martes, 23 de julio de 2019

Sobre el Infierno

Sobre el tema del infierno no hay mucho que decir. La mayoría de las expresiones bíblicas corresponden a la apocalíptica judía que era muy pictórica en el asunto del "fuego". Siendo una especie de sublimación de la historia de Sodoma y Gomorra. Sin embargo, la narrativa poética no implica una declaración doctrinal realista de facto en todo sentido. El Cantar de los Cantares lo ejemplifica, aunque su estilo narrativo es levemente diferente, pero contiene los simbolismos siempre presentes en las narrativas orientales.

Lo mismo ocurre con aquellas sentencias atribuidas a Jesús sobre éste asunto. Los escritores evangelísticos reciclan algunas expresiones de los movimientos de la apocalíptica judía. El Libro de Enoc era muy utilizado por los escritores del Libro I, y contiene muchos de esos elementos.

Sin embargo, no hay ninguna evidencia consistente en torno a que los cristianos anteriores al término del siglo I tuvieran una "doctrina del infierno". Posteriormente los cristianos del siglo II comenzaron una especie de interpretación de éstas expresiones y las traducciones al griego y latín no hicieron justicia a muchos sentidos originales. Gehena, por ejemplo, era un vertedero de calor permanente, y no un "lugar de tormento". Ciertamente había una similitud en la palabra, pero en absoluto eran idénticas. 

En otras palabras, como ejemplo, el "horno" puede ser perpetuo, pero una vez echadas a ese horno, las personas desaparecían, aunque el horno permanecía perpetuamente. Estas confusiones llevaron a desarrollar la idea que las personas además permanecían perpetuamente en el horno... pero ésto equivaldría a darles vida eterna perpetúa también.... En las mismas palabras de la publicación Católica que cita el texto bíblico:

“Quien no ama permanece en la muerte. Todo el que aborrece a su hermano es un asesino; y sabéis que ningún asesino tiene vida eterna permanente en él” (1 Jn 3, 15).

Es claro que los Padres de la Iglesia (que no son técnicamente cristianos primitivos) interpretaron mal los pasajes y los leyeron con las gafas de los griegos, los persas y otros pueblos del mundo romano más vinculados a las ideas del Hades, el Inframundo, Caronte el barquero de las almas, y los conceptos paganos del mundo de los pueblos de los filósofos,  etc. La posterior Divina Comedia de Dante es la prueba de todo esto.