Recuerdo encarnizados debates con quienes se aferraban a las posturas tradicionales cuando toqué el asunto de los "milagros bíblicos" del Antiguo Testamento. Por eso razón, advierto a quiénes les pueda afectar éstos análisis, es mejor que No los lean.
Otra razón de mucho temor en quiénes analizaban éstos asuntos es la cuestión de Castigo Divino. Pareciera que fuera necesario que exista la visión del castigo, como un modo disuasorio hacia el pecado. En otras palabras, algunos temen que las personas se entregaran al pecado y maldad de forma masiva si desaparece la visión de un Dios castigador.
Pero quienes practican el mal y el pecado simplemente se perjudican a sí mismos. Finalmente se autodestruyen. Hay leyes cósmicas universales de "causa y efecto" que traen desastrosas consecuencias a quiénes se obstinan en la maldad.
Para una Humanidad madura, la visión de que Dios tiene que usar un garrote directo para castigar a los malvados es más bien infantil y oscurece el carácter del Padre Universal. El hombre debe servir a Dios por Amor, no por miedo. Y las personas pensantes y reflexivas deben comprender que el pecado y el mal son en sí mismos perjudiciales, sin la necesidad de un uso de la fuerza por parte de Dios.
El hombre finalmente descubre que debe evitar el mal por amor a Dios y al prójimo, no por la coacción a ser castigado o destruido, como si fuera un animal temeroso que es golpeado.
Así que en las próximas entradas analizaremos (otra vez) éstas llamadas "intervenciones divinas": Una introducción, el diluvio, Sodoma y Gomorra, las diez plagas, el Exodo (cruce por el Mar Rojo), la detención del sol, el ángel y los asirios, y conclusiones. A la vez también notaremos los comentarios que hacen los Documentos de Urantia en torno a éstos relatos.
