martes, 12 de julio de 2016

Las Grandes Plagas

Las plagas bíblicas sobre Egipto fueron muy reales, y hay evidencia de ellas. Sin embargo, al llegar a esta parte, debemos volver a analizar dos elementos que están asociados. La primera es el Volcán de Arabia, el "Monte Sinaí":

"Sinaí, una montaña de Arabia"


Y también quién era el Faraón del Éxodo:


(1054.1) 96:1.11 El fuego y el humo, juntamente con las explosiones y truenos asociados con las erupciones de esta montaña volcánica, impresionaban y asustaban a los beduinos de las regiones circunvecinas y les hacían temer grandemente a Yahvé. Este espíritu del Monte Horeb más adelante se volvió el Dios de los semitas hebreos, y ellos finalmente creyeron en él como el supremo por encima de todos los demás dioses.

Algunos creen que el Volcán Santorini es la explicación de las plagas en Egipto, pero parece más razonable que éstas fuesen provocadas por el mismo Sinaí (posiblemente el volcán Hala-'l Badr) o el volcán Nabro más al sur.

Moisés ciertamente fué uno de los más grandes Maestros religiosos de la Tierra. Su papel en enseñar una religión avanzada y monoteísta es heroico en esas fechas primitivas. Sin embargo, él creía firmemente en la Providencia Divina asociada a muchos asuntos:

(1058.2) 96:5.4 Moisés creía en la Providencia; estaba profundamente influido por las doctrinas de Egipto sobre el control sobrenatural del Nilo y de los demás elementos de la naturaleza. Tenía una gran visión de Dios, pero era totalmente sincero al enseñar a los hebreos que, si obedecían a Dios, «te amará, te bendecirá y te multiplicará. Multiplicará el fruto de tu vientre y el fruto de tu tierra —tu grano, tu vino, tu aceite y tus rebaños. Prosperarás por sobre todos los pueblos, y el Señor tu Dios te quitará toda enfermedad y no te dará ninguna de las malas plagas de Egipto». Incluso dijo: «Acuérdate del Señor tu Dios, porque él es quien te da el poder para hacer las riquezas». «Prestarás a muchas naciones, mas tú no tomarás prestado. Tendrás dominio sobre muchas naciones, pero sobre ti no tendrán dominio».

Es muy interesante que efectivamente la nación israelita fué advertida que sufriría las plagas de Egipto, si ellos desobedecían a Dios como pueblo. Lo que dicen los Documentos aparece plasmado en éste pasaje:


”Jehová te herirá con el divieso de Egipto y hemorroides y eczema y erupción en la piel, de los cuales no podrás ser sanado. Si no tienes cuidado de poner por obra todas las palabras de esta ley que están escritas en este libro, para que temas este nombre glorioso e inspirador de temor: aun Jehová, tu Dios,  entonces Jehová ciertamente hará que tus plagas y las plagas de tu prole sean especialmente severas, plagas grandes y duraderas, y enfermedades malignas y duraderas.  Y él verdaderamente hará volver sobre ti todas las dolencias de Egipto ante las cuales te asustaste, y ciertamente quedarán pegadas a ti.  También, cualquier enfermedad y cualquier plaga que no está escrita en el libro de esta ley, Jehová las hará venir sobre ti hasta que hayas sido aniquilado.  Y ustedes verdaderamente quedarán con muy pocas personas en número, aunque hayan llegado a ser como las estrellas de los cielos por multitud, porque no escuchaste la voz de Jehová tu Dios”. – Deut. 28:27, 58-62

Sin embargo, no hay evidencia histórica de que las mismas plagas de Egipto hayan azotado a Israel cuando éstos fueron infieles en tiempos posteriores al Exodo. Ni en la Biblia aquello aparece como un cumplimiento. Lo que sí tenemos evidencia, es que la Tierra se volvió un desierto estéril producto de grandes cambios climáticos degradantes en un proceso de varios años cuando Israel estuvo exiliado en Babilonia. Podemos entonces deducir que las plagas de Egipto fueron un gran desastre climático, unos eventos que eran considerados una maldición divina, y que en el futuro se volverían a repetir de alguna forma sobre Israel.

Los Documentos nos enseñan que Moisés creía profundamente en la Providencia en relación con la naturaleza. Esto es cuando asociamos eventos del orden natural con una voluntad divina. Aún hasta el día de hoy el hombre suele hacer asociaciones de algunas circunstancias naturales con una providencia de orden superior. Le otorga un significado. Por esa la mitad del mundo cree en la astrología, y le otorga explicaciones sobrenaturales a algunos eventos de la vida cotidiana. No es que la Providencia no exista, pero ésta se no se manifiesta mediante la naturaleza. Más adelante analizaremos lo que es la verdadera Providencia.

Moisés creía sinceramente en esa Providencia y el que el Deuteronomio exprese una repetición de las plagas de Egipto, cuando éstas se manifestaron como problemas climáticos con la tierra de Israel abandonada, demuestra que las plagas de Egipto fueron desastres de ese tipo, y que la mente de Moisés y los escritores subsiguientes le asociaron un significado superior. 

Si que en el futuro Israel era azotado por desastres climáticos u otras pestes, éstos serían enviados por la Providencia, de la misma forma como ocurrió en Egipto, esta era la interpretación de Moisés. Y el resto de los sucesores de Moisés creían sinceramente en que las enfermedades y pestes eran castigos Divinos, además de atribuir a los sucesos naturales o de azar, explicaciones divinas.

El ejemplo de Gedeón y el vellón de lana lo demuestra, así como las prácticas de las piedras sagradas de suerte que los israelitas usaban para interpretar designios divinos. Esto muestra cuan influenciada estaba la mente oriental con buscar asociaciones de sucesos con la voluntad divina, de la misma forma como los cronólogos de las religiones modernas han interpretado que ciertos sucesos como la I Guerra Mundial en 1914 era una especie de profecía de los designios divinos que representaba un suceso celestial. Pero el que la mente humana haga éstas asociaciones, no significa que sean eventos preordenados por Dios.


Es posible que una serie de sucesos en cadena climatológicos hayan desencadenado las llamadas plagas de Egipto. Por ejemplo, la causa podría haber comenzado con la erupción de un volcán cercano (Nabro o Sonaí) que habría provocado terremotos que causarían escapes de dióxido de carbono y de hierro cerca del Nilo, los cuales al entrar en contacto con el oxígeno, formarían hidróxido de hierro. Éste tornaría el agua de color rojo, desencadenando la serie de sucesos que explicarían las diez plagas. Hay casos de ríos y lagos que se han tornado en “sangre” debido a ese fenómeno.

Esto da origen a la segunda plaga, las ranas, que a diferencia de los peces, pueden salir de las aguas contaminadas. La carencia de agua limpia crea el ambiente propicio para la aparición de los piojos (tercera plaga), las moscas (cuarta plaga) y las Epidemias Bacterianas entre los seres humanos y los demás animales (quinta plaga). Paralelamente, el dióxido de carbono mezclado con el aire indujo a la gente a una especie de coma, reduciendo la circulación sanguínea en la piel causando sarpullidos (sexta plaga).

El granizo con fuego, a lo que los científicos llaman granizo volcánico (séptima plaga), era procedente de la erupción volcánica relativamente cercana. Cuando la nube de cenizas alcanza la estratósfera, se mezcla con la humedad y forman una piedra muy similar al granizo. También esto coincidió con grandes tormentas climáticas y un mal tiempo.

Las bajas temperaturas provocan que nubes de langostas en masa se posen en Egipto (octava plaga). La nube de cenizas de 40 km de altura por 200km de diámetro alcanza el delta del Nilo y provoca oscuridad (novena plaga).

Tras la ceremonia que Moisés había ordenado realizar a los israelitas - y que acabaría siendo conocida como la cena de pascua - los egipcios dormían. Entonces, la fuga de gas que había provocado las primeras plagas al fin entró en erupción. El dióxido de carbono se filtró a la superficie, y dado que es más pesado que el aire, mataría por asfixia a la gente que dormía antes de disiparse en la atmósfera. Como los primogénitos de los egipcios gozaban de privilegios por ser los herederos de las propiedades y demás bienes, dormían en camas egipcias, casi pegadas al suelo, mientras que los demás miembros de la familia dormían en los segundos pisos. Hay ejemplos de épocas recientes que grafican la posibilidad de ésta “plaga”.

En 1986  1.800 personas y más de 6.000 cabezas de ganado murieron mientras dormían cerca del terrorífico lago Nyos, en Camerún. El arma del delito fue el dióxido de carbono. Toneladas de dióxido de carbono que asfixiaron sin remedio a todos los seres vivos de los alrededores. El secreto de su letalidad se encuentra en su naturaleza: el lago Nyos es un lago de origen volcánico. Bajo sus aguas y su superficie se encuentra un antiguo volcán casi inactivo, enorme. Bajo la superficie de Nyos, hundido en la profundidad, la lenta y perezosa actividad del volcán produce gases que se filtran hacia la superficie de la tierra. De pronto, un día, el gas satura el agua mucho más allá de lo que el lago puede soportar. Se produce entonces lo que se conoce como una erupción límnica. A medida que el dióxido de carbono alcanza cotas superiores, la presión es menor y, por tanto, se disuelve con mayor dificultad, saturando aún más el agua. Al final, toda la concentración de gas se libera de forma masiva en la superficie del lago, normalmente desplazando al agua en explosiones bajo la superficie. La nube de dióxido de carbono frío comienza entonces a recorrer la superficie a unos 50 km por hora, según se estima.

Todo lo que atrapa la nube es asfixiado en cuestión de minutos. El dióxido de carbono es un gas inodoro, ligero y transparente. En nuestro cuerpo produce un adormecimiento, confusión y finalmente la muerte "dulce", sin que notemos nada. Así, en aquel día de 1986, el lago arrojó unas ochenta toneladas de dióxido de carbono acumulado que recorrieron la región como un ángel de la muerte. Se conocen al menos tres lagos volcánicos productores de nubes de dióxido de carbono. Aparte de Nyos se ha documentado también el mismo proceso en el lago Monoun, también de Camerún y a treinta kilómetros de Nyos, y el lago Kivu, en el Congo. De estos, un caso parecido ocurrió en el lago Monoun dos años antes del desastre de Nyos. En 1984 una nube procedente del lago acabó con 37 personas.

Algo similar ocurrió en Egipto, y parece que la capa de dióxido de carbono fue a ras de suelo, y los primogénitos de los egipcios gozaban de privilegios por ser los herederos de las propiedades y demás bienes, dormían en camas egipcias, casi pegadas al suelo, mientras que los demás miembros de la familia dormían en los segundos pisos.


Al respecto es muy interesante el tipo de instrucciones con respecto a la comida de la Pascua y su preparación en éste inminente éxodo:

"Y tienen que comer la carne esa misma noche. Deben comerla asada al fuego y con tortas no fermentadas junto con verduras amargas.  No coman nada de él crudo ni hervido, cocido en agua, sino asado al fuego, su cabeza junto con sus canillas y sus partes interiores.  Y no deben dejar que nada de él quede hasta la mañana, sino que lo que de él sobre hasta la mañana lo deben quemar con fuego.  Y de esta manera deben comerlo: teniendo ustedes ceñidas las caderas, sandalias en sus pies y su bastón en la mano; y tienen que comerlo apresuradamente. Es la pascua de Jehová.  Y tengo que pasar por la tierra de Egipto esta noche y herir a todo primogénito en la tierra de Egipto, desde hombre hasta bestia; y en todos los dioses de Egipto ejecutaré juicios. Yo soy Jehová” – Éxodo 12:8-12

No hay ningún significado ceremonial a las acciones de comer el animal asado y evitar dejar restos. Parece más bien, una alerta sanitaria ante lo que vendría. Notamos que se les advierte de no utilizar agua esa noche. Posiblemente se vería contaminada con la plaga. Y al otro día en la mañana, no podían comer ningún resto del cordero. Tenían que quemarlo y destruirlo. Al parecer ya estaría contaminado a esas horas con el “gas” que afectaría los alimentos. Se les anima a no dormir esa noche, a estar listos para el viaje, con su ropa puesta, y a comerla apresuradamente, esto antes de la llegada de la plaga. Esto tiene mucho de sentido común.


En tiempos recientes cuando una pareja acampaba a ras de suelo, dejaron una carne al interior de su tienda. Mientras dormían se había producido una fuga de monóxido de carbono, proveniente de la parrilla que habían utilizado para hacer una barbacoa. Aunque ya el fuego estaba apagado, el gas los intoxicó y mató. Puesto que los israelitas posiblemente comían sus carnes en mesas muy bajas, a ras de suelo, la advertencia de no comerlo al otro día era más que clara. Este gas, el ángel de la muerte, podría contaminar la carne dicha noche.

Según los Documentos el Éxodo final estuvo asociado a éstos eventos:


(1056.2) 96:3.5 Pero Moisés no se desalentó; esperó su momento, y en menos de un año, cuando las fuerzas militares egipcias estaban totalmente ocupadas resistiendo los ataques simultáneos de un fuerte empuje libio del sur y una invasión naval griega desde el norte, este intrépido organizador condujo a sus compatriotas fuera de Egipto en una espectacular huida nocturna. Esta carrera hacia la libertad fue planeada cuidadosamente y hábilmente ejecutada. Y tuvieron éxito, a pesar de la intensa persecución del faraón y de un pequeño cuerpo de egipcios, que cayeron todos ante las defensas de los fugitivos, abandonando mucho botín; estas huestes de esclavos acumularon aún más botín en su avance hacia su ancestral hogar en el desierto.

Los Documentos señalan que los hebreos huyeron en una "espectacular huida nocturna" y se señala que los egipcios "cayeron todos ante las defensas de los fugitivos", pero eso no niega la posibilidad de la muerte de ellos en el llamado Mar Rojo. 

Analicemos el llamado cruce hacia el Mar Rojo:


“Y aconteció, al tiempo en que Faraón envió al pueblo, que Dios no los guió por el camino de la tierra de los filisteos simplemente porque estaba cerca, porque dijo Dios: “Puede ser que el pueblo sienta pesar al ver guerra y ciertamente se vuelva a Egipto”.  Por lo tanto, Dios hizo que el pueblo rodeara por el camino del desierto del mar Rojo. Pero fue en orden de batalla como subieron los hijos de Israel de la tierra de Egipto”. – Exodo 13:17-18

“Entonces ciertamente dirá Faraón respecto a los hijos de Israel: ‘Andan errantes en confusión en la tierra. El desierto los tiene encerrados’.” – Exodo 14: 3

Notamos que ellos no cruzan por el norte del "Mar Rojo" (Golfo de Suez) ni van por el camino de los Filisteos, sino que caminan por el desierto del mar rojo, el cual realmente hoy se llama el desierto de la Península de Sinaí. Ellos realmente iban a Arabia, más allá del Golfo de Aqaba. Allí en Arabia estaba el verdadero Monte Sinaí, el Volcán de Dios. Parece ser que ellos estaban siguiendo la dirección de la pluma del Volcán Hala-'l Badr:
 
“Y Jehová iba delante de ellos durante el día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y durante la noche en una columna de fuego para darles luz, para ir de día y de noche” – Éxodo 13:21

Luego parece ser que ellos llegan al puente natural de Nuweiba que sería la “calzada” natural por la que atraviesan hacia Arabia por el Golfo de Aqaba:

“Moisés ahora extendió su mano sobre el mar; y Jehová empezó a hacer que el mar se retirara por un fuerte viento del este durante toda la noche, y que la cuenca del mar se convirtiera en suelo seco, y se iba efectuando una partición de las aguas. Por fin los hijos de Israel fueron por en medio del mar sobre tierra seca, mientras las aguas eran un muro para ellos a su derecha y a su izquierda”. – Exodo 14:21-22

Notamos que un viento fuerte causa que este puente natural más elevado quede seco por unas horas. Simulaciones de computador, parte de un estudio mayor sobre cómo los vientos afectan a las aguas, mostraron que el viento puede empujar y hacer retroceder el agua cuando una curva de río se funde con una laguna costera, señaló el equipo del Centro Nacional de Investigación Atmosférica (NCAR por sus siglas en inglés) y la Universidad de Colorado en Boulder. “Las simulaciones encajan de forma bastante cercana con el relato en el Éxodo”, dijo Carl Drews de NCAR, que lideró el estudio.

"La separación de las aguas puede entenderse mediante dinámica de fluidos. Los vientos mueven el agua de una forma acorde a las leyes de la física, creando un pasaje seguro con agua a ambos lados y permitiendo luego volver al agua de forma abrupta", indicó. En él se muestra que un viento de 101 kilómetros por hora, soplando de forma continua durante 12 horas,pudo hacer retroceder las aguas de 2 metros de profundidad.

Con éstos vientos el puente natural de Nuweiba que sería la “calzada” natural quedaba despejada por algunas horas. Y es muy significativo que otro libro de la Biblia alude a esta calzada por la que cruzaron para atravesar el mar, esta especie de istmo:

¿No eres tú el que secó el mar, las aguas de la vasta profundidad? ¿El que hizo de las profundidades del mar un camino para que pasaran los recomprados? – Isaías 51:10

“Esto es lo que ha dicho Jehová, Aquel que hizo un camino a través del mar mismo y una vereda aun a través de aguas fuertes” – Isaías 43:16

Notemos el detalle del Éxodo que dice que "el mar se retirara por un fuerte viento del este durante toda la noche". Esto fué un fenómeno gradual de varias horas y no instantáneo como en las películas. El Salmo 106:9 lo confirma: "Por consiguiente, reprendió al mar Rojo, y este gradualmente se secó". Y lo mismo ocurre cuando el fenómeno termina, ya que se dice que “Y el mar empezó a volver a su estado normal al amanecer. (…) Y las aguas siguieron regresando. Finalmente cubrieron los carros de guerra y a los soldados de caballería que pertenecían a todas las fuerzas militares de Faraón y que habían entrado en el mar tras ellos”.

Siempre me ha intrigado que el Faraón y algunos de sus siervos pese a todas las llamadas plagas se mostraran tan obstinados. La llamada "sabiduría" de ellos les hacía no tragarse que todo era parte de la Providencia divina. Podían deducir un encadenamiento de los fenómenos naturales y quizás asociarlos con sus deidades, pero sabían de la acción de la naturaleza. Por eso vemos gran escepticismo en el Faraón. El que no se intimidara ante la "columna de nube" también es significativo e incluso que decidiera entrar en el Mar.  

Pero para algunos israelitas, ésto también estaba claro. Parece que algunos se aprovecharon de la circunstancia nocturna y actuaron en defensas (como dicen los Documentos de Urantia) para que en el terreno se pudiesen estancar los carruajes y que éstos perdieran ciertas ruedas, lo cual fue atribuido a la Divinidad por los escribas posteriores. Esto haría que a éstos egipcios les costase huir cuando el Mar regreso a la normalidad.  Esto explicaría el asombroso desprecio de ciertos israelitas a Moisés y la falta de Fe de algunos de ellos pese a todas éstas demostraciones de poder que hoy son interpretadas así.

Lo cierto es que las plagas existieron como grandes fenómenos de la naturaleza y hay cierto testimonio de las mismas.

Algunos señalan a la Estela egipcia de la Tormenta en la que se habla de un dios desconocido que provoca una de las plagas similares a las descritas en la Biblia, la oscuridad, y  también se describe como una gran tormenta.


Pero la evidencia más clara parece ser del llamado Papiro de Ipuwer. Este fue traducido por A.H. Gardiner en 1909 y describe  una serie de catástrofes y plagas que azotan Egipto, hambre, sequía, fuga de esclavos que se llevan las riquezas de los egipcios y muerte en todas partes de la tierra de Egipto.  La similitud entre varios pasajes del éxodo bíblico y el papiro Ipuwer son tan sorprendentes, que algunos eruditos la muestran como fuente egipcia del relato bíblico. Algunas de sus expresiones son:

 El rio es sangre.  La gente no quiere probarla — La gente esta sedienta en búsqueda de agua.

¡Así esta nuestra felicidad!  Que haremos al respecto? ¡Todo es ruinas!

“todos los animales, sus corazones lloran. Los ganados gimen… ”

Aunque en el papiro no hay ninguna referencia explícita a los israelitas, se menciona una revuelta de esclavos, una columna de fuego y la desaparición en circunstancias insólitas de un faraón: “Contempla, el fuego ha montado encima sobre alto. Su combustión va en adelante contra los enemigos de la tierra”. En este papiro vemos un Egipto afligido por desastres naturales y en un estado de caos, un mundo revuelto, el hambre y la muerte están por todas partes.

Merenptah fue el hijo de Ramsés II. Su gobierno fue inestable y lleno de problemas. La ciudad de Pi-Ramsés es abandonada como capital. Las repercusiones socio-políticas del abandono de Pi-Ramsés, por no hablar de las económicas, tuvieron que ser enormes, incluso para el omnímodo poder faraónico. Basta comparar con el coste económico y político que hoy día tuvo en un gran país como EUA la evacuación de la ciudad de Nueva Orleans, inundada súbitamente de resultas de un huracán, y reocupada una vez reparados los diques. Tenemos varios ejemplos de abandono definitivo de ciudades en Mesopotamia, al cambiar su curso el Éufrates. Así, la antiquísima ciudad de Nippur -un par de milenios más antigua que la I Dinastía egipcia-, ciudad cuyo templo principal estuvo dedicado al dios sumerio Enlil, y sita a orillas de un brazo del Éufrates hoy seco llamado Chatt en-Nil. El abandono de la ciudad estaría sin duda relacionado con la desecación de dicho brazo.

Merenptah nos habla del pueblo de Israel como un pueblo extranjero de forma despectiva y es su primera mención histórica en documentos egipcios. Merenptah también combatió a los Libios y Pueblos del Mar (griegos) al tiempo del Éxodo (Los Documentos de Urantia señalan ese detalle). Su hijo primogénito Naneferkaptah y el hijo de éste murieron antes que él, su sucesor fue otro de sus hijos, Sethy II. Esto es interesante ya que coincidiría con la muerte del primogénito del rey.