Podemos conocer conceptualmente el
mensaje de la Paternidad de Dios y la Hermandad entre los hombres, pero otra
cosa es vivirlo experencialmente.
Para conocer a Dios como Padre a través de la experiencia íntima y personal, debe desarrollarse el diálogo con el Ajustador del Pensamiento. Esto es más que una oración en determinados momentos, más bien es algo prácticamente cotidiano que abarca nuestros pensamientos. En esta parte es esencial comprender internamente y aceptar por la Fe que un fragmento del Padre mora en nosotros y que esa parte de Dios nos puede guiar por la vida y volverse nuestro amigo y socio íntimo como una manifestación del mismo Padre viviente. Una relación exclusivamente personal e intransferible se puede desarrollar con Dios. Cuando captamos la Dimensión de lo que esto implica, sucede un “chispazo”, algo nos conmueve que es difícil de explicar. Este es el primer paso para establecer contacto con el Padre.
Para lograr el "diálogo" aquí enseñamos lo que se denomina adquirir conciencia de los pensamientos, sentimientos y reacciones. Antes de comprender la Buena Nueva en muchas ocasiones recibimos en nuestra mente señales y pensamientos que nos empujan a ser compasivos, perdonadores, a ser misericordiosos y también a ser generosos y amorosos ante las desgracias ajenas. En la mayoría de los casos estas emociones fluyen casi espontáneamente. Pero también nuestros pensamientos y emociones opuestas como los celos, la venganza, la envidia, el egoísmo y el rencor de igual forma fluyen de forma casi automática sin tomar una conciencia de los mismos.
Pues ahora aprendemos a estar alertas sobre nuestra propia mente, pensamientos y emociones. Enseñamos que cuando tenemos un pensamiento que nos empuja al odio, celos o venganza, debemos escuchar el pensamiento corrector que nos ruega hacer lo contrario: a no pagar con venganza y mal, a no crear malos pensamientos, hablar tonterías, etc. Un pensamiento nos advierte de no irnos por ese camino y nos censura.
También prestamos atención ante los pensamientos altruistas que nos empujan siempre a ser misericordiosos, compasivos, perdonadores, tolerantes, pacientes y generosos. Y especialmente a la "voz" interior que nos levanta el ánimo cuando estamos decaídos, nos conforta en la soledad y siempre nos saca adelante de las preocupaciones mentales. Esto es más que la conciencia ordinaria, es realmente el trabajo del Modelador o Ajustador del Pensamiento, aquel fragmento del Padre que utiliza las corrientes mentales para guiarnos a las emociones más elevadas, los pensamientos más elevados, y las palabras más atinadas. El ajusta nuestra mente para que ésta se vuelva más espiritual.
Antes de conocer sobre el Morador Divino que nos habita, desde niños realizábamos algunas de las acciones descritas (ya que el Ajustador nos habita desde niños). Oscilábamos entre la bondad y el egoísmo. Sin embargo, al comprender que un fragmento del Padre nos habita, ahora prestamos atención. Nos volvemos alertas sobre dicha guía constante, y comenzamos con la práctica a crear una especie de "diálogo" con el Padre Celestial en dónde él nos comienza a orientar a cada aspecto de nuestra vida. Y descubrimos por la experiencia que lo mejor que podemos hacer es confiar ciegamente en Dios, y por lo tanto, comenzar a dejar que se "haga su voluntad", que él nos guíe en la vida, y empezamos a vencer la resistencia que antes poníamos a esa guía.
Esto es similar a un avión que funcionaba en
"piloto automático".
Durante la mayor parte de nuestra vida funcionamos en ese estado inconsciente. Nuestros estados oscilaban entre los pensamientos rectos y malos. Y también lo hacíamos por el recuerdo de las sanciones sociales y normas religiosas. Pero aún así funcionábamos de forma inconsciente en "automático".
Cuando descubrimos que el Padre realmente está guiando nuestros pensamientos, ahora de forma consciente, deliberada y alerta le entregamos el mando, dejamos que se "se haga su voluntad" y que él nos guíe y pilotee en la vida.
El hacer esto también nos ayuda a potenciar cualidades como el equilibrio, el sentido común, la sensatez, la coherencia y una actitud positiva frente a las responsabilidades.
Este proceso en el discípulo es gradual, es un entrenamiento diario durante un buen tiempo, ya que nuestro "diálogo" con Dios comienza a incrementarse poco a poco mientras vencemos la resistencia a no escucharle. El nos contesta con pensamientos seguros de poder, compasión, perdón, comprensión, bondad y amor, además de otorgarnos algunas "señales" en ciertos acontecimientos diarios. Con el tiempo su Voz se vuelve más audible para nosotros, y los periodos de alternancia entre escuchar su voz (estar consciente y alerta) y no estarlo, comienza finalmente a inclinarse a su guía.
Notaremos que nos hemos soltado de su guía cuando con nuestra mente nos hemos olvidado de él, y comenzamos a idear soluciones puramente carnales, materiales y egoístas, cuando un torrente de temores, miedos y preocupaciones nos invaden. Entonces nuevamente debemos regresar a los necesarios espacios de oración, soledad y comunión para volver a "conectar". Y luego, incluso en las actividades cotidianas, al estar trabajando o caminando, también ya podemos seguir conectados y sentir su vasta Presencia en todo momento.
Como nos damos cuenta, cuando el Padre nos comienza a gobernar, cuando comenzamos voluntariamente a tener el deseo de parecernos a él en su compasión, bondad y comprensión, ésto tiene un impacto directo en practicar y experimentar el concepto de la hermandad del hombre.
Durante la mayor parte de nuestra vida funcionamos en ese estado inconsciente. Nuestros estados oscilaban entre los pensamientos rectos y malos. Y también lo hacíamos por el recuerdo de las sanciones sociales y normas religiosas. Pero aún así funcionábamos de forma inconsciente en "automático".
Cuando descubrimos que el Padre realmente está guiando nuestros pensamientos, ahora de forma consciente, deliberada y alerta le entregamos el mando, dejamos que se "se haga su voluntad" y que él nos guíe y pilotee en la vida.
El hacer esto también nos ayuda a potenciar cualidades como el equilibrio, el sentido común, la sensatez, la coherencia y una actitud positiva frente a las responsabilidades.
Este proceso en el discípulo es gradual, es un entrenamiento diario durante un buen tiempo, ya que nuestro "diálogo" con Dios comienza a incrementarse poco a poco mientras vencemos la resistencia a no escucharle. El nos contesta con pensamientos seguros de poder, compasión, perdón, comprensión, bondad y amor, además de otorgarnos algunas "señales" en ciertos acontecimientos diarios. Con el tiempo su Voz se vuelve más audible para nosotros, y los periodos de alternancia entre escuchar su voz (estar consciente y alerta) y no estarlo, comienza finalmente a inclinarse a su guía.
Notaremos que nos hemos soltado de su guía cuando con nuestra mente nos hemos olvidado de él, y comenzamos a idear soluciones puramente carnales, materiales y egoístas, cuando un torrente de temores, miedos y preocupaciones nos invaden. Entonces nuevamente debemos regresar a los necesarios espacios de oración, soledad y comunión para volver a "conectar". Y luego, incluso en las actividades cotidianas, al estar trabajando o caminando, también ya podemos seguir conectados y sentir su vasta Presencia en todo momento.
Como nos damos cuenta, cuando el Padre nos comienza a gobernar, cuando comenzamos voluntariamente a tener el deseo de parecernos a él en su compasión, bondad y comprensión, ésto tiene un impacto directo en practicar y experimentar el concepto de la hermandad del hombre.
Tras un tiempo de practicar la "gimnasia
espiritual" de hacer la voluntad del Padre, y confiar en él (ponerse en
sus manos), se adquiere un estado de sincronía con el Padre más permanente. Se
vislumbra que poco a poco la voluntad del hombre se hace una con la voluntad de
Dios. Y ese estado es mucho más regular y constante. La comunicación con el
Ajustador se vuelve fascinante y más fluida. En este periodo la persona
experimenta la dramática transformación final de nacer otra vez, la partida
hacia un viaje sin retorno. El nacer otra vez es en realidad el parto
de un proceso de gestación del alma que se ha iniciado mucho antes en las
etapas anteriores.
La totalidad al experimentar al Padre lo comienza a desbordar. Ya es otra persona, una nueva creación ha nacido.
La totalidad al experimentar al Padre lo comienza a desbordar. Ya es otra persona, una nueva creación ha nacido.
Y el ser humano decide entonces hacer su
consagración interna. Entregarse total e incondicionalmente a la voluntad
amorosa de Dios, ese hombre da y entrega todo, sin ninguna duda en su mente, se
une a la corriente del Padre Universal para ser el mismo una manifestación
viviente y humana del Padre para beneficio del mundo.
Desde el momento en que el hombre "nace otra vez" se avanza de forma inmensa desde el tercer al primer círculo psíquico. Pero cada persona sabrá cuanto tiempo tardará desde su tercer círculo hasta el primero. Cada caso es diferente. Aunque antes ya habíamos comenzado a tener contactos o "diálogos" con el Ajustador, solo al llegar al primer círculo de la mente, verdaderamente y de forma plena y constante escuchamos claramente la voz de Dios en nuestro interior. Miremos los comentarios en torno al tercer y primer círculo:
Desde el momento en que el hombre "nace otra vez" se avanza de forma inmensa desde el tercer al primer círculo psíquico. Pero cada persona sabrá cuanto tiempo tardará desde su tercer círculo hasta el primero. Cada caso es diferente. Aunque antes ya habíamos comenzado a tener contactos o "diálogos" con el Ajustador, solo al llegar al primer círculo de la mente, verdaderamente y de forma plena y constante escuchamos claramente la voz de Dios en nuestro interior. Miremos los comentarios en torno al tercer y primer círculo:
(1210.9) 110:6.14 El tercer círculo. El trabajo del Ajustador es
mucho más eficaz una vez que el humano ascendiente llega al tercer círculo y
recibe un guardián seráfico personal del destino. Aunque no exista
aparentemente una concordancia de esfuerzo entre el Ajustador y el guardián
seráfico, sin embargo se puede observar un mejoramiento claro en todas las
fases de logro cósmico y desarrollo espiritual posteriormente a la asignación
del ayudante seráfico personal. Cuando se llega al tercer círculo, el Ajustador
intenta morontializar la mente del hombre durante el resto de la vida mortal,
para llegar a los círculos restantes y lograr la etapa final de la asociación
divino-humana antes de que la muerte natural disuelva esta asociación singular
(1210.10) 110:6.15 El primer círculo. El Ajustador no puede ordinariamente hablar directa e inmediatamente contigo hasta que llegues al primero y final círculo de logro mortal progresivo. Este nivel representa la realización más alta posible de la relación mente—Ajustador en la experiencia humana previamente a la liberación del alma morontial evolutiva de las cadenas del cuerpo material. En cuanto a la mente, las emociones y el discernimiento cósmico, este logro del primer círculo psíquico es el acercamiento más último posible de la mente material y del Ajustador espiritual en la experiencia humana.
(1210.10) 110:6.15 El primer círculo. El Ajustador no puede ordinariamente hablar directa e inmediatamente contigo hasta que llegues al primero y final círculo de logro mortal progresivo. Este nivel representa la realización más alta posible de la relación mente—Ajustador en la experiencia humana previamente a la liberación del alma morontial evolutiva de las cadenas del cuerpo material. En cuanto a la mente, las emociones y el discernimiento cósmico, este logro del primer círculo psíquico es el acercamiento más último posible de la mente material y del Ajustador espiritual en la experiencia humana.