jueves, 7 de febrero de 2013

El don distorsionado

El romance fantástico
Ningún tema ha sido tan problemático para la humanidad como el asunto de la sexualidad humana. Nigún tema se evita tanto como si fuera un tabú y además se le coloca un manto de oscuridad y morbo. Este asunto provoca una inquietud tan alta en el habitante promedio de la Tierra que la visión distorsionada sobre el mismo es causante de muchos problemas sociales en la humanidad.

Sin embargo, esto es simplemente  el reflejo de la mente humana distorsionada y poco armoniosa internamente y que tiene una serie de trabas sobre la vida, la justicia y la existencia. Casi la mayoría de las personas considera a la vida injusta, un valle de lágrimas lleno de insatisfacción e infelicidad. Si la vida es llenada de tanta oscuridad, no sorprende que existan ideas oscuras sobre el mismo acto que crea dicha vida.

(1471.1) 133:2.2 La solicitud y la consideración que un hombre está dispuesto a conceder a su esposa y a sus hijos son la medida por la cual conoce el alcance de los niveles más altos de su autoconciencia espiritual y creativa. ¿No sabes acaso que los hombres y las mujeres son los socios de Dios, en el sentido de que cooperan para crear seres que crecen y que llegan también a poseer el potencial de un alma inmortal? El Padre celestial trata a la Madre Espíritu de los hijos del universo como su igual. Convivir tu vida y todo lo que en la vida está contenido, en términos de igualdad con la compañera y madre que tan plenamente comparte contigo esa experiencia divina de reproduciros en las vidas de vuestros hijos, es una acción casi divina. Si puedes amar a tus hijos como Dios te ama a ti, amarás y apreciarás a tu esposa como el Padre en el cielo honra y exalta al Espíritu Infinito, la madre de todos los hijos espirituales de un vasto universo».

Las palabras de Jesús reflejan la verdad excelsa de la relación mujer-hombre. Ambos son socios y co-creadores con Dios en la prolongación de la actualización y proyección del mismo Padre Universal en la materia al tener el potencial creativo de producir otros seres que serán habitados por la chispa divina y tendrán la oportunidad de la vida eterna. Si la civilización de forma inteligente pudiese apreciar y valorar el don que posee lo consideraria una herramienta y un privilegio tan digno que podríamos compararlo al certificado obtenido para que una fábrica de aviones pudiese funcionar con normalidad. Aquí hablamos de algo más grandioso, el traer seres en cuerpos materiales, la capacidad de crear vida inteligente. De la ahí la necesidad de una sabia autoregulación personal y social en la forma del matrimonio como medio para dignificar esta capacidad.

Pero la sexualidad también está ligada al hecho interno de lo que podríamos denominar el recuerdo subconciente del origen.

Cuando comenzó la Creación todo había partido de un núcleo que comenzó a subdividirse. Una parte se dividió en dos, en tres, etc. Al existir dos partes diferentes, ámbas podían conocerse e intercatuar entre sí como dos partes diferentes. El amor pasaría de ser un asunto conceptual a una realidad experencial, porque dar amor está relacionado con otro que puede recibirlo. Y así, uno está consciente de que existe, ya hay otros seres que existen. Así, cada relación es sagrada y es esencial para la experiencia en la realidad. Entonces incluso los seres supermateriales y espirituales fraternizan y consideran sus relaciones como sagradas.

En el nivel material de los mundos como la Tierra los diseñadores de la vida (Portadores de la Vida) escogieron para algunas especies cercanas al nivel de lo que llamaríanos inteligencia, la técnica de que utilizaran sus relaciones como medio para que pudiesen procrear otros vehículos materiales para otras criaturas. Y la relación sexual busca a nivel subconciente volver a ser un todo con la otra parte, transformarse en esa unidad primigenia mediante los besos y el coito, y ésta fusión temporal y breve provoca fisión y división (que los hace perder la noción del espacio-tiempo), ya que esa técnica afectiva provoca la división posterior en otro nuevo ser. Para provocar un nuevo ser diferente y separado, dos seres tienen antes que fusionarse.

Pero el entendimiento de esto no es una adquisición inmediata de la humanidad. Como en muchos otros campos, la especie humana está en un proceso de ajuste, de calibración y armonización de lo que es la cuestión reproductiva, placentera y afectiva. La raza humana tiene descalibrado los tres elementos anteriores. El cuerpo está programado para preservar la especie humana (al igual que otros instintos de preservación reactiva) y busca con fuerza el acto sexual (aún cuando haya pasado la edad reproductora). Y la mente lo enfoca en la demanda del placer para experimentar la evasión del dolor o sentir ese espacio cómodo fuera del espacio-tiempo;  Y el alma busca el afecto y la autorealización de la relación con otro ser. Los tres elementos están desequilibrados en mayor o menor grado en el habitante promedio debido al retraso evolutivo que tenemos.

(913.5) 82:1.2 El interés y deseo sexuales no eran pasiones dominantes en los pueblos primitivos; ellos simplemente las aceptaban. La entera experiencia reproductora estaba libre de embellecimientos de la imaginación. La pasión sexual que todo lo absorbe de los pueblos más altamente civilizados se debe principalmente a la mezcla de razas, especialmente allí donde la naturaleza evolucionaria ha sido estimulada por la imaginación asociativa y la apreciación de la belleza por parte de los noditas y adanitas. Pero esta herencia andita fue absorbida por las razas evolucionarias en cantidades tan limitadas como para no conseguir proveer suficiente autocontrol para las pasiones animales así desencadenadas y estimuladas por la dote de una conciencia sexual más aguda y de impulsos más intensos de apareamiento. De entre las razas evolucionarias, el hombre rojo era el que tenía el código sexual más elevado.

(914.6) 82:1.10 Ninguna emoción o impulso humano, cuando no se le enfrena pero se le da rienda suelta, puede producir tanto daño y pena como este poderoso impulso sexual. La sumisión inteligente de este impulso a las reglamentaciones de la sociedad es la prueba suprema de la realidad de toda civilización. El autocontrol, más un autocontrol en constante aumento, es la demanda cada vez mayor de la humanidad en avance. El secreto, la falta de sinceridad y la hipocresía podrán oscurecer los problemas sexuales, pero no proveen soluciones, ni tampoco avanzan la ética.

(914.8) 82:2.2 Entre las razas primitivas no había casi reglamentación de las relaciones entre los sexos. Debido a esta licencia sexual, no existía la prostitución. Presentemente, los pigmeos y otros grupos atrasados no poseen la institución del matrimonio; un estudio de estos pueblos revela las sencillas costumbres de apareamiento practicadas por las razas primitivas. Pero todos los pueblos antiguos deben estudiarse y juzgarse siempre a la luz de las normas morales de las costumbres establecidas de sus propios tiempos.

Claramente el desequilibrio que existe sobre la sexualidad ha sido agudizado por la herencia genética defectuosa, y finalmente ha sido incrementado por la falta de autodominio de los propios seres humanos. No hay nada más dañindo que utilizar este don a rienda suelta y sin ninguna responsabilidad social. El enfoque no está en considerarlo un acto abyecto o pecaminoso, sino en realizarlo fuera de un arreglo-compromiso que involucre lealtad personal y responsabilidad hacia la sociedad. Sería semejante a que esa fábrica de aviones funcionara de forma libre sin ningún permiso ni compromiso hacia su entorno.

Sin embargo, en sociedades primitivas como los pigmeos su cultura no considera el matrimonio, ya que como diría Pablo "no hay pecado si no hay ley". Sin embargo, en la sociedad moderna basada en patrones religiosos, el matrimonio es el estabilizador de la civilización.

Y he aquí una curiosa reflexión de Urantia sobre la evolución del matrimonio:

(922.1) 83:0.1 Éste ha progresado en forma constante partiendo de los apareamientos promiscuos y sin reglamentaciones dentro de la horda, pasando por muchas variaciones y adaptaciones, hasta la aparición de aquellas normas matrimoniales que finalmente culminaron en la realización de los apareamientos por pareja, la unión de un hombre y una mujer para establecer un hogar del más alto orden social.

(922.3) 83:0.3 Gracias al impulso sexual, el hombre egoísta es inducido a superar el nivel animal. La relación sexual autogratificante y digna comprende ciertas consecuencias de la autonegación y asegura la asunción de deberes altruísticos y de numerosas responsabilidades hogareñas que benefician a la raza. Por ello el sexo ha sido el civilizador incógnito e insospechado del salvaje; porque este mismo impulso sexual automática y seguramente obliga al hombre a pensar y finalmente le conduce a amar.

Esto es cierto sobre todo en jovencitos que de forma alocada y egoísta se entregan a tener relaciones sexuales sin haber madurado como seres humanos. Y los embarazos prematuros a muchos niños les ha obligado a madurar de golpe, a comenzar a negarse a sí mismos para criar a la prematura familia, renunciando a planes y sueños egoístas para dedicarse a criar a los hijos, y entonces dejando de ser egoístas. Finalmente mediante esto el hombre se ve obligado a pensar, y luego a amar, pero de forma altruista.

Evidentemente este es el camino difícil con una serie de riesgos dolorosos asociados, aunque en la evolución de la sociedad ha resultado ser una paradoja.

(922.7) 83:1.4 La familia, que surge del matrimonio, es en sí misma un estabilizador de la institución del matrimonio, juntamente con las costumbres propietarias. Otros poderosos factores de la estabilidad matrimonial son el orgullo, la vanidad, la caballerosidad, el deber y las convicciones religiosas. Pero aunque los matrimonios puedan ser aprobados o desaprobados desde las alturas, no se puede decir que son hechos en el cielo. La familia humana es una institución claramente humana, un desarrollo evolucionario. El matrimonio es una institución de la sociedad, no una dependencia de la iglesia. Es verdad que la religión debe influir poderosamente sobre esta institución, pero no debe adjudicarse el derecho exclusivo de su control y reglamentación.

(927.7) 83:6.6 La monogamia ha sido siempre, es ahora y será perennemente el objetivo ideal de la evolución sexual humana. Este ideal del verdadero matrimonio en parejas comprende autosacrificio, y por lo tanto tan frecuentemente fracasa tan sólo porque uno o ambas de las partes contratantes son deficientes en el riguroso autocontrol, que es la cúspide de todas las virtudes humanas.

(927.8) 83:6.7 La monogamia es el metro que mide el avance de la civilización social tal como se la distingue de la evolución puramente biológica. La monogamia no es necesariamente biológica ni natural, pero es indispensable para el mantenimiento inmediato y el desarrollo futuro de la civilización social. Contribuye a la delicadeza de los sentimientos, al refinamiento del carácter moral y a un crecimiento espiritual que son completamente imposibles en la poligamia. La mujer no podrá jamás llegar a ser una madre ideal si se ve constantemente obligada a rivalizar por el afecto de su marido.

(928.3) 83:7.2 Entre los pueblos primitivos sólo alrededor de la mitad de los matrimonios resultaban satisfactorios. La causa más frecuente de separación era la esterilidad, de la cual siempre se culpaba a la esposa; y se creía que las esposas sin hijos se volvían serpientes en el mundo espiritual. Bajo las costumbres más primitivas, el divorcio se otorgaba a opción del hombre únicamente, y estas normas han persistido hasta el siglo veinte entre algunos pueblos.

(928.5) 83:7.4 La presión social del estado dentro de la comunidad y los privilegios propietarios siempre ha sido poderosa en el mantenimiento de los tabúes y costumbres del matrimonio. A través de las edades, el matrimonio ha hecho un progreso continuado y se encuentra en una posición de avanzada en el mundo moderno, a pesar de sufrir los amenazadores embates de una gran insatisfacción entre aquellos pueblos en los que la selección individual —una nueva libertad— existe en forma más preponderante. Aunque estos trastornos de ajuste aparecen entre las razas más progresivas como resultado de una evolución social repentinamente acelerada, entre los pueblos menos avanzados el matrimonio continúa floreciendo y mejorándose lentamente bajo la guía de las viejas costumbres.

(928.6) 83:7.5 La nueva y repentina sustitución de la tradición ideal pero extremadamente individualista del motivo del amor en el matrimonio, en lugar del motivo de la propiedad privada, más antiguo y largamente establecido, inevitablemente ha ocasionado una inestabilidad temporal en la institución del matrimonio. Los motivos del hombre para el matrimonio siempre han transcendido de lejos a la moral verdadera del matrimonio; en los siglos diecinueve y veinte, el ideal occidental del matrimonio ha pegado un extraordinario y repentino salto hacia adelante que lo ha colocado a gran distancia de los impulsos egocéntricos y los impulsos sexuales tan sólo parcialmente controlados de las razas. La presencia de grandes números de solteros en cualquier sociedad indica o la ruptura provisional de las costumbres o lo que están en una etapa de transición.

Nota: La etapa actual aparentemente perturbada de la vida matrimonial es una "inestabilidad temporal" que será reajustada. Los pueblos primitivos eran salvajes y promiscuos, sin la necesidad del matrimonio. Luego se entró a una era restrictiva relacionada con la propiedad privada y posesión material en dónde los matrimonios eran arreglados por los padres, y ahora esa cadena da paso a impulsos más libres que están en un proceso de ajuste y aprendizaje de la responsabilidad.

(928.7) 83:7.6 La verdadera prueba del matrimonio, a lo largo de las edades, ha sido esa intimidad continua que es inescapable en toda vida familiar. Dos jóvenes mimados y sobreprotegidos, educados a esperar toda indulgencia y plena gratificación de su vanidad y ego, no tendrán gran éxito en el matrimonio y la construcción del hogar —una asociación vitalicia que implica autosacrificio, compromiso, devoción y dedicación altruista a la puericultura.

¡Qué palabras más ciertas!

El error del romance fantástico
Urantia declara algo lapidario para los soñadores románticos:

(929.1) 83:7.7 El alto grado de imaginación y romance fantástico que participa del galanteo es en gran parte responsable por el aumento de las tendencias hacia el divorcio entre los pueblos occidentales modernos, todo lo cual se encuentra complicado adicionalmente por la mayor libertad personal de la mujer y su mayor libertad económica. La facilidad con que se obtiene el divorcio, cuando resulta de la falta de autocontrol o de la falta de ajuste normal de la personalidad, tan sólo conduce directamente de vuelta a aquellas etapas burdas de la sociedad de las cuales el hombre ha surgido tan recientemente y con tanta angustia personal y sufrimiento racial.

(929.2) 83:7.8 Pero mientras la sociedad no sepa educar adecuadamente a sus hijos y a su juventud, mientras el orden social no sepa proveer un adiestramiento premarital adecuado, y mientras el idealismo juvenil sin sabiduría ni madurez sea el árbitro del ingreso en el matrimonio, el divorcio seguirá siendo frecuente. Si el grupo social no sabe proveer una buena preparación matrimonial para sus jóvenes, el divorcio deberá funcionar hasta ese punto como una válvula de seguridad de la sociedad, para prevenir situaciones aun peores durante las edades de rápido crecimiento de las costumbres en evolución.

Puesto que los Estados no inculcan ninguna preparación matrimonial para sus jóvenes, y la industria de la entretención sigue estimulando bobadas, solo las religiones pueden hasta cierto punto ser estabilizadoras y educadoras para los jóvenes. Y en eso rompemos una lanza a favor de la Watchtower y otros grupos religiosos en su intento por proveer cierta guía mediante sus publicaciones. Eso es digno de destacar.

Los Reveladores con su visión histórica privilegiada nos dicen que estamos viviendo un ciclo de problemas, que hubieron épocas pasadas más desordenadas moralmente, y que debemos confiar sin descuidar las advertencias y la responsabilidad personal:

(929.3) 83:7.9 Los antiguos parecen haber considerado el matrimonio con tanta seriedad como algunos de los pueblos de hoy en día. Y muchos de los matrimonios apresurados y sin éxito de los tiempos modernos no parecen ser superiores a las prácticas antiguas de asignación de los jóvenes y las doncellas para el apareamiento. La gran contradicción de la sociedad moderna consiste en exaltar el amor e idealizar el matrimonio mientras que desaprueba al mismo tiempo el examen pleno de ambos.

(929.4) 83:8.1 El matrimonio que culmina en el hogar es indudablemente la institución más excelsa del hombre, pero es esencialmente humana; no debería haber sido llamada nunca un sacramento. Los sacerdotes setitas hicieron del matrimonio un rito religioso; pero durante miles de años después de Edén, el apareamiento continuó siendo una institución puramente social y civil.

(929.5) 83:8.2 La comparación de las asociaciones humanas con las asociaciones divinas es sumamente desafortunada. La unión de marido y mujer en la relación matrimonio-hogar es una función material de los mortales de los mundos evolucionarios. En verdad es posible acumular gran cantidad de progreso espiritual mediante los sinceros esfuerzos humanos de marido y mujer por progresar, pero esto no significa que el matrimonio sea necesariamente sagrado. El progreso espiritual depende de la aplicación sincera a otras avenidas de la empresa humana.

Nota: Lo que vuelve "sagrado" al matrimonio no es el acto per se de una ceremonia, sino que dicho matrimonio ya legalizado ante el César, en sus respectivas existencias individuales durante su vida progresen espiritualmente. La asociación de dos personas con una relación prolongada con Dios puede volver "sagrada" la relación, pero eso no es automático.

(929.6) 83:8.3 Tampoco puede el matrimonio compararse verdaderamente con la relación del Ajustador con el hombre ni con la fraternidad de Cristo Micael con sus hermanos hombres. Casi en ningún momento son tales relaciones comparables con la asociación de marido y mujer. Y es muy triste que el erróneo concepto humano de estas relaciones haya producido tanta confusión en lo que concierne al estado del matrimonio.

(929.7) 83:8.4 También es triste que ciertos grupos de mortales hayan concebido el matrimonio como la consumación de una acción divina. Estas creencias conducen directamente al concepto de la indisolubilidad del estado marital sean cuales fueran las circunstancias o deseos de las partes contrayentes. Pero el hecho mismo de que tales uniones puedan disolverse indica que la Deidad no es parte participante de ellas. Si Dios une dos cosas o personas, éstas permanecerán unidas hasta el momento en que la voluntad divina decida su separación. Pero, en cuanto al matrimonio, que es una institución humana, ¿quién presumirá juzgarlo, para decir cuáles matrimonios son uniones que podrían haber sido aprobadas por los supervisores del universo en contraste con aquellas que son puramente humanas en su naturaleza y origen?

¡Qué reflexión más certera y profunda!

(930.1) 83:8.5 Sin embargo, existe un ideal matrimonial en las esferas de lo alto. En la capital de cada sistema local los Hijos e Hijas Materiales de Dios ilustran la elevación de los ideales de la unión del hombre y la mujer en los lazos del matrimonio y para el propósito de procrear y criar a los vástagos. Después de todo, el ideal mortal del matrimonio es humanamente sagrado.

(930.2) 83:8.6 El matrimonio siempre ha sido y sigue siendo el supremo sueño de idealismo temporal del hombre. Aunque este hermoso sueño pocas veces se realiza en su plenitud, perdura como ideal glorioso, atrayendo para siempre a la humanidad en progreso hacia mayores esfuerzos para la felicidad humana. Pero se ha de enseñar a los mancebos y doncellas algo sobre la realidad del matrimonio antes de que se les permita meterse de cabeza en el mar de demandas exigentes de las interasociaciones de la vida familiar; la idealización juvenil ha de mitigarse con cierto grado de desilusión premarital.

(930.3) 83:8.7 La idealización juvenil del matrimonio sin embargo no debe ser desalentada; estos sueños constituyen la visualización del objetivo futuro de la vida familiar. Esta actitud es tanto estimulante como positiva, siempre y cuando no produzca una insensibilidad a la comprensión de los requisitos prácticos y comunes del matrimonio y de la subsiguiente vida familiar.

(930.4) 83:8.8 Los ideales del matrimonio han hecho gran progreso en tiempos recientes; entre algunos pueblos, la mujer disfruta prácticamente de los mismos derechos que su consorte. Por lo menos en teoría, la familia se está volviendo una asociación leal para la crianza de la prole, acompañada de fidelidad sexual. Pero aun esta versión más reciente del matrimonio no debe llegar a tal extremo de conferir monopolio mutuo de entera personalidad e individualidad. Matrimonio no es tan sólo un ideal individualista; es la asociación social evolutiva de un hombre y una mujer, establecida por las costumbres actuales, restringida por los tabúes y regida por las leyes y reglamentaciones de la sociedad.

Nota: En muchas partes los documentos L.U exaltan la vida matrimonial como un estabilizador moral positivo de la existencia de la civilización, pero también nos expanden el horizonte para comprender su vasto alcance y desafíos realistas, sin caer en la idealización.

La Asociación Hombre-Mujer

(938.7) 84:6.3 El hombre y la mujer son, desde un punto de vista práctico, dos variedades distintas de la misma especie que viven en asociación íntima y estrecha. Sus puntos de vista y sus reacciones a la vida son esencialmente diferentes; son totalmente incapaces de una comprensión plena y real entre ellos. La comprensión completa entre los sexos es inalcanzable.

Nota: Cuantas rupturas se evitarían al aceptar estos hechos.

(938.8) 84:6.4 Parecería que las mujeres tuvieran más intuición que los hombres, pero también parecen ser ellas un tanto menos lógicas. La mujer sin embargo siempre ha sido la abanderada moral y la líder espiritual de la humanidad. La mano que mece la cuna aún fraterniza con el destino.

(938.9) 84:6.5 La diferencia de naturaleza, reacción, puntos de vista y pensamiento entre hombres y mujeres, en vez de ocasionar preocupación, debería ser considerada altamente beneficiosa para la humanidad, tanto individual como colectivamente. Muchas órdenes de criaturas del universo son creadas en fase dual de manifestación de la personalidad. Entre los mortales, los Hijos Materiales y los midsonitas, esta diferencia se describe como hombre y mujer; entre los serafines, querubines y Compañeros Moronciales, ha sido denominada positiva o enérgica, y negativa o introvertida. Estas asociaciones duales multiplican grandemente la versatilidad y se sobreponen a las limitaciones inherentes, de la manera en que lo hacen ciertas asociaciones trinas en el sistema Paraíso-Havona.

(939.1) 84:6.6 Los hombres y las mujeres se necesitan mutuamente en sus carreras morontiales y espirituales así como también en sus carreras mortales. Las diferencias de puntos de vista entre hombres y mujeres persisten aun más allá de la primera vida y a lo largo de las ascensiones en el universo local y en el superuniverso. Aun en Havona, los peregrinos que otrora fueran hombres y mujeres seguirán ayudándose mutuamente en el ascenso al Paraíso. Nunca, ni siquiera en el Cuerpo de los Finalistas, será la metamorfosis de la criatura tan grande como para borrar las tendencias de personalidad que los humanos llaman hombre y mujer; siempre continuarán estas dos variaciones básicas de la humanidad a atraerse, estimularse, alentarse y asistirse mutuamente; siempre dependerán de su cooperación mutua en la solución de los difíciles problemas del universo y en sobreponerse a las múltiples dificultades cósmicas.

Nota: Si bien los matrimonios y reproducción sexual no existen en los mundos moronciales, los rasgos de la identidad de hombre y mujer persistirán y se mantendrá el complemento de alguna forma entre ámbos.

(939.2) 84:6.7 Aunque los sexos no podrán esperar jamás comprenderse plenamente, son efectivamente complementarios, y aunque frecuentemente haya mayor o menor antagonismo personal entre ellos, su cooperación es capaz de mantener y reproducir la sociedad. El matrimonio es una institución concebida para componer las diferencias sexuales, contribuyendo a la vez a la continuación de la civilización y asegurando la reproducción de la raza.

(939.3) 84:6.8 El matrimonio es la madre de todas las instituciones humanas, puesto que conduce directamente al establecimiento y mantenimiento del hogar, que es la estructura básica de la sociedad. La familia está vinculada vitalmente al mecanismo del automantenimiento; es la única esperanza de perpetuación de la raza bajo las costumbres establecidas de la civilización, mientras que al mismo tiempo provee eficazmente ciertas formas altamente satisfactorias de autogratificación. La familia es el logro puramente humano más elevado del hombre, puesto que combina la evolución de las relaciones biológicas de hombre y mujer con las relaciones sociales de marido y mujer.