Reconozco
que ésta es una de las reflexiones personales más importantes a las que
he podido llegar en cuanto al Rescate. Tras una gran reflexión y
meditación en torno a los versículos bíblicos, puede comprobar algo que
me estremeció.
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Hace relativamente poco una rectificación en un razonamiento de una revista religiosa (Atalaya) llamó la atención sobre el Rescate de Cristo. La revista en sí reconocía que habían aspectos especulativos sobre
el Rescate. Por ejemplo, se hablaba de potenciales descendientes
perfectos sacrificados de Jesús junto a él, y se reconocía que eso
carecía de base bíblica. Esto hace que nos preguntemos: ¿Aún
comprendemos todo lo que significa el Sacrificio de Jesús?
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A continuación se publica una re-publicación (con actualizaciones) de entradas anteriores.
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Las
representaciones de todo el ritual que se emplean para expresar la
liberación de Jesucristo, ¿resaltan o, por el contrario, ocultan hoy
para nosotros el aspecto verdaderamente liberador de la vida, muerte y
resurrección de Cristo?
Decimos
que Cristo nos redimió con su sangre, expió satisfactoriamente con su
muerte nuestros pecados y ofreció su propia vida como sacrificio para la
redención de todos. Pero ¿qué significa realmente todo eso? ¿Comprendemos
lo que decimos? ¿Podemos comprender que Dios estaba separado de la
humanidad y nos acercó con la muerte de su Hijo? ¿Puede alguien
sustituir a otro, morir en su lugar y continuar el hombre con su pecado?
Confesamos que Cristo nos liberó del pecado, y nosotros continuamos
pecando. Decimos que nos libró de la muerte, y seguimos muriendo. Que
nos reconcilió con Dios, y permanecemos en su enemistad. ¿Cuál es el
sentido concreto y verdadero de la liberación de la muerte, el pecado y
de la enemistad?
En muchas ocasiones hemos leído que Dios tenía que respetar su ley de “alma por alma” (Det. 19:21). Pero, ¿estaba Dios obligado a someterse a una ley? ¿Está Dios bajo las mismas leyes que gobiernan las cosas creadas?
"Alma por Alma"
Algo importante en este punto es considerar que la Ley de “Alma por Alma” fue decretada miles de años después del pecado de Adán y Eva. ¿Cómo
podría aplicarse una ley humana para una transacción superior
espiritual y sobrehumana que antecedió con mucho a la aplicación de esa
ley?
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¿Acaso la “ley” no era una “una sombra de las buenas cosas por venir”?
¿Cómo un suceso ocurrido antes de la “sombra” sería un patrón para cosas
futuras? Le ley fue una sombra de las cosas por venir en el futuro, pero no era una sombra para cosas anteriores, ¿o sí? ¿Compara Pablo realmente al Sacrificio de Cristo con la ley mosaica de “Alma por Alma”?
Una
mentalidad marcadamente jurídica hablará en términos jurídicos y
comerciales de éste rescate, de redención de los derechos de dominio del
pecado, de satisfacción de mérito, de sustitución penal, etc. ¿Es el
sacrificio de Cristo una mera ecuación mecánica? ¿Es su sacrificio un
asunto obligatorio para saldar una deuda de los hombres con Dios?
Meditando en las cosas como Dios las ve
Es interesante que la Ley Mosaica dijera en cuanto a la citada Ley Mosaica de Compensación del “Alma por Alma”
“Y tu ojo no debe sentirse apenado: alma será por alma, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie”- (Dt 19:21)
“Pero
si ocurre un accidente mortal, entonces tienes que dar alma por alma,
ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, marca
candente por marca candente, herida por herida, golpe por golpe” – Éxodo
21:23-25.
Cómo vemos, cuando se cita la famosa ley judía de “Alma por Alma”, a menudo no se muestra el contexto completo. De hecho, ¿qué opinión tenía Jesús sobre éste pasaje?
”Oyeron
ustedes que se dijo: ‘Ojo por ojo y diente por diente’. Sin embargo, yo
les digo: No resistan al que es inicuo; antes bien, al que te dé una
bofetada en la mejilla derecha, vuélvele también la otra” – Mateo
5:38,39.
Cómo
notamos, Jesús no recomendaba la aplicación de ésta parte de la Ley
Mosaica en las relaciones humanas, aunque precisamente dicha Ley fue
dada para las transacciones humanas en determinada época humana. ¿Cómo
entonces es posible que el Padre Celestial demande la aplicación de la
Ley Mosaica en una cuestión que tenía que ver con la raza humana y su
Hijo Celestial, en un asunto que antecedió por siglos a la formulación
de dicho Código Penal? ¿Acaso Cristo no nos muestra el pensamiento de
Jehová al respecto cuando hace su declaración? O ¿Está Dios obligado de
una forma mecanicista a que ciertas leyes lo gobiernen? Aunque Dios sin
duda respeta sus leyes, éste razonamiento no es válido, puesto que la
Ley de “alma por alma” no es una Ley Universal, sino que es
específica a la nación de Israel durante un tiempo determinado. Pablo
NUNCA utilizó la Ley del Alma por Alma para hacer una referencia en base
al Sacrificio de Jesús. La idea del Alma por Alma es una inserción teológica hecha por los estudiosos bíblicos, pero no aparece definida en las cartas apostólicas.
Si
la ley de “alma por alma” fuera un asunto de carácter universal, los
cristianos estarían obligados a regirse en sus tratos personales por esa
ley. Claramente asociar el Sacrificio de Cristo al cumplimiento de una
ley anacrónica es tan irreal como creer en la teoría de los potenciales
hijos perfectos del Hijo de Dios. Estas asociaciones son filosóficas y
teóricas, y desconocen el Amor de Dios por su Hijo y por la Humanidad.
Incluso desdibujan el asunto dando a entender que Dios es un Ser
obligado en un juego de ajedrez, en dónde el movimiento de sus
criaturas le obliga a entrar en ese terreno.
Notemos el enfoque de Pablo cuando habla sobre el Rescate. Note el espíritu y el todo del mensaje:
“Porque,
de hecho, Cristo, mientras todavía éramos débiles, murió por impíos al
tiempo señalado. Porque apenas muere alguien por un [hombre] justo; en
realidad, por el [hombre] bueno, quizás, alguien hasta se atreva a
morir. Pero Dios recomienda su propio amor a nosotros en que, mientras todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros. Mucho más, pues, dado que hemos sido declarados justos ahora por su sangre, seremos salvados mediante él de la ira. Porque
si, cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios mediante la
muerte de su Hijo, mucho más, ahora que estamos reconciliados, seremos
salvados por su vida. Y no solo eso, sino que también nos
alborozamos en Dios mediante nuestro Señor Jesucristo, mediante quien
ahora hemos recibido la reconciliación.
Por
eso, así como por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y
la muerte mediante el pecado, y así la muerte se extendió a todos los
hombres porque todos habían pecado... Porque hasta la Ley había pecado
en el mundo, pero a nadie se imputa pecado cuando no hay ley. No
obstante, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, aun sobre los que no
habían pecado a la semejanza de la transgresión de Adán, el cual tiene
un parecido con el que había de venir.
Mas
no es con el don como fue con la ofensa. Porque si por la ofensa de un
solo hombre muchos murieron, mucho más abundaron para los muchos la bondad inmerecida de Dios y su dádiva gratuita con la bondad inmerecida por el solo hombre, Jesucristo. También, no es con la dádiva gratuita como
fue con el resultado que se produjo mediante el solo [hombre] que pecó.
Porque el juicio resultó de una sola ofensa en condenación, pero el don
resultó de muchas ofensas en una declaración de justicia. Porque si por
la ofensa del solo [hombre] la muerte reinó mediante aquel solo, mucho
más los que reciben la abundancia de la bondad inmerecida y de la dádiva gratuita de la justicia reinarán en vida mediante la sola [persona], Jesucristo.
Así,
pues, como mediante una sola ofensa el resultado a toda clase de
hombres fue la condenación, así mismo también mediante un solo acto de
justificación el resultado a toda clase de hombres es el declararlos
justos para vida. Porque así como mediante la desobediencia del solo
hombre muchos fueron constituidos pecadores, así mismo, también, mediante la obediencia de la sola [persona] muchos serán constituidos justos. Ahora bien, la Ley entró además para que abundara la ofensa. Mas donde abundó el pecado, abundó aún más la bondad inmerecida. ¿Con qué fin? Para que, así como el pecado reinó con la muerte, así mismo también la bondad inmerecida reinara mediante la justicia con vida eterna en mira mediante Jesucristo nuestro Señor” – Romanos 5:6-21.
Durante
siglos, las traducciones bíblicas y el mal entendimiento de las
Palabras de Pablo han hecho que estas cosas se asocien con asuntos
legalistas de la Ley. Cómo notamos, Pablo repite bastante la expresión “bondad inmerecida”, “dádiva gratuita” y “don” en relación al sacrificio de Jesús. En otras palabras, es el Amor
de Dios y no una obligación o transacción u obligatoriedad de Dios lo
que otorga el don o regalo del rescate por “bondad inmerecida”. En otras
palabras, Dios no estaba obligado a sacrificar a su Hijo por la humanidad e igual pudo haber redimido al género humano. La muerte de Jesús, como iremos analizando no es una transacción para salvar a un Dios en apuros o puesto en jaque por el Diablo.
La muerte de Jesús es la manifestación de algo más grande y aunque
algunos han querido encontrar una similitud con la ley de “alma por
alma”, en realidad ese parecido no justifica una aplicación de dicha ley
en el caso de Cristo. La vida y muerte de Jesús es un Regalo.
Las
Escrituras Griegas Cristianas hacen patente que la liberación del
pecado y la muerte depende en realidad del pago de un precio. Se dice
que los cristianos son “comprados por precio” (1Co 6:20; 7:23) y tienen
un “dueño que los compró” (2Pe 2:1), y se presenta a Jesús como el
Cordero que ‘fue degollado y con su sangre compró para Dios personas de
toda tribu, lengua y nación’. (Rev 5:9.) En estos textos se utiliza el
verbo a·go·rá·zō, que significa simplemente “comprar en el mercado (a·go·rá)”. Pablo usa un término de la misma familia, e·xa·go·rá·zō
(liberar por compra), al mostrar que Cristo liberó “por compra a los
que se hallaban bajo ley” mediante su muerte en el madero. (Gál 4:5;
3:13.). Sin embargo, esto no sirve de base para suponer que aquí se
aplicó una versión de la “ley de alma por alma” en el sentido de que
Dios estuviese atado a una transacción. Más bien el Acto que tiene el parecido de una transacción solo
es empujado por el Amor y no por una obligatoriedad sobre Dios. Pablo y
las otras cartas apostólicas utilizan esa expresión como un símil, como una comparación y no como una realidad ejecutiva.
Pablo
intentó utilizar símbolos y comparaciones del sistema judío para
ilustrar una realidad superior. Lo hizo por que tenía que usar un puente
para ayudar a los judíos y prosélitos esparcidos a aceptar a Cristo.
El error de los religiosos es confundir el simil e ilustracción con el mismo objeto real.
Ejemplo:
Deseo demostrar que el universo físico es una creación de Dios. Comparo
la fabricación del universo con una casa y sus partes como el techo,
los cimientos, las paredes, etc. Sin embargo, eso no quiere decir que el
Universo esté construído bajo las Normas de una casa humana. O que el
Universo tenga que tener un techo, cimientos, etc. El Universo es
infinitamente Superior a una casa humana y las normas de construcción
del universo son muy diferentes a la hechura de una casa humana. La
comparación de lo inferior o la sombra no gobierna o fija la realidad de
lo superior u objeto real.
Lo
mismo ocurre con los símbolos de la expiación de la muerte de Cristo.
Pablo los utilizó para explicar un asunto, pero no para fijar una norma
que gobierne la realidad espiritual. Eso sería semejante a que la
ilustración sea más real que el mismo objeto al que se está ilustrando.
Esa es la confusión de las religiones en torno a este asunto.
En el fondo, no
es la acción mecánica de un asunto lo que produce el perdón verdadero.
No es una simple compensación que Dios haya dado a su Hijo como si su
creación se le escapara de sus manos. Yo puedo rescatar o pagar a
alguien y dar la compensación en efectivo, pero eso no involucra perdón o
reparación del daño real del daño. Es mi Amor lo que puede hacer la diferencia.
Es el Amor de Dios lo que ya perdona a la Raza de antemano incluso a ese Sacrificio. La Biblia nos declara:
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“Dios lo presentó como ofrenda para propiciación mediante fe en su sangre. Esto fue con el fin de exhibir su propia justicia, porque
estaba perdonando los pecados que habían ocurrido en el pasado mientras
Dios estaba ejerciendo longanimidad; para exhibir su propia justicia
en esta época presente, para que él sea justo hasta al declarar justo al hombre que tiene fe en Jesús” – Romanos 3:25,26.
Esto varios teólogos lo han intentado explicar, pero se resume en este principio:
“porque el amor cubre una multitud de pecados” – 1 Pedro 4:8
Es el AMOR de Dios, incluso antes de que Cristo viniese a la Tierra, que ya estaba en acción. Incluso ANTES de que Jesús se sacrificara la humanidad ya estaba perdonada en tiempos pasados, como leímos en Romanos. El perdón de la humanidad no depende en el fondo de la venida y sacrificio de Cristo. Dios ya perdonó a la humanidad por que la ama.
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Sin embargo, toda manifestación de Amor tiene que realizarle en la práctica y con hechos. Es en este sentido que Jesucristo es la manifestación del Amor en acción de Dios, mediante su vida, muerte y resurrección. Luego, este sacrificio por Amor, es semejante a
algunas disposiciones del pasado, pero nunca estuvo sometido a esas
transacciones humanas, y tampoco es una especie de sacrificio israelita
perfeccionado. En realidad, los sacrificios de animales eran sombras, y eran ilustraciones.
Pero una ilustración cómo hemos visto no demarca ni es la
estructura-base para lo verdadero. La sombra no es la base del objeto
real, sino que las cosas son al revés. El objeto real es el verdadero, y las sombras son un pálido reflejo distorsionado. Y la Ley y sus ritos eran Sombras de lo real.
El
intentar entender el sacrificio de Jesús en base a las sombras, es el
gran error de los religiosos, y ha levantado una falsa imagen sobre Dios
mismo y Jesús.
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La muerte de Cristo no está diseñada en base a esos sacrificios. Éstos
son utilizados por Pablo como comparación que apuntaban a lago. Pablo
intentó utilizar éstos símiles y ejemplos para desorrallar lo que se
llama la teología paulina, pero en el fondo fué un intento del apóstol
para explicar la razón de la muerte de Cristo. Por esa razón hay pocas declaraciones sobre el rescate en los Evangelios y grandes explicaciones (o intentos de explicaciones que no fueron entendidas por las religiones futuras) en las cartas paulinas.
La muerte de Cristo tiene una aplicación superior...
Notemos como el AMOR sobrepasa cualesquier evento mecanicista o ecuación de equivalencia.
“Ahora
bien, uno de los fariseos seguía invitándolo a comer con él. Por
consiguiente, él entró en la casa del fariseo y se reclinó a la mesa. Y
¡mira!, una mujer que era conocida en la ciudad como pecadora se enteró
de que él estaba reclinado a la mesa en casa del fariseo, y trajo una
cajita de alabastro llena de aceite perfumado y, tomando una posición
detrás, junto a sus pies, lloró y comenzó a mojarle los pies con sus
lágrimas, y se los enjugaba con los cabellos de su cabeza. También, le
besaba los pies tiernamente y se los untaba con el aceite perfumado. Al
ver esto, el fariseo que lo había invitado dijo dentro de sí: “Este
hombre, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que
le toca, que es pecadora”. Pero, respondiendo, Jesús le dijo: “Simón,
tengo algo que decirte”. Él dijo: “Maestro, ¡dilo!”.
“Dos
hombres eran deudores a cierto prestamista; el uno le debía quinientos
denarios, pero el otro cincuenta. Cuando no tuvieron con qué pagar, él
sin reserva perdonó a ambos. Por lo tanto, ¿cuál de ellos le amará más?”
Contestando, Simón dijo: “Supongo que será aquel a quien sin reserva le
perdonó más”. Él le dijo: “Juzgaste correctamente”. Con eso, se volvió
a la mujer y dijo a Simón: “¿Contemplas a esta mujer? Entré en tu casa;
no me diste agua para los pies. Pero esta mujer me ha mojado los pies
con sus lágrimas y los ha enjugado con sus cabellos. No me diste beso;
pero esta mujer, desde la hora que entré, no ha dejado de besarme los
pies tiernamente. No me untaste la cabeza con aceite; pero esta mujer
me ha untado los pies con aceite perfumado. En virtud de esto, te digo,
los pecados de ella, por muchos que sean, son perdonados, porque amó mucho; mas al que se le perdona poco, poco ama”. Entonces le dijo a ella: “Tus pecados son perdonados”.
Ante esto, los que estaban reclinados a la mesa con él comenzaron a
decir dentro de sí: “¿Quién es este hombre que hasta perdona pecados?”.
Pero él dijo a la mujer: “Tu fe te ha salvado; vete en paz” – Lucas 7: 36-50.
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¿Cómo es posible que Jesús perdonase los pecados de ella si él aún no se había sacrificado por la humanidad?
Muchas explicaciones complejas se han dado, pero la simplicidad y
trascendencia de éste acto de perdón está explicado por el mismo Cristo:
“los pecados de ella, por muchos que sean, son perdonados, porque amó mucho; mas al que se le perdona poco, poco ama”
Es el Amor lo que perdona,
disuelve el pecado y las debilidades. Entonces, ¿por qué era necesario
que Cristo muriera una muerte tan terrible? Cómo he comentado antes,
Dios llevó a la práctica su Amor en la persona de su Hijo, pero hay algo
más:
¿Por qué murió Jesús?
Nunca olvidemos que la muerte de Cristo fue humana, es decir, consecuencia de una vida y de una condenación provocada por un marco histórico en el cual se movió Jesús de Nazaret.
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Realmente la “sangre” derramada de Jesús es un símbolo de su vida, de toda su vida y existencia. ¿Qué es propiamente redentor en Jesucristo: el comienzo de su vida o el fin (su muerte)?
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No
olvidemos que el Hijo de Dios se hace Hijo del Hombre, para elevar al
Hombre como Hijo de Dios y conectarlo con el Creador. Con el solo hecho
de entrar en el mundo, ya la Redención comienza a obrar en el género humano. Por que el Dios Eterno y Todopoderoso se encuentra con la criatura humana finita a través de Jesucristo hombre. Por lo tanto, toda su vida,
su itinerario personal, el conflicto que provocó con la situación
religiosa de su tiempo, sus palabras, sus diversas fases de su vida, sus
decisiones, tensiones y encuentros, toda su vida y recorrido era parte de su acción salvífica. Toda su vida era un sacrificio alegre por amor. Con ésta perspectiva, el solo hecho de derramar la sangre literalmente es un resumen o cierre de toda una vida de sacrificio. La vida de Jesús prepara y anticipa su muerte.
No podemos vaciar de contenido toda la vida de Jesús y volverla un
hecho abstracto o transformala en gotas de sangre como los paganos.
Muchos
cristianos tienen dificultad para expresar en términos concretos y
prácticos su Fe en el sacrificio de Jesús. La razón es que no se les
enseña que su sacrificio, es un todo, que su sangre derramada es solo un símbolo, pero que el todo, el total, está en mirar toda su vida humana como un ejemplo de fe
Su terrible muerte era aplicada de forma común en su época. Cristo bebió de la copa que millones de humanos han vivido y vivirán. El padeció la muerte, dejando que las cosas tomasen un rumbo normal en los sucesos y de esa forma estuvo dispuesto a someterse a un paso tan terrible y cruel.
"Por eso, cuando entra en el mundo, él dice: “‘Sacrificio y ofrenda no quisiste, pero me preparaste un cuerpo. No aprobaste holocaustos ni [ofrenda por] el pecado’. Entonces dije yo: ‘¡Mira! He venido
(en el rollo del libro está escrito de mí) para hacer tu voluntad, oh
Dios’”. Después de primero decir: “No quisiste ni aprobaste sacrificios
ni ofrendas ni holocaustos ni [ofrenda por] el pecado” —[sacrificios]
que se ofrecen según la Ley— entonces realmente dice: “¡Mira! He venido
para hacer tu voluntad”. Elimina lo primero para establecer lo
segundo. Por dicha “voluntad” hemos sido santificados mediante el ofrecimiento del cuerpo de Jesucristo una vez para siempre". – Hebreos 10:5-10
Este pasaje es revelador. Estas palabras inspiradas nos muestran que Dios no quería para su Hijo una muerte tan atroz como si fuera un cordero en sacrificio.
“Cuando entra en el mundo, él dice (Cristo): “‘Sacrificio y ofrenda no
quisiste, pero me preparaste un cuerpo. No aprobaste holocaustos ni
[ofrenda por] el pecado’. Jehová ya había perdonado a la humanidad con
su amor. “Sacrificio y ofrenda no quisiste” dice para su Hijo, “No
aprobaste holocaustos ni [ofrenda por] el pecado”. Sin embargo, el Padre deseaba manifestar su Amor en la forma humana de su Hijo. Dios quería que la humanidad se beneficiara de su amor mediante las instrucciones y revelaciones de su Hijo, revelaciones que unen al hombre con Dios.
En este hecho, Dios ya estaba perdonando al mundo. Por eso dice “me
preparaste un cuerpo”. El propósito de Dios era que todo “el que ejerce
fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16). Esto
ya era una manifestación del amor y perdón.
Ahora notemos algo trascendental:
“Entonces
dije yo: ‘¡Mira! He venido (en el rollo del libro está escrito de mí)
para hacer tu voluntad, oh Dios’”. Después de primero decir: “No
quisiste ni aprobaste sacrificios ni ofrendas ni holocaustos ni [ofrenda
por] el pecado” —[sacrificios] que se ofrecen según la Ley— entonces
realmente dice: “¡Mira! He venido para hacer tu voluntad”. Elimina lo
primero para establecer lo segundo. Por dicha “voluntad” hemos sido santificados mediante el ofrecimiento del cuerpo de Jesucristo una vez para siempre” – Hebreos 10:7-10
Finalmente Cristo por su propia voluntad,
no por una imposición de Dios, decide hacer la voluntad del Padre
Creador*, llevar una vida de abnegación y renuncia con unas
consecuencias inevitables de conflicto y muerte como miles de humanos. De
la misma forma como voluntariamente Adán decidió vender a la raza
humana a la imperfección, Cristo de forma voluntaria asume las
consecuencias del orden natural de las cosas, y no elude el
enfrentamiento con la muerte atroz provocada por sus enemigos y
profetizada* en las Escrituras. De ésta forma, Cristo es el ejemplo
supremo de hacer la voluntad del Padre. No era la voluntad de Dios que
Jesús sufriera de esa forma, pero si era la voluntad de Dios que los
asuntos siguieran un rumbo normal de derrotero en el camino de Cristo.
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* La Voluntad de Abba para su Hijo era
llevar una vida humana con posibilidades corrientes para la familia
humana, con los riesgos implicados de muerte y sufrimiento, tal como ha
ocurrido con miles de humanos.
* Profetizar o preveer algo no significa causarlo.
Dios no es un controlador de los destinos de sus criaturas ni de los asuntos que ocurren bajo los cielos. Hacer la voluntad de Dios no es seguir sus órdenes sino más bien confiar en él y vivir una vida de seguridad en sus manos, pase lo que pase y suceda lo que suceda.
Dios
no penetró en la mente de Judas y de Satanás para planear el asesinato
de Cristo. Dios no ejecutó a su hijo, como lo intentó de hacer Abrahán.
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Simplemente
Dios envió a su Hijo a la Tierra a enseñarnos la gran verdad, y luego
los acontecimientos profetizados y de índole normal tomaron un rumbo que
hicieron que Cristo se pusiera en la manos de Dios (para darle fuerzas)
y así beber la copa que todos tenemos que beber.
Un
enfermo terminal lo sabe. Dios no causó su enfermedad, pero la voluntad
del Padre es que el enfermo asuma ese sendero confiando en Dios,
dejando que las cosas tomen su cause, confiando en que Dios le sostendrá
y será su amigo en ese trance. Eso es hacer la voluntad de Dios. Su
voluntad no es que suframos, sino que no lo olvidemos a él en nuestro
trayecto por el sufrimiento. Cuando el Salmo nos habla del valle de las sombras se refiere a esa confianza suprema en el Padre.
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Estas
concepciones verdaderas sobre la muerte de Cristo quizás no sean
asimiladas del todo en ésta época, pero en el futuro las generaciones
venideras las entenderán.
Abrazos.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.