122:8.1
(1351.5) Al alba los dolores de parto ya se habían evidenciado, y
al mediodía del 21 de agosto del año 7 a. de J.C., con la ayuda tierna de otras
viajeras, María dio a luz un niño varón. Jesús de Nazaret había nacido en el
mundo, se le envolvió en ropas que María había traído por precaución, y se le
puso en el pesebre cercano.
Los Documentos enseñan que esta venida representó un acto heroico de Micael. Recordemos que anuló su memoria celestial por varias décadas y se atrevió a nacer en un mundo primitivo y salvaje. Esto podría ser semejante a que usted decidiera borrar temporalmente sus recuerdos y decidir ser instalado en un país remoto del África central para ayudar a esas personas. Y más aún, en el caso de Micael, eso significó inmolarse en la naturaleza de un bebé indefenso. El que el Hijo Creador de un entero universo haya ejecutado semejante acto, llenó de admiración a las criaturas celestiales:
119:7.3
(1316.6) Aunque creíamos que éste sería el método, nunca supimos, hasta el
momento mismo del suceso, que Micael aparecería en la tierra como infante desamparado
del reino. Hasta ese momento siempre había aparecido como un individuo
plenamente desarrollado del grupo de personalidades seleccionado para el
autootorgamiento y fue un anuncio emocionante el que se emitió desde Salvington
informando de que el infante de Belén había nacido en Urantia.
119:7.4
(1316.7) Entonces nos dimos cuenta no sólo de que nuestro Creador y amigo
estaba dando el más precario paso de toda su carrera, aparentemente arriesgando
su posición y autoridad en este autootorgamiento como bebé desamparado, sino
que también comprendimos que su experiencia en este autootorgamiento final y
mortal lo colocaría eternamente en el trono como soberano indisputado y supremo
del universo de Nebadon. Durante un tercio de siglo de tiempo terrestre todos los ojos de todas las partes de este
universo local estuvieron dirigidos a Urantia.
122:8.5
(1352.1) Ese mediodía en que naciera Jesús, los serafines de Urantia, reunidos
bajo sus directores, verdaderamente cantaron himnos de gloria sobre el pesebre
de Belén.
El que Jesús decidiera vivir toda la experiencia humana, compartir existencialmente de forma plena lo que es ser un humano desde el estado embrionario hasta la muerte, nos muestra el segundo objetivo de su venida a la Tierra. Si Jesús solo hubiese venido a enseñar del Padre Universal podría haberse materializado como adulto, tal como hicieron los Cien en el pasado o Melquisedek alguna vez.
Pero Jesús no solo vino a enseñar del Padre Universal, sino a vivir una experiencia humana en plenitud. Para que esa experiencia fuera "químicamente pura", necesitaba olvidar quién era por un lapso de tiempo. Solo así obtendría el punto de vista personal y experencial de sus criaturas. Y eso le otorgó la soberanía completa sobre su universo.
Y los ojos de todo el universo estuvieron pendientes de nuestro planeta. No nos imaginamos cuantas civilizaciones y mundos contemplaron la carrera de Jesús en la Tiera.
Jesús se ha vuelto nuestro hermano, compartió nuestra existencia y naturaleza, y además nos reveló la razón de la nuestra. Nos mostró cual es el camino en el tiempo y en la Eternidad para retornar al Padre Universal.
El es el camino viviente del retorno a Casa.
Incluso en sus autootorgamientos anteriores visitó de manera descendente los mismos niveles de realidad existencial que algún día recorreremos de forma ascendente. El nos dejó pistas y enseñanzas en cada lugar existencial que visitó.
Hemos partido aquí aprendiendo sus enseñanzas para iniciar el retorno.
Sí, aprender de la vida y las enseñanzas de Jesús debe ser la Ciencia suprema del hombre mientras está en la Tierra.
Sí, aprender de la vida y las enseñanzas de Jesús debe ser la Ciencia suprema del hombre mientras está en la Tierra.