lunes, 28 de marzo de 2016

La conmemoración

(1941.6) 179:5.1 Cuando le llevaron a Jesús la tercera copa de vino, la «copa de la bendición», se levantó del diván y, tomando la copa en sus manos, la bendijo, diciendo: «Tomad todos vosotros esta copa, y bebed de ella. Ésta será la copa de mi conmemoración. Ésta es la copa de la bendición de una nueva dispensación de gracia y verdad. Ésta será para vosotros el emblema del don y el ministerio del Espíritu divino de la Verdad. Yo no beberé otra vez de esta copa con vosotros hasta que la beba en forma nueva con vosotros en el reino eterno del Padre».

(1942.2) 179:5.3 Cuando terminaron de beber esta nueva copa de conmemoración, el Maestro tomó el pan y, después de dar gracias, lo rompió en pedazos y, diciéndoles que lo pa-saran, dijo: «Tomad este pan de conmemoración y comedlo. Os he dicho que yo soy el pan de la vida. Este pan de la vida es la vida unida del Padre y del Hijo en un solo don. El verbo del Padre, tal como es revelado en el Hijo, es en verdad el pan de la vida». Cuando hubieron compartido el pan de la conmemoración, el símbolo del verbo vivo de la verdad encarnado en semejanza de carne mortal, se sentaron.

Estas son las palabras del Recuerdo que cada creyente puede meditar al conmemorar cuantas veces quiera en la intimidad de su hogar o con un grupo de amigos, las veces que desee en el año, el don de Jesús. Porque el recuerdo es hacia Jesús. 

El Espíritu de la Verdad representado en el Vino nos hará vivir al Maestro en nuestra vida. 

Y el Pan es el recuerdo de que Jesús vivió como nosotros en la semejanza nuestra, fue nuestro hermano en la materia.

Posiblemente Pablo sabía esto porque comentó:

“Porque, de hecho, por un solo espíritu todos nosotros fuimos bautizados [para formar] un solo cuerpo, seamos judíos o griegos, seamos esclavos o libres, y a todos se nos hizo beber un solo espíritu” – 1 Corintios 12:13.

“Y no os embriaguéis con vino, sino sed llenos del Espíritu” – Efesios 5:18

Así que la comparación del vino con el Espíritu Pablo la conocía. Y Jesús ciertamente debe haber aludido al Espíritu porque en el reino celestial volvería a beber dicha "bebida":

“Y, aceptando una copa, dio gracias y dijo: “Tomen esta y pásenla del uno al otro entre ustedes;  porque les digo: De ahora en adelante no volveré a beber del producto de la vid hasta que llegue el reino de Dios”. – Lucas 22:17,18

Evidentemente Jesús no beberá de su propia sangre simbólica en el reino celestial, pero claramente puede beber el Espíritu:

(1941.6) 179:5.1 «Tomad todos vosotros esta copa, y bebed de ella. Ésta será la copa de mi conmemoración. Ésta es la copa de la bendición de una nueva dispensación de gracia y verdad. Ésta será para vosotros el emblema del don y el ministerio del Espíritu divino de la Verdad. Yo no beberé otra vez de esta copa con vosotros hasta que la beba en forma nueva con vosotros en el reino eterno del Padre».