Quizás una de las más hermosas y esperanzadoras partes del Libro de Urantia es la parte IV, "La vida y las enseñazas de Jesús". Sobre su experiencia frente a la vida, se nos declara cuando Jesús cumplió los veinte años:
(1405.4) 127:6.12 Jesús se está convirtiendo rápidamente en hombre, no simplemente un joven adulto, sino un adulto. Ha aprendido bien a cumplir con sus obligaciones. Sabe sobreponerse a las desilusiones, y no se amilana cuando se frustran sus planes y cuando sus propósitos resultan temporalmente derrotados. Ha aprendido a ser equitativo y justo aun frente a la injusticia, y está aprendiendo a ajustar sus ideales de vida espiritual a las demandas prácticas de la existencia terrestre. Está aprendiendo a proyectar la consecución de metas idealistas más distantes y elevadas mientras labora seriamente por la consecución de objetivos necesarios más cercanos e inmediatos. Está desarrollando el arte de ajustar sus aspiraciones a las demandas convencionales de los acontecimientos humanos. Está a punto de dominar la técnica de utilización de la energía del impulso espiritual para mover el mecanismo del logro material. Lentamente está aprendiendo a vivir su vida celestial mientras continúa viviendo la vida terrestre. Cada vez más se acoge a la orientación y dirección final de su Padre celestial a la vez que asume el papel paterno de orientar y dirigir a los hijos de su familia terrestre. Se está volviendo experto en arrancar la victoria de las fauces mismas de la derrota; está aprendiendo a transformar las dificultades temporales en triunfos de la eternidad.
(1405.5) 127:6.13 Así pues, según pasan los años, este joven nazareno sigue experimentando la vida como se la vive en la carne mortal de los mundos del tiempo y del espacio. Vive una vida plena, repleta, representativa en Urantia. Al partir de este mundo, llevó toda la experiencia que sus criaturas atraviesan durante los cortos y arduos años de su primera vida, la vida en la carne. Y esta total experiencia humana, es una posesión eterna del Soberano del Universo. Él es nuestro hermano comprensivo, nuestro amigo compasivo, nuestro soberano experto y nuestro padre misericordioso.