viernes, 30 de agosto de 2013

Educación para la Humanidad

Lo que necesita actualmente la humanidad es ser educada en los valores verdaderos y el descubrimiento de la Paternidad de Dios y la Hermandad de los hombres. Los individuos renacidos del Espíritu deben ser las palancas para la transformación de la humanidad.

Sin embargo, las organizaciones religiosas y editoriales pueden contribuir al cambio necesario. En la entrada anterior se analizó que elementos deben desterrarse de su mensaje. Analicemos el caso de la Sociedad Watchtower. Dicha entidad prepara publicaciones como la Atalaya y ¡Despertad! que tocan temas de salud, problemas sociales, etc. Estos artículos son excelentes y pueden beneficiar a muchas personas. Han tocado temas familiares, del desempleo y otros asuntos, pero no han abordado las áreas humanas que influyen constantemente en la sociedad a nivel general.  Por ejemplo, nunca se ha distribuido una revista dirigida a los economistas o políticos. Con dicho potencial de distribución por el mundo no se saca provecho al generar y organizar campañas dirigidas y específicas a ciertos sectores de la comunidad.

La revista ¡Despertad! tiene que transformarse a ser una revista que aborde un solo tema (en vez de una multitud de temas en su interior) por cada número y que éstos aparezcan cada dos o tres meses. Esto sería similar a los números especiales que han aparecido en alguna ocasión. Esto daría el tiempo para diseñar campañas dirigidas a los grupos a abordar. Y la revista debería tratar temas por número. Artículos dirigidos a los políticos, el trabajo, la educación, la economía, etc. Y no con el objetivo de involucrarse en dichos temas u ofrecer fórmulas, sino más bien entregar principios y valores cristianos para que las personas que trabajan en esos ámbitos puedan ser mejores seres humanos. Ellos entonces los adaptarán a sus esquemas de acción que ya tienen. La organización podría enviar una avanzada de ministros a realizar conferencias y charlas a los dirigentes políticos, empresas, escuelas, etc, no con el fin de buscar adeptos a su religión, sino para entregarles a ellos las herramientas para que puedan ser mejores seres humanos en sus respectivos ámbitos.

De esta forma, los llamados cristianos pueden comenzar a ser luz en el mundo y podrían ser una fuerza transformadora en la humanidad. ¡Que aporte positivo sería para la Humanidad!

Dejando de lado la presión para que sus oyentes acepten o no un estudio y se hagan miembros de su religión o acepten doctrinas, sino más bien para darles a las personas valores para que en sus ámbitos puedan ser mejores ciudadanos. Para esto, es necesario primero un cambio de mentalidad de los mismos predicadores.

La revista la Atalaya solo debería ser para consumo interno de los miembros, y no existir una Atalaya para público. Dicho material estaría destinado a las reuniones internas de los miembros para realizar una transformación positiva en ellos en cuanto a las metas y objetivos de la nueva forma de predicar, su relación con Dios como Hijos, etc.

La Iglesia Adventista, la Iglesia Mormona e incluso la Iglesia Católica también deberían generar readaptaciones para tener una forma expansiva de acción y no tan cerrada. Es cierto que pueden contribuir al bienestar social con ayuda material y comedores para los hambrientos, pero más importante aún sería generar talleres comunales prácticos donde se enseñe la autosuficiencia y no la dependencia a la caridad.

Pero para que las religiones se tornen en ayudas valiosas para la humanidad deben renunciar a: 1) la idea de que cada una tiene la verdad y es la escogida; 2) la búsqueda frenética por atrapar adeptos; 3) la eliminación  de una casta sagrada dirigente.  En es último punto es cierto que se necesitan personas en cargos que organicen, pero es absolutamente innecesario que se vistan de un estatus sagrado o casta gobernante especial.

Si las religiones renuncian a esas trabas (además de los puntos mencionados en la entrada anterior), pueden convertirse en agentes de luz en el mundo, y muchas personas se sentirían atraídas a participar de dicha aventura transformadora.

No me cabe duda de que esto ocurrirá y la evolución ya lleva los asuntos a esa dirección. Pero el que esto se retrase o no dependerá de que se perfeccionen ciertos asuntos o se retroceda en ellos. Actualmente hay una especie de altibajos, lo que manifiesta el estado aún confuso de las mentes a cargo de estos proyectos.

La Humanidad necesita una Educación espiritual. Pero la espiritualidad no debe interferir con los problemas materiales o seglares del hombre. Más bien es la sal cósmica, el aceite para que las interasociaciones humanas se basen en el amor y la cooperación.

(1087.3) 99:1.6 La religión no debe integrarse orgánicamente en el trabajo secular de la reconstrucción social ni de la reorganización económica. Pero debe mantenerse activamente al ritmo de estos avances de la civilización mediante sus redeclaraciones claras y vigorosas de sus mandatos morales y preceptos espirituales, su filosofía progresiva de vida humana y supervivencia trascendente. El espíritu de la religión es eterno, pero la forma de su expresión debe ser redeclarada cada vez que se revisa el diccionario del lenguaje humano. - L.U

(1087.1) 99:1.4 La religión no tiene nuevos deberes que cumplir, pero es urgentemente llamada a funcionar como guía sabia y consejero experto en todas estas situaciones nuevas y rápidamente cambiantes de la humanidad. La sociedad se está volviendo más mecánica, más compacta, más compleja y más críticamente interdependiente. La religión debe funcionar para evitar que estas nuevas interasociaciones íntimas se tornen mutuamente retrogresivas o aun destructivas. La religión ha de actuar como la sal cósmica que previene la destrucción del sabor cultural de la civilización por los fermentos del progreso. Estas nuevas relaciones sociales y revoluciones económicas pueden dar como resultado una fraternidad duradera sólo mediante el ministerio de la religión. - L.U

Podríamos comparar a la humanidad y los mecanismos políticos, sociales, económicos, educativos e industriales y cada relación humana sea de individuos, grupos, corporaciones o naciones con piezas de una maquinaria dentada. Las fricciones son inevitables, los contactos y roces humanos individuales, grupales, corporacionales y globales. Las piezas del quehacer humano ya existen. Pero debe existir el aceite para suavizar dichas fricciones y provocar un mundo mejor. El aceite es la sal y la visión espiritual que puede impregnar todas las facetas humanas. Pero no nos confundamos. El aceite no es un conjunto credal o un sistema de dogmas y creencias. Es más bien el fruto del espíritu, las cualidades que los hombres deben vivir y de esa forma manifestarse en la humanidad.

Actualmente es urgente educar a la humanidad e impregnar con el aceite espiritual a los hombres. Las guerras, las huelgas sociales, y todos los problemas de malentendidos humanos son producto de la interacción de las personas y pueden suavizarse con este aceite. Hoy falta este elemento, y por eso las fricciones se vuelven tan tensas y nefastas.

Necesitamos mujeres y hombres consagrados a estos asuntos. Auténticos pacificadores y transformadores de la realidad.

Si las religiones se enfocan más en estos asuntos, podrán sobrevivir como entidades. De lo contrario, los creyentes individuales deberán luchar por expandir estas verdades. Y entonces realmente las Buenas Nuevas del Reino serán proclamadas por toda la Tierra.

No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar.- Isaías 11:9