Es interesante que Jesús nunca dejó intrincados procedimientos
organizativos en torno a muchos asuntos y sobre cuestiones judiciales de
disciplina. Sin embargo, parece ser que él si dejó en manos de los apóstoles el
decidir sobre estos, y no excluyó la disciplina espiritual sobre los miembros
ingobernables:
(1929.3)
178:1.2 Los reinos de este mundo, como son materiales, a menudo pueden juzgar
necesario emplear la fuerza física para hacer cumplir sus leyes y mantener el
orden. En el reino de los cielos, los verdaderos creyentes no recurrirán al
empleo de la fuerza física. El reino de los cielos es una fraternidad
espiritual de los hijos de Dios nacidos del espíritu, y sólo se puede promulgar
por el poder del espíritu. Esta diferencia de procedimiento se refiere a las
relaciones entre el reino de los creyentes y los reinos de los gobiernos
laicos, y no anula el derecho que tienen los grupos sociales de creyentes
a mantener el orden en sus filas y a administrar la disciplina a sus miembros
ingobernables e indignos. – Libro de Urantia
Cómo vemos, el Maestro tampoco se opuso a que se administrara disciplina correctiva en las congregaciones e iglesias (grupos sociales de creyentes). Notamos este hecho en cómo Jesús anima a resolver las disputas o ciertos pecados con ciertos principios:
“Por tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar, y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar, y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda” – Mateo 5:23,24.
”Además,
si tu hermano comete un pecado, ve y pon al descubierto su falta entre tú y él
a solas. Si te escucha, has ganado a tu hermano. Pero si no escucha, toma
contigo a uno o dos más, para que por boca de dos o tres testigos se establezca
todo asunto. Si no les escucha a ellos, habla a la congregación. Si no
escucha ni siquiera a la congregación, sea para ti exactamente como hombre de
las naciones y como recaudador de impuestos” – Mateo 18:15-17.
Ésta consideración está basada en la evidencia bíblica, y en el desarrollo que tuvieron las Iglesias primitivas sobre éstos procedimientos y no en las directrices o normas diferentes que aplican las distintas organizaciones religiosas para disciplinar y reajustar a sus miembros.
Es interesante que la expresión "expulsión" nunca aparece vinculada a un procedimiento dentro de la congregación cristiana. Al contrario, en Juan 9:22, Juan 12:42 y Juan 16:2 se declara explicitamente que se "expulsaba" a quienes ponían Fe en Jesús. Concretamente eran expulsados de las sinagogas y del sistema religioso judío. W. E. Vine comenta sobre esta palabra: "aposunagogos (ajposunavgwgo", 656), adjetivo que denota «expulsado de la congregación», excomulgado. Se usa: (a) con ginomai, venir a ser, ser hecho (Jn 9: 22; 12:42); (b) con poeio, hacer (Jn 16:2). Esta excomunión involucraba la prohibición no solo de asistir a la sinagoga, sino de toda relación con israelitas". La Traducción del Nuevo Mundo dice: "excluido de la iglesia (eklesia o asamblea judía)".
Ahora es interesante que en el caso del hombre inicuo de la congregación de Corinto (1 Corintios 5:13) se usa la expresión "remuevan", la cual es exairō (ex-ah'ee-ro) lo cual literalmente significa: "poner o tomar distancia" (Strong). Tiene que ver con la connotación de "colocar a distancia" y se relaciona con la expresión "transportar" y "levantar" como los barcos que toman cierta distancia al levantar anclas. Por eso algunas traducciones dicen peligrosamente: "Alcen hacia afuera". No obstante, esto no debe confundirse con la expresión "expulsión" antes comentada. Más bien, habla de tomar "distancia" o "remover" al pecador, pero no significa "expulsarlo" de la Congregación.
Por lo tanto, la expresión de la T.N.M sobre 1 Corintios 5:13 es correcta: Allí dice: "Remuevan" o "coloquen a distancia" al hombre inicuo. Comprendemos entonces que la expresión "expulsión" aplicada a los cristianos biblicamente no es correcta, ya que implica que la persona deja de ser miembro de la congregación como si ésta fuese una Sinagoga Judía, mientras que "colocar a distancia" muestra que los cristianos no deberían asociarse con esa persona, pero ésto no significa una "expulsión" de la religión en el sentido estricto de la palabra. Por lo tanto, la expresión "expulsión" no es apropiada. Debería ser "Remoción".
En otras palabras, y para concluir esta primera parte de éste estudio, la oveja
extraviada sigue siendo parte del redil, aunque ha sido apartada de alguna
forma. Por esa razón el Pastor emprende la búsqueda de ella para recobrarla
(Lucas 15:4-7). No tendría sentido que la recobrara si ella ya
no fuera parte de su Redil. La oveja perdida sigue siendo miembro del
Redil, aunque está a "distancia". Por lo tanto, no
tendría lógica que los ancianos y pastores hicieran visitas anuales a los
expulsados, a "personas que ya no son testigos de Jehová" para que
volvieran a la congregación, puesto que los pastores buscan a las
ovejas del rebaño extraviadas y no a ovejas
"expulsadas" del rebaño. Puesto que éstas ya "no
son miembros de esa religión" ("no son testigos de Jehová",
según el anuncio), deberían para regresar volver a bautizarse y dar todos los
pasos. Sin embargo, en una extraña contradicción no se toma en cuenta esa
posibilidad y aún se le considera como "oveja". Por lo tanto, la
expresión "expulsión" genera todas éstas situaciones contradictorias
y extrañas que no son planteadas en las cartas apóstolicas.
Cuando un hombre de Corinto cometió inmoralidad y no mostró arrepentimiento, Pablo dijo a la congregación: “Cesen de mezclarse en la compañía de cualquiera que, llamándose hermano, sea fornicador, o persona dominada por la avidez, o idólatra, o injuriador, o borracho, o que practique extorsión, y ni siquiera coman con tal hombre". (1 Cor. 5:11-13).
Queda claro que los cristianos deben evitar la compañía de las personas con éstas características y que se mantienen en el pecado. Pablo dice que hay que REMOVER al hombre inicuo de en medio de la congregación. Esto significa que hay que colocarlo a "distancia". Sin embargo, el término "expulsión" no debería aplicarse a ésta acción. Por supuesto, ésto no tiene nada que ver con la renuncia voluntaria que alguién quisiera hacer. Esto último no puede calificarse como expulsión ni remoción y, por lo tanto, las palabras de Pablo no aplicarían, puesto que esa persona que renuncia al grupo puede que lo haya hecho por razones personales y no sea un practicante del pecado.
Notemos que Pablo habla de personas que alegan ser cristianas y que son inmorales, son avaras, son borrachas, etc. Claramente las palabras del apóstol se relacionan con un curso de vida continuado, una característica y factor distintivo en el que se encuentra la persona en ese momento. El adherirse a esa instrucción apostólica no representa problema de complejidad relevante para los cristianos. No debería ser difícil distinguir si una persona es alguien que, de ser nuestro invitado, represente un claro peligro, una influencia corrupta, para la moralidad y la fe cristiana de nuestra familia, y de nuestros hijos.
Notemos ahora bien, el proceder de la congregación de Corintios en la segunda carta. Aquí nuevamente se vuelve a hablar del pecador mencionado en la primera carta.
"Ahora bien, si alguien ha causado tristeza, ese no me ha entristecido a mí, sino a todos ustedes hasta cierto grado —para no ser demasiado severo en lo que digo—. Esta reprensión dada por la mayoría es suficiente para tal hombre, de modo que, al contrario ahora, deben perdonar[lo] bondadosamente y consolar[lo], para que de un modo u otro tal hombre no sea tragado por hallarse demasiado triste. Por lo tanto, los exhorto a que confirmen su amor para con él. Pues con este objeto también escribo para conseguir la prueba de lo que ustedes son, si es que son obedientes en todas las cosas. Cualquier cosa que le perdonen bondadosamente a cualquiera, yo también se la perdono. De hecho, en cuanto a mí, lo que yo he perdonado bondadosamente, si es que bondadosamente he perdonado algo, ha sido por causa de ustedes a vista de Cristo; para que no seamos alcanzados por Satanás, porque no estamos en ignorancia de sus designios". - 2 Corintios 2:5-11
Notamos el consejo bíblico con el mismo equilibrio que el anterior. Puesto que era evidente que el hombre inmoral cesó su conducta inmediatamente al ser "colocado a distancia", se anima ahora a la Congregación a Perdonarlo. Pablo dice claramente que dicha "reprensión dada por la mayoría es suficiente" para tal hombre. Una vez que el pecador deja de tener la práctica del mal y ya no sigue realizando actos inmorales debido a su arrepentimiento, no hay razón bíblica para mantenerlo alejado del grupo o congregación religiosa. Tampoco habría razón para darle el plazo de un año, etc.
Muchas veces en las religiones la persona es considerada en “condición de expulsada”. En adelante no se trata ya de lo que esté haciendo en la actualidad ni de la vida que esté llevando, sino de esa condición o status en la que se encuentra. Unicamente podrá salir de esa situación siguiendo al pie de la letra el procedimiento diseñado por la organización. La decisión en cuanto a declarar como finalizado o no el “status” de expulsado corresponde por entero a un comité judicial de ancianos.
Así una persona joven podría ser expulsado por algún acto de inmoralidad sexual. Podría tomar la decisión de no seguir los pasos para su “restauración” y el final de su “status” como expulsado. Sin embargo, puede no envolverse nunca más en inmoralidad sexual, se puede casar, tener hijos, mostrar ser un esposo fiel, un buen padre, y una persona honesta y responsable que se deja guiar por los principios cristianos. Aún así, independientemente de los años transcurridos o de la clase de persona que muestra ser, se le sigue considerando de la misma manera como una persona inmoral, de influencia corruptora, una persona con quien los demás cristianos, incluyendo a sus familiares, no deben asociarse. ¿Por qué razón? Por no haber seguido los pasos legalmente establecidos por la organización para dejar la “condición de expulsado” y ser declarado oficialmente dentro de la pauta para la consideración de asociado. Si el padre de la parábola del hijo pródigo se hubiera regido por semejantes normas, cuando hubiera visto al hijo rebelde acercarse a casa, en lugar de correr a su encuentro y abrazarlo como hizo, habría insistido en que primero compareciera ante un comité de tres personas para determinar si el padre estaba justificado para expresar tal interés y afecto paternal.
Me parece que esa parte es el problema de la "expulsión". Ese detalle importante en realidad se ha vuelto un asunto técnico, un procedimiento extra-bíblico impuesto por la organización y que carece de respaldo bíblico.
El acto de separar y colocar a distancia al pecador y no asociarse con él es correcto. Pero solo debería mantenerse en personas que continúan dicha conducta peligrosa e inmoral. El resto es añadir a las Escrituras e imponer procedimientos que los ancianos están obligados a obedecer. Es el tecnicismo y añadidura a la Palabra lo que nuevamente genera el problema.
Estas exposiciones están destinadas a mostrar tal cual la Biblia nos habla del tema de la "excomunión" o "expulsión". Están carentes de sentimientos apasionados en favor o en contra de las directrices de alguna organización religiosa. Simplemente nos muestra la instrucción apostólica como máxima autoridad. Cada cual deberá sacar sus propias reflexiones al respecto.
En todos los pasajes bíblicos y cartas dirigidas a las congregaciones no hay ninguna indicación que el procedimiento de "colocar a distancia" (mal llamado "expulsión") tiene que ser ejecutado por un Comité Judicial compuesto por algunos hombres. Al contrario, la Biblia declara sobre el hombre pecador que debía ser readmitido en Corinto:
"Esta reprensión dada por la mayoría es suficiente para tal hombre, de modo que, al contrario ahora, deben perdonar[lo] bondadosamente y consolar[lo], para que de un modo u otro tal hombre no sea tragado por hallarse demasiado triste. Por lo tanto, los exhorto a que confirmen su amor para con él" - 2 Corintios 2:6-8.
Todos los miembros de las congregaciones eran los que colectivamente tenían que retirar el compañerismo por el bien de la congregación y su nombre, y con la esperanza de que el malhechor pudiera avergonzarse y abandonar su proceder, y notamos bien la expresión del apóstol a los Corintios en cuanto a que la “reprensión dada por la mayoría” de la congregación era suficiente y que la persona ahora sería perdonada por ellos, no restaurada por un comité. (2 Corintios 2: 6-8). En contraste, la política de algunas organizaciones lleva a que Cuerpos Judiciales, verdaderos Tribunales Eclesiásticos compuestos por pocos hombres tomen decisiones y deliberen de forma privada. Ese proceder no tiene ningún respaldo bíblico.
La admonición de "cesen de mezclarse" es dada a toda la congregación. Luego se dice a la congregación: “Remuevan al [hombre] inicuo de entre ustedes.” (1 Cor. 5:11-13). Y cómo leímos antes, fué la "mayoría" de la congregación la que ante el proceder deliberado, continuo y persistente de la maldad es la que tomaba las acciones. El adherirse a esa instrucción apostólica no representa problema de complejidad relevante para los cristianos. La congregación en conjunto tenía la evidencia clara de ese curso obstinado de acción persistente en la maldad.
”Además, si tu hermano comete un pecado, ve y pon al descubierto su falta entre
tú y él a solas. Si te escucha, has ganado a tu hermano. Pero si no escucha,
toma contigo a uno o dos más, para que por boca de dos o tres testigos se establezca
todo asunto. Si no les escucha a ellos, habla a la
congregación. Si no escucha ni siquiera a la congregación,
sea para ti exactamente como hombre de las naciones y como recaudador de
impuestos" - Mateo 18:15-17.
En ninguna parte se habla de llevar el asunto finalmente a "los
ancianos" en privado. No, la instrucción de Jesús es clara. Se habla de
hablar a la "congregación", “a la ecclesía (asamblea)”. Nunca
en las Escrituras Cristianas se habla de realizar audiencias privadas. La congregación
como cuerpo debería estar presente para escuchar la disciplina, apoyarla y
confirmarla. Es interesante que con respecto a la Censura, se sigue el mismo
proceder:
"Censura delante de
todos los presentes a las personas que practican el pecado, para
que los demás también tengan temor. " - 1 Timoteo 5:20.
Nuevamente Pablo previene a Timoteo de no realizar censuras ni asuntos
judiciales a solas con los acusados. La congregación como una familia tenía que
tratar y estar al tanto del asunto. Quizás para algunos ésto podría parecer un
atentado contra su intimidad, pero tenía un efecto purificador fraternal
y evitaba que se cuestionaran los fallos alegando procedimientos repentinos y
precipitados, etc.
"Puesto que en Israel el tribunal local
estaba situado en las puertas de la ciudad, ¡eso eliminaba toda duda en cuanto a ser público el
juicio! (Deu. 16: 18-20) No cabe duda de que el carácter público de los juicios hacía que los
jueces obraran con cuidado y justicia, cualidades que a veces desaparecen cuando se
celebran audiencias secretas a puerta cerrada. ¿Qué se puede decir
acerca de los testigos?
En tiempos bíblicos se exigía que los
testigos testificaran en público. Por eso se les
advertía que no dejaran que la presión de la
opinión pública influyera en su testimonio ‘de modo que se desviaran con la muchedumbre a fin
de pervertir la justicia’"- ¡Despertad! del 8 de Junio
de 1981, página 17.
Es sorprendente que la organización que publica esa cita practica exactamente
lo contrario de lo allí expuesto. A pesar de que alaba la actitud hacia el
“cuidado y la justicia” que logran las audiencias públicas, con la política de
la organización se actúa precisamente como en “audiencias a puerta cerrada”,
resultando que el comité es, en realidad, responsable ante sí mismo. La validez
de sus decisiones han de ser acatadas puramente por fe por parte de la
congregación.
Contrariamente a los miembros de la congregación de Corinto,
quienes conocieron con exactitud la razón y las circunstancias que movieron a
Pablo a impulsarlos a que dejaran de asociarse con la persona en cuestión (él escribe en la carta a toda la congregación ya que 1 Corintios 5:1 explica que el fornicador estaba involucrado con la esposa de su padre), los
miembros de la congregación de hoy quedan en la oscuridad total. Suposiciones, distorsiones de los hechos, conjeturas y chismes con frecuencia vienen a llenar ese vacío que deja el
secreto de las acciones del comité. Como lo expresó alguien: “intentar parar un
rumor es como intentar detener el sonido de una campana”, y, una vez desatado,
el chismorreo provocado por esas audiencias secretas puede acarrear daño duradero
e injusto para la reputación de persona; O al revés, también crear la sensación de que un verdadero pecador ha recibido disciplina injusta.
Sobre el llamado "señalamiento" la Biblia también es clara.
Dirigiéndose a la entera congregación de Tesalónica, Pablo dice:
"Por otra parte, los exhortamos, hermanos: amonesten a los
desordenados, hablen confortadoramente a las almas abatidas, den su apoyo a
los débiles, tengan gran paciencia para con todos" - 1 Tes. 5:14.
"Pero si alguno no es obediente a nuestra palabra mediante esta
carta, mantengan a este señalado, dejen de asociarse con
él, para que se avergüence. Y, no obstante, no estén considerándolo
como enemigo, sino continúen amonestándolo como a hermano" - 2
Tesalonicenses 3:14-15
Cómo notamos, la congregación
nuevamente "señala" al desordenado. No lo hace a puertas cerradas
para luego dar un nebuloso discurso en dónde no se da el nombre. Al contrario
de ésta añadidura humana, la Biblia señala que con claridad se debe saber quién
es el "señalado". Ahora bien, de forma sorprendente 1 Corintios 5 y 2
Tes. 3 están conectados.
En Tesalonicenses el contexto muestra
que la falta está en desobedecer la palabra escrita de un apóstol enviado por
Cristo. Ciertamente ese no es un asunto menor. Seguramente la organización
Watch Tower no lo consideraría así, si se tratara de un asunto de pasar por
alto sus reglamentos y enseñanzas. Por lo tanto, el "señalamiento" de
forma bíblica no es una falta menor, tal como suele presentarse hoy.
En su explicación del texto, en la
página 31 de La Atalaya del 15 de Abril de 1985, cita las
palabras de Pablo, “dejen de asociarse con él” y dice:
Los hermanos no lo evitarían
completamente, porque Pablo les dio el consejo de ‘continuar amonestándolo como a hermano’. Sin
embargo, el que ellos limitaran [Note, no terminar]
el compañerismo social que sostuvieran con
tal persona podría llevarla a avergonzarse...
Lo que La Atalaya no
reconoce (o acepta o desconoce) es que la expresión griega (synanamignysthai)
utilizada por Pablo para “dejen de asociarse con” es la misma que
utiliza en 1 Corintios 5: 11 en donde la Traducción del Nuevo Mundo vierte
“cesen de mezclarse en la compañía de”. Eso se puede observar leyendo la Kingdom
Interlinear Translation. No hay diferencia en la fuerza del término de
ambos textos. En ambos casos se urge a los cristianos a evitar tener
compañerismo íntimo a nivel personal con aquellos que hayan caído en los
errores señalados tanto en el capítulo 5 de la Primera a los Corintios como en
la Segunda a los Tesalonicenses capítulo 3, de forma que el malhechor pueda
sentirse avergonzado. Hasta ahí llega el consejo, no más allá.
Cómo vemos, el verbo griego
utilizado en 2 Tesalonicenses 3: 14 en la expresión “dejen de asociarse”
es exactamente la misma palabra utilizada en 1 Corintios 5: 11 (“cesen de
mezclarse en la compañía de”). Este último texto lo hemos venido aplicando a
personas a las que se expulsa o ‘cesamos de mezclarnos en compañía de’. Pero 2
Tesalonicenses muestra que cesar de mezclarse en la compañía de alguien no
impide amonestarle y, por tanto, hablarle. Si decimos que mediante ofrecerles
consejo bíblico o darles reprensión somos culpables de tener compañerismo
espiritual con ellos, ¿no significa que cuando testificamos a personas de otras
creencias (incluso a clérigos) estamos teniendo compañerismo espiritual
con ellos? ¿Realmente la manera de ver el asunto de la expulsión se rige por
estos textos o se ha interpretado con mayor rigidez de la que los mismos
encierran?
En realidad, la transparencia y
franqueza de expresión con el pecador para amonestarlo con las Escrituras impediría que algunos miembros tuviesen una actitud morbosa e incluso hipócrita
al tener que reunirse a escondidas con el expulsado. Un punto de vista sano y
maduro sobre este asunto evitaría situaciones innecesarias.
Cómo hemos analizado, no hay ninguna
base para procedimientos judiciales en que tres personas actuén como jueces y
deliberadores. Más bien, toda la Iglesia debía estar presente en la deliberación. Puede que a muchos no les agrade el arreglo bíblico que se ha
señalado aquí, pero éste proceder hubiese prevenido muchos errores y abusos y
cargas innecesarias sobre ámbas partes envueltas en las audiencias.
En casos en
que alguién hubiese cometido un desliz o falta puntual e inmediatamente esté
arrepentido (dejando inmediatamente el pecado) bastaría con el consejo amoroso de uno o dos ancianos u hombres
sabios, pero sin necesidad de formar un comité judicial. Esa persona necesita
la ayuda espiritual de Cristo. Pero esto sería muy diferente al curso obstinado
de un pecador empedernido.
A veces los seres humanos son dados a
arreglar la Palabra de Dios debido a la "necesidad de los tiempos".
Pero si tal fuese el motivo todas las normas de la Biblia deberían
relativizarse, porque los "tiempos son otros". Tal argumento no
manifiesta confianza en que el arreglo del cristianismo primitivo es el mejor. Puesto que la
congregación es una familia, una fraternidad, actuar de acuerdo a los consejos
bíblicos producirían una fuerza colectiva positiva para derrotar el mal con el
bien.
"Esta reprensión dada por la mayoría es
suficiente para tal hombre, de modo que, al contrario ahora, deben
perdonar[lo] bondadosamente y consolar[lo], para que de un modo u otro tal
hombre no sea tragado por hallarse demasiado triste. Por lo tanto, los exhorto
a que confirmen su amor para con él."
Una vez que el hombre se arrepiente la congregación debe ayudarlo
inmediatamente. En realidad nunca fué expulsado. Eso no existía en el I siglo.
Solo fué "colocado a distancia", pero seguía siendo un hermano tal
como hemos visto. Los hermanos limitaban su trato social con él (como
invitarlo a una fiesta y comida íntima), pero seguían "amontestándolo como hermano"
(le hablaban para que recobrara el Juicio). Lo hacían con franqueza de
expresión y evitaban una actitud de hacer las cosas a "escondidas"
como si tuvieran que saludarlo de forma oculta. Esta acción bondadosa y a la
vez firme provocaba un efecto positivo en el hermano removido. Era mucho más
poderosa que retirarle el saludo y no mirarlo. En realidad, esta última
situación puede endurecer más al pecador. Como se desprende en los
Corintios inmediatamente en que él dejaba el mal proceder, era acogido por la
Congregación. No existía un periodo de "prueba" ni nada semejante.
Pablo finalmente señala la verdadera cuestión tras este asunto.
"para que no seamos alcanzados por
Satanás, porque no estamos en ignorancia de sus designios" (2 Cor. 2.11)
Es el propósito de Satanás desmoralizar al hombre y hundirlo más en el pecado,
de esa forma él logra aniquilar a la oveja extraviada. Mientras más protocolos
y elementos humanos se añaden a los auténticos procedimientos del cristianismo, más Mala Hierba del Diablo
provoca un efecto en dónde Satanás sale venciendo. Así decenas de miles son
apartados cada año (a menudo de forma presta y rápida), pero de éstos,
muy pocos son rescatados y ayudados para volver al rebaño. Claramente hay una
falla en el sistema. Un Sistema que añade a la Escritura y que provoca muchos
problemas añadidos.
Apéndice
¿Se refería 2 Juan 10, que dice
que uno no reciba en casa a ciertas personas ni se les salude, únicamente a los
que habían promovido alguna doctrina falsa?
Efectivamente. El único aspecto de
evitar el saludo está relacionado con eso.
“Si alguno viene a ustedes y no trae
esta enseñanza, nunca lo reciban en casa ni le digan un saludo” – 2 Juan 10.
Según el contexto, este consejo tenía
que ver con los “muchos engañadores” que habían surgido, ‘personas que no
confesaban a Jesucristo como venido en carne’ (2 Juan 7). El
apóstol Juan ofreció instrucciones respecto a cómo debían tratar los cristianos
de aquel entonces a alguien que negara que Jesús hubiera existido o fuera el
Cristo y Rescatador. Juan instruyó lo siguiente: “Si alguno viene a ustedes y
no trae esta enseñanza, nunca lo reciban en casa ni le digan un saludo. Porque
el que le dice un saludo es partícipe en sus obras inicuas” (2 Juan 10,
11).
Solamente personas obstinadas que
niegan a Jesucristo como rescatador son merecedoras de no recibir un saludo. Es
bien sabido que el apóstata o anticristo es el que "se desvía de la
enseñanza de Cristo" y no de la enseñanza particular de una religión.
A esos fue los que el Apóstol
Juan se refirió y que ni siquiera les deberíamos saludar muy afectuosa o
amigablemente. Pero aún así quizás esto no signifique que incluso con estos
auténticos apostatas, no pueda existir una formalidad básica y simple.
Juan usa aquí la palabra griega que se
usaba para saludar, khairo. Pero Khairo quería decir regocijarse (Lucas 10:20;
Filipenses 3:1; 4:4), lo cual involucraba un saludo. Pero Aspázomai (Lucas
10:4) involucra “estrechar entre los brazos, es decir saludar, dar la
bienvenida”. ¿Puede existir una diferencia?
Algunos se empeñan en atribuir al
término aspazomai un saludo especialmente efusivo que sobrepasa por mucho al de
la palabra utilizada en la segunda carta de Juan, khairo.
Eso les permite decir que khairo,
al expresar menos “calor” que aspazomai se referiría al saludo más cotidiano,
más superficial como un simple “Hola”. Sobre esa base se permitirían
reglamentar todo tipo de comunicación hablada con los expulsados. Sin embargo,
en el relato de Lucas podemos leer lo siguiente con respecto a la visita del
ángel de Dios a María:
”Y entrando el ángel donde ella estaba, dijo: ¡Salve [griego khaire], muy
favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. Mas ella, cuando
le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué saludo [griego aspasmos] sería
este” – Lucas 1:28,29.
Obviamente los dos términos son usados aquí de manera intercambiable. María
aplica el término aspasmos a la palabra khaire pronunciada por el ángel. No
hizo eso porque el ángel se hubiera, según definición de La Atalaya, echado en
sus brazos o la besara, ni se había envuelto en una “conversación larga” con
ella. Ella no se refiere a un abrazo o un beso, sino a sus “palabras”.
La Atalaya no solamente cae en ese
error, sino que además no reconoce que el verbo griego khairein utilizado por
Juan no se refiere a algo semejante a un simple “Hola”. No es menos “cálido”
que el otro término griego tratado. Muy al contrario, el término khairein
significa literalmente “estar regocijándose” y se corresponde con el término
hebreo shalom, que significa “la paz sea contigo”. Por eso ese término aparece
en Lucas 10:20; Filipenses 3:1; 4:4. Se utilizaba para expresar, no un
mero saludo habitual, sino como muestra de especial interés y aceptación
personal o social, incluso como reconocimiento de autoridad. De acuerdo con
eso, algunas traducciones vierten el término más que como un simple saludo,
como una “bienvenida”. Entendiendo bien el significado de las palabras de Juan,
una traducción las vierte así:
”No le den la bienvenida en su casa; ni siquiera le digan, “La paz sea contigo”
[De ninguna manera lo encomien, Living Bible]. Porque todo el que le desea paz
se hace partícipe de las cosas malas que hace”.
Claramente, pues, lo que el cristiano niega a un anticristo no es un saludo
rutinario como “hola” o “cómo estás”, sino aquello que supone aceptación y
acuerdo con su persona o causa, deseándole favor y éxito. Darle una
“bienvenida” de esa clase supondría hacerse “partícipe de sus obras inicuas”.
Por el contrario, el hablar simplemente a una persona no implica en sí mismo
aceptación, acuerdo o favor. Es determinante lo que uno dice. Ciertamente uno
no se hace partícipe de lo malo que esa persona lleva a cabo, si procura
contradecirlo o señalarle sus erróneos puntos de vista, convenciéndole de lo
erróneo de su proceder. Muy al contrario, las Escrituras muestran que eso puede
ser un deber cristiano.
Tal como se analizó
anteriormente, sugkoinonos (“cesen de mezclarse en compañía de”)
involucra evitar un trato "intimo", es decir, estrecho y
permanente con una persona que practica permanentemente el
pecado. Pero la Biblia no reglamenta nada en cuanto al saludo básico (un simple
“hola”) o amonestar al desordenado.
Pablo habló de no "mezclarse"
en cuanto a la adoración o en sentido espiritual y las comidas íntimas de
adoración que puede involucrar comunión con Dios. En este caso en una pequeña reunión familiar de congregación, el "separado a distancia" no era recibido o se retiraba mientras participara activamente del pecado. Ciertamente un cristiano
genuino no debería participar en actos de adoración (tales como lectura de la
Biblia, conmemorar la cena del Señor, oración, etc.) con una persona que
practica el pecado trátese de quien se trate (y que se llamase "cristiano").
Está claro que en las comidas comunales de congregación y adoración y en reuniones, los practicantes del pecado no eran recibidos.
¿Pero podría un cristiano a nivel individual intentar amonestar y aconsejar a un desordenado o pecador en su hogar y recibir algún bocadillo de parte de él?
A pesar de todos los pecados que cometían los fariseos, rameras y recaudadores de impuestos, Jesús
"comió" con ellos en varias ocasiones (Mateo 9:10-13; Marcos
7:1-3;Lucas 7:36;11:37;14:1). Los fariseos y recaudadores eran judíos por
naturaleza y por lo tanto eran considerados hermanos espirituales de Jesús.
¿Por qué comió Jesús con ellos en tantas ocasiones sin importarle qué tantos
pecados o injusticias cometían los fariseos o recaudadores? La respuesta es clara,
porque el hecho de que una persona cristiana cometa males o practique el
pecado, no es motivo para rechazarla totalmente.
Sin duda Jesús quería ayudarlos a
recuperar la relación con Dios y en esas comidas él iba claramente con
propósitos definidos (buscar el arrepentimiento de la gente) y no para
participar meramente de asuntos sociales triviales sin norte alguno. El caso de
Zaqueo es claro. Jesús le dijo a Zaqueo que se alojaría en su casa
mientras estuviese en Jericó. No obstante, los habitantes de la ciudad
objetaron, diciendo que Jesús se hacía amigo de los pecadores. Zaqueo mostró un
cambio en su actitud al recibir a Jesús y su enseñanza, pues dijo que devolvería el cuádruple de lo que había
obtenido injustamente y daría la mitad de sus bienes a los pobres. Jesús
reconoció que entonces su casa estaba en vías de salvación. (Lu 19:3-10.) Cómo
notamos, Jesús deseaba el arrepentimiento de Zaqueo. Por lo tanto, un familiar
de un pecador que se mantiene permanentemente en el pecado,
podría recibir la visita de un pariente con el fin de animarlo al
arrepentimiento siguiendo el ejemplo del profeta Natán que lo hizo con David (Véase 2 Samuel 12:1-13).
Pero esto difiere de las comidas
espirituales de comunión de los cristianos en dónde hay lazos de
adoración. Es interesante notar que Jesús nunca partió el pan en la
presencia de fariseos de la misma manera que lo hacía cuando estaba con sus
discípulos. Esto demuestra que para Jesús la relación con sus discípulos era
diferente a la que tenía con su hermanos fariseos y recaudadores
de impuestos. Por el mero hecho de ellos cometer pecados Jesús no los rechazó
totalmente, pero tampoco tuvo un trato íntimo y no compartía en sentido
espiritual-íntimo con ellos. Por esa razón, solo los 11 fieles fueron admitidos
en el Pacto, y la Providencia hizo que Judas saliera de la habitación.
El "dejen de asociarse" de 2 Tes. 3:13-15 más que referirse entonces a situaciones sociales (como muchos entienden hoy), se refiere más bien a las reuniones de congregación íntimas.
Esa es la diferencia. Entonces, ¿qué
quiso decir Pablo con las palabras citadas anteriormente respecto al trato con
las personas que llamándose hermanos cristianos practican el pecado? ¿Hay
motivos bíblicos para rechazarlos totalmente y cortar de raíz toda relación con
esas personas? La respuesta categórica, según la Biblia, es No. Y si una
persona ya ha dejado de pecar, no hay razón ni base alguna para mantenerla en
una “condición de expulsado”.
19 Hermanos míos, si alguno de
entre ustedes se deja extraviar de la verdad y otro lo hace volver,
20 sepan que el que hace volver a un pecador del error de su camino
salvará su alma de la muerte y cubrirá una multitud de pecados.-Santiago 5:19,20
Este relato demuestra que se anima a todos los cristianos a ayudar al
descarriado. Esto sería imposible si se evitara todo contacto verbal con la
persona, sencillamente no podríamos llevar a cabo la exhortación de Santiago. También obra en armonía con el pasaje antes citado:
13 Por su parte, hermanos, no desistan de hacer lo correcto. 14 Pero
si alguno no es obediente a nuestra palabra mediante esta carta, mantengan a
este señalado, dejen de asociarse con él, para que se avergüence. 15 Y, no
obstante, no estén considerándolo como enemigo, sino continúen
amonestándolo como a hermano.- 2 Tes. 3:13-15
En ninguna parte se habla de llevar el asunto finalmente a "los ancianos" en privado. No, la instrucción de Jesús es clara. Se habla de hablar a la "congregación", “a la ecclesía (asamblea)”. Nunca en las Escrituras Cristianas se habla de realizar audiencias privadas. La congregación como cuerpo debería estar presente para escuchar la disciplina, apoyarla y confirmarla. Es interesante que con respecto a la Censura, se sigue el mismo proceder:
Nuevamente Pablo previene a Timoteo de no realizar censuras ni asuntos judiciales a solas con los acusados. La congregación como una familia tenía que tratar y estar al tanto del asunto. Quizás para algunos ésto podría parecer un atentado contra su intimidad, pero tenía un efecto purificador fraternal y evitaba que se cuestionaran los fallos alegando procedimientos repentinos y precipitados, etc.
"Puesto que en Israel el tribunal local estaba situado en las puertas de la ciudad, ¡eso eliminaba toda duda en cuanto a ser público el juicio! (Deu. 16: 18-20) No cabe duda de que el carácter público de los juicios hacía que los jueces obraran con cuidado y justicia, cualidades que a veces desaparecen cuando se celebran audiencias secretas a puerta cerrada. ¿Qué se puede decir acerca de los testigos?
Es sorprendente que la organización que publica esa cita practica exactamente lo contrario de lo allí expuesto. A pesar de que alaba la actitud hacia el “cuidado y la justicia” que logran las audiencias públicas, con la política de la organización se actúa precisamente como en “audiencias a puerta cerrada”, resultando que el comité es, en realidad, responsable ante sí mismo. La validez de sus decisiones han de ser acatadas puramente por fe por parte de la congregación.
Contrariamente a los miembros de la congregación de Corinto, quienes conocieron con exactitud la razón y las circunstancias que movieron a Pablo a impulsarlos a que dejaran de asociarse con la persona en cuestión (él escribe en la carta a toda la congregación ya que 1 Corintios 5:1 explica que el fornicador estaba involucrado con la esposa de su padre), los miembros de la congregación de hoy quedan en la oscuridad total. Suposiciones, distorsiones de los hechos, conjeturas y chismes con frecuencia vienen a llenar ese vacío que deja el secreto de las acciones del comité. Como lo expresó alguien: “intentar parar un rumor es como intentar detener el sonido de una campana”, y, una vez desatado, el chismorreo provocado por esas audiencias secretas puede acarrear daño duradero e injusto para la reputación de persona; O al revés, también crear la sensación de que un verdadero pecador ha recibido disciplina injusta.
Sobre el llamado "señalamiento" la Biblia también es clara. Dirigiéndose a la entera congregación de Tesalónica, Pablo dice:
"Por otra parte, los exhortamos, hermanos: amonesten a los desordenados, hablen confortadoramente a las almas abatidas, den su apoyo a los débiles, tengan gran paciencia para con todos" - 1 Tes. 5:14.
"Pero si alguno no es obediente a nuestra palabra mediante esta carta, mantengan a este señalado, dejen de asociarse con él, para que se avergüence. Y, no obstante, no estén considerándolo como enemigo, sino continúen amonestándolo como a hermano" - 2 Tesalonicenses 3:14-15
En casos en que alguién hubiese cometido un desliz o falta puntual e inmediatamente esté arrepentido (dejando inmediatamente el pecado) bastaría con el consejo amoroso de uno o dos ancianos u hombres sabios, pero sin necesidad de formar un comité judicial. Esa persona necesita la ayuda espiritual de Cristo. Pero esto sería muy diferente al curso obstinado de un pecador empedernido.
Una vez que el hombre se arrepiente la congregación debe ayudarlo inmediatamente. En realidad nunca fué expulsado. Eso no existía en el I siglo. Solo fué "colocado a distancia", pero seguía siendo un hermano tal como hemos visto. Los hermanos limitaban su trato social con él (como invitarlo a una fiesta y comida íntima), pero seguían "amontestándolo como hermano" (le hablaban para que recobrara el Juicio). Lo hacían con franqueza de expresión y evitaban una actitud de hacer las cosas a "escondidas" como si tuvieran que saludarlo de forma oculta. Esta acción bondadosa y a la vez firme provocaba un efecto positivo en el hermano removido. Era mucho más poderosa que retirarle el saludo y no mirarlo. En realidad, esta última situación puede endurecer más al pecador. Como se desprende en los Corintios inmediatamente en que él dejaba el mal proceder, era acogido por la Congregación. No existía un periodo de "prueba" ni nada semejante. Pablo finalmente señala la verdadera cuestión tras este asunto.
Es el propósito de Satanás desmoralizar al hombre y hundirlo más en el pecado, de esa forma él logra aniquilar a la oveja extraviada. Mientras más protocolos y elementos humanos se añaden a los auténticos procedimientos del cristianismo, más Mala Hierba del Diablo provoca un efecto en dónde Satanás sale venciendo. Así decenas de miles son apartados cada año (a menudo de forma presta y rápida), pero de éstos, muy pocos son rescatados y ayudados para volver al rebaño. Claramente hay una falla en el sistema. Un Sistema que añade a la Escritura y que provoca muchos problemas añadidos.
Apéndice
”Y entrando el ángel donde ella estaba, dijo: ¡Salve [griego khaire], muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué saludo [griego aspasmos] sería este” – Lucas 1:28,29.
Obviamente los dos términos son usados aquí de manera intercambiable. María aplica el término aspasmos a la palabra khaire pronunciada por el ángel. No hizo eso porque el ángel se hubiera, según definición de La Atalaya, echado en sus brazos o la besara, ni se había envuelto en una “conversación larga” con ella. Ella no se refiere a un abrazo o un beso, sino a sus “palabras”.
”No le den la bienvenida en su casa; ni siquiera le digan, “La paz sea contigo” [De ninguna manera lo encomien, Living Bible]. Porque todo el que le desea paz se hace partícipe de las cosas malas que hace”.
Claramente, pues, lo que el cristiano niega a un anticristo no es un saludo rutinario como “hola” o “cómo estás”, sino aquello que supone aceptación y acuerdo con su persona o causa, deseándole favor y éxito. Darle una “bienvenida” de esa clase supondría hacerse “partícipe de sus obras inicuas”. Por el contrario, el hablar simplemente a una persona no implica en sí mismo aceptación, acuerdo o favor. Es determinante lo que uno dice. Ciertamente uno no se hace partícipe de lo malo que esa persona lleva a cabo, si procura contradecirlo o señalarle sus erróneos puntos de vista, convenciéndole de lo erróneo de su proceder. Muy al contrario, las Escrituras muestran que eso puede ser un deber cristiano.
Está claro que en las comidas comunales de congregación y adoración y en reuniones, los practicantes del pecado no eran recibidos.
¿Pero podría un cristiano a nivel individual intentar amonestar y aconsejar a un desordenado o pecador en su hogar y recibir algún bocadillo de parte de él?
El "dejen de asociarse" de 2 Tes. 3:13-15 más que referirse entonces a situaciones sociales (como muchos entienden hoy), se refiere más bien a las reuniones de congregación íntimas.
Este relato demuestra que se anima a todos los cristianos a ayudar al descarriado. Esto sería imposible si se evitara todo contacto verbal con la persona, sencillamente no podríamos llevar a cabo la exhortación de Santiago. También obra en armonía con el pasaje antes citado:
13 Por su parte, hermanos, no desistan de hacer lo correcto. 14 Pero si alguno no es obediente a nuestra palabra mediante esta carta, mantengan a este señalado, dejen de asociarse con él, para que se avergüence. 15 Y, no obstante, no estén considerándolo como enemigo, sino continúen amonestándolo como a hermano.- 2 Tes. 3:13-15