jueves, 28 de noviembre de 2013

La dirección que deben tomar las religiones

(1091.6) 99:5.7 Tan ciertamente como los hombres comparten sus creencias religiosas, crean también un grupo religioso de algún tipo que eventualmente crea objetivos comunes. Algún día los religionistas se unirán y efectuarán una verdadera cooperación sobre la base de una unidad de ideales y objetivos en vez de intentar hacerlo sobre la base de opiniones psicológicas y creencias teológicas. Los objetivos, más bien que los credos, deberían unificar a los religiosos. Puesto que la verdadera religión es asunto de experiencia personal espiritual, es inevitable que cada religionista individual tenga su propia interpretación personal de la realización de la experiencia espiritual. Haced que el término «fe» sirva para definir la relación del individuo con Dios, más bien que la formulación credal sobre lo que un grupo de mortales ha conseguido ponerse de acuerdo en una actitud religiosa común. «¿Tienes fe? Entonces tenla contigo».

(1091.7) 99:5.8 El hecho de que la fe se refiere tan sólo al abrazo de los valores ideales queda demostrado en la definición del Nuevo Testamento que declara que la fe es la sustancia de lo que se espera y la prueba de lo que no se ve.

La dirección de evolución que deben tomar las religiones es dejar de combatir entre ellas mediante imponer superioridades doctrinales, sino más bien unirse en objetivos comunes e ideales comunes. Esto no es una "unión de fes" en el sentido clásico del término. Esto no significa uniones credales o un sincretismo (fusión de doctrinas). Más bien, el término "fe" tal como lo explican los Documentos se refiere a "la relación del individuo con Dios" y "las metas e ideales comunes". No es necesario que las religiones abandonen abruptamente sus doctrinas, ritos y actividades. Cada religión puede mantener su propia singularidad o interpretación de la cosmología. Pero las religiones si deberían abandonar el nefasto sentimiento de orgullo como "pueblo elegido" y generar algo que nunca antes en la historia se ha realizado: Una coordinación entre ellas para lograr las metas e ideales supremos.

Esto es mucho más importante que una reunión para sentarse a orar por la paz mundial o hacer actos externos, mientras hipócritamente se desprecian. Requiere una cooperación que involucre sembrar en los miembros de sus iglesias el anhelo por manifestar Amor a sus semejantes. Y luego luchar por objetivos comunes.

Objetivos e ideales comunes que las Religiones deben fomentar (y lograr cooperación) entre sí:

1- Inculcar el Amor a Dios (Alá, Jesús, Jehová, etc) y Amor al prójimo, a todos los hombres.

2- Fomentar en los hombres la búsqueda de ideales supremos como bondad, belleza y verdad.

3- Fomentar en los hombres el cultivo de cualidades altruistas (frutos espirituales) que suavicen las fricciones humanas (en la sociedad como en el empleo, las escuelas, etc),  y mejoren la vida familiar.

4- Inspirar a los hombres para que en cada ámbito de su vida (economía, política, relaciones sociales) puedan vivir y experimentar esos ideales.

5- Crear puentes de cooperación y respeto entre ellas para coordinar zonas de acción y trabajo para fomentar los ideales anteriores.

Elementos que las religiones deben evitar:

1- Dejar de promover la actitud de "Pueblo Elegido" como únicos depositarios de la verdad.

2- Evitar usar lenguaje despectivo a otras religiones.

3- Querer imponer superioridad teológica sobre otros grupos.

4- Eliminar la mentalidad histérica de "contaminarse" si se trabaja en coordinación con otras religiones.

5- Dejar de tener MIEDO a que los miembros se pasen de un lado a otro (fomentando de mala forma una especie de territorio religioso). Las personas son libres, no prisioneros de sus iglesias. Las Iglesias no deberían tener este miedo, puesto que si fomentan el AMOR,  las personas se sentirán atraídas naturalmente a estar con gente que AMA.


Cómo lograrlo
(1012.4) 92:7.3 Las numerosas religiones de Urantia son todas buenas en la medida en que llevan al hombre hacia Dios y aportan al hombre la comprensión del Padre. Es una falacia, para cualquier grupo de personas religiosas, imaginar que su credo es La Verdad; esta actitud demuestra más arrogancia teológica que certidumbre en la fe. No existe una religión en Urantia que no pueda estudiar y asimilar provechosamente lo mejor de las verdades contenidas en todas las otras doctrinas, porque todas contienen verdades. Los practicantes de la religión harían mejor en tomar prestado lo mejor de la fe espiritual viviente de sus vecinos, en lugar de denunciar lo peor de sus supersticiones sobrevivientes y de sus rituales anticuados.

Una forma madura y saludable de avanzar en este asunto es que cada religión en sus clases pudiera estudiar los puntos en común con otras religiones, evitando la tendencia a atacar los errores, sino más bien destacar los ideales semejantes. Una especie de manual que trate la historia de las religiones y los puntos en común sería muy provechoso. Muchos sin duda se sorprenderían de las similitudes,  y las barreras ilusorias comenzarían a desaparecer.

(1012.5) 92:7.4 Todas estas religiones han surgido como consecuencia de la reacción intelectual variable de los hombres a sus directrices espirituales idénticas. Los hombres nunca pueden esperar alcanzar una uniformidad de credos, dogmas y ritos — pues éstos son intelectuales; pero sí pueden, y algún día lo lograrán, conseguir la unidad en la adoración sincera del Padre de todos, porque ésta es espiritual, y es eternamente cierto que en espíritu todos los hombres son iguales.

Cada religión puede mantener sus propias teorías doctrinales, pero cada creyente debe dejar de lado la etapa infantil de competir por imponer sus enseñanzas teológicas a otro grupo.  Cada religión puede incluso mantener su cuerpo credal de costumbres ya que es un producto propio. Pero cada religión debería luchar por la unidad sobre la misma meta común: encontrar al Padre Universal, y fomentar el AMOR entre todos los hombres.

De la misma manera como las personas que eran patriotas y territoriales se han comenzado a abrir para aceptar la singularidad y diversidad de otras etnias y naciones, la religión debe iniciar ese proceso integrador pero que a la vez mantiene su propia identidad y evolución interna.

Es irónico que las naciones vayan más rápido avanzando en la cuestión de la integración que las propias religiones que originalmente deberían haber impulsado dicho proceso.