domingo, 2 de octubre de 2016

El reino ya era una realidad presente

“Otra vez: el reino de los cielos es semejante a un comerciante viajero que buscaba perlas excelentes.  Al hallar una perla de gran valor, se fue y prontamente vendió todas las cosas que tenía, y la compró”- Mateo 13:45,46

Notamos aquí nuevamente una experiencia personal de búsqueda y regocijo al encontrar el reino:

“En verdad les digo: El que no reciba el reino de Dios como un niñito, de ninguna manera entrará en él” – Lucas 18:17

“Dejen a los niñitos en paz, y cesen de impedir que vengan a mí, porque el reino de los cielos pertenece a los que son así” – Mateo 19:14

Notamos que el reino de Dios ya se podía recibir en los días de Jesús: “El que no reciba el reino de Dios como un niñito”. Es como si el reino llegase hasta el mismo creyente como una experiencia de oportunidad interna.  Además él destaca que la humildad y la sinceridad como la de un niño son esenciales para entrar en esta experiencia de filiación con Dios. También vemos que podía ser una realidad presente: “porque el reino de los cielos pertenece a los que son así”.

Y es interesante que Pablo nos da una definición muy precisa sobre lo que es el reino de Dios:

“Porque el reino de Dios no significa comer y beber, sino que es  justicia y paz y gozo con espíritu santo” – Romanos 14:17

Notamos que el reino de Dios es una experiencia interna que se evidencia en cualidades interiores que desarrollamos gracias el espíritu santo. El Ajustador del Pensamiento es frecuentemente llamado por Pablo el Espíritu Santo que mora en nuestro interior (Efesios 2:22). Ya que una parte del mismo Dios ha descendido sobre nosotros, es correcto decir que el área de dominio del Padre ha llegado a nuestra vidas, y entramos en ese reino.

“Él también ha puesto su sello sobre nosotros y nos ha dado la prenda de lo que ha de venir, es decir, el espíritu, en nuestros corazones”. – 2 Corintios 1:22

Hay muchas declaraciones semejantes alusivas a una comunión con Dios en nuestro interior expresada en su espíritu que mora en nuestro ser. Esto viene a confirmar que “el reino de Dios es” precisamente ese “gozo con espíritu santo” tal como de leímos en Romanos 14:17. Y con esa luz podemos entender que el reino es una realidad presente para los que deseen entrar en él, desde esos días:

“Él nos libró de la autoridad de la oscuridad y nos transfirió al reino del Hijo de su amor” – Colosenses 1:13

El reino de Dios era ya una experiencia real del hombre que encontraba al Padre Viviente y entraba en esa dinámica relación con más personas que vivían en ese reino. Cuando pedimos “venga tu reino” (Mateo 6:10), aquello implica que solicitamos que este reino se exprese en la tierra en los corazones de los hombres que lo puedan recibir como niños (Lucas 18:17). Así, su voluntad se hará sobre la Tierra.