lunes, 9 de septiembre de 2019

El sepulcro de Jesús y los hechos maravillosos


Pregunta: A.J. Mi pregunta se refiere al hecho de cuando los seres intermedios retiraron la gran y pesada puerta de piedra en la gruta en donde estaba el cuerpo del difunto Jesús de Nazaret. ¿Qué necesidad habia de retirar dicha puerta? Se supone que Jesús resucito en forma morontial y su nuevo "cuerpo" podía atravesar la materia de nuestro mundo. – Cgr.

Respuesta: Para responder a ésta pregunta analicemos los hechos en secuencia de la resurrección. Primero repasemos lo que ocurrió antes:

188:1.4 (2013.3) Transportaron los restos hasta el sepulcro, una cámara de unos tres metros cuadrados, y allí rápidamente lo prepararon para la sepultura. Los judíos en realidad no sepultaban a sus muertos; los embalsamaban. José y Nicodemo habían traído grandes cantidades de mirra y aloe, y procedieron a envolver el cuerpo con vendajes saturados en estas soluciones. Cuando terminaron el proceso de embalsamamiento, ataron un paño alrededor de la cara, envolvieron el cuerpo en un sudario de lino, y con reverencia lo depositaron en un anaquel de la tumba.

En primer lugar notamos que se envuelve el cuerpo de Jesús en vendas. Luego se coloca un paño en su rostro, y sobre el cuerpo con las vendas ya puestas se colocó el sudario. El sudario no tuvo contacto con la piel de Jesús, sino con las vendas.

188:1.6 (2013.5) El entierro de Jesús se hizo de prisa y con apuro, porque era la vigilia del sábado. Los hombres se apresuraron de vuelta a la ciudad, pero las mujeres permanecieron junto a la tumba hasta que se hizo muy de noche.

188:1.7 (2013.6) Mientras ocurría todo esto, las mujeres estaban escondidas allí cerca, de modo que vieron todo y observaron adonde había sido sepultado el Maestro. Lo hicieron así, porque no les estaba permitido a las mujeres asociarse con los hombres en momentos como éste. Estas mujeres pensaban que Jesús no había sido preparado en forma adecuada para el entierro, y acordaron entre ellas regresar a la casa de José, descansar el sábado, preparar especias y ungüentos, y retornar el domingo por la mañana para preparar los restos del Maestro en forma adecuada para el reposo de la muerte.

El hecho de que las mujeres quisieran volver el domingo temprano era para "preparar" mejor el cuerpo de Jesús. Las mujeres al ser más detallistas notaron que el cuerpo posiblemente no se había preparado bien con el apuro de los varones (José de Arimatea y Nicodemo).

Llegamos ahora al domingo temprano:

189:1.1 (2020.4) A las dos cuarenta y cinco del domingo por la madrugada, la comisión de encarnación del Paraíso, formada de siete personalidades del Paraíso no identificadas, llegó al sitio, desplegándose inmediatamente alrededor del sepulcro. A las tres menos diez, comenzaron a emanar del nuevo sepulcro de José intensas vibraciones de actividades materiales y morontiales combinadas, y dos minutos después de las tres este domingo por la mañana, 9 de abril del año 30 d. de J.C., la forma y personalidad morontial resucitada de Jesús de Nazaret salió del sepulcro.

A las 2:45 a.m,  siete misteriosas personalidades venidas directamente del Paraíso rodean el sepulcro. A las 2:50 comienza el proceso de resurrección moroncial y a las 3:02 minutos de la mañana el Jesús moroncial resucitado sale del sepulcro. 

189:1.2 (2021.1) Cuando Jesús resucitado emergió de su tumba, el cuerpo de carne en el que había vivido y trabajado en la tierra por casi treinta y seis años aún yacía allí en el nicho del sepulcro, tal cual y envuelto en el sudario de lino, tal como lo dispusieran para su reposo José y sus asociados el viernes por la tarde. La piedra de la entrada del sepulcro tampoco fue movida para nada; el sello de Pilato permanecía intacto; los soldados aún estaban de centinela. Los guardianes del templo habían permanecido continuamente de guardia; la guardia romana fue reemplazada a la medianoche. Ninguno de estos seres vigilantes sospechó que el objeto de su vigila se había levantado, en una nueva y más alta forma de existencia, y que el cuerpo que ellos estaban vigilando ya no era sino un indumento exterior desechado, ya sin conexión alguna con la personalidad morontial entregada y resucitada de Jesús.

189:1.7 (2021.6) 1. Su cuerpo material o físico no fue parte de la personalidad resurgida. Cuando Jesús salió de la tumba, sus restos carnales permanecieron sin cambios en el sepulcro. El emergió del sepulcro, sin desplazar las piedras que cerraban la entrada y sin romper los sellos de Pilato.

Jesús efectivamente atravesó sin dificultad el sepulcro. No hubo necesidad de mover la piedra principal y la más pequeña. Al salir hacia el exterior los soldados no vieron nada, y fue recibido por Gabriel y otras personalidades celestiales expectantes de su universo local (que no eran los siete misteriosos seres del Paraíso). Ahora Jesús comienza una "preparación" para completar su carrera moroncial:

189:1.12 (2022.3) A continuación inició Jesús los contactos con el nivel morontial, siendo presentado, como criatura, a los requisitos de la vida que había elegido vivir, por un corto período, en Urantia. Esta iniciación en el mundo morontial requirió más de una hora de tiempo terrestre y fue interrumpida dos veces por su deseo de comunicarse con sus previas asociadas en la carne cuando éstas salieron de Jerusalén para espiar la tumba vacía y descubrir maravilladas lo que ellas consideraban prueba de su resurrección.

Ahora veamos como ésto se entrelazó con el hecho de que las mujeres fueron al sepulcro casi a esa misma hora:

189:4.2 (2025.3) En la casa de José de Arimatea había unas quince a veinte de las principales mujeres creyentes. Estas mujeres eran las únicas que moraban en la casa de José, y como se habían quedado adentro durante las horas del sábado y las de la noche después del sábado, no sabían que había una guardia militar vigilando la tumba; tampoco sabían que habían hecho rodar una segunda piedra frente a la tumba, y que ambas piedras habían sido selladas con el sello de Pilato.

189:4.3 (2025.4) Poco antes de las tres de la mañana de este domingo, cuando empezaron a aparecer los albores del día al este, cinco de estas mujeres salieron en dirección al sepulcro de Jesús. Habían preparado abundancia de lociones especiales para embalsamar, y llevaban muchos vendajes de lino con ellas. Querían preparar mejor el cuerpo de Jesús con los ungüentos fúnebres y envolverlo más cuidadosamente con vendajes nuevos.

Notemos un detalle importante. Antes de las 3:00 a.m; o sea poco antes de la resurrección morontial de Jesús, las mujeres salen en dirección al sepulcro. Recordemos que después de resucitar a las 3:02 Jesús emprendió una iniciación con el nivel morontial:

189:1.12 (2022.3) Esta iniciación en el mundo morontial requirió más de una hora de tiempo terrestre y fue interrumpida dos veces por su deseo de comunicarse con sus previas asociadas en la carne cuando éstas salieron de Jerusalén para espiar la tumba vacía y descubrir maravilladas lo que ellas consideraban prueba de su resurrección.

Es posible que Jesús percibiera que las mujeres venían en camino a su encuentro. Y eso es la primera interrupción de su iniciación morontial en esa primera hora tras la resurrección.

189:4.5 (2025.6) Eran aproximadamente las tres y media cuando las cinco mujeres, cargadas con sus ungüentos, llegaron frente a la tumba vacía.

Los Documentos narran (de forma emocionante y prefiero que ustedes lo lean directamente en el Documento 189) como en la última media hora Jesús se encuentra con las mujeres. Esto sería la segunda interrupción durante esa primera hora tras la resurrección.

Pero cuando las mujeres llegan a la tumba, las piedras que tapaban el sepulcro de Jesús (eran dos piedras; una circular enorme y otra más pequeña al parecer rectangular que tapaba el orificio interno) estaban desplazadas. 

Por lo tanto, es posible que una de las dos razones para mover las piedras estuvo asociado con el hecho aparentemente fortuito que las mujeres entendieran desde su perspectiva que el Maestro si había resucitado, porque la "prueba de la resurrección" para ellas también implicaría no ver el cuerpo, y para poder ver que no estaba el cuerpo, tenían que entrar a la tumba:

189:2.6 (2023.5) La creencia cristiana de la resurrección de Jesús se ha basado en el hecho de la «tumba vacía». Fue en verdad un hecho de que la tumba estaba vacía, pero ésta no fue la verdad de la resurrección. La tumba estaba realmente vacía cuando llegaron los primeros creyentes, y este hecho, asociado con el de la resurrección indudable del Maestro, llevó a la formulación de una creencia que no era verdad: la enseñanza de que el cuerpo material y mortal de Jesús había resucitado del sepulcro. La verdad relacionada con las realidades espirituales y los valores eternos, no siempre puede deducirse de la combinación de hechos aparentes. Aunque ciertos hechos pueden ser materialmente verdad, esto no significa que la asociación de un grupo de hechos deba necesariamente conducir a conclusiones espirituales verdaderas.

189:1.3 (2021.2) La humanidad es lenta en percibir que, en todo lo personal, la materia es el esqueleto de morontia, y que ambos constituyen la sombra reflejada de la realidad espiritual duradera.

189:1.12 (2022.3) cuando éstas salieron de Jerusalén para espiar la tumba vacía y descubrir maravilladas lo que ellas consideraban prueba de su resurrección.

Aunque ésta no es la razón principal porque las piedras se movieron (y los seres celestiales no tenían en mente eso al hacerlo), curiosamente permitió grabar a fuego en ellas que el Maestro había resucitado, y que lo vieron después al conversar con él afuera de la tumba. Lo interesante es que al parecer Jesús había detectado que ellas venían a ver su cuerpo, y el movimiento de las piedras ocurrió en ese intertanto.

La razón principal

Es curioso, aún somos lentos de pensamiento y tenemos metido en la cabeza que la "desintegración" del cuerpo material de Jesús fue en la misma tumba. Pero notemos algo sorprendente:

189:2.1 (2022.5) A las tres y diez, mientras el Jesús resurgido fraternizaba con las personalidades morontiales reunidas de los siete mundos de estancia de Satania, el jefe de los arcángeles —los ángeles de la resurrección— se acercó a Gabriel y pidió el cuerpo mortal de Jesús. Dijo el jefe de los arcángeles: «Se entiende que no participemos en la resurrección morontial de la experiencia autootorgadora de Micael nuestro soberano; pero quisiéramos que sus restos mortales fueran entregados a nuestra custodia para su disolución inmediata. No tenemos la intención de utilizar nuestra técnica de desmaterialización; simplemente queremos invocar el proceso del tiempo acelerado. Basta con que hayamos presenciado la vida y la muerte del Soberano en Urantia; las huestes celestiales querrían ahorrarse el recuerdo de soportar el espectáculo de la lenta putrefacción de la forma humana del Creador y Sostenedor de un universo. En nombre de las inteligencias celestiales de todo Nebadon, solicito un mandato que se me entregue la custodia de los restos mortales de Jesús de Nazaret y que nos dé la autoridad para proceder a su disolución inmediata».

A las 3:10 mientras Jesús se iniciaba en la vida moroncial y conversaba con los seres moronciales que lo visitaban, el jefe de los arcángeles solicita la custodia de los restos mortales de Jesús.

189:2.3 (2023.2) Una vez que el jefe de los arcángeles obtuvo el permiso, llamó a muchos de sus semejantes para que le ayudaran, juntamente con numerosas huestes de representantes de todas las órdenes de las personalidades celestiales y, con la ayuda de los seres intermedios de Urantia, se hizo cargo del cuerpo físico de Jesús. Este cuerpo mortal era una creación puramente material; era físico y literal; no se lo podía sacar de la tumba en la forma en que escapara del sepulcro sellado la forma morontial de la resurrección. Con la ayuda de ciertas personalidades auxiliares morontiales, la forma morontial puede transformarse en cierto momento como en espíritu, volviéndose indiferente a la materia común, mientras que en otro momento puede ser discernible y accesible por los seres materiales, tales como los mortales del reino.

El párrafo anterior es crucial porque ya se indica la intención de los seres intermedios, celestiales y el arcángel: "sacar el cuerpo de Jesús de la tumba".

189:2.4 (2023.3) Para sacar el cuerpo de Jesús del sepulcro, en preparación para disponer de los restos digna y reverentemente mediante una disolución casi instantánea, a los seres intermedios secundarios de Urantia se les dio la tarea de hacer rodar las piedras de la entrada de la tumba. La más grande de las dos piedras era una gran roca redonda, semejante a una rueda de molino, y se movía dentro de una huella abierta en la roca, de modo que se la podía hacer rodar hacia atrás y hacia adelante para abrir o cerrar la tumba. Cuando los guardianes judíos y los soldados romanos, en la escasa luz de la madrugada, vieron que esa enorme piedra comenzaba a rodar abriendo la entrada de la tumba, aparentemente por sí sola —en ausencia de todo medio visible que explicara tal movimiento— los dominó el terror y el pánico, y huyeron del sitio de prisa.

Así que la razón principal para mover las piedras fue que ¡no disolvieron los restos de Jesús dentro del sepulcro sino afuera¡

No se especifica donde sacaron el cuerpo de Jesús o en que parte del huerto lo disolvieron, pero NO FUE EN LA TUMBA. Si los soldados se hubiesen quedado ahí habrían visto posiblemente al cuerpo levitando en posición horizontal en un instante de tiempo. 

Con una habilidad extraordinaria difícil de entender que hizo que los vendajes quedaran ordenados (como cuando sacas un mantel debajo de unos cubiertos a gran velocidad, y éstos quedan intactos), los seres intermedios sacaron el cuerpo de Jesús y los seres celestiales se encargaron de disolverlo fuera del sepulcro. Esto queda demostrado con éste detalle de la primera observación al interior de la tumba de María Magdalena:

189:4.6 (2025.7) Este sepulcro de José estaba situado en su jardín, en la pendiente de la colina, sobre la vertiente este del camino, y también miraba al este. A esta hora temprana, apenas si había suficiente luz del amanecer del nuevo día para que María mirara hacia el sitio en donde yacían los restos del Maestro, y discerniera que ya no estaban allí. En el nicho de piedra donde había yacido Jesús, María vio tan sólo el paño doblado sobre el que reposara su cabeza y los vendajes que le habían envuelto, intactos, dispuestos sobre la laja tal cual lo habían estado antes de que las huestes celestiales sacaran el cuerpo. La sábana que lo cubría yacía al pie del nicho fúnebre.

Aquí nuevamente se indica que sacaron el cuerpo. A pesar de que los vendajes estaban ordenados, la sábana estaba en el suelo, lo cual indica que hubo un grado de movimiento del cuerpo.

La razón de evitar disolver el cuerpo de Jesús en el mismo sepulcro y dentro de los vendajes y sábana radica en el hecho de que si lo hubieran realizado dentro de las mismas, habrían quedado rastros de polvo material aún al interior de éstas telas:

189:2.7 (2023.6) La tumba de José estaba vacía, no porque el cuerpo de Jesús hubiera sido rehabilitado ni resucitado, sino porque las huestes celestiales habían solicitado, y recibido el permiso, para realizar una disolución especial y singular, un retorno del «polvo al polvo» evitando la intervención del paso del tiempo y el efecto de los procesos ordinarios y visibles de la descomposición mortal y la corrupción material.

189:2.8 (2024.1) Los restos mortales de Jesús sufrieron el mismo proceso natural de desintegración de los elementos que caracteriza a todos los cuerpos humanos en la tierra, excepto que, en cuanto al paso del tiempo, este modo natural de disolución fue grandemente acelerado, hasta el punto en que se volvió casi instantáneo.

Así que ésta descomposición acelerada e instantánea ocurrió afuera de la tumba para una apropiada "vuelta al polvo", posiblemente quedando los últimos rastros y moléculas de polvo de los restos de Jesús, en las tierras del Jardín de José de Arimatea.

Esta comprensión de los asuntos demuele la creencia del popular Sudario de Turín que en alguna entrada más reciente, ya he visto, como al parecer, no es lo que imaginábamos. Por alguna razón, al igual que los apóstoles, hemos asociado hechos diferentes bajo nuestras propias ideas:

189:2.6 (2023.5) La verdad relacionada con las realidades espirituales y los valores eternos, no siempre puede deducirse de la combinación de hechos aparentes. Aunque ciertos hechos pueden ser materialmente verdad, esto no significa que la asociación de un grupo de hechos deba necesariamente conducir a conclusiones espirituales verdaderas.