sábado, 22 de junio de 2013

Tiempos de desafío. Un mensaje para los lectores.

Estamos en un tiempo crucial. A veces esta empresa nos parece inmensa y sufrimos de desánimo. Pero justamente los relatos de los intrépidos y solitarios profetas deben confortarnos. Mas que el mensaje que ellos proclamaron para su época y civilización, lo que nos debe ayudar es el espíritu con que ellos enfrentaron dichas misiones. Es su ejemplo inspirador lo que debe provocar una reacción en nosotros.

(1067.1) 97:5.4 Este Isaías fue seguido por Miqueas y Abdías, que confirmaron y embellecieron su evangelio que tanto satisfizo el alma. Y estos dos valientes mensajeros denunciaron audazmente los rituales sacerdotales de los hebreos y atacaron temerariamente todo el sistema de sacrificios.

(1067.2) 97:5.5 Miqueas denunció a «los jefes que juzgan por cohecho, los sacerdotes que enseñan por precio y los profetas que adivinan por dinero». Enseñó sobre un futuro de libertad de la superstición y del clericalismo, diciendo: «Pero cada hombre se sentará bajo su propia vid, y nadie le infundirá temor, porque toda la gente vivirá, cada uno de acuerdo con su comprensión de Dios».

(1069.5) 97:7.10 Este audaz maestro Isaías proclamó que el hombre estaba relacionado estrechamente con Dios, diciendo: «Todos los llamados de mi nombre, para gloria mía los he creado, y ellos serán mi alabanza. Yo, yo mismo, soy el que borro sus trasgresiones para mi satisfacción, y no me acordaré sus pecados».

(1070.1) 97:7.12 Y este predicador del Dios excelso no cesó jamás de proclamar a este Dios de amor. «Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu». Y aún más este gran maestro habló palabras de consuelo a sus contemporáneos: «El Señor te guiará continuamente y satisfacerá tu alma. Serás como huerto de riego y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan. Y si vendrá el enemigo como río, el espíritu del Señor levantará una defensa contra él». Nuevamente brilló el evangelio de Melquisedek, destructor del temor, y la religión de Salem que origina confianza para bendición de la humanidad.

Ahora de forma urgente, necesitamos valor y fortaleza para predicar un mensaje que debe ser más audaz que una simple predicación ritualista, pasiva,  mecánica y formal.

Si nos unimos al Padre Celestial al sincronizar nuestra voluntad con la de Dios, nada nos será imposible. Pero para eso debemos exorcizar nuestros propios enemigos que nos paralizan.

Desafío gigante necesita una fe y esperanza gigante

(1090.2) 99:4.6 Durante los tiempos psicológicamente agitados del siglo veinte, en el medio de los trastornos económicos, las corrientes encontradas de la moral y las mareas sociológicas de las transiciones ciclónicas de la era científica, miles y miles de hombres y mujeres se han dislocado humanamente; están ansiosos, desapacibles, temerosos, inseguros e inestables; como nunca antes en la historia del mundo, necesitan el consuelo y la estabilización de una religión sólida. Frente a los logros científicos y al desarrollo mecánico sin precedentes existe un estancamiento espiritual y un caos filosófico.

La humanidad está dando tumbos ansiosa, buscando con desespero guía. Cuando observo a las multitudes furiosas que protestan por los derechos básicos y la búsqueda de la felicidad estamos oyendo el clamor de millones que anhelan mejores condiciones en la tierra. Y se han cansado de los políticos corruptos, se han cansado de que se les encasille en este sistema. La crisis revela la profunda hambre y falta de un liderazgo sabio.

Esta es una época crucial y tu que ya sabes estas cosas no puedes permanecer impávido y sin hacer nada. El Maestro nos pedirá cuentas por nuestros talentos. Esta época es crítica porque si no hacemos un esfuerzo heroico como Jonás y los otros profetas, los hombres caerán presas de caudillos nefastos que al igual que Hitler los llevarán a la destrucción.

(1087.1) 99:1.4 La religión no tiene nuevos deberes que cumplir, pero es urgentemente llamada a funcionar como guía sabia y consejero experto en todas estas situaciones nuevas y rápidamente cambiantes de la humanidad. La sociedad se está volviendo más mecánica, más compacta, más compleja y más críticamente interdependiente. La religión debe funcionar para evitar que estas nuevas interasociaciones íntimas se tornen mutuamente retrogresivas o aun destructivas. La religión ha de actuar como la sal cósmica que previene la destrucción del sabor cultural de la civilización por los fermentos del progreso. Estas nuevas relaciones sociales y revoluciones económicas pueden dar como resultado una fraternidad duradera sólo mediante el ministerio de la religión.

Si no actuamos como la sal del mundo, como el verdadero aceite que impregne todas las capas del quehacer humano, la ilusión de las divisiones, las estructuras financieras y aún el mundo tecnológico, provocarán que se estrellen destructivamente con las demandas humanas y las desigualdades del mundo.

(1086.4) 99:1.1 Las invenciones mecánicas y la diseminación del conocimiento están modificando la civilización; son imperativos ciertos cambios sociales y adaptaciones económicas si se ha de evitar el desastre cultural.

Los cambios sociales y mundiales ya están en marcha y acelerándose. Sin embargo, sin el aceite de la verdadera religión, estos cambios pueden ser desastrosos. El aceite espiritual suaviza y evita que las fricciones humanas destruyan a la civilización. Los cambios ya están en marcha, pero el peligro es la ausencia del aceite preventivo. La religión formalizada ha fracasado en su misión global en el sentido  que provoca individuos que entran en un círculo cerrado fraternal que excluye de derramar ese amor altruista a todos los hombres. Los religiosos modernos no sienten que pueden contribuir a transformar el mundo. Más bien consideran que el mundo ya está perdido y no tiene arreglo. La frase magnífica de Jesús: "ustedes son la luz del mundo" es completamente enterrada.

 Además, las masas humanas buscan la justicia y mejores condiciones en el mundo. Ya no son ignorantes. Al respecto los documentos nos dicen cosas que hoy se cumplen con asombrosa precisión.

(1087.2) 99:1.5 Un humanitarismo sin dios, hablando humanamente, es un gesto noble, pero la verdadera religión es la única potencia que puede aumentar en forma duradera la respuesta de un grupo social a las necesidades y sufrimientos de otros grupos. En el pasado, la religión institucional podía permanecer pasiva mientras que las capas superiores de la sociedad permanecían sordas a los sufrimientos y a la opresión de las capas inferiores desamparadas, pero en los tiempos modernos estas órdenes sociales más bajas ya no son tan abyectamente ignorantes ni están políticamente tan desamparadas.

La gente socialmente se está organizando. La gente ya no es ignorante, pero carece de guía sabia. Pero nosotros, los conocedores de Dios debemos actuar. Un genocidio peor que la Revolución Francesa se cierne sobre el horizonte si no actuamos para derramar el aceite y ser la sal del mundo. Algunos pesimistas dirán que esto es la venida de la gran tribulación, y que no debemos hacer mucho. Pero esa actitud pusilánime es repugnante al deseo de Jesús, quién emprendió una misión heroica para rescatar a la oveja perdida.

Además, tampoco esto quiere decir que nos debemos  involucrar en los movimientos sociales.

(1087.3) 99:1.6 La religión no debe integrarse orgánicamente en el trabajo secular de la reconstrucción social ni de la reorganización económica. Pero debe mantenerse activamente al ritmo de estos avances de la civilización mediante sus redeclaraciones claras y vigorosas de sus mandatos morales y preceptos espirituales, su filosofía progresiva de vida humana y supervivencia trascendente. El espíritu de la religión es eterno, pero la forma de su expresión debe ser redeclarada cada vez que se revisa el diccionario del lenguaje humano.

Cómo dicen en otras partes los documentos, nuestro papel es inspirar y sembrar la religión de Jesús en la experiencia de los hombres. Y esos hombres tocados por la providencia sabrán en su campo de acción integrar los principios e ideales de la excelsa religión de Jesús.

Nuestro papel es sembrar

Lo anterior no debe confundirse. No somos reformadores sociales ni políticos:

(1087.3) 99:1.6 La religión no debe integrarse orgánicamente en el trabajo secular de la reconstrucción social ni de la reorganización económica.

(1580.5) 140:8.10 Jesús no fue pues un reformador político. No vino para reorganizar el mundo; aunque lo hubiese hecho, sólo podría haber sido aplicable a esa época y a esa generación. Sin embargo, mostró al hombre la óptima manera de vivir, y ninguna generación está exenta de la tarea de descubrir como adaptar de la mejor manera, la vida de Jesús a sus propios problemas. Pero, no cometáis jamás el error de identificar las enseñanzas de Jesús con alguna teoría política o económica, con algún sistema social o industrial.

(1581.2) 140:8.15 4. Actitud económica. Jesús trabajó, vivió y actuó en el mundo tal como lo encontró. No era un reformador económico, a pesar de que llamó frecuentemente la atención sobre la injusticia de una distribución desigual de la riqueza. Pero no ofreció sugerencia alguna para remediarla.

(1581.3) 140:8.16 No enseñó nunca a sus seguidores a que evitaran las posesiones terrestres, sólo a sus doce apóstoles. Lucas, el médico, creía firmemente en la igualdad social, y mucho hizo por interpretar las palabras de Jesús en armonía con sus creencias personales. Jesús no dijo nunca personalmente a sus discípulos que adoptaran un modo de vida comunal; no hizo ningún pronunciamiento de ningún tipo sobre estos asuntos.

(1583.5) 140:8.31 El Maestro no ofrecía soluciones para los problemas no religiosos de su propia época ni de las épocas subsiguientes. Jesús deseaba desarrollar el discernimiento espiritual para captar las realidades eternas y estimular la iniciativa en la originalidad en el vivir; se dedicaba exclusivamente a las necesidades espirituales fundamentales y permanentes de la raza humana. Revelaba una bondad igual a Dios. Exaltaba el amor —la verdad, la belleza y la bondad— como ideal divino y realidad eterna.

(1585.4) 140:10.6 Esta nueva religión de Jesús no carecía completamente de implicaciones prácticas, pero todo valor práctico político, social o económico que se pueda hallar en sus enseñanzas es una consecuencia natural de esta experiencia interior del alma tal como manifiesta los frutos del espíritu en el espontáneo ministerio diario de una genuina experiencia religiosa personal.


Cómo notamos la religión de Jesús toca el corazón de los hombres, y como añadidura ellos se sienten impulsados a actuar con verdad, belleza y bondad en sus ámbitos humanos respectivos.

¿Dónde podemos sembrar?

Hay ciertas personas claves en los ámbitos sociales de la humanidad. Hasta ahora no hay ninguna publicación religiosa que estimule a los políticos a realizar su servicio de forma altruista. No se ha presentado nada que les haga dignificar una actividad tan desprestigiada. La forma de romper el círculo vicioso en los políticos consiste en hacerles comprender que la verdad, la belleza y la bondad aplicada en su servicio público puede generar el privilegio de lograr grandes transformaciones positivas. No se debe sugerir ninguna técnica ni teoría política. Cada político sabrá integrar los ideales espirituales en su campo de acción particular. Para hablar con los gobernantes y hombres de política se necesita el mismo valor y amor que tuvieron los profetas de antaño.

Los maestros de las escuelas e instituciones educacionales también deben ser abordados con auténticas campañas centralizadas para sembrar en ellos los ideales de la religión de Jesús. Estas personas son claves ya que influirán en las próximas generaciones de futuros adultos. De esta forma podremos acelerar la obra para que la transformación de la humanidad se acelere. Los niños y adolescentes con la semilla de la verdad, belleza y bondad podrán transformar el mundo.

Incluso los comerciantes pueden ser motivados a crear una dirección comercial basada en la cooperación y no en la competencia. Además se sentirán impulsados a ver a los trabajadores como elementos esenciales que deben tener condiciones laborales y salariales más dignas y humanas. El uso sabio de las ciencias y tecnologías demandará un uso más sabio para ahorra el tiempo, y provocar que el hombre no crezca solamente en sentido material, sino para que disponga de tiempo para el arte, la espiritualidad y la familia.

 Las religiones formales también deben sentirse impulsadas a encontrar puntos comunes de servicio, bondad y verdad para salir de sus guetos cerrados, formando puentes expansivos incluso entre religiones. Las religiones no deben entrar en debatir sus teorías religiosas, o en luchar por una supremacía dogmática, sino en potenciar las cosas que tienen en común para el bienestar de la humanidad respetando sus diferencias con tolerencia. Si las religiones se enfocan más en el servicio y en resaltar los ideales de Jesús de Nazaret provocarán mucho bien en la humanidad y dejarían de ser fuerzas divisorias. Aún las religiones como el Islam y el Budismo pueden realizar grandes aportes.

Romper la inercia
(2083.3) 195:9.7 Los hombres y mujeres egoístas francamente no quieren pagar este precio, ni siquiera para conseguir el tesoro espiritual más grande que se haya ofrecido jamás al hombre mortal. Sólo cuando el hombre se haya desilusionado suficientemente de las congojas y desencantos que acompañan a la búsqueda necia y engañosa del egoísmo, y haya posteriormente descubierto la esterilidad de la religión formalizada, estará dispuesto a volverse de todo corazón hacia el evangelio del reino, la religión de Jesús el Nazareno.

Millones de personas ya podrían haber asumido el liderazgo sabio para las próximas eras. Pero muchos no quieren aceptar este enorme desafío. Al contrario, prefieren seguir soñando con premios evasivos de la realidad con ideas francamente egoístas. Esto lamentablemente es lo que más ha retrasado el cambio de la humanidad.

Esta puede ser la Era de mayor transformación en la historia del hombre y aún muchos se tambalean para no aceptar el llamado para la verdadera y auténtica proclamación de las Buenas Noticias para el hombre:

(2084.5) 195:10.5 Al ganar almas para el Maestro, no es la primera milla de compulsión, deber o convención la que transformará al hombre y a este mundo, sino más bien la segunda milla de servicio libre y devoción amante de la libertad, que corresponde a los jesuísticos que salen para captar a su hermano en amor y guiarlo espiritualmente hacia el fin más alto y divino de la existencia mortal. El cristianismo aun ahora recorre voluntariosamente la primera milla, pero la humanidad languidece y tropieza en las tinieblas morales porque hay tan pocos corredores genuinos para la segunda milla — tan pocos seguidores profesos de Jesús que realmente viven y aman así como él enseñó a sus discípulos a vivir, amar y servir.

¿Por que la humanidad tropieza en tinieblas? La respuesta es estremecedora: "porque hay tan pocos corredores genuinos para la segunda milla — tan pocos seguidores profesos de Jesús que realmente viven y aman así como él enseñó a sus discípulos a vivir, amar y servir".

(2084.6) 195:10.6 El llamado a la aventura de construir una sociedad humana nueva y transformada por medio del renacimiento espiritual de la hermandad jesuística del reino debería causar emoción a todos los que creen en él como nunca han estado emocionados los hombres, desde los días en que caminaban por la tierra como sus compañeros en la carne.