lunes, 4 de noviembre de 2013

Herencia de degradación

(581.2) 51:1.5 Los Adanes y Evas originales, los directamente creados son inmortales por dote inherente, tal como todas las demás órdenes de filiación universal local, pero una disminución del potencial de inmortalidad caracteriza a sus hijos e hijas. Esta pareja original no puede trasmitir inmortalidad incondicionada a sus hijos e hijas procreados. Su progenie depende para continuar la vida de una sincronía intelectual ininterrumpida con el circuito gravitacionario de mente del Espíritu.

Los Adanes y Evas son trasladados desde una esfera superior a este mundo. Su misión es ayudar a elevar a la humanidad en su condición biológica. Ellos tenían que ser los padres de muchas generaciones, por eso provenían de un nivel superior de vida y para luchar contra la degradación física tenían que ser leales al método establecido por el gobierno del universo. Sus hijos poseían una leve disminución de su inmortalidad y tenían que mantener una "sincronía intelectual ininterrumpida con el circuito gravitacionario de mente del Espíritu" para prolongar su vida por muchos siglos.

Adán y Eva también dependían de estos factores y otros para conservar su vida indefinida:

(845.5) 75:7.5 1. Adán y Eva, igual que sus prójimos en Jerusem, mantuvieron el estado de inmortalidad durante la asociación intelectual con el circuito de gravedad mental del Espíritu. Cuando la disyunción mental rompe este sustento vital, entonces, a despecho del nivel espiritual de existencia de las criaturas, se pierde el estado de inmortalidad. El estado mortal seguido por la disolución física fue la consecuencia inevitable de la falta intelectual de Adán y Eva.

Notamos algo importante. La vida inmortal de Adán y Eva tenía que ver con esa armonía interna mental y espiritual en conexión con un circuito de gravedad mental del Espíritu. El pecado provoca un estado de disonancia y desarmonía mental interior con la unidad del Paraíso del Padre, el hombre se desconecta de la corriente divina.

(845.6) 75:7.6 2. El Hijo e Hija Materiales de Urantia, habiendo sido personalizados en la semejanza de la carne mortal de este mundo, dependían también del mantenimiento de un aparato circulatorio dual, que por un lado deriva de su naturaleza física, por otro, de la superenergía almacenada en el fruto del árbol de la vida. Una y otra vez les había amonestado el custodio arcangélico a Adán y Eva que faltar al cargo de confianza culminaría en la degradación de su estado, y se les negó el acceso a esta fuente de energía posteriormente a su contumacia.

Notamos que también dependían del árbol de la vida. Este elemento junto al anterior lograban que Adán y Eva prolongarán su vida por tiempo indefinido y no envejecieran.

Adán y Eva trajeron confusión psicológica a los habitantes del Jardín. También fueron privados de la superplanta del árbol de la vida. Si ellos se hubiese mantenido leales, sus hijos y nietos habrían emprendido la misión de mejorar a las razas de forma exitosa. Hoy casi no habrían enfermedades y viviríamos más tiempo.

El error de Adán y Eva fue precipitarse. Ellos no tenían que cruzarse con los humanos nativos aunque fuesen buenos ejemplares genéticos. Era su prole la mejor adaptada al planeta, y la que tenía que emprender la misión.

El error de Adán y Eva fue semejante a un salto tan grande como la mezcla entre un humano sano con un humano enfermo y con graves fallas genéticas. Posiblemente su primera generación de hijos hubiese nacido algo menos sana, pero todo el error habría sido expuesto con los nietos y las otras generaciones. Entonces, esos nietos no habrían podido ayudar  a las tribus más atrasadas.

(586.4) 51:5.7 Pero aunque los hijos de la línea pura de un Jardín de Edén planetario pueden entremezclarse con los ejemplares superiores de las razas evolucionarias y así mejorar el nivel biológico de la humanidad, no sería beneficioso para las cepas superiores de los mortales urantianos aparearse con las razas inferiores; un procedimiento tan poco sabio pondría en peligro toda la civilización en vuestro mundo. Habiendo fallado en alcanzar la armonización de las razas a través de la técnica adánica, debéis ahora resolver vuestros problemas planetarios de mejoramiento racial a través de otros métodos, básicamente humanos, de adaptación y control.
 

Es más difícil lograr una evolución espiritual con un cuerpo enfermo y mente enferma. El cuerpo y la mente son los soportes materiales para la morada del Ajustador y el desarrollo del alma. Las enfermedades actuales, la descoordinación de nuestra mente, cuerpo, alma y espíritu, la lucha contra los desequilibrios que provocan el desenfreno sexual y el desajuste de la mente han sido propiciados por esta herencia imperfecta de degradación.

Si fuésemos 100% descendientes de línea directa de Adán, aunque este hubiese perdido el estatus de inmortalidad, no tendríamos tantos problemas de salud y deformaciones congénitas. Estos problemas han sido causados por que en épocas muy remotas se introdujeron precisamente los elementos imperfectos inferiores y ajenos a la genética de Adán,  y se mezclaron con su línea genética mejor.

Para ilustrarlo. Entre el 35 y el 50 por ciento de los niños nacidos de madres con síndrome de Down tienen probabilidad de presentar trisomía 21 u otras discapacidades del desarrollo.
 
Otro ejemplo.  Expertos del Instituto de Medicina Genómica (Inmegen) llevaron a cabo un estudio sobre factores genéticos que pueden estar asociados al síndrome metabólico, principal detonante de enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo II y obesidad, con el fin de identificar poblaciones de alto riesgo e incidir de una manera más efectiva en el tratamiento.
El proyecto cubrió un universo de personas mestizas e indígenas mayores de 30 años de ambos sexos. A estos grupos se les tomaron muestras sanguíneas para conocer sus niveles de colesterol, triglicéridos, glucosa, se les midió la presión arterial y se les realizó un estudio de su masa corporal, talla, peso y estatura. En esta parte del estudio se encontró que de la población mestiza el 42 por ciento padecía síndrome metabólico y el 10 por ciento diabetes tipo II. En cuanto al grupo de indígenas, los resultados arrojaron que había comunidades como los tojolabales de Chiapas donde la diabetes tipo II casi no apareció. Sobre los principales hallazgos, los investigadores observaron que en la población mestiza, hay variaciones en la secuencia de los genes ADIPOQ y GCKR que se encuentran asociadas al aumento de triglicéridos en la sangre.
También los investigadores del equipo de la Universidad de Washington en Seattle (estado
Las leyes de la genética demuestran que
reaparece el elemento insertado
en las próximas generaciones.
de Washington), secuenciaron más de 15,000 genes de más de 6,500 estadounidenses con raíces europeas y africanas. En más de un millón de partes del genoma los científicos hallaron las llamadas variantes de nucleótido único (SNVs, del inglés single-nucleotid variants). Luego los especialistas establecieron la antigüedad de estas mutaciones y concluyen que en torno al 73 por ciento de las SNVs en los genes que contienen información para la producción de proteínas surgieron hace miles de años. Si se producen mutaciones en esos genes, puede ocurrir que las proteínas no se fabriquen, o lo hagan mal, lo que puede provocar enfermedades. El 86 por ciento de las SNVs con efectos negativos surgieron en ese lapso, subrayan los expertos.

Esto nos muestra un factor de que a mayor mestizaje y recombinación genética, las herencias imperfectas se insertan. La herencia de imperfección no vino realmente de Adán, sino de los pueblos circunvecinos que prematuramente se mezclaron con una población adanita inferior en número y aún  no establecida. La caída de Adán no fue traernos la imperfección;  más bien su error estuvo en fracasar en su misión para protegernos de la imperfección circundante.

Tal como explica el diagrama de Mendel,  mezclas diferentes provocan la aparición de elementos en las generaciones posteriores donde reaparece una de las razas de la pareja original. La enfermedad y degradación no fue traída por Adán, sino por las razas existentes que se mezclaron con los hijos de Adán.

Muchas veces se habla de la disminución de las edades desde los días de Adán. Se dice que puesto que Adán estaba más cerca de la perfección vivía muchos siglos. Ahora bien, si fuésemos 100% directos de  la línea adánica y la caída en las edades fuera un producto de una especie de degeneración progresiva genética al alejarnos más de la "perfección",  la lógica indicaría que las edades tendrían que seguir disminuyendo.

Por ejemplo, según la Biblia hace 3500 años se escribió:

"En sí mismos los días de nuestros años son setenta años; y si debido a poderío especial son ochenta años, [...] porque tiene que pasar rápidamente, y volamos" (Salmo 90:10)

Y sabemos que Daniel y el apóstol Juan vivieron más de 90 años,  siglos después. En otras palabras, después de 3500 años la edad en términos generales se mantiene en el mismo rango bíblico descrito en el Salmos.

Supuestamente la llamada lejanía de la perfección provocaría la caída de las edades. Según la Biblia entre Adán y Moisés solo pasaron 2513 años y ocurre una violenta caída en las edades (atribuida a la degradación e imperfección creciente al alejarse de Adán) de 900 años a 70 /80 años promedio (solo en 2513 años).

Pero en el otro periodo  hasta hoy han pasado más de 3500 años (más tiempo) desde las palabras del Salmos (atribuido a Moisés) y la edad básicamente se mantiene entre 70 y 80 años hasta el día de hoy.

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Supuestamente una imperfección creciente producto de la degradación gradual de las generaciones y alejamiento directo de Adán a esta altura ya nos provocaría una vida muy inferior a los 20 años. Pero las personas reflexivas por lo general no han reparado en esta cuestión lógica.

La evidencia en realidad indica que la imperfección no proviene de una línea directa en caída exponencial, sino que fue insertada por elementos laterales ya existentes.


Nota: Los adanitas tenían que lograr una población de más de un millón de descendientes directos de Adán y Eva, y entonces emprender el mestizaje con las razas humanas nativas  más avanzadas, pero esto se abortó prematuramente y los genes adanitas y noditas se mezclaron de forma precipitada en el primer estadio, provocando, que los rasgos hereditarios defectuosos reaparecieran en las próximas generaciones. En otras palabras, Adán logró tener pocos descendientes directos en proporción a los habitantes del planeta, y su material genético se diluyó en cantidad inferior, en medio de la otra genética imperfecta que lo comenzó a dominar.