Algo importante que se puede valorar de la historia del grupo "Estudiantes de la Biblia", del cual derivaron posteriormente los testigos de Jehová, es que en su comienzo efectivamente estuvieron a punto de lograr la restauración (por lo menos en la parte organizacional) del cristianismo primigenio. Analicemos esta primera parte. Veamos lo que nos relata el historiador James Penton:
Nacido en Pittsburgh, Pennsylvania, en 1852, Russell fue educado como presbiteriano por sus padres, Joseph L. y Eliza Birney Russell, profundamente religiosos, ambos con ascendencia escocesa-irlandesa (Ulster Protestante). Siendo niño, su madre le animó a considerar el ministerio cristiano, pero una vez ella murió, su padre lo entrenó como socio en los negocios. El joven Russell recibió una educación modesta en la escuela pública, complementada por un estudio bajo tutores privados. A la edad de catorce años su padre lo comenzó a utilizar en el manejo de su tienda de ropa y un año más tarde lo estaba enviando a Filadelfia, a centenares de millas de distancia, como agente de compras. En poco tiempo llegó a ser socio pleno de su padre, y juntos levantaron un gran negocio de ropa. A finales de los años 1870s o primeros de la siguiente década había amasado una considerable fortuna.
A pesar de su éxito en el mundo de los negocios, Russell permaneció mucho más interesado en los asuntos religiosos. Fue un devoto muchacho calvinista que en ocasiones escribiría calamitosas advertencias ante el fuego del infierno en lugares públicos con el fin de animar a los trabajadores a reformar sus malos caminos. Fue, sin embargo, apenas transcurridos sus primeros 10 años que, tanto él como su padre comenzaron a experimentar una especie de ‘liberación’ religiosa. Charles se unió a la iglesia Congregacional que era menos austera que la Presbiteriana, y Joseph comenzó a mostrar interés en los Adventistas. Entonces, cuando contaba con tan sólo dieciséis años, la fe de Charles Russell ‘comenzó a ser sacudida al examinar doctrinas aceptadas durante mucho tiempo’. De hecho, al igual que muchos jóvenes serios, ‘cayó víctima preparada para la lógica de la infidelidad’. Intentando convertir a un ‘infiel’, no pudo defender con éxito sus creencias y perdió la fe en la Biblia. A pesar de todo, él siguió pidiendo a Dios y continuó en su búsqueda de la verdad.
La razón por la que el piadoso joven fue sacudido no parece difícil de entender. Tal como muestran sus primeros escritos, fue poderosamente influenciado por el espíritu racionalista de su época y, a partir de su adolescencia, no paró de preguntarse cómo un Dios amoroso podría castigar a los pecadores con el tormento del fuego eterno del infierno. Pero, sin duda, igualmente importantes eran los sentimientos de Russell hacia el Todopoderoso. Para él Dios era su Padre en sentido muy especial y, debido a haber mantenido siempre una relación cálida y amorosa con su padre terrenal, Joseph Russell, parece que jamás pudo concebir al Señor Jehová de una manera que no fuera como alguien misericordioso.
Reconoció abiertamente su ‘deuda con los Adventistas y otras confesiones’, mencionando a dos personas, George Stetson y George Storrs, quienes le prestaron asistencia espiritual. Refiriéndose al período de tiempo comprendido entre 1869 y 1872, dijo: ‘El estudio de la Palabra de Dios con estos queridos hermanos llevó, paso a paso, a renovada y más brillante esperanza para el mundo, si bien no fue hasta 1872 en que tuve una visión clara de la obra de nuestro Señor como el precio por nuestro rescate, cuando alcancé a ver la base y el fundamento de que toda esperanza de restauración reside en esta doctrina’.
El movimiento creado por Russell apenas tenía en sus comienzos características organizativas de lo que pudiera ser una secta o una confesión religiosa. Al igual que George Storrs, Russell aborrecía las iglesias de la cristiandad, a las que consideraba Babilonia la Grande. Sin embargo, creía en la posibilidad de que hubiera algún miembro de la verdadera iglesia (la iglesia de Cristo) engendrado por espíritu, aunque aún fuera miembro de alguna de las iglesias de la cristiandad. Con todo, partiendo del reconocimiento de que ‘la mayor simplicidad de Cristo’ generalmente tan sólo se daba entre los miembros de la Asociación de Estudiantes de la Biblia, correspondía a los auténticos cristianos el abandonar a la cristiandad nominal (particularmente después de 1881) y asociarse primordialmente con otros cristianos verdaderos, miembros de la nueva creación, los Estudiantes de la Biblia. Pero tal asociación había de ser absolutamente libre y voluntaria. Describiendo la naturaleza de las congregaciones de los Estudiantes de la Biblia, tan tarde como en 1915 dijo:
En una ocasión fui llamado por un ministro de la iglesia Reformada. Quería conocer cómo manejaba mi iglesia. Le dije: ‘hermano, no tengo iglesia’. El dijo, ‘ya sabes lo que quiero decir’. Le respondí, ‘quiero que sepas también lo que yo quiero decir. Decimos que sólo hay una iglesia. Si se pertenece a esa iglesia, se pertenece a nuestra iglesia’. Me miró sorprendido y dijo: ‘usted tiene una organización, ¿cuántos miembros la componen?’. Le repliqué, ‘no puedo decirle. No mantenemos listas’. ‘¿No tiene una lista de sus miembros?’ ‘No. No mantenemos lista alguna. Sus nombres están escritos en los cielos’. El preguntó, ‘¿Cómo obtienen su elección?’. Le dije, ‘Nosotros hacemos anuncio para una elección. Y cualquiera o todos los del pueblo de Dios, que han sido consagrados y acostumbran a reunirse con esta compañía o congregación, pueden tener el privilegio de expresar su criterio en cuanto a aquellos que el Señor prefiere para los puestos de ancianos y diáconos en la congregación’. ‘Bien’, dijo, ‘eso en sí mismo es simplicidad’. Entonces añadí, ‘no pagamos salario; nada hay que dé motivo a la gente para tener disputa. Nunca hacemos colectas’. ‘¿Cómo consiguen el dinero?’, preguntó. Le respondí: ‘Doctor…, si le cuento lo que es la simple realidad, le va a resultar muy difícil de creer. Cuando la gente se interesa por este camino, no encuentran el platillo bajo sus narices. Pero se dan cuenta de que existen gastos. Se dicen: “este local tiene un coste. Observo que en el intermedio de las reuniones se sirve comida gratis para quienes viven algo lejos. ¿Cómo puedo contribuir en algo para ello?’” Me miró como diciendo, ‘¿Me está tomando por un novato?’ Le dije: ‘Dr…, le estoy diciendo la pura verdad. Ellos me hacen esta pregunta: “¿Cómo puedo contribuir monetariamente para esta causa?”. Cuando uno obtiene bendiciones y tiene recursos, desea usarlos para el Señor. Si no los tiene, ¿por qué habríamos de presionarle para ello?’.
Nada hay que pueda asimilarse a algo semejante a una organización, si uno es Estudiante Internacional de la Biblia. No puede extraerse algo de lo que no hay dentro. Si alguien me puede decir cómo entró en Babilonia mediante mostrar interés en los asuntos de la Watch Tower Bible and Tract Society, que me muestre cómo va a salir y saldré con él.
Como el propio Russell indicó, se elegía a todos los ancianos y diáconos de los Estudiantes de la Biblia. Si la mayoría de la congregación estimaba que la enseñanza o la conducta no eran las apropiadas, tenían derecho a no elegirlos de nuevo para su ministerio al año siguiente. Pero ¿y si había división? Quienes no estuvieran de acuerdo con la mayoría podían sencillamente formar otra ecclesia y permanecer en asociación con los Estudiantes de la Biblia mientras no negaran las creencias fundamentales. Por supuesto, una vez hubieran abandonado su anterior ecclesia, no habrían de interferir en las actividades de la misma.
La disciplina eclesiástica no era prerrogativa o responsabilidad de ningún oficial de la ecclesia local o de entre los Estudiantes de la Biblia, incluído el propio Russell. Preguntado en cuanto a si los ancianos podían constituir un tribunal de indagación, fue tajante: ‘La palabra del Señor no autoriza tribunal alguno de ancianos u otros, que lleguen a ser entrometidos. Eso sería retroceder a las prácticas de la Edad del Oscurantismo en tiempos de la Inquisición, y estaríamos mostrando el mismo espíritu de los inquisidores’. Una vez más, ante todo Russell puso como el valor más alto la libertad cristiana y el derecho de todos a dirigirse por la propia conciencia.
¿Qué hay de las dificultades en las diferentes congregaciones de los Estudiantes de la Biblia? Russell creía que la mayor parte de los problemas podían ser resueltos con el amor y no llegarían a representar serios desafíos. Con todo, si había algún asunto de gravedad, las personas deberían guiarse por el consejo de Jesús en Mateo 18: 15-18. Según estos versículos, si un hermano cometía un pecado contra un miembro de la congregación, éste podría abordarlo personalmente para resolver el asunto. Si eso no diera resultado, podría tomar a otros dos o tres más para esclarecer los hechos e intentar nuevamente la reconciliación. Unicamente en el caso de fracaso en este segundo intento expondría el caso a toda la congregación para obtener justicia. Si, aún así, el hermano que ha cometido el error no se arrepiente de su pecado, aquel contra quien pecó y la ecclesia podrían legítimamente tratarlo como ‘gentil y recaudador de impuestos’, es decir, como una persona no cristiana.
¿Qué hay si el pecado es contra toda la ecclesia? Siguiendo los pasos que se acaban de enumerar, uno podría ser expulsado de la congregación, si no existe arrepentimiento. Pero Russell reconoció que la mayoría podría estar tan equivocada como el propio individuo y enfatizó la necesidad de que hubiera casi unanimidad absoluta en la congregación para privar a alguien de la asociación cristiana. Incluso en el caso de que alguien fuera expulsado de una ecclesia en particular, eso no conllevaba el rechazo en todas las circunstancias sociales ni por la totalidad de los Estudiantes de la Biblia. De modo que la disciplina era atemperada y se mantenía como una medida mínima en preservación de la armonía personal y congregacional. Russell y los Estudiantes de la Biblia rehusaron ir más allá de eso.
Russell además creía en un alto grado de tolerancia y amplio margen en las creencias. Haciendo un comentario a Romanos 14: 5 en la New Creation, dijo: ‘que cada uno sea completamente persuadido en su propio interior’. Reconocía que, aunque era importante la unidad cristiana, era primordial hacer notar que no debería forzarse la uniformidad doctrinal: ‘El pueblo del Señor no solamente ha desarrollado diferentes talentos y diferencias en experiencia y educación, sino que además posee distintos grados de desarrollo como nuevas criaturas (niños, jóvenes, personas maduras)’. Naturalmente, todos reconocen y concuerdan en ciertas doctrinas: ‘Deben aceptar lo fundamental, que todos somos pecadores, que Jesucristo, nuestro líder, nos redimió mediante su sacrificio consumado en el Calvario, que estamos en la escuela de Cristo para ser enseñados y ser aptos para el Reino y su servicio, y que nadie entra en dicha escuela salvo los que se han consagrado por completo al Señor. Más allá de estas cosas ha de haber gran libertad. Ni siquiera el bautismo en agua era absolutamente necesario, y cada uno habría de tener derecho a expresar sus sentimientos de manera ordenada en todas las cuestiones doctinales. A nadie se le habría de negar el reconocimiento como hermano a menos que rechazara la aceptación de lo fundamental. Russell y los Estudiantes de la Biblia adoptaron, por tanto, como su lema no oficial: ‘Unidad en lo esencial, en lo no esencial, amor’. - Investigación de James Penton.
Es sorprendente que muchas de las ideas en cuanto a organización que tenía Russell son casi idénticas a las investigaciones vertidas en este blog y que aparecen en la barra lateral. Sin duda, podrían haber logrado la restauración de una especie de cristianismo primitivo, pero no faltó que varios factores finalmente impedieron que se conviertan en esa ansiada restauración.
Por esa razón, la historia nos enseñanza que aunque un grupo se encamine a la forma de una asociación que restaure el cristianismo verdadero, no faltará que degenere en otra cosa. Al parecer esto tiene que ver con que el trigo solo será liberado en la época de la Siega, y la la Profecía es inexorable.