos de la época de Babilonia y el retorno del destierro de los días de Esdras, así que Dios un poco se desdice de la instrucción anterior y vuelve a mencionar nuevamente toda la orden pero  de ésta forma:

"Entra, tú y toda tu casa, en el arca, porque es a ti a quien he visto justo delante de mí en medio de esta generación. De toda bestia limpia tienes que tomar para ti de siete en siete, el macho y su hembra; y de toda bestia que no es limpia solamente dos, el macho y su hembra; también de las criaturas voladoras de los cielos de siete en siete, macho y hembra, para conservar viva prole sobre la superficie de toda la tierra". - Gen. 7:1-3


Parece ser que esta enmienda en el relato como segunda orden obedece a que en la época del destierro en Babilonia y en el regreso del exilio para los judíos hubiese sido repulsivo que no se señalase en el relato que no había distinción de animales conviviendo con Noé en el arca. Este detalle lo haría más aceptable para estos judíos que necesitaban restablecer su respeto a la Ley.

Y también el redactor del relato bíblico iba a mencionar el detalle de los sacrificios de animales tras la salida del arca. No olvidemos que al momento de la salida del arca los hombres y animales reciben nuevamente el mandato de reproducirse (Gen. 8:17). En la narrativa si Noé hubiese sacrificado a la sola pareja de animales, los habría extinguido como especie.  Por esa razón es necesaria la enmienda de Gen. 7:1-3, ya que en Gen. 8: 20 se indica que se tuvo que sacrificar a los limpios los cuales eran de "siete en siete". De esa forma, calzaría el resto del relato. Pero claramente el escriba comete el desliz de comentar sobre los animales limpios e impuros como si ya Noé hubiese sabido de ellos. Esto nos indica que gran parte del relato es una construcción posterior.

Fue Esdras y un grupo de sacerdotes en Babilonia y tras el retorno de los judíos que hicieron una compilación de los libros sagrados de acuerdo a las necesidades de los judíos repatriados.

El Diluvio, Noé y el arca fueron efectivamente reales. Los hebreos de épocas posteriores sabían de ese gran cataclismo(s) y le adjudicaron a Dios la causa de éstos. Y en un afán por dejar un modelo aleccionador e inspirador de obediencia para los judíos exiliados y retornados se enfatizó esta historia como un castigo de Dios.

 (874.7) 78:7.2  Estas inundaciones primaverales fueron empeorándose cada vez más de tal modo que, a la larga, los habitantes de las regiones fluviales se vieron obligados a irse a vivir en las tierras altas del este. Durante casi mil años decenas de ciudades quedaron prácticamente abandonadas debido a estos vastos diluvios.

(875.1) 78:7.4 Son universales las narrativas tradicionales de una época en la cual el agua cubría la superficie entera de la tierra. Muchas razas conservan la historia de un diluvio mundial en alguna edad pasada.

(874.8) 78:7.3 Casi cinco mil años más tarde, al intentar los sacerdotes hebreos cautivos en Babilonia volver sobre los pasos del pueblo judío remontándose hasta los tiempos de Adán, se toparon con grandes dificultades en reconstruir la historia; a uno se le ocurrió abandonar el esfuerzo, a fin de dejar que el mundo se ahogara en la maldad de la época de la inundación de Noé, y así estar en mejor posición para remontarse al origen de Abraham a partir de uno de los tres hijos sobrevivientes de Noé.

(875.2) 78:7.5 Pero Noé en efecto vivió; era un viñador de Aram, un poblado ribereño cerca de Erec. Llevaba cada año un registro escrito de los días de las crecientes del río. Fue objeto de gran escarnio porque subía y bajaba el valle del río propugnando que se construyeran de madera todas las casas a manera de barcos, y que se subieran a bordo todas las noches los animales domésticos al aproximarse la estación de inundaciones. Iba a los asentamientos ribereños vecinos cada año y les advertía que en tantos días vendrían las inundaciones. Finalmente llegó un año en que las inundaciones fueron aumentadas considerablemente por precipitaciones pluviales insólitas de modo que la crecida repentina aniquiló la aldea entera; sólo se salvaron Noé y su familia inmediata en su casa flotante.

(875.3) 78:7.6 Con estas inundaciones finalizó la disolución de la civilización andita. Al terminar este período de diluvios, ya no existía el segundo jardín. Únicamente en el sur y entre los sumerios quedaban pocos rastros de su antigua gloria.

(875.4) 78:7.7 Los restos de esta civilización, que figura entre las más antiguas, se encuentran en estas regiones de Mesopotamia y al noreste y noroeste de ellas. Pero vestigios aún más vetustos de los días de Dalamatia existen bajo las aguas del Golfo Pérsico, y el primer Edén yace sumergido bajo el extremo oriental del Mar Mediterráneo.

Parece ser que los sacerdotes judíos usaron la historia real del Noé viñador y crearon una especie de novelización  de los hechos destinada a los judíos exiliados y repatriados como primer público lector, en dónde claramente cometieron el desliz comentado en la entrada. Y quizás ni siquiera fue un desliz por que el mismo Génesis contiene elementos de la Ley aplicados a la cosmología de la creación (El sábado de Dios tras la creación, los animales impuros y puros en el arca, etc). Ellos ni siquiera imaginaban que la Biblia no quedaría únicamente circunscrita al mundo judío sino que con el tiempo llegaría a otros pueblos. Creyeron que el relato solamente sería leído por un universo de lectores hebreos.

Los sacerdotes judíos sabían de éstas antiguas inundaciones por los varios registros preexistentes de los cuales hasta los babilonios  y sumerios conocían. Sabían de una aniquilación descontrolada y para nada selectiva en dónde murieron no solo hombres sino también los animales de la región.

Por esa razón tuvieron que crear una explicación en la que Dios también se indignaba con los animales. Eso lo deja ver el mismo Génesis:

De modo que Jehová dijo: "Voy a borrar de sobre la superficie del suelo a hombres que he creado, desde hombre hasta animal doméstico, hasta animal moviente y hasta criatura voladora de los cielos, porque de veras me pesa haberlos hecho". - Génesis 6:7

¿Qué culpa tenían los miles de animales de la maldad del hombre? De la misma forma como en el caso tratado en la entrada  anterior sobre el asunto de Sodoma y Gomorra, parece ser que esta destrucción fue indiscriminada. Esto sería semejante a si Dios al destruir a los malvados en Armagedón, aniquilara también los bosques, animales, aves, etc. Esto está en contra de una destrucción selectiva divina. Justamente por esa razón hay grupos evangélicos que argumentan que toda la Tierra será quemada incluyendo a todos sus seres vivos.

Puesto que ese suceso catastrófico natural ocurrió aniquilando gran parte de la creación, los redactores de la crónica del Génesis necesariamente tenían que declarar que Dios también estaba indignado con los animales y aves.

Son todas estas indicaciones en el relato las cuales nos hacen ver que al Creador Supremo se le atribuyó dicha calamidad en la narrativa. 

Puede que estas dos entradas causen perturbación a algunos lectores. Yo mucho antes he indicado que este sitio no es para personas con gran apego religioso al dogma. Pero también  las generaciones venideras deberán vindicar la imagen del Padre Universal como un Dios muy diferente a los dioses coléricos como Zeus y sus colegas.
 
 
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