Jesús de Nazaret trajo un gran doble mensaje. Estas fueron en verdad buenas noticias para el mundo. Los primeros cristianos vivian en una civilización muy religiosa. Por lo tanto, las buenas noticias tenían que contener necesariamente elementos de la cultura judía, citas de las Escrituras Hebreas y un gran contenido ancestral. Es así como el núcleo del mensaje del Amor, la hermandad entre los hombres y la paternidad de Dios estaba bajo el cascarón o revestido de la religiosidad hebrea.
Tal como se analizó en la entrada anterior, la iglesia cristiana del siglo I es una institución para dicha época. Las modernas iglesias han tratado de replicar dicha iglesia primitiva y han fracasado por que han tratado de exportar una sociedad eclesial que solo era funcional para la cultura del mediterráneo del siglo I.
El mensaje de la hermandad de toda la humanidad, y la paternidad de Dios son elementos sustentados en el amor universal. Hoy nos encontramos en una civilización que no está motivada por la religión o la cultura ancestral. Los parámetros que movilizan exteriormente al mundo están nutridos por el lucro, la competencia, y el materialismo. Sin lugar a dudas, para vencer la resistencia de éstos elementos, el mensaje de las buenas nuevas no puede estar con las vestimentas religiosas de una era cultural de Palestina del primer siglo.
La misma Biblia, el lenguaje bíblico y la historia bíblica es un subproducto del intento de traer a nuestra época una cultura que no es nuestra. Se ha intentado fosilizar la historia pasada como historia sagrada y crear un estereotipo cultural que intentó ser impuesto en la Edad Media. Luego, las religiones protestantes y sus últimos vástagos han recibido dicha escenificación o intento de interpretación de una realidad que ya no existe.
Las Buenas Nuevas tienen que llegar a todas las personas de una forma clara. Las personas ya están predispuestas negativamente a la religión formal, ya no es parte de su cultura y predicarles en base a la Biblia, revistas y literatura religiosa solo puede ser una opción para personas que solo se mueven dentro del cerrado círculo religioso. Si queremos llegar a la mayor cantidad posible de personas, el mensaje de la hermandad y el amor debe ser expansivo, mostrarse en su total claridad sin los ropajes culturales, y entonces universalmente será escuchado. El mismo núcleo de la predicación de Jesús tiene que revivir.