lunes, 2 de julio de 2012

El Desafio para usted

(2082.9) 195:9.4 La religión necesita nuevos líderes, hombres y mujeres espirituales que se atrevan a depender solamente de Jesús y de sus enseñanzas incomparables. Si el cristianismo persiste en desatender su misión espiritual, mientras sigue ocupándose de los problemas sociales y materiales, el renacimiento espiritual deberá esperar el advenimiento de estos nuevos maestros de la religión de Jesús, que se dedicarán exclusivamente a la regeneración espiritual de los hombres. Entonces, estas almas nacidas del espíritu proveerán rápidamente el liderazgo y la inspiración que se requieren para una reorganización social, moral, económica y política del mundo.

(2083.1) 195:9.5 La era moderna se negará a aceptar una religión que no esté de acuerdo con los hechos y que no se armonice con los conceptos más elevados de verdad, belleza y bondad. Está llegando la hora del redescubrimiento de los verdaderos y originales cimientos del distorsionado y comprometido cristianismo de hoy: la verdadera vida y enseñanzas de Jesús.

(2083.2) 195:9.6 El hombre primitivo vivió una vida de esclavitud supersticiosa al terror religioso. Los hombres modernos civilizados temen caer bajo el dominio de poderosas convicciones religiosas. El hombre pensante siempre temió caer cautivo de una religión. Cuando una religión poderosa y emocionante amenaza dominarlo, invariablemente trata de racionalizar, tradicionalizar e institucionalizar a dicha religión, con la esperanza de llegar a controlarla. Por medio de este procedimiento, aun una religión revelada se vuelve hecha y dominada por el hombre. Los hombres y mujeres modernos e inteligentes evaden la religión de Jesús, porque temen lo que les hará a ellos —y con ellos. Todos estos temores son bien fundados. La religión de Jesús en efecto domina y transforma a sus creyentes, exigiendo que los hombres dediquen la vida a buscar el conocimiento de la voluntad del Padre en el cielo y que las energías del vivir se consagren al servicio altruista de la hermandad del hombre.

(2083.3) 195:9.7 Los hombres y mujeres egoístas francamente no quieren pagar este precio, ni siquiera para conseguir el tesoro espiritual más grande que se haya ofrecido jamás al hombre mortal. Sólo cuando el hombre se haya desilusionado suficientemente de las congojas y desencantos que acompañan a la búsqueda necia y engañosa del egoísmo, y haya posteriormente descubierto la esterilidad de la religión formalizada, estará dispuesto a volverse de todo corazón hacia el evangelio del reino, la religión de Jesús el Nazareno.

(2083.4) 195:9.8 El mundo necesita más religión de primera mano. Incluso el cristianismo —la mejor de las religiones del siglo veinte— es no sólo una religión sobre Jesús, sino que también es, notablemente, una religión que los hombres experimentan de segunda mano. Ellos toman su religión tal como se la entregan sus maestros religiosos aceptados. ¡Qué despertar experimentaría el mundo si tan sólo pudiera ver a Jesús así como él realmente vivió en la tierra, y conocer, de primera mano, sus enseñanzas dadoras de vida! Las palabras que describen las cosas bellas no pueden emocionar tanto como el espectáculo de esas cosas bellas, tampoco pueden las palabras de fe inspirar la alma de los hombres tanto como la experiencia de conocer la presencia de Dios. Pero la fe esperanzada mantendrá por siempre abierta la puerta de la esperanza en el alma del hombre, para el ingreso en las realidades espirituales eternas de los valores divinos de los mundos del más allá.

(2083.5) 195:9.9 El cristianismo se atrevió a disminuir sus ideales ante el desafío de la avidez humana, la locura de la guerra y el deseo de poderío; pero la religión de Jesús permanece en el lugar del llamado espiritual inmaculado y trascendente que evoca a lo mejor que hay en el hombre, para que éste se eleve por encima de todas estas herencias de evolución animal y, por la gracia, alcance las alturas morales del verdadero destino humano.

(2083.6) 195:9.10 El cristianismo está amenazado con una muerte lenta a manos del formalismo, la organización excesiva, el intelectualismo y otras tendencias no espirituales. La iglesia cristiana moderna no es esa hermandad de creyentes dinámicos que Jesús comisionó para que continuamente realizaran la transformación espiritual de las generaciones sucesivas de la humanidad.

Jesús nos anima a ser participantes ACTIVOS del cambio:

(1931.5) 178:1.14 No debéis ser místicos pasivos ni ascetas insulsos; no debéis llegar a ser soñadores ni vagabundos, que confían supinamente en una Providencia ficticia para que provea aun sus necesidades vitales. Debéis en verdad ser tiernos en vuestro trato con los mortales que yerran, pacientes en vuestras relaciones con los ignorantes, serenos cuando se os provoque; pero también debéis ser valientes en la defensa de la rectitud, poderosos en la promulgación de la verdad y enérgicos en la predicación de este evangelio del reino, aun hasta los fines de la tierra.

(1931.6) 178:1.15 Este evangelio del reino es una verdad viva. Yo os he dicho que es como levadura en la masa, como el grano de la semilla de mostaza; ahora os declaro que es como la semilla del ser vivo que, de generación en generación, aunque sigue siendo la misma simiente viva, se desarrolla infaliblemente en nuevas manifestaciones y crece aceptablemente en canales de nueva adaptación a las necesidades y condiciones particulares de cada generación sucesiva. La revelación que yo os he hecho es una revelación viva, y deseo que rinda los frutos apropiados en cada individuo y en cada generación de acuerdo con las leyes del crecimiento, el aumento y el desarrollo adaptativo espirituales. De generación en generación este evangelio debe mostrar una vitalidad en aumento y exhibir mayor profundidad de poder espiritual. No debe permitirse que se vuelva meramente un recuerdo sagrado, un mero relato tradicional sobre mí y los tiempos en los que vivimos ahora.