jueves, 14 de marzo de 2013

El Juicio de Dios

16 Y además he visto bajo el sol el lugar de la justicia donde había iniquidad, y el lugar de la rectitud donde estaba la iniquidad. 17Yo mismo he dicho en mi corazón:El Dios [verdadero] juzgará tanto al justo como al inicuo, porque hay un tiempo para todo asunto y respecto a toda obra allá”.
18 Yo, yo mismo, he dicho en mi corazón, tocante a los hijos de la humanidad, que el Dios [verdadero] va a seleccionarlos, para que vean que ellos mismos son bestias. 19Porque hay un suceso resultante respecto a los hijos de la humanidad y un suceso resultante respecto a la bestia, y ellos tienen el mismo suceso resultante. Como muere el uno, así muere la otra; y todos tienen un solo espíritu, de modo que no hay superioridad del hombre sobre la bestia, porque todo es vanidad. - Eclesiastés 3:16-19
 
El escritor nos habla del Juicio de Dios,  y sin el ropaje de un relato profético o simbólico, se nos muestra que la muerte es el mecanismo en el universo que aplica la justicia desde tiempos inmemoriales. La muerte se ha tragado a los tiranos, asesinos e inmorales. La justicia se  manifiesta en esta situación universal. Pero al hombre de naturaleza justiciera, este mecanismo natural muchas veces le parece injusto.

El escritor del libro de Eclesiastés luego dice:

Regocíjate, joven, en tu juventud, y hágate bien tu corazón en los días de tu mocedad, y anda en los caminos de tu corazón y en las cosas vistas por tus ojos. Pero sabe que debido a todas estas el Dios [verdadero] te traerá a juicio. Por eso, quita de tu corazón la irritación, y evita a tu carne la calamidad; pues la juventud y la flor de la vida son vanidad. -Ecle. 11:9,10

El capítulo 12 inmediatamente continúa con la recomendación a los jóvenes (12: 1) y una descripción poética de la vejez (12: 2-7). Finalmente se da una recomendación para la vida humana:

La conclusión del asunto, habiéndose oído todo, es: Teme al Dios [verdadero] y guarda sus mandamientos. Porque este es todo el [deber] del hombre. Porque el Dios [verdadero] mismo traerá toda clase de obra a juicio con relación a toda cosa escondida, en cuanto a si es buena o es mala. - Eclesiastés 12:13,14.

El Salmista en un lenguaje poético también describe que el Juicio y la Cólera de Dios tiene que ver con la muerte como límite para la vida de los hombres. Salmo 90:

Tú haces que el hombre mortal vuelva a la materia triturada,
y dices: “Vuélvanse, hijos de los hombres”.
 Porque mil años son a tus ojos solo como el día de ayer cuando ha pasado,
y como una vigilia durante la noche.
 Los has llevado arrollando; ellos llegan a ser un simple sueño;
a la mañana [son] justamente como la hierba verde que cambia.
 Por la mañana produce flores y tiene que cambiar;
al atardecer se marchita y ciertamente se seca.
 Porque nos hemos acabado en tu cólera,
y por tu furia hemos sido perturbados.
 Has colocado nuestros errores precisamente enfrente de ti;
nuestras cosas escondidas, delante de tu rostro brillante.
 Porque todos nuestros días han llegado a su declinación en tu furor;
hemos terminado nuestros años lo mismo que un susurro.
En sí mismos los días de nuestros años son setenta años;
y si debido a poderío especial son ochenta años,
sin embargo su insistencia está en penoso afán y cosas perjudiciales;
porque tiene que pasar rápidamente, y volamos.
¿Quién hay que conozca la fuerza de tu cólera,
y tu furor conforme al temor de ti?
Muéstra[nos] precisamente cómo contar nuestros días de tal manera
que hagamos entrar un corazón de sabiduría.
¡De veras vuélvete, oh Jehová! ¿Hasta cuándo será?,
y siente pesar respecto a tus siervos.
Satisfácenos a la mañana con tu bondad amorosa,
para que clamemos gozosamente y nos regocijemos durante todos nuestros días.
Haznos regocijar con correspondencia a los días en que nos has afligido,
los años en que hemos visto calamidad.
Aparezca tu actividad a tus propios siervos,
y tu esplendor sobre sus hijos.
Y resulte estar sobre nosotros la agradabilidad de Jehová nuestro Dios,
y de veras establece firmemente sobre nosotros la obra de nuestras manos.
Sí, la obra de nuestras manos, de veras establécela firmemente.
 
El Salmista expresa que la Cólera y Furia de Dios se manifiesta en la brevedad de la vida humana. Esto es patente cuando leemos todo el contexto. El Juicio de Dios realmente se aplica con la muerte y la posibilidad de resurrección o negación de ésta para el ser humano. La fugacidad de los hombres (incluidos los inicuos) comparados con la perspectiva de Dios nos recuerda que no hay mejor aniquilador de malvados que el mismo tiempo.