miércoles, 6 de febrero de 2013

Nuestra falta de visión

(619.5) 54:6.8 Las mentes de los mortales de poca visión, atadas al tiempo, no deben lanzarse a criticar las demoras temporales de los administradores de gran visión y gran sabiduría de los asuntos del universo.

(620.1) 54:6.9 Un error del pensamiento humano respecto de estos problemas consiste en la idea de que todos los mortales evolucionarios en un planeta en evolución elegirían entrar a la carrera al Paraíso si el pecado no hubiese maldecido su mundo. La capacidad de rehusar la supervivencia no data de los tiempos de la rebelión de Lucifer. El hombre mortal ha poseído siempre la dote de la elección del libre albedrío en cuanto a la carrera al Paraíso.

Nota: Aún viviendo en un mundo plenamente feliz y supuestamente "perfecto", el hombre SIEMPRE poseerá el LIBRE ALBEDRIO.  Creer que las criaturas inteligentes estarán inmunizadas contra la posibilidad de mal de forma automática es un mito. La posibilidad de elegir siempre será independiente de las circunstancias externas. Hay ejemplos (incluso bíblicos) de seres humanos que en medio de circusntancias adversas eligieron el bien, y otros con circunstancias idóneas escogieron el mal, y viceversa.

(615.3) 54:3.1 Las criaturas volitivas morales de los mundos evolucionarios siempre se han preocupado por la pregunta irreflexiva de por qué los Creadores omnisapientes permiten el mal y el pecado. No comprenden que ambos son inevitables si la criatura ha de ser verdaderamente libre. El libre albedrío del hombre en evolución o del ángel exquisito no es un mero concepto filosófico, un ideal simbólico. La habilidad del hombre para elegir el bien y el mal es una realidad del universo. Esta libertad de elegir por sí mismo es una dote de los Gobernantes Supremos, y ellos no permitirán que ningún ser o grupo de seres prive a una sola personalidad en el vasto universo de esta libertad de otorgamiento divino —ni siquiera para satisfacer a estos seres desviados e ignorantes en el disfrutar de esta mal llamada libertad personal.

Nota: El Libre Albedrio es una realidad del universo.

(614.3) 54:1.8 No hay error más grande que ese tipo de autodecepción que conduce a los seres inteligentes a anhelar el ejercicio del poderío por sobre otros seres con el propósito de privar a estas personas de sus libertades naturales. La regla de oro de la justicia humana se subleva contra todos estos fraudes, injusticias, egoísmos y falta de rectitud. Tan sólo la libertad verdadera y genuina es compatible con el reino del amor y con el ministerio de la misericordia.

(614.4) 54:1.9 ¡Cómo se atreve la criatura volitiva a entrometerse en los derechos de sus semejantes en nombre de la libertad personal cuando los Gobernantes Supremos del universo se colocan respetuosamente al margen de esas prerrogativas de voluntad y potenciales de personalidad! No tiene ningún ser, en el ejercicio de su supuesta libertad personal, el derecho de privar a otro ser de los privilegios de la existencia otorgados por los Creadores y debidamente respetados por todos sus leales asociados, subordinados y súbditos.

La "demora" en la ejecución de la justicia

(615.4) 54:3.2 Aunque la identificación consciente e incondicionada con el mal (pecado) es el equivalente de la no existencia (aniquilación), siempre debe intervenir entre el momento de dicha identificación personal con el pecado y la ejecución de la pena —el resultado automático de dicho abrazo volitivo del mal— un período de tiempo de suficiente longitud como para permitir que la adjudicación del estado universal de dicho individuo se compruebe enteramente satisfactoria para todas las personalidades universales relacionadas, y que sea tan justa y recta como para ganar la aprobación del pecador mismo.

(615.5) 54:3.3 Pero si este rebelde del universo contra la realidad de la verdad y la bondad se niega a aprobar el veredicto y si el culpable conoce en su corazón la justicia de su condena pero rehusa confesarla, entonces la ejecución de la sentencia debe ser demorada de acuerdo con la discreción de los Ancianos de los Días. Y los Ancianos de los Días se niegan a aniquilar a un ser hasta que se hayan extinguido todos los valores morales y todas las realidades espirituales tanto en el pecador como en todos los soportadores relacionados y los posibles simpatizantes.

Nota: Cuando el pecador como Lucifer rehusa confesar y reconocer su error, cuando está autoconvencido de su proyecto, solo la longitud del tiempo demostrará el error de la semilla. Cuando ya toda posibilidad de arrepentimiento se ha extinguido y ya no queden simpatizantes, entonces la Justicia aplicará la pena.
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Asi se da testimonio ante el Universo sobre la perfección de la Justicia Cósmica.

Los seres humanos tenemos muchas ficciones infantiles que hablan de la aniquilación de malvados por acción instantánea:

(614.5) 54:1.10 El hombre evolucionario tal vez tenga que luchar para sus libertades materiales contra tiranos y opresores en un mundo de pecado e iniquidad o, durante los tiempos primitivos, de una esfera primitiva en evolución, pero eso no ocurre en los mundos morontiales ni en las esferas de espíritu. La guerra es la herencia del hombre evolucionario primitivo, pero en los mundos de civilización normal en avance el combate físico como técnica de ajustar los malentendidos raciales ha caído desde hace mucho tiempo en descrédito.

Nota: Jamás será resuelta la cuestión universal con una batalla física que destruye a los malvados. Las guerras son producto de los hombres primitivos. Están creadas en épocas pasadas bajo un contexto de aislamiento, retraso y pecado.

Creer que Dios solucionará la cuestión universal con una gran guerra es una distorsión, una dislocación de la realidad. El hombre es lento de discernimiento y siempre confunde el símbolo posterior como si fuera la figura real.  La imagen pictórica de la guerra de Dios es un simbolismo adaptado a las mentes humanas, es una alegoria de un proceso judicial que ha demorado varios siglos. Cuando estalló la "guerra en el cielo" fué en términos muy diferentes a las ideas básicas humanas:

(606.2) 53:5.6 «Había guerra en los cielos; el comandante de Micael y sus ángeles lucharon contra el dragón (Lucifer, Satanás y los príncipes apóstatas); y el dragón y sus ángeles rebeldes lucharon pero no prevalecieron». Esta «guerra en los cielos» no fue una batalla física tal como se la puede concebir en Urantia. En los primeros días de la lucha Lucifer permaneció continuamente en el anfiteatro planetario. Gabriel condujo una exposición incesante de los sofismas rebeldes desde su sede central situada en las cercanías. Las varias personalidades presentes en la esfera que tuvieran duda en cuanto a su actitud se trasladaban de uno a otro sitio, escuchando las disertaciones hasta llegar a una decisión final.

(606.3) 53:5.7 Pero esta guerra en los cielos fue muy terrible y muy real. Aunque no exhibía ninguna de las barbaridades tan características de la guerra física en los mundos inmaduros, este conflicto era mucho más mortífero; la vida material corre peligro en el combate material, pero la guerra en los cielos se peleó en términos de vida eterna.

Nota: La lucha contra las fuerzas espirituales no es física, ni tampoco lo será. Es una lucha contra una ideología peligrosa y muy convincente que ha tenido el poder de reunir a los ángeles para su favor, y que tiene el potencial de causar la muerte eterna. Es una cuestión de carácter cósmico superior para nosotros, los humanos, carentes de la visión de la mota moroncial. El Mensajero Poderoso encargado por Gabriel concluye así su exposición sobre la Rebelión de Lucifer:

(620.2) 54:6.10 A medida que ascendéis en la experiencia de la supervivencia, ampliaréis vuestros conceptos en lo que concierne el universo y extenderéis vuestro horizonte de significados y valores; y de este modo seréis capaces de comprender mejor por qué seres como Lucifer y Satanás tienen permiso para continuar en rebelión. También comprenderéis mejor de qué manera el bien último (si no inmediato) se puede derivar del mal limitado en el tiempo. Después que logréis el Paraíso, estaréis realmente más esclarecidos y cómodos, cuando escuchéis a los filósofos superáficos discutir y explicar estos problemas profundos del ajuste universal. Pero aun entonces, dudo que estaréis plenamente satisfechos en vuestra propia mente. Por lo menos yo no lo estuve, aun cuando alcancé así la cúspide de la filosofía universal. No llegué a la comprensión plena de estas complejidades hasta después de haber sido asignado a los deberes administrativos en el superuniverso, en el cual adquirí mediante la experiencia real la capacidad conceptual adecuada para la comprensión de muchos problemas polifacéticos de la equidad cósmica y la filosofía espiritual. A medida que ascendáis hacia el Paraíso, aprenderéis cada vez más que muchas características problemáticas de la administración universal tan sólo pueden ser comprendidas posteriormente a la adquisición de una mayor capacidad experiencial y al logro de un discernimiento espiritual más elevado. La sabiduría cósmica es esencial para comprender las situaciones cósmicas.