lunes, 13 de octubre de 2014

Capítulo 5: Procedimientos en el cristianismo: Sobre los cargos de autoridad y privilegios de servicio

La Religión que fundó Jesús de Nazaret realmente no era una Organización nominal, ni siquiera una superestructura editorial ni nada semejante. Su Iglesia ciertamente estaba organizada a nivel interno en las propias congregaciones-familias, pero cada congregación podía diferir incluso en aspectos doctrinales generales. En el primer siglo las congregaciones gentiles se habían separado de ciertas observancias de la Ley, pero en Jerusalén y Judea hasta el año 70 E.C existió una fuerte atadura a esas costumbres. Lo importante era que la unidad espiritual prevaleciera, y mientras las congregaciones aceptasen a Cristo como su Señor y Salvador, los accesorios externos irían desapareciendo gradualmente. Esto era lo que Pablo comentaba cuando enfatizaba que ciertos dones “milagrosos” o “conocimiento”  “sería eliminado” cuando lo “completo” llegase (1Corintios 13: 8-10).

La Religión de Jesús era realmente una familia. Y el mundo entero mediante el Evangelio estaba llamado a descubrir que era parte de esa familia. Cuando un incrédulo aceptaba las Buenas Nuevas se congregaba con quienes también habían descubierto su filiación con Dios. Esto lo hacía por una fuerza interna, no por una presión para pertenecer a un grupo social u organización poderosa humana.

Privilegios
En el primer siglo los privilegios en las congregaciones siempre tenían que entenderse como rasgos espontáneos de servicio al prójimo y no como títulos formales.

Ya en el mundo antiguo anterior al cristianismo “los ancianos” eran los miembros de la familia o tribu que más sabiduría tenían y que se caracterizaban por ser buenos consejeros u orientadores, una especie de hermanos mayores respetados, pero no líderes (en el sentido jerárquico). Ya en el Éxodo 3:16 notamos esta cultura de existencia de "ancianos", la cual incluso aparece en tribus de otros continentes.

La palabra griega “diákonos” significa, literalmente traducida, “servidor”. En el pueblo griego, en la época en la que se formó la primitiva Iglesia. Episkopos o Superintendente en el mundo griego era quién atendía ciertos asuntos o a ciertas personas.

Para ellos, no era un título ni un programa,  ni tampoco era aprobado por un Comité de Sucursal en la nación. La modificación actual de la Watchtower en relación a que los llamados Superintendentes Viajantes ratifiquen los nombramientos se ajusta más al modelo bíblico, aunque puede generar en algunos la idea del Obispo,  similar al concepto católico, como una especie de Jerarca sobre los otros ancianos, algo que no es bíblico y que degeneró en los feudos de la Edad Media influenciados por un sacerdote.

El diácono es un servidor como Cristo. Jesús había dicho: “Cualquiera que quiera ser grande entre ustedes será el servidor de ustedes.” (Mt 20:26) y también: “El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.” (Mc 10:45). Esto demostraba que de forma natural, y sin formalidades mayores, quienes querían servir a otros ya comenzaban su ministerio de diákono con su acción de ministerio al hacerse disponible de forma natural de manera previa.

 La congregación o algún misionero simplemente ratificaba ese ministerio, pero carecía de un halo formal, como si fuera el ascenso dentro de una empresa. En el fondo, todos eran una familia, y los auxiliadores prestos (hombres y mujeres), comenzaban a perfilarse como diákonos.

El cargo en la Iglesia es, por lo tanto, un servicio. No lo son para valer más o para tener más poder o prestigio, sino para servir más. En el mundo occidental la expresión “privilegio” puede entenderse mal. A menudo alguien con privilegios se entiende que tiene ventajas o aspectos exclusivos sobre otros. Por eso es un privilegiado. Por lo tanto, dicha expresión debería analizarse por los gestores de las religiones. A menudo crea una falsa imagen en quienes aspiran a esos servicios. Por esa razón hay tantos problemas cuando hay quienes pierden sus “privilegios”. Lo toman como degradaciones de cargo dentro de una empresa. Esto ocurre especialmente en la Watchtower.

Muchas veces todavía se piensa y se escucha que el diácono es una ayuda o sirve al Anciano. La idea del diácono-servidor no es esta. Al diácono no se lo debe considerar como un servidor del anciano o pastor. Es un servidor directo del Pueblo de Dios y de los pobres. Considerarlo como un servidor del párroco, anciano o pastor, es abusar del diácono, porque la misión y las tareas del diácono son otras, y no existe para suplirle o para ayudarle al anciano.

El servicio del Siervo Ministerial o Diakono es paralelo al del Anciano. Ambos sirven directamente a la congregación pero con leves cambios sutiles.

El diácono no está subordinado al Anciano, como en un ejército el mayor es el subalterno del coronel. Al contrario, los dos ministerios eclesiales tienen que servir de manera fraternal e igualitaria al Pueblo de Dios. Y el análisis de las cartas apostólicas lo deja claro (Véase 1 Timoteo 3 como Pablo los destaca como funciones paralelas directas de servicio a la congregación y no como uno subordinado a otro. Uno se centra levemente más en eseñar y el otro en aspectos muy importantes de naturaleza doméstica, ámbos necesarios y combinables). También notamos que los llamados "requisitos" eran asuntos que todo cristiano debía practicar, pero que de alguna forma se destacaban más en los hombres y mujeres que servían.

Privilegios "teocráticos"

Hay Privilegios no bíblicos cómo Sacerdote como Aarón (Iglesia Mormona) Precursor, Betelita y Siervo de Construcción (JW). Aunque éstos privilegios son útiles para una organización religiosa y pueden ser valiosos dependiendo de la madurez y actitud de la persona, claramente son atributos no bíblicos. Llama la atención cómo una organización que se jacta de ser apegada a la Biblia haya fabricado privilegios no señalados en las Escrituras. Y en el caso de los sacerdocios aarónicos de los Mormones, no se pueden transportar las "sombras de la ley" al cristianismo.

Lamentablemente éste Sistema impuesto genera en muchos una obsesiva fijación por conseguir "privilegios", tras lo cual  se esconde un fuerte complejo de inferioridad (consciente o inconscientemente).  A pesar que se dice que ese no es el propósito, no obstante la gente lo toma como una medalla de honor, como un título de alguna forma. Y muchas veces los "privilegiados" forman un círculo cerrado anti cristiano, en donde se crean ambientes y reuniones sociales exclusivistas. Así, en muchos hay una fuerte presión social de hacerse Precursor para sentirse "especial" y ser aceptado en una especie de "status" que lo haga ser invitado a reuniones especiales, participar en actividades sociales exclusivistas, etc. El Ego se infla y otras cualidades se apagan. Incluso hay quiénes buscan matrimonio con quiénes solo tienen esos "privilegios" formales.

Entonces, a pesar de que se predique lo contrario, en la práctica si se forma una Casta con títulos formales y de categoría "teocrática", una especie de clero encubierto. Y cuando alguién es privado de tales privilegios, a menudo tiene reacciones negativas, como si fuera privado de un cargo importante en una empresa.

Aunque en la actualidad éste espíritu está desapareciendo de algunas congregaciones, no es menos cierto que aún es fomentado de forma incorrecta por algunos Superintendentes de Circuito. Falta madurez, sabiduría y equilibrio para motivar al Servicio verdadero. En el fondo, la existencia de Privilegios formales sí genera un ambiente artificial que ha contribuído a mucho mal durante décadas.



El Servicio verdadero

La vida espiritual acrecienta poderosamente la verdadera autoestima. Pero la autoestima no es la admiración de sí mismo. La autoestima siempre está coordinada con el amor y el servicio a los semejantes. - Libro de Urantia

El mismísimo que descendió también es el que ascendió muy por encima de todos los cielos, para dar plenitud a todas las cosas.  Y dio algunos como apóstoles, algunos como profetas, algunos como evangelizadores, algunos como pastores y maestros,  con miras al reajuste de los santos, para obra ministerial, para la edificación del cuerpo del Cristo,  hasta que todos logremos alcanzar la unidad en la fe y en el conocimiento exacto del Hijo de Dios, a un hombre hecho, a la medida de estatura que pertenece a la plenitud del Cristo - Efesios 4: 10-13

Pablo dice que hay variedad de funciones. No todos son evangelizadores, no todos son profetas, etc. Todos y cada uno de los cristianos tienen o reciben la 'dádiva gratuíta' o 'don' y con ella edifican el cuerpo. Nadie hay por encima de nadie. Cristo los toma a todos, porque todos componen su cuerpo, y los coloca como quiere, y les da los dones que quiere, y estos miembros al poner operativo dichos dones se edifican unos a otros, y crecen y ya no son 'pequeñuelos, aventados como por olas y llevados de aquí para allá por todo viento de enseñanza por medio de las tretas de los hombres, por medio de astucia en tramar el error', sino que tienen sus facultades perceptivas entrenadas para distinguir tanto lo correcto como lo incorrecto".
Las palabras de Pablo son una confirmación de que la profesión del cristianismo es un acto de libertad e individualidad que tiene una proyección de Servicio verdadero hacia los demás, cada uno según los dones y bondades que recibe. (1 Pedro 4:10; 1 Cor 4:7). Nadie es mayor que nadie. Nadie 'manda' mas que nadie. El que 'preside' es el que más trabaja en favor de los demás. Para 'presidir' no necesita un 'nombramiento' especial, sino que es su propia disposición y el reconocimiento de los demás el que le lleva a colocarse delante.

Y eran las congregaciones las que notaban que dichas personas se hacían disponibles y recibían por acción ya efectuada esas asignaciones. Las observaciones o "nombramientos" de los misioneros viajantes solo confirmaban algo que ya era natural en cada congregación.

Hasta el privilegio que reciben las mujeres como diakonisas significa su disposición de servir y ayudar (aunque deben tener reconocimiento oficial, su privilegio no es un título oficial, al igual que los varones, sino más bien su disposición a "servir"), la misma que manifiesta la creación entera que siempre está al servicio de otra vida. Por ejemplo, los árboles y el sol emiten elementos de vida y servicio que benefician a otras creaciones.

Y hay algo más, Pablo declara que el objetivo de los diversos ministerios, sean estos de ayuda material, educación espiritual o evangelización tenían como objeto que los miembros crecieran a la estatura y madurez espiritual del Cristo. No era la misión de los ancianos y diakonos mantener a la congregación en un estado de constante  dependencia e inmadurez espiritual a los miembros, sino que éstos crecieran en su relación con Dios, haciendo hasta innecesario el apoyo secundario del anciano:

"No que seamos nosotros amos sobre la fe de ustedes, sino que somos colaboradores para su gozo, porque es por [su] fe que están firmes" - 2 Corintios 1:24.

Cuando la estatura del Cristo y las personas logran su renacimiento, los mentores y colaboradores espirituales se tornan innecesarios. Estos nuevos miembros renacidos se vuelven naturalmente ancianos y diakonos para las nuevas personas que abrazan el mensaje de Jesús el cual tiene el potencial de transformar al mundo. Y así se podría expandir la levadura del Reino en la Tierra.

El Servicio lo llevaremos por las Edades Eternas y es un sello de las actividades universales y cósmicas en los mundos de las "otras moradas" (Juan 14:2). Pero es un Servicio basado en el Amor verdadero, el cual se caracteriza por hacer el bien a los demás, ministrarles.