¿Debe relacionarse una Guerra Mundial con la segunda venida de Cristo?
195:8.7 A la
sublevación laica le debéis la asombrosa creatividad de la industria americana y
el progreso material sin precedentes de la civilización occidental. Como la
sublevación laica ha ido demasiado lejos y ha perdido de vista a Dios y a la
verdadera religión, también le ha seguido una cosecha inesperada de
guerras mundiales y de inestabilidad internacional.
195:8.13 La secularización completa de la ciencia, la educación, la industria y la sociedad puede conducir tan sólo al desastre. Durante el primer tercio del siglo veinte los urantianos mataron a más seres humanos que los que fueron matados durante la entera dispensación cristiana hasta ese momento. Y éste es tan sólo el comienzo de la amarga cosecha del materialismo y el secularismo; destrucciones aún más terribles están por ocurrir.
Las guerras mundiales son posibilidades terribles a esta especie humana. Aún ahora todavía es posible una guerra destructiva. Pero el futuro no es un destino implacable, sino que se gesta por tendencias. La I y II Guerra mundial no trajeron ni apresuraron la venida del Salvador. No hay evidencia que una nueva Guerra Mundial pueda estar relacionada con la nueva visita de Cristo. De hecho, parece ser (tal como hemos estudiado) que Jesús queria que no hiciéramos una relación de su visita con "guerras y rumores de guerra", más "todavía no es el fin". "Que nadie los extravie". Esto no quiere decir que Jesús no pueda retornar, pero parece ser que él no lo hará mientras haya una revuelta mundial tal como no lo hizo en el 70 y ni en la I o II Guerra Mundial. Jesús podría retornar en cualquier momento.
176:4.6 Por lo tanto haríais bien en desasociar el retorno personal del Maestro a la tierra de todo evento establecido o época fijada. Estamos seguros solamente de una cosa: Prometió que volvería. No tenemos idea alguna de cuándo cumplirá con su promesa ni en relación con qué. Por lo que sabemos, puede aparecer en la tierra en cualquier momento, y puede no aparecer hasta que no hayan pasado eras tras eras y todas hayan sido debidamente adjudicadas por sus Hijos asociados del cuerpo del Paraíso.
Mantenerse alerta en sentido verdadero va más allá de actuar coaccionados por eventos mundiales. Esa forma de espiritualidad está condicionada por el miedo y el egoísmo de una salvación personal. No produce frutos verdaderos, puesto que cuando el panorama mundial vuelve a estabilizarse o pasan las fechas proféticas, muchos se desilusionan incluso de Dios. Mantenerse alertas significa estar alertas sobre la espiritualidad de nosotros mismos. No de los eventos mundiales o catástrofes planetarias.
176:3.2 «Tomás, tú tampoco comprendes lo que yo he estado diciendo. ¿Acaso no te he enseñado todo este tiempo que tu relación con el reino es espiritual e individual, que es totalmente un asunto de experiencia personal en el espíritu, mediante la comprensión por la fe de que tú eres un hijo de Dios? ¿Qué más he de decir? La caída de las naciones, la derrota de los imperios, la destrucción de los judíos incrédulos, el fin de una era, aun el fin del mundo, ¿qué tienen que ver todas estas cosas con el que cree en el evangelio y que ha refugiado su vida al amparo del reino eterno? Vosotros que sois conocedores de Dios y creyentes en el evangelio, ya habéis recibido la certeza de la vida eterna. Puesto que vuestras vidas han sido vividas en el espíritu y para el Padre, nada puede ser una preocupación seria para vosotros. Los constructores del reino, los ciudadanos acreditados de los mundos celestiales, no se molestan por los altibajos temporales ni se perturban por los cataclismos terrestres. ¿Qué importancia tiene, para vosotros que creéis en este evangelio del reino, de que caigan las naciones, que termine la era, que todas las cosas visibles se destruyan? en vista de que sabéis que vuestra vida es el don del Hijo, y que está eternamente segura en el Padre. Habiendo vivido la vida temporal por la fe y habiendo rendido los frutos del espíritu en forma de la rectitud que se manifiesta en servicio amoroso para con vuestros semejantes, podéis contemplar con confianza el próximo paso en la carrera eterna, con la misma fe de sobrevivencia que os ha llevado a través de vuestra primera y terrenal aventura en la filiación con Dios.