viernes, 21 de septiembre de 2012

La vida y el símbolo - parte III

La definición que nos da el diccionario del verbo "abstener" nos dice que es sinónimo de retraerse; significa no hacer algo. Como ya hemos indicado previamente, el abstenerse de comer cosas sacrificadas a ídolos no necesariamente significa que el Cristiano no pueda comer estos alimentos. Esto mas bien significa que el Cristiano no puede comer ni participar de estos alimentos mientras los alimentos se encuentran en el altar pagano.

Sin embargo, en el mismo contexto, los apóstoles nos dicen que debemos ‘Abstenernos de fornicación'. Obviamente, no hay ninguna similitud entre los alimentos sacrificados a ídolos y la fornicación. ¿O sí? Pablo escribió que no hay ningún permiso por parte de Dios para participar en ninguna clase de actividad sexual ilícita. Sin embargo, notemos que la Biblia no condena las relaciones sexuales. Por lo tanto, el acto sexual no es el punto en cuestión, sino si éste está en el marco matrimonial ante la ley humana y la de Dios. La sexualidad humana no es la pecaminosa (como han insistido ciertas religiones), sino más bien el pecado consiste en realizarla fuera de lugar. Algo muy parecido a comer el alimento sacrificado a un ídolo.
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Con este enfoque Pablo puso el ejemplo al tratar con problemas. Un ejemplo notable de ello lo vemos en la cuestión de comer carne sacrificada a los ídolos (una de las cuatro cosas alistadas, incluyendo la sangre, en la carta registrada en Hechos, capítulo 15) que ya estudiamos. En Corinto, algunos cristianos hasta iban a los templos idolátricos donde la carne sacrificada después de ser cocinada era servida (a base de pagar) en los recintos del templo pagano. Para un cristiano el comer allí era, sin duda, a los ojos de muchos compañeros discípulos (particularmente entre los de origen judío), comparable a la forma en que los Testigos de Jehová verían a uno de sus miembros hoy en día compartiendo una cena ofrecida bajo patrocinio religioso, que previamente había sido bendecida por sacerdotes y servida en la catedral católica, y con el dinero de la cena recaudado por la iglesia. Aunque la situación pudiese ser comparable, la cuestión era muchísimo más seria. ¿Cómo pues trató el asunto el apóstol?

¿Amenazó él a aquellos que estaban comiendo carne de esa fuente, por medio de advertirles de procedimientos judiciales y de que probablemente se les iba a expulsar o desasociar? ¿Hizo él un llamamiento a la ley, es decir, a un conjunto de reglas, como medios para reprimir tal práctica? Muy al contrario, él mostró que la acción por sí misma no era condenable. Pero podía traer consecuencias indeseables e incluso trágicas. Teniendo pues como base, no la ley, sino el amor, él escribió:
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8 Pero el alimento no nos recomienda a Dios; si no comemos, no por eso somos menos, y, si comemos, no nos es de ningún mérito. 9 Pero sigan vigilando que esta autoridad suya no llegue a ser de algún modo tropiezo para los que son débiles. 10 Porque si alguien te viera a ti, el que tiene conocimiento, reclinado a una comida en un templo de ídolos, ¿no será edificada la conciencia de aquel que es débil hasta el grado de comer alimentos ofrecidos a ídolos? 11 Realmente, por tu conocimiento, el hombre que es débil se arruina, [tu] hermano por cuya causa Cristo murió. 12 Pero cuando ustedes pecan así contra sus hermanos y hieren la conciencia de ellos que es débil, están pecando contra Cristo. 13 Por lo tanto, si el alimento hace tropezar a mi hermano, no volveré a comer carne jamás, para no hacer tropezar a mi hermano” – 1 Corintios 8:8-12.

El que uno comiera o no comiera, por consiguiente, no dependería de alguna ley y de una preocupación por no ser culpable de violarla. Dependería del amor y el interés en no dañar a un hermano "por el que Cristo también murió".   Esto verdaderamente era un enfoque muy superior que hacía que el cristiano revelara lo que había en su corazón, y no simplemente su adhesión a una regla.
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A su vez el consejo del apóstol revela también que él no consideraba como una "ley" la decisión alcanzada por los apóstoles, y otros en Jerusalén (registrada en Hechos capítulo quince). Si hubiera sido una ley, Pablo nunca habría escrito de la forma en que lo hizo a los cristianos en Corinto, diciendo frontalmente que el comer la carne ofrecida a los ídolos era un asunto de conciencia, siendo el factor determinante el que el comer le causara o no tropezar a otros. El contemplar la carta de Jerusalén como una ley y, sobre esta base, insistir que su referencia a la sangre indica que los cristianos permanecen bajo las ordenanzas de la ley de Moisés con relación a la sangre, es indicación clara de que se ignoran las declaraciones del apóstol Pablo mostrando que tal razonamiento es nulo, como lo hace al considerar el asunto relacionado de la "carne ofrecida a los ídolos."

25 Todo lo que se vende en la carnicería, sigan comiéndolo, sin inquirir nada por causa de su conciencia; 26 porque “a Jehová pertenecen la tierra y lo que la llena”. 27 Si alguno de los incrédulos los invita y ustedes desean ir, procedan a comer todo lo que se ponga delante de ustedes, sin inquirir nada por causa de su conciencia. 28 Pero si alguno les dijera: “Esto es algo ofrecido en sacrificio”, no coman, por causa del que se lo haya expuesto y por causa de la conciencia. 29 “Conciencia”, digo, no la tuya propia, sino la de la otra persona. Pues ¿por qué debería mi libertad ser juzgada por la conciencia de otra persona? 30 Si participo con gracias, ¿por qué ha de hablarse injuriosamente de mí por aquello por lo cual doy gracias? – 1 Corintios 10: 25-30

Al no ser probable el tropiezo, nadie tenía derecho de juzgar a Pablo ni a ningún otro cristiano por comer tal carne. Si él no era consciente y el asunto escapaba a su control personal, podía tener una conciencia limpia. En cambio, la Ley del amor, le evitaba a hacer tropezar cuando hasta cierto punto el podía manejar los asuntos. Pero era por Amor al prójimo y no por realizar una violación externa de una Ley.
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Se puede ver un impresionante contraste entre la forma legalista de control que utiliza "procedimientos," reglamentos y ordenanzas, y el medio que utilizó el apóstol Pablo al dar su admonición en contra de la injusticia. En su llamamiento, consistentemente hizo hincapié no en la ley sino en el amor. Así, en su carta a los Romanos, él dijo:
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“No deban a nadie ni una sola cosa, salvo el amarse los unos a los otros; porque el que ama a su semejante ha cumplido la ley. Porque el código de la ley: "No debes cometer adulterio, No debes asesinar, No debes hurtar, No debes codiciar," y cualquier otro mandamiento que haya, se resume en esta palabra, a saber-. "Tienes que amar a tu prójimo como a tí mismo." El amor no obra mal al prójimo; por lo tanto el amor es el cumplimiento de la ley” – Romanos 13:8-10.

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La libertad cristiana nunca debería hacernos insensibles a los escrúpulos y la conciencia de los demás. A la misma vez, nadie tiene derecho de imponer su conciencia sobre otros, y de este modo poner límites a la libertad en Cristo que estos disfrutan. Ni tampoco le pertenece a ningún grupo o cuerpo selecto de hombres ponerse en el lugar de los apóstoles ejerciendo su papel de autoridades apostólicas, y luego imponer su conciencia colectiva a otros, transmitiendo decretos. Cuando una situación de emergencia nos obliga a actuar en el favor de una persona, para hacerle el bien, para hacer lo correcto en ese momento, sea de forma física o espiritual, no hay Ley en contra de esto como dijo Pablo a los Gálatas.
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Mejor dicho, en estas entradas hemos vislumbrado que no estamos violando las Leyes divinas sino más bien conociéndolas y practicándolas en su anchura y profundidad. Hemos entendido que las Leyes tienen como objeto beneficiar al hombre. Las leyes fueron dispuestas para servir al hombre y ayudarlo en su "niñez". Pero una ley nunca estará sobre ese servicio. El entendimiento correcto de esa Ley nos hace ver que ésa ordenanza es parte de una Ley Universal mayor. Jesús dijo que toda la Ley y los profetas penden del Amor a Dios y al prójimo. Ninguna otra ley de Dios entra en conflicto con la Ley del Amor. Si creemos que hay conflicto, es porque no las hemos entendido a cabalidad.*
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* Nota: Un ejemplo clásico es cuando los hombres de Saúl comieron la "carne y sangre" de forma consciente. En éste caso estaban pecando contra Jehová porque no era un asunto fuera de su voluntad o control personal. Sin embargo, Saúl era el responsable por haberlos puesto en tal situación. Saúl, obviamente, actuó irresponsablemente al decir a sus hombres que ellos no podían comer hasta que todos sus enemigos fueran derrotados. Ésto hizo que Jehová no decretase la muerte de ésos hombres (tal como expresaba con claridad y de forma estricta aparentemente la Ley,  ellos tenían que ser ejecutados), y tuvieron que hacer méritos ante Jehová. Aún en este caso, Jehová les perdonó la vida, incluso a Saúl.  Ésto enseña, al igual que en el caso de los animales sin desangrar debido a situaciones externas, que hay una Ley Mayor que rige o encadena las otras leyes. Cómo observamos, Jehová entiende y comprende a la perfección las circunstancias excepcionales de sus criaturas.
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A menudo la ley produce una conformidad exterior que enmascara lo que las personas son interiormente. En los días de Jesús, esta actitud les permitió a los líderes religiosos, por su escrupuloso 'vivir las normas,' aparecer ante la gente 'como hombres justos por fuera, y por dentro estar llenos de hipocresía y desafuero.' Lo mismo sucede en nuestro tiempo. Por consiguiente, la ley, es menos efectiva en aquellas áreas que están más íntimamente relacionadas con el corazón. La ley puede identificar y castigar a un ladrón. Pero no puede hacer lo mismo con un hombre que es cumplidor de la ley, pero que también es avaro, y cuya avaricia y mezquindad hacen sufrir a otros. La ley puede condenar e incluso ejecutar al asesino. Pero es muy poco lo que puede hacer para procesar al hombre que odia, que alberga celos, envidia o rencor y que busca venganza, especialmente si tiene cuidado de hacerlo por medios "legítimos."
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Esta es la grandeza de la libertad cristiana, el saber que uno puede poner en práctica libre y espontáneamente aquellas cualidades divinas sin que ninguna autoridad religiosa tenga el derecho de intervenir y restringir o contramandar expresiones de amor, bondad o humildad o de cualquier otra de tales cualidades. Uno puede hacer esto libre de ansiedad, sabiendo que "no hay ley," ni ningún conjunto de reglas que los obstaculice o que les pone trabas en hacer aquello de lo que, en lo más recóndito de su corazón, están convencidos que es lo correcto y lo bueno, lo amable y lo amoroso que han de hacer, aprobado por Dios, aunque esté desaprobado por ciertos hombres.
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Sin duda, entonces, el no estar bajo ley, sino bajo la bondad inmerecida de Dios de ninguna manera disminuye nuestro sentido de responsabilidad como personas libertadas por Cristo. De hecho, esto lo aumenta. Porque se nos amonesta: "Hablad y obrad tal como corresponde a los que han de ser juzgados [no por algún código de la ley, o por un conjunto de reglas humanas, sino] por la Ley de la libertad. Porque tendrá un juicio sin misericordia el que no tuvo misericordia, pero la misericordia se siente superior (aventaja, al juicio)." Esa "ley de la libertad" es la que el discípulo Santiago acababa de mencionar en su carta como la "ley regia" o la "ley suprema" a saber, "tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo."
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Puede que a ciertos lectores les fastidie analizar éstos asuntos, ya que requieren gran reflexión interior. Sin embargo, muy pocos lo hacen. Las religiones ya han pasado el examen de si realmente fomentan una adoración inteligente, fuerte y una conciencia clara en el hombre. Claramente hay una estructura mental  organizada de acuerdo a leyes externas de obediencia a una organización y el temor al castigo. Al verse privados de éstos elementos durante varios días o meses, incluso algunos actuan de forma anti-cristiana.
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Las religiones fracasan en muchos, por que lejos de ayudar al hombre a producir "leyes internas" lo han agobiado con reglamentos externos que las personas desesperadas harán a un lado durante tiempos de presión.
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Asi que nuestra vida realmente depende de conocer la anchura y profundidad de la Ley del Amor y actuar espontáneamente en base a ésta.
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Ciertamente, en el campo de su salud y su propia vida, usted tiene derecho a escoger (tal como afirma decir la W.T). Se suele decir a los Médicos y Tribunales que los testigos individuales toman convicciones propias con respecto a éstos asuntos. Pero, ¿es la verdad? ¿Llegaron los testigos a su postura sobre la sangre debido a su propia investigación? También se omite que habrán represalías religiosas si alguién viola esos mandatos. ¿Qué clase de "derecho a escoger" es eso? Usted debe informarse y aquí  hemos demostrado con evidencia lo que la Biblia dice y no dice.
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"La letra mata, mas el Espíritu da vida" - 2 Corintios 3:6
 
 
ANEXO





¿Pena de muerte por no ingerir sangre?

Una de las ideas que ronda la mente de muchos testigos es que los cristianos primitivos eran amenazados con pena de muerte en las arenas del Coliseo Romano, si no bebían la sangre de los gladiadores. Pues bien, parece un argumento impresionante, pero que analizaremos bajo el rigor histórico. En primer lugar, observemos lo que dice la publicación ¿Cómo puede salvarle la vida la sangre?:
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"¿Se usaba como medicina la sangre en los tiempos de Roma? El naturalista Plinio (contemporáneo de los apóstoles) y el médico Areteo (del segundo siglo) informan que la sangre humana era un tratamiento para la epilepsia. Después Tertuliano escribió: “Algunos, para remedio [de la epilepsia], bebieron con ardiente anhelo la sangre caliente del degüello de los gladiadores”. Él puso a estos en contraste con los cristianos, quienes “no comemos sangre de animales [...] Entre las invenciones con que tentáis la observancia de nuestra ley, una es darnos una morcilla de sangre, porque os persuadís con certeza de que el cristiano que come sangre se desvía de su ley”. Así, los cristianos primitivos se arriesgaban a morir más bien que ingerir sangre".-Fin de la cita del folleto.
 
He recurrido a la cita de Tertuliano tomada de su obra El Apologético, capítulo 7 y 9. Lo que más me sorprendió de dicho capítulo es que Tertuliano está defendiendo a los cristianos de un rumor que circulaba en Roma. El rumor que se le imputaba a los cristianos era que comían la sangre de niños. Él dice:
 

"Que en la nocturna congregación sacrificamos y nos comemos un niño. Que en la sangre del niño degollado mojamos el pan y empapado en la sangre comemos un pedazo cada uno. Que unos perros que están atados a los candeleros los derriban forcejeando para alcanzar el pan que les arrojamos bañado en sangre del niño. Que en las tinieblas que ocasiona el forcejeo de los perros, alcahuetes de la torpeza, nos mezclamos impíamente con las hermanas o las madres. De estos delitos nos pregona reos la voz clamorosa popular, y aunque ha tiempo que la fama los imputa, hasta hoy no ha tratado el Senado de averiguarlos"-El Apologético cap7.

¡Pues bien se estaba persiguiendo a los cristianos por una acusación de beber sangre de niños en ritos secretos en sus reuniones! ¡No se les perseguía por no beber sangre!


Entonces Tertuliano pretende hacerlos razonar (a los perseguidores de los cristianos) con que los ritos y costumbres paganas romanas sí incluían a veces cosas asquerosas que la sociedad romana había efectuado y procede a decir:
 
"De la comida de la sangre y de las otras viandas trágicas se refiere no sé dónde (creo que en Herodoto) , que algunas naciones se confederaban bebiendo recíprocamente la sangre de sus brazos. Algo de esto hizo Catilina con sus conjurados. Entre algunos gentiles de los scitas (así se dice), cada familia se comía sus difuntos. De lejos tomo el corriente. Hoy los sacerdotes de la diosa Belona beben ó lamen en la palma de la mano la sangre que se sacaron del muslo en obsequio de la fe que prometen á su diosa.
 

Algunos para remedio del corazón bebieron con ardiente anhelo la sangre caliente del degüello de los gladiadores. ¿Dónde viven aquellos que cenan de las fieras que en la arena pelearon? ¿Aquellos que apetecen el venado y jabalí que mataron hombres en la plaza? ¿Qué se hizo el jabalí que lamió la sangre del que ensangrentó en la lucha?

 
¿Dónde está aquel venado que con las ansias de la muerte se revolcaba en la balsa de la sangre que salió de los gladiadores? Estas fieras en vuestras mesas se hallan, que por rociadas con sangre humana y más manidas, las cenáis por más sabrosas. Apetecéis entrañas de osos, en donde la carne humana sin digerirse está cruda. Regüelda el hombre carne de una fiera que con carne humanase engordó. Los que comen estas cosas, viandas más execrables cenan que las que se imputan á las mesas de los cristianos.

 
¿Comen menos aquellos que con lujuria de brutos insertant in os membra virilia puberum?

 
Esto no es comer muertos, sino vivos; no escomer niños, sino hombres. ¿Beben menos aquellos qui puden dam mamillam sugunt,humani seminis perversi irrumatores?


Esto no es beber sangre, sino impaciencias de la sed, que no espera á que lo sea, pues antes que llegue á ser sangre se la beben sucia. Los gentiles con esta sangre se consagran. Avergüéncese vuestro error si pensó comían sangre humana los que no pueden comer sangre de reses. Los cristianos no comemos sangre de animales, ni morticinios, que un morticinio podrido en cierta manera inficióna la sepultura del estómago. Finalmente, entre las invenciones con que tentáis la observancia de nuestra ley, una es darnos una morcilla de sangre, porque os persuadís con certeza que el cristiano que come sangre se desvía de su ley. Quien esto sabe, ¿con qué ilación puede legítimamente inferir que apetece sangre de hombres el que aborrece sangre de reses? Si ya no sea que, como experimentados, sepáis que la sangre humana es más sabrosa. El que examina al cristiano, como lleva á la cárcel el brasero y la navecilla del incienso para probar si lo es, había de llevar también sangre humana; que como el examinador conoce que es cristiano el que no sacrifica, conocería que lo es el que la come, y así igualmente se ha de dar por no cristiano el que no come como el que no sacrifica, y no faltaría al juez sangre humana para la prueba donde hay tantos gentiles malhechores-El Apologético, capítulo 9.

 
Tertuliano dice en primer lugar que el asunto de la sangre era para fines medicinales (se señalan dolencias del corazón interpretadas por algunos como Epilepsia), lo cual muestra que nunca existió como una arma de persecusión en el mundo romano (a la sociedad romana le repugnaba el ver a ciudadanos bebiendo sangre, salvo con fines medicinales puntuales o para ritos paganos) . Por eso Tertuliano señala algunos ritos religiosos que involucraban sangre. Finalmente muestra que la carne animal que los romanos se servían en la mesa estaba más revolcada con sangre que la supuesta acusación de que los cristianos bebían sangre de niños, así que no había motivo para juzgarlos.

Luego Tertuliano muestra que algunos ofrecían morcillas con sangre para desviarlos de la fe verdadera (como para descubir si ellos no se resistirían a comerla ya que en las noches supuestamente mataban niños y se bebían su sangre, y luego descubrirlos). Pero Tertuliano los hace razonar que si un cristiano evita comer sangre de animal, con mayor razón evitaría beber sangre de niños, así que la acusación es infundada y el rumor falso.

Así que Tertuliano desafía a los romanos a que "el que examina al cristiano, como lleva á la cárcel el brasero y la navecilla del incienso para probar si lo es, había de llevar también sangre humana". Ésto muestra que la persecusión era por el asunto de la adoración al Estado y al Emperador y por los ritos religiosos involucrados, los que incluían el brasero y la navecilla del incienso.

De ninguna forma se utilizaba el beber sangre como prueba para ejecutar a los cristianos.

Así que la declaración del folleto está claramente distorsionada y recortada. Miremos otra vez dónde aparece la cita de Tertuliano (en rojo), y luego el redactor del folleto coloca una opinión inventada para llegar a una conclusión falsa.

"""Tertuliano escribió: “Algunos, para remedio [de la epilepsia], bebieron con ardiente anhelo la sangre caliente del degüello de los gladiadores”. Él puso a estos en contraste con los cristianos, quienes “no comemos sangre de animales [...] Entre las invenciones con que tentáis la observancia de nuestra ley, una es darnos una morcilla de sangre, porque os persuadís con certeza de que el cristiano que come sangre se desvía de su ley”. Así, los cristianos primitivos se arriesgaban a morir más bien que ingerir sangre"""".-Fin de la cita del folleto.

Ésta última frase: "Así, los cristianos primitivos se arriesgaban a morir más bien que ingerir sangre" no es real y no tiene ningún respaldo histórico.

¿Cuando Tertuliano estaba hablando de una supuesta prueba de vida o muerte en base a beber sangre? Todo lo contrario, él los defiende de que la acusación de beber sangre es infundada. ¡Toda una distorsión de los hechos! Esta práctica de suprimir la evidencia en las publicaciones no es nada nuevo.

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Los cristianos fueron perseguidos muy cruelmente en razón de sus creencias y predicación, y no por una supuesta prueba de sangre.
 
Que cada cual saque sus propias conclusiones.