jueves, 1 de noviembre de 2012

Lo incompatible de la violencia física con la voluntad divina

Durante largos siglos la famosa "vara" de la disciplina mencionada en la Biblia fué entendida como una justificación para usar la fuerza bruta como método de castigo a los niños. Recién en las últimas décadas solo algunas organizaciones religiosas como la Watchtower Society han comprendido para bien que dicha expresión se refiere al cayado del pastor que guía con paciencia y arte al niño errado. También han comprendido que la disciplina es un reajustar mentalmente al equivocado y no la utilización del castigo corporal. Es digno de destacar esos cambios graduales. Pero durante muchos años los testigos educaron a toda una generación mediante el uso de la fuerza. Esto ha grabado a fuego en la mente de muchos, la necesidad de la violencia como medio correctivo. Incluso la necesidad de que Dios tiene que usarla.

Pero de forma increíble, aún hay grupos religiosos que creen en el castigo corporal y enseñan a sus miembros a utilizar el castigo físico a los niños. Ellos creen que el golpe físico es la última solución dado que los niños no escuchan. Sin embargo, eso puede ser válido en toda una generación de padres que aún están con una mentalidad imperfecta, en padres que han perdido el autodominio y desean soluciones rápidas. La paciencia y el autocontrol son carencias finalmente de los maestros y padres. La disciplina debe ser educativa, y no un mero castigo.

Pepe Rodriguez escribió al respecto: Las conductas parentales de maltrato emocional o físico a los hijos/as se dieron con mayor frecuencia entre las familias con afiliación a un grupo de creencia —especialmente por parte de las madres testigos de Jehová— que entre las familias sin afiliación, mientras que las conductas de apoyo a los hijos/as se dieron con una frecuencia inversa. Esta tendencia fue más evidente y marcada en función de los estilos parentales, así, la tipología autoritaria fue la que recurrió con más frecuencia a conductas de maltrato emocional hacia sus hijos/as, mientras que la tipología afectuosa recurrió muy poco al maltrato emocional y utilizó mucho más las conductas de apoyo a los hijos/as, y la tipología indiferente fue la que menor apoyo prestó a sus hijos/as.

Una guerra no física
Pablo habla de que tenemos una "guerra" contra las "fuerzas espirituales", pero él recalca que las armas de esa batalla son la fe, el espíritu y la palabra, y otras cualidades internas. La batalla nunca es a nivel físico. Las espadas y proyectiles son simbolos, nunca elementos reales.

Si el cristiano que es una criatura imperfecta muy limitada lucha contra los ángeles malvados a través de una resistencia y guerra no física, ¿por qué nos imaginamos a los ángeles peleando entre ellos como si fuera una película de star wars?

El error en éstos casos es mirar a Dios a nuestra imagen y semejanza, como si él tuviese que actuar de acuerdo a los códigos imperfectos humanos. Como aparece en las ilustraciones de la Atalaya de los años sesenta que animaban a utilizar el castigo físico, muchos deseean creer que el Padre no tiene la inteligencia suficiente y sabiduría como para solucionar los problemas de sus hijos descarriados de la forma que no sea mediante el castigo sobre la humanidad. Eso es aribuir a Dios características imperfectas, neuróticas, inestables y cambiantes.

Hoy, las publicaciones Watchtower jamás volverían a publicar ilustraciones tan fuertes que muestran la ultilización de la vara física. Al contrario, se enfatiza el carácter simbólico de la "vara", la guia y autoridad basada en el amor para corregir a sus hijos. Una publicación Watchtower reciente dice así:

"El padre y la madre han recibido asimismo autoridad de Dios. La Biblia contiene esta exhortación: “Padres, no estén irritando a sus hijos, sino sigan criándolos en la disciplina y regulación mental de Jehová” (Efesios 6:4). En las Escrituras, “la disciplina” puede significar “educación”, “formación” e “instrucción”, algo muy necesario para los hijos, dado que se desarrollan mejor con orientaciones, pautas y límites claros. La Biblia relaciona esta disciplina, o instrucción, con el amor (Proverbios 13:24). Por tanto, “la vara de la disciplina” nunca justifica el maltrato emocional ni físico (Proverbios 22:15; 29:15). Quienes corrigen a sus hijos con inflexibilidad, dureza y desamor abusan de su potestad y quizás los desalienten (Colosenses 3:21). Pero si lo hacen con equilibrio, demuestran amor e interés por su formación persona".

Otra publicación dice:

"Los padres cristianos que comprenden el propósito de la disciplina no obrarán con dureza (...) En la mayoría de los casos, es necesario que repitan sus consejos vez tras vez a fin de corregir el modo de pensar de sus hijos. Por lo tanto, tienen que dedicar tiempo, ejercer paciencia y meditar en la manera como darán la disciplina. Deben recordar que los hijos han de ser criados en “la disciplina y regulación mental de Jehová”, una formación que dura años".
 
Estos cambios han sido afortunados y liberarian a la Sociedad W.T de muchas demandas, pero tristemente han sembrado en muchos la idea negativa de que aún Dios es incapaz de solucionar los problemas humanos de una forma que no sea mediante la violencia.

Atribuir al Padre Celestial rasgos humanos inestables e imperfectos es una problema nuestro. Esto nos lleva a reinterpretar el Apocalipsis y decenas de escritos que se han atribuído malamente como descripciones de guerras físicas.

¡Que las naciones se llenen de gozo,
porque tú juzgas a los pueblos con equidad
y eres el Pastor de todas las naciones!


Alégrense y canten con júbilo las naciones,
porque tú juzgarás a los pueblos con equidad,
y guiarás a las naciones en la tierra. (Selah)


Salmo 67:4

Como notamos cuando se dice que Dios y su Cristo han de pastorear la Tierra, el genéro poético de los Salmos nos hablan de una guía. El género de la apocalíptica le otorga más fuerza dramática mediante el simbolismo (no confundir con la poética de los salmos), como si fuera una batalla como lo declara Efesios. Pero sabemos que la guerra y quebradura de los reinos en el Apocalipsis se refiere a la pérdida de la influencia nefasta sobre las naciones. El Salmo nos aclara que ésto se logra mediante una Guía a través de los siglos, y no mediante un ataque de ira y fuerza bruta.

Las batallas descritas en las profecías son de naturaleza simbólica y representan la resistencia espiritual, una guerra no física.

¿Actos violentos de Dios?
La Biblia habla de la violencia. Dios destruyó la generación de Noé con el Diluvio. Pero un estudio profundo de dichas escrituras nos muestran que Noé fué advertido por la Providencia de que una catástrofe natural de gran proporción ocurriría, y en los siglos posteriores los escribas hicieron algunas enmiedas al relato y quisieron dar una lección moral sobre el castigo de Dios. Un estilo de lección muy presente en la literatura ya influenciada por el dualismo (ver entrada anterior).

Después los profetas atribuyen a Dios la destrucción de Jerusalén, pero claramente fueron los Babilonios como potencia emergente en oriente los que sincronizaron de forma natural con la videncia de ciertos profetas que revestian de un lenguaje de juicio ciertos fenómenos de orden natural y lógico.

Esto lo notamos con las profecías sobre la destrucción de Babilonia y Egipto (ampliamente comentadas en este blog), en dónde el lenguaje describe una intervención casi sobrenatural y repentina. No obstante su cumplimiento real y efectivo tardó varios siglos en un proceso gradual.

Isaías promete que en el futuro glorioso de Sion nunca más habrá violencia (Isa. 60:18), refiriendo a la congregación como parte del reino, ya que Cristo es la paz (Ef. 2:14) y en su cuerpo el lobo mora con el cordero en términos figurados (Isa. 11:6-9).

Jesús de Nazaret trae un nuevo concepto de Dios y reitera que la solución a los problemas no es el "ojo por ojo", sino que habla de la derrota del mal mediante la fuerza del bien.

Un camino mejor para el hombre y ya practicado por Dios
Pablo habló de amor como el camino más excelente y es todo lo contrario a la violencia. El amor es sufrido, benigno, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor, todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporto y nunca deja de ser (1 Cor. 12:31; 13:4-8).

El que sigue a Cristo no insiste en su manera o derechos, sino que está dispuesto a ceder y humillarse por el bienestar de los demás (Luc. 22:42; Fil. 2:6-8).
 
En vez de coger el camino de la violencia, Dios quiere ablandar el corazón y por un renacimiento hacer a uno partícipe de la nueva humanidad, capaz de actuar por el bien común, en armonía y paz con todos los demás (1 Tim. 2:2). Además, quiere que uno sea un instrumento de la paz (Mat. 5:9). Jesús usa la expresión "pacificador". Un pacificador es aquel que mediante la paz llena de paz su entorno, incluso cuando este esté cargado de la violencia.

Negociar y pacificar es un camino más excelente que la fuerza, y es en sí un acto de amor. Para poder pacificar, hace falta las siguientes calidades: paciencia, bondad, valor, perseverancia y la falta de arrogancia y orgullo. Es mejor negociar con el cónyuge que divorciarse por "diferencias irreconciliables". Warren Austin, embajador,  dijo que era mejor recibir úlceras por negociar que balas por ir a la guerra.

Cooperar y enseñar es un camino más excelente que la fuerza. La cooperación es resolver de antemano. Los padres pueden tomar la iniciativa en enseñar a los hijos (acción positiva) en vez de esperar que hagan algo malo y tener que castigarlos (acción negativa). Cooperar es tomar la iniciativa para el bien común y no actuar a base de beneficio y interés personal.

Conclusión
Podemos romper la tradición de la violencia pasado de padre a hijo por aconsejar y enseñarles otras alternativas, especialmente de creer en el mensaje de Jesús, el que da la paz al hogar. Según varios expertos, la violencia es un problema de salud mental.

La violencia es la calidad de obrar fuera su estado natural con ímpetu y fuerza, obligando a una persona o cosa. Difícilmente Dios puede ser reducido a una condición tan primitiva, típica de los dioses iracundos paganos. 

Una sociedad violenta es una sociedad enferma, fuera de su estado normal. Resolver con la fuerza en vez de usar el diálogo casi nunca remedia porque la violencia engendra más violencia y produce resentimientos que perduran.

Los consejos cristianos del siglo I eran algo superior en la Roma violenta de esos días. Si el Padre y su Hijo piden que utilicemos la paz, la paciencia, la conversión y la educación espiritual de los hombres para vencer el mal, es imposible que el mismo Padre de por perdida la batalla de la lucha verdadera, aquella que en sabiduría, arte e inteligencia suprema, no necesita la violencia física para lograr cambios.