Durante años las
películas y religiones nos han exhortado a mostrar amor. Se habla de un
mandamiento, etc. Sin embargo, nunca se ha explicado satisfactoriamente cómo podemos llegar a amar a nuestro semejante, sobre todo si no
tenemos afinidad con él, hay animosidad o rencor. Encuentro crítico este
punto porque muchos seres humanos fracasan en la experimentación del
verdadero amor. Esto es la causa de tragedias más grandes como los odios
raciales, nacionales y globales. Nuestro amor a menudo es corto, egoísta y
estrechos de miras.
Una de las enseñanzas
más poderosas de los Documentos es que nos explican cómo podemos lograr amar verdaderamente a nuestros hermanos. La
primera cita es una explicación de Jesús que lamentablemente no fue recogida
por los evangelistas:
“«Cuando un hombre
sabio comprende los impulsos interiores de sus
semejantes, los amará. Y cuando amáis a vuestro hermano, ya le habéis
perdonado. Esta capacidad de comprender la naturaleza humana y olvidar sus
errores aparentes es divina. Si sois padres sabios, de esta manera amaréis y comprenderéis
a vuestros hijos, aun les perdonaréis cuando una falta de comprensión pasajera
os pueda aparentemente haber separado. El hijo, siendo inmaduro y faltándole la
comprensión más plena de la profundidad de la relación hijo-padre, debe
frecuentemente experimentar una sensación de separación culpable de la
aprobación plena del padre, pero el verdadero padre no tiene nunca conciencia
de una separación semejante. El pecado es una experiencia de la conciencia de
la criatura; no es parte de la conciencia de Dios.” (1898.4) 174:1.4
“Desde el Sermón del
monte hasta el discurso de la Última cena, Jesús enseñó a sus seguidores a
manifestar amor paterno en vez de amor fraterno. El amor
fraterno significa amar al prójimo como a uno mismo, y esto sería el cumplimiento
adecuado de la «regla de oro». Pero el afecto paterno requiere que ames a tus
semejantes como Jesús te ama a ti.” (1573.3) 140:5.1
Si sois padres podrás
comprender estas líneas. Esa comprensión que te logras con tus hijos aún
problemáticos, es lo que debes desarrollar en tus relaciones humanas con
aquellos que te caen mal o son difíciles de amar. Debes comenzar a verlos como
hijos, hijos quizás inmaduros o necesitados de Amor. Esto es una sublimación
del amor fraterno, ahora nos volvemos como Dios. Al comprender a tu prójimo tu
amor se sublima y el contacto con tu Ajustador es tremendo. En ocasiones he
podido experimentar dicha emoción-conexión, una fuerza
maravillosa. Es un estremecimiento que te hace comprender la magnitud del amor
de Dios, lo vives y te sacude. Te provoca una sensación de arrepentimiento al
no haber podido amar verdaderamente, al haber sido tan exigente, egoísta y
corto de miras. Y aquel estremecimiento te hace ver a las personas de otra
forma. Te vuelves más semejante al Padre. Uno
de los párrafos más poderosos del Libro de Urantia son estas líneas:
100:4.4 (1098.1) En
la vida física, los sentidos se percatan de la existencia de las cosas; la
mente descubre la realidad de los significados; pero la experiencia espiritual
revela al individuo los verdaderos valores de la vida. Estos altos niveles de
vida humana se logran en el amor supremo de Dios y en el amor altruista del
hombre. Si amas a tus semejantes, debes haber descubierto sus valores. Jesús amaba tanto a los hombres, porque les adjudicaba un valor tan
alto. Puedes mejor
descubrir los valores de tus asociados descubriendo sus motivaciones. Si
alguien te irrita, te produce sentimientos de resentimiento, debes buscar con
simpatía el discernimiento de su punto de vista, sus razones de una conducta
tan censurable. Una vez que entiendas a tu prójimo, te volverás tolerante, y
esta tolerancia crecerá en amistad y madurará en el amor.
100:4.5 (1098.2) Forma
con los ojos de la mente el
retrato de uno de vuestros antepasados primitivos de los tiempos de las
cavernas —un hombre bajo, deforme, corpulento, sucio, hosco, de pie, con las
piernas abiertas, blandiendo un garrote, emanando odio y animosidad, a medida
que fija la vista delante de él con expresión feroz. Este cuadro no pinta la
dignidad divina del hombre. Pero
ampliemos el cuadro. Frente a este humano animado se agazapa un tigre de
dientes sable. Detrás de él, una mujer y dos niños. Inmediatamente reconocerás
que este cuadro simboliza los comienzos de mucho de lo que es noble y bueno en
la raza humana; pero el hombre es el mismo en ambas situaciones. Sólo que en la
segunda, tienes un horizonte
más amplio. Allí
disciernes la motivación de este mortal evolutivo. Su actitud se vuelve loable,
porque lo comprendes. Si puedes tan sólo imaginar los motivos de tus asociados,
cuanto mejor podrás comprenderlos. Si tan sólo puedes conocer a tus semejantes,
finalmente te enamorarás de ellos.
100:4.6 (1098.3) No puedes realmente amar a tus semejantes por
un simple acto de tu voluntad. El
amor tan sólo nace de la comprensión completa de las motivaciones y
sentimientos de tus semejantes. No es tan importante amar a todos los
hombres hoy como lo es que cada
día aprendes a amar aún a uno más entre los seres humanos. Si cada día o
cada semana consigues comprender a uno más de entre tus semejantes, y si éste
es el límite de tu habilidad, estás entonces ciertamente socializando y
verdaderamente espiritualizando tu personalidad. El amor es contagioso, y cuando
la devoción humana es inteligente y sabia, el amor es más contagioso que el
odio. Pero tan sólo el amor genuino y altruista es verdaderamente contagioso. Si cada mortal pudiese volverse tan
sólo el objeto de un afecto dinámico, este virus benigno del amor llenaría muy
pronto la corriente sentimental de emoción de la humanidad hasta tal punto que
toda civilización estaría comprendida por el amor y ésa sería la realización de
la hermandad del hombre.
Comienza con tu
familia inmediata a la que a veces juzgamos mal. Comienza meditando en tus
hermanos, padres, parientes, mira el cuadro completo de ellos. Compréndeles. Piensa en
sus anhelos, temores y sueños. Ora por ellos y bendíceles. Te estremecerás y les amarás. Y ese amor te hará más sabio,
paciente, comprensivo y tierno.
Luego sigue con tus amigos, compañeros
de trabajo, etc. Después cada día medita en cada ser humano con el que te
cruzas: el anciano con su bastón, la mujer que compra compulsivamente para
llenar un vacío, las personas humildes y soberbias, los ignorantes y sabios.
Cada ser humano está necesitado de esa comprensión y amor. Envíales una bendición en tu interior. Luego, el Padre se encargará que aparezcan otras
circunstancias para expresarles el Amor de forma más concretas y más adelante
hablarles del Padre viviente y como ellas también pueden extender el amor.
Lo anterior significará un progreso espiritual interior secreto que solo tú experimentarás. El contacto con tu Padre-Ajustador se volverá sublime. Esto es progresar espiritualmente en forma real y verdadera. Entonces podrás experimentar el Nacer del Espíritu.
La crisis de Venezuela, los conflictos mundiales, las carencias económicas y problemas humanos comenzarán a desaparecer cuando más y más hombres hagan esta transformación. Pero no esperes que el mundo cambie. Haz primero tu el cambio. Experimenta en tu propia vida esta religión del espíritu.