Para personas de cierta edad joven, pareciera que los eventos televisados o que aparecen en las noticias (como el conflicto israelí, marchas en EEUU, Ucrania, etc.), son el sinónimo del Apocalipsis. No obstante, quiénes tenemos más años recordamos lo ocurrido en los setenta y ochenta (y hasta en los 90 y 2000) como eventos que también causaban pánico y ansiedad desmesurada.
Entre tantas cosas, la invasión de la Unión Soviética a Afganistán, las revoluciones en Irán, las hambrunas en África, los sucesos de Ruanda, la Guerra de los Balcanes en la ex Yugoslavia, la Guerra del Golfo Pérsico bajo "Bush padre" (Tormenta del Desierto televisada en "vivo"). La caída del Muro de Berlín, la caída de la Unión Soviética, el ataque a las Torres Gemelas (en "vivo"), las segundas Guerras del Golfo y el ataque a Irak, la invasión de Afganistán por EEUU y "Bush hijo", etc. Y esto es solo lo que logra venir a mi mente, sin duda hay muchos más acontecimientos que se me escapan.
Como dicen los Historiadores, la guerra es una constante en la Historia Humana, y casi un 90% de la Historia está ocupada por guerras, revueltas, protestas, saqueos y crisis. Y puesto que el ser humano es de mente de corto plazo, mala memoria, no suele leer Historia, y es manipulable mental y emocionalmente, sucede a menudo que las Religiones Organizadas de tinte apocalíptico tienen a las personas en constante alarmismo y excitación. Esto lo hacen para mantenerlos activos y por supuesto, no dejar de reunirse y apoyar financieramente a los líderes. En la política sucede algo similar, en la cual los políticos de los bandos opuestos exacerban las crisis y problemas, para ofrecer el "paraíso en la Tierra", la típica Sociedad Igualitaria sin los problemas materiales (y ahora hasta "climáticos") que asolan a la Humanidad. Y a éste último cóctel añadimos los Medios de Comunicación que bombardean con éstas noticias negativas, exagerando el punto para mantener el rating en primer lugar.
Algo inquietante es que hasta lectores veteranos del Libro de Urantia han sucumbido a que tienen que venir "cataclismos" para que ocurra un "reseteo" en el planeta y se inicie un nuevo proceso o Era alejada de los preceptos actuales. Una especie de caída de Civilización a gran escala, que no es otra cosa que la versión disfrazada y más secular de las mismas creencias apocalípticas de algunos grupos religiosos, en donde una muchedumbre de escogidos se queda viviendo en la Tierra, mientras el resto perece. El elemento del "juicio divino" obviamente es eliminado. Pero se mantiene la misma esencia del evento trágico a nivel Planetario y la distopía siguiente. Por ejemplo, me llama la atención y me da vueltas en la cabeza, el libro de Olga López "La voz de los pioneros", en el que se describe cómo sería la vida en el nuevo mundo que surgiría tras un "gran desastre" que terminaría afectando a toda la Humanidad. Más alejado de esto, es J.J. Benítez (quién no es parte directa del movimiento "urantiano", aunque si bebió de los Documentos como todos saben) que también se ha vuelto "pesimista" de la Humanidad actual. Hace décadas proclamaba que los Ovnis eran el testimonio del "espléndido y esperanzador" futuro de nuestro mundo. Ahora, se ha vuelto un pesimista, cuan apocalíptico esperando asteroides o sucesos destructivos, tan propios de las religiones organizadas con su "inminente" Armagedón.
¿Qué sucede en la Mente de las Personas que constantemente y cada cierto tiempo sucumben al pesimismo desesperanzador? ¿Depresión? ¿Falta de integración interna con los nuevos patrones de pensamiento? ¿Falta de adaptación a los desafíos? ¿No aceptación de los retos del vivir que nos sacan de la zona del confort? Los apóstoles no fueron inmunes a éstos elementos de los temores en la naturaleza humana. A las pocas décadas después de partir Jesús, las cartas de Pablo y Pedro reflejaban los anhelos por "destrucciones repentinas", "juicios divinos" y un retorno cercano e inminente de Micael (Jesucristo) a la tierra, en los mismos días de los primeros cristianos.
Muchas veces trasladamos nuestros sentimientos y pensamientos a la amplificación de como es la vida planetaria. En otras palabras, si vemos la vida con un prisma lleno de tristeza constante, depresión y oscuridad, y lleno de desafíos, creeremos que es justo que todo el mundo está así, y por ende, también es necesario "acabar con todo" para librarnos de esa pena. Pero esos son anhelos, y tristezas nuestras, no se toman las decisiones del progreso planetario por nuestras luchas personales. Y esas luchas personales las han tenido todas las personas de todas las épocas. Y la Humanidad ha seguido avanzado (afortunadamente) pese a las percepciones personales de los seres humanos.
No es que no empatice con el dolor personal. Lo he sufrido con creces y apoyo a quiénes lo padecen. Pero tenemos dos opciones ante aquello: Nos ponemos de pie y ponemos a trabajar nuestra inteligencia en cooperación con las fuerzas superiores, o acabamos en la parálisis y desesperanza total, la inactividad total, en dónde la zona cómoda de confort es "la mente víctima" (tan cómoda y necesaria para los grupos de control que la usan tal como vimos arriba) y somos ente pasivos ante las circunstancias.
130:6.3 (1437.3)Ya a esta altura el joven sentía muchos deseos de hablar con Jesús, y cayó a sus pies de rodillas implorando a Jesús que lo ayudara, que le mostrara el camino para escapar de su mundo de pena y derrota personales. Jesús le dijo: «Amigo mío, ¡levántate! ¡Ponte de pie como un hombre! Puede que te rodeen enemigos insignificantes y que muchos obstáculos obstruyan tu marcha, pero las grandes cosas y las cosas reales de este mundo y del universo están de tu parte. El sol sale todas las mañanas para saludarte a ti como al hombre más poderoso y próspero de la tierra. Mira —tienes un cuerpo fuerte y músculos poderosos— tu físico es mejor que el del hombre promedio. Por supuesto, prácticamente no sirve para nada mientras te quedes sentado aquí en las montañas, lamentándote de tus infortunios, reales o inventados. Pero podrías hacer grandes cosas con tu cuerpo si te apuraras adonde hay grandes cosas por hacer. Tratas de huir de tu ser infeliz; pero eso no puede ocurrir. Tanto tú como tus problemas del vivir son reales; no podrás escapar de ellos mientras estés vivo. Pero, piensa otra vez, verás que tu mente es clara y capaz. Tu cuerpo robusto tiene una mente inteligente que lo dirige. Pon tu mente a trabajar para resolver sus problemas; enseña a tu intelecto a que trabaje para ti; no te dejes más dominar por el temor, como si fueras un animal que no piensa. Tu mente debe ser tu aliado valiente para la solución de los problemas de tu vida en vez de ser tú, como lo has sido, su abyecto esclavo atemorizado, siervo de la depresión y la derrota. Pero lo más valioso de todo, tu potencial para del logro verdadero, es el espíritu que vive dentro de ti, que estimulará e inspirará tu mente para que se controle a sí misma y active a tu cuerpo, si lo liberas de las cadenas del temor, permitiendo así que tu naturaleza espiritual comience a liberarte de los males de la inacción mediante el poder-presencia de la fe viviente. Verás entonces que esta fe derrotará el miedo a los hombres mediante la presencia apremiante del nuevo y tododominante amor por tus semejantes que pronto llenará tu alma hasta rebasarla gracias a la conciencia que habrá nacido en tu corazón de que eres un hijo de Dios.
130:6.4 (1438.1)«Este día, hijo mío, renacerás, restablecido como hombre de fe, coraje y dedicado servicio al hombre, para la gloria de Dios. Y cuando te hayas reajustado así con la vida dentro de ti, también te habrás reajustado con el universo; habrás vuelto a nacer —nacer del espíritu— y de ahí en adelante toda tu vida será de logro victorioso. Los problemas aumentarán tu vigor; la desilusión te servirá de acicate; las dificultades serán un desafío; los obstáculos, un estímulo. ¡Levántate pues, joven! Dile adiós a la vida de terrores humillantes y de evasiva cobardía. Corre, regresa al deber y vive tu vida en la carne como un hijo de Dios, como un mortal dedicado al servicio ennoblecedor del hombre en la tierra, destinado al excelso y eterno servicio de Dios en la eternidad».
Lo que Jesús enseñó a éste joven no es algo duro. La fortaleza de carácter es necesaria desarrollarla en Urantia, es válido para nosotros, para nuestra vida, y para incluso nuestra visión planetaria de la Humanidad. Es el momento de ponernos de pie, y como aquellos ancestros de antaño (esos guerreros y recolectores luchadores), batallar con nuestras energías, intelecto, y ayudas superiores, para buscar soluciones y aplicarlas con acciones, incluso en el nivel planetario, en armonía con el Poder Divino en nuestro interior. De esa forma dejaremos de quejarnos y ser víctimas del universo:
101:10.8 (1117.2)Cuando experimentes tal transformación de la fe, ya no serás una parte esclavizada del cosmos matemático, sino más bien un hijo liberado volitivo del Padre Universal. Tal hijo liberado ya no luchará solo contra el destino inexorable de la terminación de la existencia temporal; ya no luchará contra toda la naturaleza, con las posibilidades irremediablemente en contra suya; ya no le azotará el temor paralizante de que, tal vez, haya puesto su confianza en un fantasma sin esperanzas o colocado su fe en un error de la fantasía.
101:10.9 (1117.3)En cambio, ahora los hijos de Dios se unen en el fervor de la batalla para el triunfo de la realidad sobre las sombras parciales de la existencia. Finalmente, todas las criaturas se vuelven conscientes del hecho de que Dios y todas las huestes divinas de un universo casi ilimitado están de su lado en la lucha excelsa por obtener la eternidad de la vida y la divinidad de estado. Estos hijos liberados por la fe participan en forma certera en las luchas temporales del lado de las fuerzas supremas y de las personalidades divinas de la eternidad; aun las estrellas en su curso están ahora luchando por ellos; finalmente, contemplan el universo desde adentro, desde el punto de vista de Dios y todo se transforma de las inseguridades del aislamiento material a la certeza de la progresión espiritual eterna. Aun el tiempo mismo se torna una mera sombra de la eternidad, arrojada por las realidades del Paraíso sobre la panoplia móvil del espacio.