En realidad, eso está lejos de la realidad ya que vivimos en un medio ambiente lleno de desastres naturales y cambio climático, convulsiones sociales, bélicas y desplomes económicos. Aquello es parte de la Humanidad y siempre sobreviven aquello con mayor capacidad de adaptación a los cambios. Esconder nerviosamente la cabeza como un avestruz no es lo mejor ni lo más sabio.
En países con riesgos de desastres ya debe ser culturalmente necesario poseer hábitos que impliquen autocuidado y autosustentabilidad como tener bolsos de emergencias, conocer vías de evacuación, crear huertas y capacidad de sobrevivir unas cuantas semanas. Eso no es ser alarmista sino racional. Si sumamos lo anterior a los desórdenes sociales y la siempre posibilidad de una guerra que implique afectación y desplazamientos, nuestro proceder prudente es depender menos de la cadena del sistema en lo posible, tomando medidas prácticas y razonables.
Nota: mucha gente en la Europa de la II Guerra Mundial era escéptica ante la posibilidad de una nueva guerra, ya que pensaban que se había aprendido del horror de la I Guerra. ¡Cuan equivocados estaban! Mientras exista "el virus de la soberanía nacional" siempre habrán guerras globales como declaran los Documentos.
Todas las civilizaciones han experimentado colapsos y desplomes, súbitos o graduales. Es incluso científico visualizar las piezas que empiezan a encajar y poder tomar las medidas básicas.
Sabemos que Dios no fué el causante de los cataclismos pasados ni lo será en el futuro. Pero los flashes que recibieron algunos profetas no deben despreciarse meramente. Los Documentos no niegan la posibilidad de "destrucciones terribles" y una suma de eventos que convergen.
Hoy precisamente existe un cóctel importante de elementos inquietantes que se suman y hacen que no sea imprudente estar alertas y tomar precauciones.
Desde una perspectiva interna bíblica:
Lo que la Biblia realmente enseña
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