La idolatría hacia los textos sagrados |
Las Escrituras siempre deberían analizarse con una visión científica y con exégesis. En mi opinión nunca debemos olvidar lo siguiente:
La inspiración no tiene que ver con la precisión textual.
Uno de los errores más grandes de muchas confesiones es elevar a dogmas una frase textual o palabra bíblica. Las palabras son productos de las traducciones, y las traducciones siempre desfiguran por defecto el elemento original. Ejemplos clásicos son las expresiones en el idioma inglés y la diferencia con el español, el cual es más rico en términos variados. Ahora consideremos el abismo cultural e histórico de una época pasada y su transliteración a la época moderna con una cultura y mentalidad moderna.
Casi todas las traducciones del Nuevo Testamento que se hicieron
antes del siglo XII fueron literales, es decir, conservaron la forma del griego.
Esto hizo que con frecuencia los lectores del idioma receptor no entendieran lo
que leían. Sin embargo, aunque los traductores hagan traducciones bastante
literales, deben resolver ciertos problemas. Pero cuando ellos se convencen de
que la traducción debe ser una transferencia de significado, la tarea se vuelve
más difícil.
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Por ejemplo, en español y en muchos otros idiomas se puede hacer una traducción
literal de Marcos 1.4. La ultima parte de ese versículo, traducido literalmente,
dice: «el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados». Las palabras
enfatizadas son sustantivos en griego y también en español. Con frecuencia, los
escritores del Nuevo Testamento usaban sustantivos encadenados de esta manera.
No obstante, esa cadena de sustantivos no es natural en muchos idiomas por lo
que los lectores tienen dificultad para entender la relación entre esos
sustantivos. Si los traductores desean transferir el significado, quizás deban
usar verbos en vez de sustantivos, e indicar quiénes son los diferentes sujetos
y objetos.
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Las traducciones literales son muy practicas para hacer comparaciones e investigación, pero son peligrosas cuando se desea afirmar un dogma en las mismas. La traducción literal traduce parcamente un objeto, pero no toma en cuenta el sentido con el que las personas entendían el objeto descrito. Por ejemplo, un carro para una persona del siglo XXI nos habla de un vehículo de transporte sin caballos y con propulsión propia, pero la descripción es muy distinta al carro del siglo I. Es cierto que ambos son vehículos de transporte, pero la comparación de sus detalles está limitada. Lo mismo ocurre con el error al creer que el stauros bíblico es una simple viga debido a la expresión literal.
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Es prácticamente imposible traducir exactamente lo que está escrito en el texto hebreo o griego ya que la forma de leerlo sería extremadamente parca para nosotros, pero el hombre antiguo perfectamente lo entendería.
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Veamos un ejemplo.
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Génesis 1:24
Y dijo | Dios, | Que traer | la tierra | vivir la vida | después de su especie, | | ganado | y rastreadores, | y sus animales | la tierra | después de su especie. | Y así fue.
Lo anterior es una traducción textual literal. Difícilmente un hebreo de esos tiempos lo pronunciaba o leía así. El entendía el concepto entero más allá del símbolo y de cómo está escrito, de la misma forma como se leen los caracteres chinos.
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Y los traductores quiéranlo o no, deben interpretar en cierto grado lo anterior y escribir:
La
Biblia de las Américas (© 1997
Lockman)
Entonces dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según su género: ganados, reptiles y bestias de la tierra según su género. Y fue así.
Entonces dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según su género: ganados, reptiles y bestias de la tierra según su género. Y fue así.
La Nueva Biblia de los Hispanos (© 2005
Lockman)
Entonces dijo Dios: "Produzca la tierra seres vivientes según su especie: ganados, reptiles y animales de la tierra según su especie." Y así fue.
Entonces dijo Dios: "Produzca la tierra seres vivientes según su especie: ganados, reptiles y animales de la tierra según su especie." Y así fue.
Reina
Valera (1909)
Y dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie: y fué así.
Sagradas Escrituras (1569)Y dijo Dios: Produzca la tierra alma viviente según su naturaleza, bestias y serpientes, y animales de la tierra según su naturaleza; y fue así.
Por lo tanto, la solución no está en una traducción literal creyendo que eso la hace más inspirada. No, la cuestión consiste en entender el sentido general y no dogmatizar las frases o palabras de ningún tipo. La inspiración no tiene que ver con la cuestión de las palabras sino el sentido general que nos transmite el contexto.
Hace poco una publicación de la Sociedad W.T que habla de Jeremías reconoció un "error" del copista que redactó un libro bíblico. Por lo tanto, las frases más o menos literales tampoco deben servir para establecer dogmas. Aquello sería creer (al igual que los supersticiosos judíos cabalistas) que cada frase o letra de los escritos está inspirada. En realidad eso no es verdadero, sino que tiende a desviar el mensaje bíblico general de carácter espiritual y moral a una cuestión infantil casi supersticiosa y primitiva.
Caer en una extrema devoción hacia un libro sagrado nos puede convertir en idólatras, ya que más que el texto y su material, la clave está en su mensaje general, el cual está envuelto en un molde imperfecto humano que contiene lagunas, errores y omisiones. Esta forma madura de evaluar la literatura sagrada es muy difícil para personas criadas en determinada religión, porque supone un grado de entendimiento para aceptar que lo divino puede operar mediante la vasija humana de la imperfección, como un tesoro en un vaso de barro.
Por lo tanto, discutir si expresiones como "holocausto", "dadiva" o "sacrificio" son las más exactas no tiene mucho sentido, puesto que la utilización de dicha palabra no conlleva el sentido literal extremo de la misma. En estos casos, el contexto es el que arroja la luz definitiva sobre lo que realmente pudieron significar. Por lo tanto, ¡que error es crear un dogma que repercuta en nuestras vidas al analizar las Escrituras de una forma tan básica!
El factor humano
2 Corintios 11:23 "¿Son ministros de Cristo? Respondo como loco: más sobresalientemente soy yo uno".
1 Corintios 7:40 "Pero en mi opinión, será más feliz si se queda como está. Y creo que yo también tengo el Espíritu de Dios".
Pablo es un claro ejemplo de alguién que escribe sus cartas con la carga de su estado de ánimo (para muchos autores Pablo presenta cambiantes estados de ánimo). Muchas de sus epístolas son consejos personales (como a Timoteo, Tito, Filemon) y otras son cartas específicas a congregaciones particulares como los Corintios, y los Romanos.
Es difícil creer que Pablo elaborara tratados doctrinales y dogmáticos para todo el cristianismo. De hecho, las primeras comunidades del siglo I no consideraban sus cartas como inspiradas, sino como admoniciones y consejos personales, por cierto muy valiosos para el público general, pero específicos a sus destinatarios. Los principios expuestos pueden ser universales, pero crear teología y doctrina en base a algunas de sus declaraciones personales es algo peligroso. Por ejemplo, la Iglesia Católica en los siglos posteriores impuso el dogma del celibato a los ministros, basándose (entre otras cosas) en las palabras citadas de Pablo.
Y dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie: y fué así.
Sagradas Escrituras (1569)Y dijo Dios: Produzca la tierra alma viviente según su naturaleza, bestias y serpientes, y animales de la tierra según su naturaleza; y fue así.
Por lo tanto, la solución no está en una traducción literal creyendo que eso la hace más inspirada. No, la cuestión consiste en entender el sentido general y no dogmatizar las frases o palabras de ningún tipo. La inspiración no tiene que ver con la cuestión de las palabras sino el sentido general que nos transmite el contexto.
Hace poco una publicación de la Sociedad W.T que habla de Jeremías reconoció un "error" del copista que redactó un libro bíblico. Por lo tanto, las frases más o menos literales tampoco deben servir para establecer dogmas. Aquello sería creer (al igual que los supersticiosos judíos cabalistas) que cada frase o letra de los escritos está inspirada. En realidad eso no es verdadero, sino que tiende a desviar el mensaje bíblico general de carácter espiritual y moral a una cuestión infantil casi supersticiosa y primitiva.
Caer en una extrema devoción hacia un libro sagrado nos puede convertir en idólatras, ya que más que el texto y su material, la clave está en su mensaje general, el cual está envuelto en un molde imperfecto humano que contiene lagunas, errores y omisiones. Esta forma madura de evaluar la literatura sagrada es muy difícil para personas criadas en determinada religión, porque supone un grado de entendimiento para aceptar que lo divino puede operar mediante la vasija humana de la imperfección, como un tesoro en un vaso de barro.
Por lo tanto, discutir si expresiones como "holocausto", "dadiva" o "sacrificio" son las más exactas no tiene mucho sentido, puesto que la utilización de dicha palabra no conlleva el sentido literal extremo de la misma. En estos casos, el contexto es el que arroja la luz definitiva sobre lo que realmente pudieron significar. Por lo tanto, ¡que error es crear un dogma que repercuta en nuestras vidas al analizar las Escrituras de una forma tan básica!
El factor humano
2 Corintios 11:23 "¿Son ministros de Cristo? Respondo como loco: más sobresalientemente soy yo uno".
1 Corintios 7:40 "Pero en mi opinión, será más feliz si se queda como está. Y creo que yo también tengo el Espíritu de Dios".
Pablo es un claro ejemplo de alguién que escribe sus cartas con la carga de su estado de ánimo (para muchos autores Pablo presenta cambiantes estados de ánimo). Muchas de sus epístolas son consejos personales (como a Timoteo, Tito, Filemon) y otras son cartas específicas a congregaciones particulares como los Corintios, y los Romanos.
Es difícil creer que Pablo elaborara tratados doctrinales y dogmáticos para todo el cristianismo. De hecho, las primeras comunidades del siglo I no consideraban sus cartas como inspiradas, sino como admoniciones y consejos personales, por cierto muy valiosos para el público general, pero específicos a sus destinatarios. Los principios expuestos pueden ser universales, pero crear teología y doctrina en base a algunas de sus declaraciones personales es algo peligroso. Por ejemplo, la Iglesia Católica en los siglos posteriores impuso el dogma del celibato a los ministros, basándose (entre otras cosas) en las palabras citadas de Pablo.