domingo, 18 de febrero de 2018

Un estudio sobre la Resurrección en la Biblia


Este tema lo escribo no para causar controversia con las personas ancladas en sus creencias religiosas ni en sus expectativas. De hecho, prefiero que NO lo compartan con nadie. Que sea solo para edificación personal. Es para quiénes necesiten descubrir realmente la verdad, y puedan analizar con altura de miras una Esperanza Bíblica que debe ser explicada correctamente para no generar falsas expectativas.

En anteriores entradas, ya se han mostrado las evidencias bíblicas que revelan esta verdad. Una verdad que armoniza con la Biblia, los hechos, la realidad y el sentido común. También, aunque puede ser desconcertante descubrirla, finalmente nos hace valorar con urgencia cada segundo de este regalo maravilloso que es la vida, y nos apresura a prepararnos para la siguiente etapa en nuestro camino al Padre.

Tal como se analizó en un artículo anterior, son las cartas apostólicas y evangelios las que nos dan la luz verdadera y actualizada sobre la esperanza de la resurrección. Pablo mismo escribió:

“pero ahora se ha hecho claramente patente mediante la manifestación de nuestro Salvador, Cristo Jesús, que ha abolido la muerte, pero ha arrojado luz sobre la vida y la incorrupción mediante las buenas nuevas, para las cuales fui nombrado predicador y apóstol y maestro” – 2 Timoteo 1:10,11.

Notamos que la manifestación del Jesús resucitado es el fundamento de las buenas nuevas, pero también notad que ha “arrojado luz sobre la vida y la incorrupción”.  Esto nos muestra que aunque hubieron casos de resurrecciones anteriores, éstas más bien eran una especie de revivificaciones, ya que esas personas que despertaron en sus mismos cuerpos volvieron a morir con el tiempo. Solo la resurrección de Jesús arrojó luz y entendimiento sobre la dimensión del concepto de la Resurrección y el Destino de los resucitados.

Partiendo por ésta revelación podemos y debemos edificar nuestras conclusiones. En la carta a los Corintios el apóstol escribe después de hablar sobre la resurrección de Cristo:

“No obstante, alguien dirá: “¿Cómo han de ser levantados los muertos? Sí, ¿con qué clase de cuerpo vienen?”.  ¡Persona irrazonable! Lo que siembras no es vivificado a menos que primero muera;  y en cuanto a lo que siembras, no siembras el cuerpo que se desarrollará, sino un grano desnudo, sea de trigo o cualquiera de los demás”. – 1 Corintios 15: 35-37

Pablo contesta la pregunta “¿Cómo han de ser levantados los muertos? Sí, ¿con qué clase de cuerpo vienen?”.  Y es notable que en ninguna parte se aluda a una resurrección terrestre en cuerpos materiales como segunda opción. Si ésta hubiese sido una cuestión tan importante y necesaria para millones de seres humanos, ¿por qué Pablo no dedica ni una sola línea a comentarlo? Más bien habla de lo irrazonable que es pensar en una resurrección en la carne y argumenta: “en cuanto a lo que siembras, no siembras el cuerpo que se desarrollará, sino un grano desnudo, sea de trigo o cualquiera de los demás”. Luego añade como definición:

Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, se levanta en incorrupción. Se siembra en deshonra, se levanta en gloria. Se siembra en debilidad, se levanta en poder.  Se siembra cuerpo físico, se levanta cuerpo espiritual. Si hay cuerpo físico, también lo hay espiritual.  Así también está escrito: “El primer hombre, Adán, llegó a ser alma viviente”. El último Adán llegó a ser un espíritu dador de vida. No obstante, no es primero lo que es espiritual, sino lo que es físico, después lo que es espiritual. El primer hombre procede de la tierra y es hecho de polvo; el segundo hombre procede del cielo.  Tal como el que fue hecho de polvo [es], así aquellos hechos de polvo [son] también; y tal como el celestial [es], así los que son celestiales [son] también.  Y así como hemos llevado la imagen de aquel hecho de polvo, llevaremos también la imagen del celestial”. – 1 Corintios 15:42-49

Pablo define la resurrección. La explica y aclara. En el capítulo habla de Jesús como el precursor de esta resurrección. El se presentó con el cuerpo glorioso que tendremos al resucitar. Un cuerpo similar al que tenemos, pero sin imperfecciones, que resalta la belleza interior y es de una naturaleza incorruptible. Los Evangelios muestran que era un cuerpo que cambiaba de aspecto (los discípulos tuvieron dificultades para identificar a Jesús), podía atravesar paredes y adquirir características sólidas de forma temporal. Una naturaleza que no está sujeta al tiempo y al espacio.

Puede que algunos insistan en que ésta es la esperanza para un grupo pequeño que espera reinar con Cristo, y que los hombres pre-cristianos no tenían esa esperanza. Sin embargo, es notable la claridad de la explicación que entregan las cartas apostólicas. Notemos sobre ellos:

Por fe Abrahán, cuando fue llamado, obedeció, y salió a un lugar que estaba destinado a recibir como herencia; y salió, aunque no sabía adónde iba. Por fe residió como forastero en la tierra de la promesa como en tierra extranjera, y moró en tiendas con Isaac y Jacob, herederos con él de la mismísima promesa.  Porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos verdaderos, cuyo edificador y hacedor es Dios” – Hebreos 11:8-10.

Notamos como Abrahán aún cuando ya había llegado a la tierra de la promesa, esperaba una ciudad. ¿Qué ciudad? El mismo Pablo nos explica:

En fe murieron todos estos, aunque no consiguieron [el cumplimiento de] las promesas, pero las vieron desde lejos y las acogieron, y declararon públicamente que eran extraños y residentes temporales en la tierra.  Porque los que dicen tales cosas evidencian que buscan solícitamente un lugar suyo propio.  Y sin embargo, si verdaderamente hubieran seguido acordándose de aquel [lugar] de donde habían salido, habrían tenido la oportunidad de volver. Pero ahora procuran alcanzar un [lugar] mejor, es decir, uno que pertenece al cielo. Por lo tanto, Dios no se avergüenza de ellos, de ser invocado como su Dios, porque les tiene lista una ciudad” – Hebreos 11:13-16.

Notamos que se nos dice que patriarcas que murieron se consideraron residentes temporales en la tierra, y que ellos anhelaban un lugar que pertenece al cielo, ya que Dios les tiene lista una ciudad. Recordemos que justamente Abrahán esperaba esa ciudad. Se nos dice que desean “alcanzar un lugar mejor”, uno que “pertenece al cielo”.

“[Hubo] mujeres [que] recibieron a sus muertos por resurrección; pero otros [hombres] fueron atormentados porque rehusaron aceptar la liberación por algún rescate, con el fin de alcanzar una resurrección mejor” – Hebreos 11:35

Notamos como estos profetas anhelaban una “resurrección mejor”, una resurrección no temporal y efímera como la resurrección de muestra que hicieron Elías y Eliseo (1Re 17:17-24; 2Re 4:32-37; 13:20, 21). Esta expresión (“resurrección mejor”) se parece a aquella que dice que ellos desean “alcanzar un lugar mejor”, uno que “pertenece al cielo”. Notemos ahora:

Y, no obstante, todos estos, aunque recibieron testimonio por su fe, no obtuvieron [el cumplimiento de] la promesa,  puesto que Dios previó algo mejor para nosotros, para que ellos no fueran perfeccionados aparte de nosotros” – Hebreos 11:39,40.

Pablo indica que los cristianos podrían ser resucitados sin esperar largos milenios como los hombres precristianos, pero muestra finalmente que ellos no serían perfeccionados aparte de los cristianos, lo cual señala que el destino (y tipo de resurrección) tanto de los creyentes como de los profetas antes de Cristo es la misma Ciudad Celestial. Esto se confirma en la misma carta a los hebreos:

“Mas ustedes se han acercado a un monte Sión y a una ciudad de[l] Dios vivo, a Jerusalén celestialy a miríadas de ángeles,  en asamblea general, y a la congregación de los primogénitos que han sido matriculados en los cielos, y a Dios el Juez de todos, y a las vidas espirituales de justos que han sido perfeccionadosy a Jesús el mediador de un nuevo pacto” – Hebreos 12:22-24

Notamos que los habitantes de esa ciudad son: ángeles, la congregación de los primogénitos y “la vida de justos que han sido perfeccionados”. Esta es la misma expresión ya analizada de Hebreos 11:40 en relación a los profetas.  Notamos que éstos justos se diferencian de los ángeles y los cristianos, y por lo tanto, son los patriarcas y profetas que esperaban una resurrección celestial. Evidentemente fueron resucitados después de la resurrección de Jesús y para cuando Pablo escribió sus palabras, ya estaban en los cielos. Esto sin duda, también aparece revelado en la Biblia:

7 Ahora bien, a cada uno de nosotros se le dio bondad inmerecida según la manera como el Cristo dio por medida la dádiva gratuita. 8 Por lo cual él dice: “Cuando ascendió a lo alto se llevó cautivos; dio dádivas [en] hombres”. 9 Ahora bien, la expresión “ascendió”, ¿qué significa, sino que también descendió a las regiones inferiores, es decir, a la tierra? 10 El mismísimo que descendió también es el que ascendió muy por encima de todos los cielos, para dar plenitud a todas las cosas. - Efesios 4 (T.N.M)

Aquí Pablo habla de que los cristianos reciben dones y llegan a ser dádivas en hombres gracias al que primero descendió a la Tierra. El texto es muy  interesante. Por ejemplo, en la cita está separado "Cuando ascendió a lo alto se llevó cautivos" de "dio dádivas [en] hombres". El explica que de la misma forma como él asciende literalmente también descendió. Además cuando asciende luego da la plenitud, es decir el Espíritu Santo que sería derramado sobre sus discípulos que serían dádivas. Claramente la expresión "Cuando ascendió a lo alto se llevó cautivos"  es una cita pero que contiene otro elemento aparte de "dio dádivas en hombres".

El siguiente comentario es un tanto técnico pero explica a lo que Pablo se refería con la frase, “llevó cautiva la cautividad” o traducido también  "cuando ascendió a lo alto se llevó cautivos", "CUANDO ASCENDIO A LO ALTO, LLEVO CAUTIVA UNA HUESTE DE CAUTIVOS, Y DIO DONES A LOS HOMBRES". 

""También le parece claro al escritor que, de acuerdo con el uso en las Escrituras, la frase “llevaste cautiva la cautividad” se refiere a la liberación de amigos cautivos. Esta frase ocurre solo dos veces en al Antiguo Testamento—en el Salmo 68:18 que cita el Apóstol y en el cántico de Débora y Barac (Jueces 5:12): “Levántate, Barac, y lleva tus cautivos, hijo de Abinoam.”

Considerada solo como una frase, puede significar una de dos cosas: (1) llevar como prisioneros una cantidad de enemigos, o (2) llevar como recapturados una cantidad de amigos, que habían sido previamente capturados por un enemigo. La segunda parece ser la interpretación más natural y es obviamente el significado de Jueces 5:12, el único pasaje en el cual el contexto determina el significado. Se implica claramente por las palabras, Jueces 4:16, que Barac no tomó prisioneros: “Todo el ejército de Sísera cayó a filo de espada, hasta no quedar ninguno.” La cautividad que llevó Barac tiene que haber sido el Israel cautivo.

Esta, entonces, no es solo la interpretación natural, sino la interpretación escritural que sugiere Efesios 4:8-9—que Cristo descendió al Hades, y luego ascendió al cielo (encima de todos los cielos), llevando a una multitud que ÉL ha liberado (capturado) de la cautividad.-- (Del Comentario de las Santas Escrituras de John Peter Lange, vol.12)""
Notamos claramente cómo Pablo puede estar hablando de un grupo puntual de personas escogida que resucitaron (estaban cautivos de la muerte),  durante el periodo de la muerte resurrección y ascensión de Cristo.

El evangelio de Mateo sorprende al añadir otros fenómenos prodigiosos no referidos por ningún otro evangelio: un temblor de tierra, el rajarse de las rocas, las tumbas que se abren, y los muertos que resucitan y visitan la ciudad santa de Jerusalén, apareciéndose a muchos.

Algunos han dado explicaciones simbólicas a dichos sucesos, otros dicen que lo que se quiso decir es que el temblor hizo que los cadáveres se vieran en las calles expulsados por la fuerza del movimiento.

 52Y las tumbas conmemorativas se abrieron y muchos cuerpos de los santos que se habían dormido fueron levantados 53 (y algunas personas, saliendo de entre las tumbas conmemorativas después que él fue levantado, entraron en la ciudad santa), y se hicieron visibles a mucha gente. - Mateo 27

 ¿Es posible que una serie de cadáveres estuviesen expuestos tres días y luego entrasen en la ciudad? ¿Era posible que con las estrictas leyes judías sobre los cadáveres las mujeres fueran a la tumba de Jesús con un camino infestado de muertos expulsados? ¿Por qué no se comenta ese incidente en los otros relatos? ¿Es posible que los cadáveres llegaran tan lejos como a la Ciudad misma? ¿Acaso eso no habría provocado un incidente sanitario y religioso que hubiese provocado verdaderas cuarenteas perturbando las fiestas judías?

“y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormidose levantaron; 53y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos.”

La explicación a éste fenómeno es que efectivamente ocurrió una resurrección tras la resurrección de Jesús (y algunas personas los vieron). Se nos habla de los “santos”, lo que indica que eran los fieles precristianos. Todo indica que fué una Resurrección gloriosa tal cómo ocurrió con Jesús. Y partieron a las otras moradas celestiales. Esto fué asociado con su posterior ascensión de la Tierra. Ellos serían los “cautivos” llevados a lo alto.

Esto también explica que durante los siglos que transcurrieron desde la muerte de ellos hasta su resurrección, no fueron llevados inmediatamente a los cielos. La resurrección de Jesús marcó el inicio de su liberación de la muerte. Entonces después de dicha resurrección sí resucitaron.

Antes de eso estuvieron durmiendo en la muerte aguardando una resurrección, y esto perfectamente armoniza con las declaraciones en Hechos que dice que "David no ascendió a los cielos" tras morir (Hechos 2:34) y que hasta la venida de Jesús, "Ningún hombre ha ascendido al cielo sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre". (Jn 3:13). Esto es en relación a la resurrección celestial. Es correcto que desde Adán hasta la muerte y resurrección de Jesús no había acontecido ninguna resurrección celestial. Los fieles estaban durmiendo en la muerte, aunque esperaban la gloria celestial tal como hemos visto en este tema.

Teniendo claro las declaraciones en las cartas apostólicas podemos ahondar en lo que ellos realmente creían. ¿Qué nos dicen las Escrituras Hebreas? Sorprendente hay muchas declaraciones que se ocultan y no se resaltan y son éstas:

Job dijo lo siguiente:

"Y yo mismo bien sé que mi redentor vive, y que, al venir después [de mí], se levantará sobre [el] polvo. Y después de mi piel, [que] han desollado..., ¡esto!  Aun reducido en mi carne # contemplaré a Dios, a quien aun yo contemplaré por mí mismoy [a quien] mis ojos mismos ciertamente verán, pero no algún extraño." Job 19: 25-27  - TNM
# Nota: "Aún reducido en mi carne" significa: Lit.: "Aun fuera de mi carne", o: "Aun aparte de mi carne".

Queda patente que resurrección anhelaba Job. (Véase 1 Juan 3:2).
 
Otro caso. El Salmo 17:15 dice:

"En cuanto a mí, en justicia contemplaré tu rostro; [ciertamente estaré satisfecho cuando despierte [a ver] tu forma]" - TNM

 "En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia;
estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza"  - Reina Valera 1995. (Véase 1 Juan 3:2)

" ¡Con tu mano, SEÑOR, sálvame de estos mortales que no tienen más herencia que esta vida! Con tus tesoros les has llenado el vientre, sus hijos han tenido abundancia, y hasta ha sobrado para sus descendientes.  Pero yo en justicia contemplaré tu rostro; me bastará con verte cuando despierte" -  NVI

Nota: Es interesante destacar el versículo 14 según la TNM:

"de los hombres de [este] sistema de cosas, cuya parte correspondiente está en [esta] vida" - Sal. 17:14

"Sistema de cosas" aquí significa: "de la duración de la vida". Heb.: me·jé·ledh.

 El Salmista anhelaba mucho más que esta vida. Su esperanza de estar satisfecho sería "despertar para ver" la gloria celestial tal como declara el versículo 15.

Así que lejos de creer que todos los hombres antes de Cristo eran de inclinación terrenal o se conformaban con un rancho, esto nos demuestra lo contrario.

También esta el Levita Asaf quién dijo de si mismo:

" Guiásteme en tu consejo: y después [me recibirás con gloria]¿A quién tengo yo en los cielos? Y contigo [nada quiero en la tierra]. Desmáyase mi carne y mi corazón, ¡ó roca de mi corazón! que mi porción es Dios para siempre. " Salmo 73: 24-26 - RV 1865.

(Es interesante como vierte la TNM "sola" el vr. 24 [me llevarás] aun a la gloria y no "me recibirás" como vierten muchas otras traducciones):

24 Con tu consejo me guiarás,
y después me llevarás aun a la gloria.

25 ¿A quién tengo yo en los cielos?
Y además de ti, de veras no tengo otro deleite en la tierra.

26 Mi organismo y mi corazón han fallado.
Dios es la roca de mi corazón y la parte que me corresponde hasta tiempo indefinido.

La esperanza de Asaf se hace patente.

La resurrección de los santos del AT (Antiguo Testamento) ocurriría cuando viniera el Mesías. Reiteramos, ellos esperaban una resurrección cuando se revelara el Mesías (e incluso "se levantara sobre el polvo"). De hecho, Job (citado anteriormente dice):

"Y yo mismo bien sé que mi redentor vive, y que, al venir después [de mí], se levantará sobre [el] polvo. Y después de mi piel, [que] han desollado..., ¡esto!  Aun reducido en mi carne contemplaré a Dios, a quien aun yo contemplaré por mí mismo, y [a quien] mis ojos mismos ciertamente verán, pero no algún extraño." Job 19: 25-27  - TNM 

¿Nota usted que está hablando de la Resurrección del Mesías? Después de ese evento, vendría la resurrección de los fieles.

De acuerdo con el registro, un rabino había dicho sobre otro santo precristiano:

“R. Jeremías mandó: ‘Cuando me sepulten póngame calzado en los pies y un cayado en mi mano, y tiéndanme de lado, para que cuando venga el Mesías yo esté listo’”. (cit. en Lightfoot, Commentary of the New Testament from the Talmud and Hebraica)

Mucha de esta enseñanza rabínica contenía elementos de verdad. El Mesías, en su más estricto sentido, fue revelado en la resurrección, y es obvio que Cristo produjo las resurrecciones (de algunos santos) como parte de los primeros frutos de Su obra.

El evento se entreteje naturalmente con las enseñanzas del NT como lo que Jesucristo le dijo a María en el cap. 11 de Juan, las palabras de Pablo en cuanto a Cristo, las primicias (plural), y luego los frutos siguientes. Y Cristo llevando cautiva la cautividad (llevando los santos del Seol al primer cielo). Por lo tanto, tanto Abrahán y todos los fieles precristianos fueron resucitados tras la resurrección de Jesús y emprendieron el viaje para la ciudad celestial y las muchas moradas. 

Ante estas declaraciones explícitas, hay ciertas palabras de Jesús con un gran contenido de luz:

“Pero yo os digo que muchos de las partes del este y el oeste vendrán y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos, mientras que los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera. Allí es donde serán el llanto y el crujir de sus dientes." (Mateo 8:11.12)

Notamos como se usa la expresión "reino de los cielos". En otra ocasión, Jesús se refirió a esta misma escena al responder a la pregunta: “Señor, son unos pocos los que se salvan?” (Lucas 13:23). Como parte de su respuesta, se vuelve a mencionar a los patriarcas judíos como parte del reino:

 “Ahí es donde serán el llanto y el crujir de sus dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, pero ustedes mismos arrojados fuera.Además, personas vendrán de las partes orientales y occidentales, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios” (Lucas 13:28,29).

Es interesante que cuando Jesús nos habla de esos patriarcas, nos comenta sobre la resurrección, y claramente no lo hace en sentido simbólico:

”Pero el que los muertos son levantados, hasta Moisés lo expuso, en el relato acerca de la zarza, cuando llama a Jehová ‘el Dios de Abrahán y Dios de Isaac y Dios de Jacob’”. – Lucas 20:37

Algunos le han tratado de dar un simbolismo a Abrahán, Isaac y Jacob, pero Jesús mismo en otras ocasiones también habló de que él estaría en esa mesa con sus apóstoles (Lucas 22:30). Ciertamente los apóstoles no eran figuras simbólicas.

Si Abraham (Jehová), Isaac (Jesús) y Jacob (que según se cree por algunos,  fuese solo un grupo pequeño con esperanza celestial) son los únicos que se supone que habitarán el cielo, entonces ¿a quiénes representan los “muchas gentes de las partes del este y el oeste”, que “estaban a la mesa con ellos en el reino de los cielos? (Mateo 8:11). En el contexto, Jesús estaba elogiando la fe del centurión gentil al afirmar que muchos gentiles estarían en el reino de los cielos, mientras que los “hijos del reino” (los líderes religiosos del tiempo de Jesús) no lo estarían. La incorporación de estos “muchos de Oriente y Occidente” a “Abraham, Isaac y Jacob” ¡resultarían en muchos más seres humanos en el cielo que sólo unos pocos con esperanza celestial! Además, destruiría la ironía implícita en las palabras de Jesús. Si usted toma sus palabras en sentido literal, Jesús está diciendo que los creyentes gentiles van a estar con los patriarcas judíos en el cielo en lugar de los líderes religiosos judíos contemporáneos. ¡Esas serían las palabras impactantes a sus oyentes!

 Mayores problemas se encuentran con las palabras de Jesús en Lucas. “En la mesa en el reino” Otra vez habla de “la gente del este y del oeste, del norte y del sur” recostados a la mesa. Sin embargo, Jesús añade otro grupo, además de los famosos patriarcas judíos: “… cuando veáis a Abraham, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios , y vosotros echados fuera , “Si Abraham , Isaac y Jacob son personas figurativas, a qué o quiénes representan “todos los profetas”? Se desprende de esta escena celestial que incluye a los hombres y mujeres del “gran salón de la fe” en Hebreos, capítulo 11 (no olvidemos que hubo profetisas en el Antiguo Testamento). Sin duda, Jesús estaba diciendo que todos los grandes personajes del Antiguo Testamento iban a estar con los creyentes gentiles en el reino celestial. El apóstol Pablo dijo de estos hombres y mujeres de fe esperaban la ciudad celestial tal como ya hemos analizado (Hebreos 11:13-16; compare Hebreos 11:8-10; Hebreos 12:22, 23 y 13:14). 

Si ascendiera al cielo, allí estarías; y si tendiera mi lecho en el Seol, ¡mira!, tú [estarías allí]” – Salmos 139:8

Nos queda claro cual era la Esperanza de los fieles precristianos. La resurrección de Jesús y las cartas de Pablo arrojan más luz al explicar que el reino sería en los cielos y no en la Jerusalén terrestre (sino en la Ciudad Celestial), tendremos un cuerpo glorioso y que las esperanzas mesiánicas no se cumplirían realmente en este mundo, sino en las moradas celestiales. Si no había total claridad sobre dicha esperanza, las declaraciones explícitas en las cartas apostólicas lo dejan más que claro.

Hay otras interrogantes asociadas a ésta cuestión que se plantean quiénes se enfrentan a esta verdad. Estas serán vueltas a analizar en una próxima entrada.