miércoles, 23 de mayo de 2012

Sobre los "Privilegios" y el Servir

La Religión que fundó Jesús de Nazaret realmente no era una Organización nominal, ni siquiera una superestructura editorial ni nada semejante. Su Iglesia ciertamente estaba organizada a nivel interno en varias congregaciones, pero cada congregación podía diferir incluso en aspectos doctrinales. En el primer siglo las congregaciones gentiles se habían separado de ciertas observancias de la Ley, pero en Jerusalén y Judea hasta el año 70 E.C existió una fuerte atadura a esas costumbres. Lo importante era que la unidad espiritual prevaleciera, y mientras las congregaciones aceptasen a Cristo como su Señor y Salvador, los accesorios externos irían desapareciendo gradualmente.

La Religión de Jesús era realmente una familia. Y el mundo entero mediante el Evangelio estaba llamado a descubrir que era parte de esa familia. Cuando un incrédulo aceptaba las Buenas Nuevas se congregaba con quienes también habían descubierto su filiación con Dios. Esto lo hacía por una fuerza interna, no por una presión para pertenecer a un grupo social u organización poderosa humana.

Privilegios
En el primer siglo los privilegios en las congregaciones siempre tenían que entenderse como rasgos espontáneos de servicio al prójimo y no como títulos formales.

La palabra griega “diákonos” significa, literalmente traducida, “servidor”. En el pueblo griego, en la época en la que se formó la primitiva Iglesia.

Para ellos, el título no era un programa ni tampoco era aprobado por un Comité de Sucursal en la nación. El diácono es un servidor como Cristo. Jesús había dicho: “Cualquiera que quiera ser grande entre ustedes será el servidor de ustedes.” (Mt 20:26) y también: “El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.” (Mc 10:45). Esto demostraba que de forma natural, y sin formalidades mayores, quienes querían servir a otros ya comenzaban su ministerio de diákono. La congregación o algún misionero simplemente ratificaba ese ministerio, pero carecía de un halo formal, como si fuera el ascenso dentro de una empresa. En el fondo, todos eran una familia, y los auxiliadores prestos (hombres y mujeres), comenzaban a perfilarse como diákonos.

El cargo en la Iglesia es, por lo tanto, un servicio. No lo son para valer más o para tener más poder o prestigio, sino para servir más. En el mundo occidental la expresión “privilegio” puede entenderse mal. A menudo alguien con privilegios se entiende que tiene ventajas o aspectos exclusivos sobre otros. Por eso es un privilegiado. Por lo tanto, dicha expresión debería analizarse por los gestores de las religiones. A menudo crea una falsa imagen en quienes aspiran a esos servicios. Por esa razón hay tantos problemas cuando hay quienes pierden sus “privilegios”. Lo toman como degradaciones de cargo dentro de una empresa. Esto ocurre especialmente en la Watchtower.

Muchas veces todavía se piensa y se escucha que el diácono es una ayuda o sirve al Anciano. La idea del diácono-servidor no es esta. Al diácono no se lo debe considerar como un servidor del anciano o pastor. Es un servidor directo del Pueblo de Dios y de los pobres. Considerarlo como un servidor del párroco, anciano o pastor, es abusar del diácono, porque la misión y las tareas del diácono son otras, y no existe para suplirle o para ayudarle al anciano.

El servicio del Siervo Ministerial o Diakono es paralelo al del Anciano. Ambos sirven directamente a la congregación pero con leves cambios sutiles.

El diácono no está subordinado al Anciano, como en un ejército el mayor es el subalterno del coronel. Al contrario, los dos ministerios eclesiales tienen que servir de manera fraternal e igualitaria al Pueblo de Dios.

Privilegios "teocráticos"

Hay Privilegios no bíblicos cómo Precursor, Betelita y Siervo de Construcción. Aunque éstos privilegios son útiles para una organización religiosa y pueden ser valiosos dependiendo de la madurez y actitud de la persona, claramente son atributos no bíblicos. Llama la atención cómo una organización que se jacta de ser apegada a la Biblia haya fabricado privilegios no señalados en las Escrituras.

Lamentablemente éste Sistema impuesto genera en muchos una obsesiva fijación de conseguir "privilegios", tras lo cual  se esconde un fuerte complejo de inferioridad (consciente o inconscientemente).  A pesar de que se dice que ese no es el propósito, no obstante la gente lo toma como una medalla de honor,como un título. Y muchas veces los "privilegiados" forman un círculo cerrado anti cristiano, en donde se crean ambientes y reuniones sociales exclusivistas. Así, en muchos hay una fuerte presión social de hacerse Precursor para sentirse "especial" y ser aceptado en una especie de "status" que lo haga ser invitado a reuniones especiales, participar en actividades sociales exclusivistas, etc. El Ego se infla y otras cualidades se apagan. Incluso hay quiénes buscan matrimonio con quiénes solo tengan esos "privilegios" formales.

Entoces, a pesar de que se predique lo contrario, en la práctica si se forma una Casta con títulos formales y de categoría "teocrática". Y cuando alguién es privado de tales privilegios, a menudo tiene reacciones negativas, como si fuera privado de un cargo importante en una empresa.

Aunque en la actualidad éste espiritu está desapareciendo de algunas congregaciones, no es menos cierto que aún es fomentado de forma incorrecta por algunos Superintendentes de Circuito. Falta madurez, sabiduría y equilibrio para motivar al Servicio verdadero. En el fondo, la existencia de Privilegios formales sí genera un ambiente artificial que ha contribuído a mucho mal durante décadas.

Además, algunos tras perder sus privilegios o incluso renunciar voluntariamente a ellos, han sido mal mirados por su congregación, debido a éste sistema mal enfocado. Cierto anciano una vez escribió:



A raiz de mi baja como anciano, comencé a observar ciertas actitudes en algunos miembros de la congregación donde servía, que me entristecieron. La frialdad en el trato a partir de éste hecho me dolía, pues durante los ocho años que estuve con esa responsabilidad, había sacrificado muchas cosas por servir a los demás, y no veía una respuesta positiva por parte de dichos miembros de la organización, que antes habían valorado profusamente mi labor a pesar de mi estado. El tan cacareado amor que se dice, existe entre los Testigos, mostraba su verdadero rostro ante la dificultad o la desgracia de los demás.

No, no llegué a ser expulsado, como algunos Testigos proclaman en la actualidad, de hecho, se continuó conduciendo un 'estudio de libro' en mis oficinas, y unos meses después se trasladó a mi hogar, hasta que este fue retirado en el verano de 1995. Tampoco me sentí enrabietado por el cese y tampoco  a raíz de el, me convertí en crítico de la organización, de los ancianos, etc. Seguí asistiendo a todas las reuniones junto con mi esposa y mi hija, seguí predicando cada domingo, incluso hice el 'precursorado' un mes, y comencé a recibir nuevamente ciertos 'privilegios', como tener demostraciones, servir como lector de Atalayas y libros, controlar listas de la Escuela y la Reunión de Servicio, etc.

El Servicio verdadero

La vida espiritual acrecienta poderosamente la verdadera autoestima. Pero la autoestima no es la admiración de sí mismo. La autoestima siempre está coordinada con el amor y el servicio a los semejantes. - L.U

10 El mismísimo que descendió también es el que ascendió muy por encima de todos los cielos, para dar plenitud a todas las cosas. 11 Y dio algunos como apóstoles, algunos como profetas, algunos como evangelizadores, algunos como pastores y maestros, 12 con miras al reajuste de los santos, para obra ministerial, para la edificación del cuerpo del Cristo, 13 hasta que todos logremos alcanzar la unidad en la fe y en el conocimiento exacto del Hijo de Dios, a un hombre hecho, a la medida de estatura que pertenece a la plenitud del Cristo - Efesios 4: 10-13

Pablo dice que hay variedad de funciones. No todos son evangelizadores, no todos son profetas, etc. Todos y cada uno de los cristianos tienen o reciben la 'dádiva gratuíta' o 'don' y con ella edifican el cuerpo. Nadie hay por encima de nadie. Cristo los toma a todos, porque todos componen su cuerpo, y los coloca como quiere, y les da los dones que quiere, y estos miembros al poner operativo dichos dones se edifican unos a otros, y crecen y ya no son 'pequeñuelos, aventados como por olas y llevados de aquí para allá por todo viento de enseñanza por medio de las tretas de los hombres, por medio de astucia en tramar el error', sino que tienen sus facultades perceptivas entrenadas para distinguir tanto lo correcto como lo incorrecto.

Las palabras de Pablo son una confirmación de que la profesión del cristianismo es un acto de libertad e individualidad que tiene un proyección de Servicio verdadero hacia los demás, cada uno según los dones y bondades que recibe. (1 Pedro 4:10; 1 Cor 4:7). Nadie es mayor que nadie. Nadie 'manda' mas que nadie. El que 'preside' es el que más trabaja en favor de los demás. Para 'presidir' no necesita un 'nombramiento' especial, sino que es su propia disposición y el reconocimiento de los demás el que le lleva a colocarse delante.

El Servicio lo llevaremos por la Edades Eternas y es un sello de las actividades universales y cósmicas en los mundos de Estancia tal como lo muestra L.U. Pero es un Servicio basado en el Amor verdadero.

En una ocasión, un amigo me regaló un hermoso poema de la chilena Gabriela Mistral. No hay forma de describir mejor el Servicio:

Toda la naturaleza es un anhelo de servicio
Sirve la nube, sirve el viento, sirve el surco.
Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú.
Donde haya un esfuerzo, que todos esquivan, acéptalo tú.
Se tú el que apartó la piedra del camino,
El odio entre los corazones,
Las dificultades del problema.

Hay la alegría del ser sano y la de ser justo.
Pero hay sobre todo, la hermosa, la inmensa alegría de servir.
Que triste sería el mundo, si todo en él estuviera hecho...
Si no hubiera un rosal que plantar, una empresa que emprender.

No sólo se hace mérito de los grandes trabajos; hay pequeños servicios:
Adornar una mesa, ordenar unos libros...

El servir no es faena de los seres superiores.
Dios que da el fruto y la luz, sirve.
Tiene los ojos fijos en nuestras manos y nos pregunta cada día...

¿Serviste Hoy?