jueves, 29 de agosto de 2013

Los cambios que deben producirse

La religión debe centrarse exclusivamente en potenciar y ensalzar las enseñanzas de Jesús de Nazaret. La religión verdadera no tiene como objeto eliminar o evadir nuestros problemas con premios futuros, sino más bien enseñarnos a vivir esta vida actual para poder iluminar y abordar nuestros problemas y en esta vida vivir los ideales inspiradores de Jesús de Nazaret.

Esta vida actual se torna dinámica, atractiva, llena de significado, actividades y en un servicio pleno y amante centrado en vivir la hermandad entre los hombres y la paternidad de Dios, la verdadera manifestación del Reino de Dios. Nos consagramos al Padre Universal con el fin de ser la luz y la sal del mundo, la levadura del reino que puede transformar a la humanidad.

Si meditamos bien, esta forma de vivir la espiritualidad es la más sublime y superlativa puesto que llena de forma pletórica la existencia humana.

Las religiones tienen muchos elementos positivos, pero deben dejar de lado utilizar como motores de la espiritualidad el terror a un castigo divino que solo crea un sometimiento basado en el miedo y no en el poder liberador del amor.

¿Deberían las religiones temer un abandono masivo de miembros si su predicación se tornara más positiva y redentora del género humano? Las personas en su interior tienen el ánimo del altruismo y de contribuir a mejorar el mundo, pero las organizaciones muchas veces subestiman estos valiosos anhelos y les inculcan metas egoístas de salvación personal en vez de expandir esos deseos por ayudar a que este mundo sea un lugar mejor que refleje las enseñanzas de Jesús de Nazaret.

La enseñanza de que el mal puede ser vencido con el bien es una de las verdades más grandes del universo. Pero los llamados seguidores de Jesús deben volver a encantarse con ese ideal. De lo contrario, nosotros mismos atrasaremos la evolución espiritual de la humanidad.

Las religiones de una vez por todas deben dejar de generar expectación innecesaria sobre un fin del mundo, gran tribulación, etc, porque eso condiciona mentalmente a los feligreses a incrementar su servicio, pero aquello finalmente no es la motivación correcta. El amor al semejante y a Dios, y no sacar cálculos personales de beneficio propio, son los motivos correctos. Persistir en lo anterior solo hará que las almas que no han sido edificadas en Cristo, se vuelvan escépticos hasta de Dios mismo.

Las religiones deben realzar y concentrarse exclusivamente en:

1) Expresar a sus propios miembros que todos son Hijos de Dios y no un grupo exclusivo.

2) Expresar a sus miembros lo importante que es lograr una relación íntima como Hijos de Dios hacia el mismo Padre Universal.

3) Observar cuidadosamente la vida inspiradora de Jesús de Nazaret y luego adaptar a las propias situaciones personales el ejemplo de Cristo.

4) Formar a predicadores que entreguen herramientas espirituales (siembra de cualidades, unidad y valores en las relaciones humanas) y que se enfoquen como individuos en abordar las áreas humanas de la educación de los futuros niños , la política, la salud, el trabajo, los vecindarios, la recreación, la familia y todos los ámbitos humanos. Esto último lo abordaremos en profundidad en una próxima entrada.

Ahora bien, las religiones deben evitar estos temas:

1) Desviarse como entidades (no como individuos) a apoyar directamente las causas sociales y diferentes partidos políticos o ideologías políticas definidas.

2) Utilizar la estrategia del fin del mundo para motivar a sus miembros. Los miembros pueden y desean ser motivados para causas más positivas y transformadoras en el ahora.

3) Establecer procedimientos que regulen los aspectos personales de la vida de sus miembros. Esto debe desterrarse por completo.

Si las organizaciones religiosas abordan estos asuntos y se reorganizan podrán sobrevivir a la venida de una era en que los hombres demandarán una religión más ética en los valores más elevados, usando la fuerza del bien y no del temor para ayudar a los hombres:

(2083.1) 195:9.5 La era moderna se negará a aceptar una religión que no esté de acuerdo con los hechos y que no se armonice con los conceptos más elevados de verdad, belleza y bondad. Está llegando la hora del redescubrimiento de los verdaderos y originales cimientos del distorsionado y comprometido cristianismo de hoy: la verdadera vida y enseñanzas de Jesús. - Urantia Book