miércoles, 12 de septiembre de 2012

El mal, pecado y la iniquidad

1. La definición de Jesús del mal, el pecado y la iniquidad.

“«El mal es la transgresión inconsciente o sin intención de la ley divina, la voluntad del Padre. El mal es, del mismo modo, la medida de la imperfección de la obediencia a la voluntad del Padre.

“«El pecado es la transgresión consciente, conocedora y deliberada de la ley divina, la voluntad del Padre. El pecado es la medida de la renuencia a la guía divina y a la dirección espiritual.

“«La iniquidad es la transgresión voluntaria, decidida y persistente de la ley divina, la voluntad del Padre. La iniquidad es la medida del rechazo constante del plan amante del Padre para la supervivencia de la personalidad y del ministerio misericordioso de los Hijos para la salvación.” (1660.2) 148:4.3

2. Los distintos conceptos de pecado.

“Hay muchas maneras de considerar el pecado; pero desde el punto de vista filosófico del universo, el pecado es la actitud de una personalidad que deliberadamente resiste la realidad cósmica. Se puede considerar el error como un concepto erróneo o una deformación de la realidad. La maldad es una realización parcial de las realidades del universo o una falta de adaptación a ellas. Pero el pecado es una resistencia intencional a la realidad divina —el optar conscientemente oponerse al progreso espiritual— en tanto que la iniquidad consiste en desafiar abierta y persistentemente la realidad reconocida y supone tal grado de desintegración de la personalidad que raya en la locura cósmica.” (754.5) 67:1.4

3. Cómo el error y el mal progresan hacia el pecado y la iniquidad.

“El error sugiere la falta de agudeza intelectual; la maldad, deficiencia de sabiduría; el pecado, pobreza espiritual abyecta; pero la iniquidad indica la pérdida del dominio de la personalidad.

“Cuando se opta tantas veces por el pecado y se lo repite tan a menudo, éste puede convertirse en hábito. Los pecadores habituales pueden volverse fácilmente inicuos, rebeldes incondicionales contra el universo y todas sus realidades divinas. Bien que se puede perdonar toda clase de pecado, dudamos que el inicuo empedernido jamás sienta arrepentimiento por sus fechorías o acepte el perdón de sus pecados.” (755.1) 67:1.5

4. El pecado aísla de la realidad universal.

“Todo impulso de todo electrón, pensamiento, o espíritu es una unidad actuante en el universo entero. Sólo el pecado está aislado y el mal resiste a la gravedad en los niveles mental y espiritual. El universo es un todo; ninguna cosa ni ser existe ni vive en aislamiento. La autorrealización es potencialmente maléfica si es antisocial. Es literalmente verdad: «Ningún hombre vive para sí». La socialización cósmica constituye la forma más elevada de unificación de la personalidad. Dijo Jesús: «Aquél que entre vosotros quiere ser el más grande, dejad que sea el servidor de todos»” (647.5) 56:10.14 Lucas 22:26.

5. El problema del pecado.

“El problema del pecado no es autoexistente en el mundo finito. El hecho de la finitez no es malo ni pecaminoso. Un Creador infinito hizo al mundo finito —es la obra de sus Hijos divinos— y por lo tanto debe ser bueno. Es el mal uso, la distorsión y la perversión de lo finito lo que da origen al mal y al pecado.” (1222.2) 111:6.3

6. Redefinición del pecado.

El pecado ha de redefinirse como deslealtad deliberada a la Deidad. Existen grados de deslealtad: la lealtad parcial de la indecisión; la lealtad ambivalente del conflicto; la lealtad moribunda de la indiferencia; y la muerte de la lealtad manifestada por la devoción a ideales impíos.” (984.5) 89:10.2

La auto extinción de la criatura

Junto a las citas anteriores, hay una poderosa y muy profunda en el Libro de Urantia que me ha permitido comprender lo que es "la muerte segunda":

          Dios ama al pecador, y odia el pecado.
“Dios ama al pecador y odia el pecado: esta declaración es filosóficamente cierta, pero Dios es una personalidad trascendente, y las personas tan sólo pueden amar y odiar a otras personas. El pecado no es una persona. Dios ama al pecador porque es una realidad de personalidad (potencialmente eterna), mientras que hacia el pecado Dios no asume ninguna actitud personal, porque el pecado no es una realidad espiritual; no es personal; por lo tanto sólo la justicia de Dios toma conocimiento de su existencia. El amor de Dios salva al pecador; la ley de Dios destruye el pecado. Esta actitud de la naturaleza divina aparentemente cambiaría si el pecador se identificara final y plenamente con el pecado, así como esta misma mente mortal puede identificarse plenamente con el Ajustador espiritual residente. Ese mortal identificado con el pecado se volvería entonces completamente carente de espiritualidad en su naturaleza (y por tanto personalmente irreal) y experimentaría eventual extinción del ser. La irrealidad, incluso el hecho de que la naturaleza de las criaturas es incompleta, no puede existir eternamente en un universo progresivamente real y crecientemente espiritual.” (41.6) 2:6.8
Cómo se ha visto en las citas anteriores, el mal en nuestra realidad pequeña es muy real y dañino. Nos causa sufrimiento y atraso.  No obstante, desde la inmensidad de la perspectiva de la realidad total del universo y ante la magnitud de la bondad y perfección del Padre Celestial, el mal no empaña ni ensombrece en absoluto la soberanía universal de Dios. El mal llega a ser como un fugaz reflejo sobre una armadura de metal. Cómo la hierba verde que desaparece de un día para otro. Urantia nos recuerda que la verdadera realidad es la del Padre Universal y sus universos perfectos. Ante esa grandeza y majestad del Amor, el mal es irreal, es un espejismo y disociación de la realidad en la locura de las criaturas que se atreven a dislocar la realidad verdadera, que intentan la autogratificación al separarse del todo. El tiempo aniquila todas las cosas transitorias e irreales, incluyendo a los inicuos. La realidad espacio temporal viaja en una dirección en la que la ilusión del mal no puede subsistir. Cuando un mortal aniquila su espiritualidad al identificarse con esa dislocación irreal de las cosas (maldad), el también se vuelve irreal. Cómo dice L.U "personalmente irreal". Al no poder marchar al compás de un universo que evoluciona hacia adelante, lo que es irreal desaparece de escena, quién se identificó y se hizo uno con el mal, es disuelto en las cosas que nunca más llegan a ser, su personalidad se volvió parte de la ilusión transitoria del paisaje. Y finalmente desaparecerá.

Me ha costado mucho describir con palabras, la grandeza y profundidad del párrafo anterior de L.U. Y ahora comprendemos que la extinción de los inicuos es auto provocada por ellos mismos. Dios solo ha otorgado mecanismos naturales o a (otras personalidades que lo representan el juicio y evaluación),  en dónde lo real permanece y evoluciona en la dirección favorable al compás de la fuerza que gobierna el universo.

Por eso, el Salmo dice con gran verdad:

No te irrites a causa de los malhechores; no tengas envidia de los que practican la iniquidad. Porque como la hierba pronto se secarán, y se marchitarán como la hierba verde. - Salmo 37:1,2

El mal que tanto nos afecta e impacta, se volverá inexistente con el tiempo, es irreal e ilusorio en medio del observador eterno, tal como la hierba del paisaje cambia a los pocos días.