Las religiones humanas solo ayudan parcialmente mediante repeticiones exteriores. Esa ayuda es positiva pero solo es un paso que ocurre en los niveles exteriores de la mente. Solo implica una auténtica realización en el momento en que se interioriza en lo más profundo del ser.
El hombre si desea ser libre, debe iniciar un proceso de autoconquista interior y unificación de la personalidad. Este es el auténtico objetivo de la vida.
Dios ha creado y puesto al hombre en un mundo material con el propósito de que él descubra por si mismo, mediante la experiencia espiritual, y en asociación con su Ajustador del Pensamiento, la Presencia Divina dentro de si que tiende a liberar su Alma del mecanismo del error egoísta, para que ascienda progresivamente los niveles cósmicos de la progresión mortal ascensional: Los Siete Círculos Psíquicos.
Cada ser humano realiza esta progresión de perfección de la conciencia durante su estancia en la tierra; esto significa acercarse gradualmente a la realización de la voluntad divina para finalmente sincronizar su voluntad humana con la voluntad divina haciendo de las dos una sola.
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La mayoría de los seres humanos no logran conquistar todos sus círculos, la mayoría pugna interiormente sin saberlo, lo hacen de forma inconsciente. Hay, por lo tanto, diferentes niveles de conquista en cada mujer y hombre en la Tierra. Esta cuestión es sumamente íntima y personal, pero se refleja en las acciones y frutos de cada uno.
El hombre debe recorrer progresivamente los siete círculos psíquicos convirtiéndose cada vez más en un ser espiritual, más real, proyectando su conciencia hacia las moradas morontiales superiores que preparan al alma del hombre para su carrera de progresión espiritual hasta la fuente misma de la Vida Universal, El Paraíso, la residencia eterna del Padre Universal.
110:6.16 (1211.1) Tal vez sería mejor denominar estos círculos psíquicos de progresión mortal como niveles cósmicos — comprensiones reales de significados y realizaciones de valor del acercamiento progresivo a la conciencia morontial de la relación inicial del alma evolutiva con el Ser Supremo emergente. Y es esta misma relación la que hace por siempre imposible explicar plenamente el significado de los círculos cósmicos a la mente material. Estos logros de círculo están tan sólo relativamente relacionados con la conciencia de Dios. Un ser en el séptimo o sexto círculo puede ser casi tan auténticamente conocedor de Dios —consciente de la filiación— como alguien que esté en el segundo o primer círculo, pero estos seres de círculos más bajos están mucho menos conscientes de la relación experiencial con el Ser Supremo, la ciudadanía universal. El logro de estos círculos cósmicos se volverá parte de la experiencia de los que ascienden en los mundos de estancia si no consiguen dicho logro antes de la muerte natural.
Notamos un punto vital en este asunto. Una cosa es la comprensión intelectual de la Paternidad de Dios como enseñanza y otra es VIVIRLA de forma experencial a nivel íntimo en nuestra asociación con Dios y el entorno.
110:6.17 (1211.2) La motivación de la fe hace experiencial la realización plena de la filiación del hombre con Dios, pero la acción, la finalización de las decisiones, es esencial para el logro evolucionario de la conciencia del parentesco progresivo con la actualidad cósmica del Ser Supremo. En el mundo espiritual la fe transforma los potenciales en actuales, pero los potenciales se vuelven actuales en los reinos finitos del Supremo tan sólo mediante la realización de la experiencia de la elección. Pero elegir hacer la voluntad de Dios une la fe espiritual a las decisiones materiales en la acción de la personalidad y de esta manera provee un fulcro divino y espiritual para el funcionamiento más eficaz de la palanca humana y material del hambre de Dios. Dicha sabia coordinación de fuerzas materiales y espirituales aumenta grandemente tanto la realización cósmica del Supremo como la comprensión morontial de las Deidades del Paraíso.