Monte Olimpo y sus estructuras de cristal
El Libro de Urantia tiene la virtud de explicarnos los asuntos desde las ópticas antropológicas naturales del desarrollo de la mente y las creencias humanas, pero tampoco desconoce el ingrediente posterior de "visitas" de seres sobrehumanos que dejaron una impregnación cultural, y añadieron ese “aditivo” o refuerzo a la creencia humana natural, sincretizándola hasta el día de hoy.
Un ejemplo es la creencia
en los espíritus de la naturaleza y superstición a los mismos. Esta nace en la
mente evolutiva del hombre y es el embrión del espiritismo. No obstante, de
alguna forma, la presencia posterior de los seres intermedios primarios y
secundarios añadió un refuerzo a esas creencias ancestrales.
Algo parecido ocurre sobre
las Montañas. El Libro de Urantia dice:
85:1.5
(945.3) La adoración de las colinas vino después de la adoración de las
piedras, y las primeras colinas que fueron veneradas eran grandes formaciones
rocosas. Luego se volvió costumbre creer que los dioses habitaban las montañas,
de manera que las altas elevaciones de tierra eran adoradas por esta razón adicional.
A medida que pasaba el tiempo, ciertas montañas fueron asociadas con ciertos
dioses y por consiguiente se volvieron sagradas. Los aborígenes ignorantes y
supersticiosos creían que las cuevas llevaban al mundo subterráneo, con sus
espíritus y demonios malignos, en contraste con las montañas, que eran
identificadas con los conceptos de desarrollo más reciente de los espíritus y
las deidades buenos.
Sin embargo, además de
este sedimento cultural de creencias primitivas, por razones totalmente diferentes
se reforzó ésta idea. Notemos lo que ocurre con Van y Amadón después de la
caída de Dalamatia:
67:6.1
(759.4) Se retiraron muy pronto los adeptos de Van a las tierras altas al oeste
de la India, donde quedaron a salvo de los ataques de las razas confundidas de
las tierras bajas; desde este lugar de retiro proyectaron la rehabilitación del
mundo.
El vídeo asociado a éste texto, profundiza en esas actividades de los leales que sin duda añadieron elementos a las creencias previas, y crearon una especie de mitología reforzada a la idea de los dioses de las montañas:
Esto no fue hecho con esas
intenciones, porque la razón de los inmortales Van y Amadón para establecer
esos centros culturales en las alturas del mundo, fueron razones netamente de
estrategia y protección, tal como hemos leído.
Aunque Van no se retiró a
las montañas de Ararat, sino posiblemente a las cercanas de Cachemira o el
Himalaya, un grupo de humanos llamados los vanitas (noditas mezclados con
amadonitas) creían que Ararat era un monte sagrado:
77:4.11 (860.6) Ararat llegó
a ser su monte sagrado, que, con una importancia muy parecida para los vanitas
más recientes a la que, para los hebreos, tiene el Monte Sinaí. Hace diez mil
años los antepasados vanitas de los asirios enseñaron que su ley moral de siete
mandamientos había sido entregada a Van por los Dioses en el Monte Ararat.
Creían firmemente que Van y su asociado Amadón fueron llevados del planeta
vivos mientras estaban en lo alto del monte absortos en adoración.
Lo anterior es la prueba
de como las tradiciones primitivas propias de los hombres nativos se mezclaron
o reforzaron con las acciones de ciertos seres sobrehumanos que realizaron hechos especiales y reales en la Tierra.
La posibilidad de que algunas de las bases o centros de la cultura de Van y Amadón durante el tiempo entre la rebelión y la llegada de Adán y Eva, otorgan la posibilidad de la existencia de un sincretismo de algunas de éstas historias de montañas sagradas, con la presencia real de sedes de cultura existentes desde las épocas de Van, las llamadas hoy “ciudades intraterrenas”.
Además de lo comentado en el vídeo, tenemos otros ejemplos:
Bután es famoso por ser el país, o uno de los países, con mayor índice de felicidad y no dejan que se escale en sus montañas más elevadas porque hay leyendas de espíritus alrededor de las mismas. El Gangkhar Puensum ocupa el puesto 45 entre las más altas del mundo. Alcanza los 7 mil 570 metros de altura, y es considerada la última de las montañas que sigue sin ser escalada por la humanidad. Cuando la elevación de la montaña se midió por primera vez en 1922, los mapas de la región eran sorprendentemente imprecisos. Durante años, los diferentes mapas mostraban la montaña con distintas alturas e incluso llegó a ser colocada en diferentes ubicaciones. Además era extremadamente difícil para las primeras expediciones localizar Gankhar Puensum y mucho menos escalarla. Para 2004 se prohibió por completo siquiera intentar alcanzar la cumbre, por respeto a las tradiciones religiosas de los aldeanos. Los locales consideran que, en las inmediaciones de la montaña, habitan espíritus que no pueden ser perturbados. De la misma manera, aldeanos cercanos a la misteriosa montaña afirman que los avistamientos OVNIS han sido frecuentes, accediendo a la cordillera del Gangkhar Puensum, de hecho testigos afirman que seres extraterrestres tienen una base subterránea en lo más alto de la montaña. Estos testimonios declaran que los ovnis varían en tamaño, declarando que son grandes objetos cilíndricos de color plateado opaco a pequeños discos rápidos, avistados sobre todo en la zona norte, a unos 40 kilómetros de la frontera con China. Todo esto incluso ha sido reportado por la CIA.
Es interesante que los "transportes seráficos" tienen una forma similar a los cilindros luminosos observados.
La Otra montaña es en Shasta, Estados Unidos. Situada al norte de Californa y relativamente cerca del estado de Oregón, esta montaña era para los aborígenes del Klamath el hogar de Skell, el espíritu del mundo supraterrenal, cuyo descenso de los cielos a la cumbre se producía a petición del jefe de la tribu. Hoy se le atribuyen propiedades de todo tipo, como casa de ángeles y guías espirituales, lugar para el aterrizaje de naves espaciales y hasta sede, una especie de base intraterrena, de lo que quedó de la antigua Lemuria, según algunos místicos. ¿Una referencia a Dalamatia y a las bases posteriores esparcidas por el mundo?
En Grecia tenemos al Monte
Olimpo. Esta palabra está asociada a un “lugar luminoso”. Los griegos creían
que ahí descansaban los dioses en mansiones de cristal. Un lugar que ningún mortal se
atrevía a alcanzar, además estaba en una locación inaccesible. Esto es muy
interesante porque uno de los materiales descritos en los Documentos observados en
los planetas moronciales, son estructuras de Cristal. Quizás ésta haya sido
otra de las decenas de bases que Van y Amadon establecieron en los lugares
apartados, lo que más tarde se sincretizaría con la aparición de la raza violeta
y los hijos de Adansón, considerados “dioses” por los griegos.
Y hay muchos otros
lugares, montañas y zonas por el mundo, algunas de las cuales son mera
tradición, pero quizás en algunos casos hay algo más que solo eso. Recordemos que el Libro
de Urantia no revela el destino de esas decenas de centros de cultura formados
por los leales de Van y Amadón.