lunes, 4 de abril de 2016

¿Fue Jesús Dios?

Es interesante que son muy pocos los textos en los Evangelios en que Jesús afirma su Divinidad. Al contrario de esa creencia popular, la vasta mayoría de los textos indica que él es una personalidad diferente al Padre, y que en muchos casos, depende de él. Autores e investigadores escépticos en materia religiosa como Antonio Piñero lo confirman.  Ahora bien, éstos son algunos de los pasajes en que sus afirmaciones han servido para crear la idea de que Jesús era el mismo Padre:

"Yo y el Padre somos uno" - Juan 10:30

"Pero si las hago, aun cuando no me crean a mí, crean las obras, a fin de que lleguen a saber y continúen sabiendo que el Padre está en unión conmigo y yo estoy en unión con el Padre" - Juan 10:38

¿A qué se refería Jesús? El contexto es iluminador ya que habla de una especie de unidad con el Padre. Pero no es solamente una unidad de propósito, también implica un grado de sincronicidad inmenso con la Divinidad en que las acciones del Hijos eran como un reflejo automático del mismo Padre. Con la Revelación de Urantia entendemos que Jesús estaba tan compenetrado con su Ajustador del Pensamiento,  en que la mayoría de sus acciones finales en la Tierra eran la misma obra del Padre, mediante su Hijo. 

Sin embargo, Jesús sabía que otros seres humanos también alcanzarían dicho grado de comunicación y unión con Dios:

"Hago petición, no respecto a estos solamente, sino también respecto a los que pongan fe en mí mediante la palabra de ellos;  para que todos ellos sean uno, así como tú, Padre, estás en unión conmigo y yo estoy en unión contigo, que ellos también estén en unión con nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste" - Juan 17:20,21

Así que las pocas afirmaciones rotundas de Jesús en torno a su casi fusión con su Ajustador residente, su unidad excelsa con el Padre, no deben tomarse como base para creer en que él era parte del mismo Padre Universal (como afirma la Trinidad "cristiana"), aunque sin embargo, estaban en una unidad singular y superlativa, ya que efectivamente un fragmento del Padre moraba en él.