domingo, 10 de junio de 2012

Reflexión sobre el estado de nuestro mundo

Huelga del ferrocarril del siglo XIX
Nuestro mundo no tiene circunstancias ideales, aún hay países con graves problemas y este mundo no es un planeta ideal. Sin embargo, es realista y justo comentar que nuestra civilización en conjunto a mejorado en innumerables cosas. Muchas veces se destaca en exceso la condición negativa de nuestra civilización, y no se aprecia en su justa medida nuestro estado actual. Por lo general,  muchos creen que vivimos en la peor época de la historia humana. Pero esa declaración obedece a un desconocimiento de la historia y a un grado de manipulación política o religiosa para promover sistemas de poder sobre las masas.

 Por ejemplo, la profetiza Adventista Ellen White hacía básicamente comentarios y protestas contemporáneas de su época de fines del siglo XIX.  Su mensaje se revelaba como motivador para tanta gente porque enfocaba cuestiones y eventos de su época y pronunciaba un juicio profético sobre ellos. Ella predicaba el fin inminente del mundo que la rodeaba. El desmoronamiento del protestantismo resultaría en el Apocalipsis. El fin de su era traería el fin del mundo, incluyendo a la América Victoriana.

En 1755 tuvo lugar un terrible terremoto en Lisboa que se caracterizó por su gran duración, dividida en varias fases, y por su virulencia, causando la muerte de entre 60 000 y 100 000 personas. Fué de magnitud 9. El sismo fue seguido por un maremoto y un incendio que causaron la destrucción casi total de Lisboa. El terremoto acentuó las tensiones políticas en Portugal e interrumpió abruptamente las ambiciones coloniales de este país durante el siglo XVIII.

En su libro titulado El Conflicto de los Siglos (en inglés, The Great Controversy)  Elena G. de White comenta que este terremoto sigue al cumplimiento de algunas profecías encontradas en la Biblia (terremoto de Revelación 6) y que fueron muy significativas al nacimiento de la Iglesia Adventista del Séptimo Día; ella relata textualmente así:

Estas señales se vieron antes de principios del siglo XIX. En cumplimiento de esta profecía, en 1755 se sintió el más espantoso terremoto que se haya registrado. Aunque generalmente se lo llama el terremoto de Lisboa, se extendió por la mayor parte de Europa, África y América. Se sintió en Groenlandia en las Antillas, en la isla de Madera, en Noruega, en Suecia, en Gran Bretaña e Irlanda. Abarcó por lo menos diez millones de kilómetros cuadrados. La conmoción fue casi tan violenta en África como en Europa. Gran parte de Argel fue destruida; y a corta distancia de Marruecos, un pueblo de ocho a diez mil habitantes desapareció en el abismo. Una ola formidable barrió las costas de España y África, sumergiendo ciudades y causando inmensa desolación.

Todo período histórico experimenta cambios, pero los victorianos constituían la primera generación que los percibía y describía su época como una era de transición. Las "tinieblas" de la Edad Media habían sido deshechas. Según muchos predicadores, la bestia del Catolicismo Romano había recibido la "herida mortal" con ocasión de la Revolución Francesa. Los avances intelectuales y tecnológicos modernos tuvieron un profundo impacto sobre todos. Esos impresionantes avances eran considerados "señales de los tiempos", indicando un cambio, no sólo del pasado hacia el futuro, sino también de este mundo hacia el otro. Así floreció el milenarismo. Asi muchos como Ellen White, interpretaban su tiempo de cambios nada menos que en términos escatológicos. Los inmensos avances en su mundo señalaban que el mundo estaba a punto de terminar.

Aparte del terremoto de Lisboa, Ellen Withe señalaba a un enorme incendio forestal de Estados Unidos que provocó oscuridad, y una lluvia de estrellas en 1833 como señales inequívocas del Advenimiento del Señor y el cumplimiento de las profecías. Todo estaba unido al convulso panorama global en la política.

En el mundo de Ellen White y de otros predicadores como Josiah Strong, la civilización misma parecía amenazada. En Our Country y el Gran Conflicto, problemas tales como la anarquía y las revueltas despertaban aprensión. En 1877, el primer terremoto de desórdenes laborales había conducido a la violencia entre las masas y al derramamiento de sangre con la paralización de los ferrocarriles por todo el país. Las agitaciones laborales continuaron después de la publicación de estas obras. . . . Hubo varios otros desórdenes al comienzo de la década que comenzó en1890. Los inmigrantes, las ciudades, los monopolios, la pobreza, el alcoholismo y la ilegalidad eran causados por la precariedad de la civilización americana. Ellen White creía que los Diez Mandamientos tenían un efecto civilizador sobre el mundo. Con la ley de Dios irrespetada, la civilización daba señales de deterioro. La Biblia sostenía a América como una nación protestante y republicana, pero con la Biblia bajo el fuego cerrado de la alta crítica (incluyendo el Advenimiento de la Era Científica), la nación misma estaba debilitada, tal como ocurrió en Francia al negar la Biblia y a Dios durante la Revolución. Así, Ellen White, como Josiah Strong, identificaba los problemas de la civilización americana como problemas espirituales. Withe señalaba el gran declive moral como señal del inminente Armagedón.

White, escribió: "Desde mediados del siglo XIX, los estudiantes de las profecías en los Estados Unidos presentaron su testimonio al mundo. En los eventos que están teniendo lugar ahora se ve el rápido progreso en dirección del cumplimiento de la predicción".

Ellen White interpretó los peligros que amenazaban a la democracia en términos anticatólicos. En el Tercer Mundo, los adventistas de América Latina leen ahora El Conflicto de los Siglos de Ellen White como si fuese el diario matinal (el artículo fue escrito cuando las dictaduras imperaban en el territorio latinoamericano, hecho ya superado pero que podría aplicarse tal vez parcialmente al África contemporánea). Las agitaciones culturales y los cambios en esas naciones en desarrollo, la presencia dominante de la Iglesia Católica, recuerda la experiencia americana del siglo XIX a la que Ellen White se dirigía.

El Conflicto de los Siglos interpretó la historia como una batalla cósmica entre Dios y Satanás, el bien y el mal, que revelaría por fin las "Buenas Nuevas" sobre Dios. Ella estaba preocupada por la historia sólo en cuanto ella iluminaba el drama espiritual de la "meta-historia" (según Berdyaev). En todas las épocas de la historia, "el gran conflicto" tuvo lugar en su propia manera particular.

En realidad, cada generación que ha pisado la Tierra cree que su época es especial, única y quizás la última, y evidentemente la peor época de todas.

Al acercarse el año 1000, en toda Europa se creó una psicosis colectiva. Basándose en las palabras de Apocalipsis sobre el milenio, esperaban que con la conclusión del siglo todo terminaría. Por casualidad, en aquellos años ocurrieron una serie de eventos que, confirmaban las señales apocalípticas del fin.

En el año 1033, al cumplirse un milenio exacto de la muerte de Cristo, cundió de nuevo el pavor entre los habitantes de la región francesa de Borgoña, pues se había predicho que el mundo se acabaría para entonces. Una insólita serie de tormentas devastadoras y una grave hambruna acrecentaron el temor de que algo terrible sucedería. Grandes multitudes se dedicaron a la penitencia. La actividad artístico cultural de los monasterios europeos se paralizó casi del todo, y nota curiosa, ¡según el libro Astrology and Prediction, de Eric Russell: "Durante la segunda mitad del siglo X, la fórmula: 'En vista de que se acerca el fin del mundo' era habitual en los testamentos!"

Martín Lutero predijo que el fin era inminente. Alguien afirmó que él dijo: 'En lo que a mí respecta, estoy seguro de que el día del Juicio está a la vuelta de la esquina.' Otro escritor dijo: "Lutero pudo anunciar la cercanía del cataclismo final estableciendo la correlación entre los acontecimientos históricos y las profecías bíblicas.". ¿No le suena familiar?

Respecto a uno de los primeros grupos bautistas se dice: 'Los anabaptistas de principio del siglo XVI creían que el Milenio empezaría en 1533.' Edwin Sandys (1519-1588), arzobispo de York y primado de Inglaterra dijo que: 'podemos estar seguros de que ésta venida del Señor está cerca.'

Algunos han hecho predicciones espectaculares del fin del mundo para llamar la atención sobre sí. Otros están sinceramente convencidos de que sus proclamaciones son verdaderas, pero en su afán por transmitir su expectación anhelante, han manipulado y torcido el entendimiento de ciertas palabras recogidas en la Biblia o en libros religiosos, y han 'interpretado' dichas palabras, estableciendo la correlación entre los acontecimientos históricos y las profecías bíblicas, tal como hizo Lutero, para crear la expectativa e incentivar a los creyentes a un proceder o actividad que da la apariencia de cierta devoción piadosa. Y es que la obsesión por ver el fin tras todo acontecimiento de nuestros días, raya en la enfermedad.

Teniendo ésto como antecedente analizaremos en sucesivas entradas cuál es el auténtico estado de la humanidad.