Los desastres naturales, las guerras y destrucciones,
la gran tribulación por estallar, tiene un beneficio notable para la Humanidad
en términos colectivos. Se "purga" el egoísmo humano. En lenguaje
bíblico, se separa "el trigo de la mala hierba", "las ovejas de las cabras", y se
avanza a una condición humana mejor.
Los desastres, guerras y violencia NO son causados por
Dios. La naturaleza no es justa ni injusta, es indiferente al ser humano. La
justicia es una apreciación humana. Cuando nos comemos un animal, eso es
"injusto" para ese ser viviente...
Lo único que nos queda como alternativa en la vida es MOSTRAR o NO MOSTRAR AMOR en medio de las
crisis. La vida no es para reclamar si es justa o injusta. La vida tampoco es
para “establecerse” en ella. Jesús dijo que el “mundo es un puente”, la breve vida o transito en el puente de la materia debe ser
invertida en ayudar.
Es para que en
cualesquier circunstancia que tengamos, que el AMOR sea la única alternativa,
el ayudarnos mutuamente.
Las guerras, tragedias y desgracias permiten esa
oportunidad de oro al hombre, o también revelan lo que hay en su corazón, el bien o
mal, el egoísmo o altruismo. Dios no creó el sufrimiento, pero se permite que
exista la ausencia del Amor, para que en medio de la oscuridad solo tengamos
una alternativa u otra. Depende de nosotros hacerlo brillar. Todas las religiones humanas finalmente enseñan esa
elección.
Todo indica que una gran tribulación está por
sobrevenir al mundo, pero después de aquello, el egoísmo será eliminado, porque
solo los altruistas y que se ayuden sobrevivirán. Y entonces el Evangelio
triunfante de Jesús brillará sobre una Era materialista extinta.