lunes, 9 de septiembre de 2013

¿Quiénes son los cristianos verdaderos?

Esta pregunta se basa en el concepto erróneo de que debe de haber un solo grupo de cristianos verdaderos que estén separados de todos los demás grupos falsos.  ¿Es eso lo que enseña la Biblia?

La respuesta la da Jesús mismo en su parábola del trigo y la mala hierba (Mat. 13:24-30, 36-43). Como muestra esta parábola, Jesucristo plantó la “semilla excelente”–los hijos del reino (versículo 38). Sin embargo, él sabía que “el enemigo” (el diablo) sobreplantaría “semillas”–los hijos del inicuo– entre el “trigo” en el “campo”–el mundo, (versículo 38). Pero él no permitiría que sus siervos recogieran la mala hierba, porque “mientras recojáis la mala hierba, arrancaréis el trigo también. Dejad que ambos crezcan hasta la siega.” (versículos 29, 30)

De modo que, ¿dice algo esta parábola acerca de un solo grupo “auténticamente cristiano”? Bueno, la parábola muestra más bien que no tendría que haber un solo grupo de cristianos verdaderos separados de todos los otros grupos de cristianos falsos. Solo habría cristianos individuales, verdaderos y falsos. Cristianos verdaderos y falsos existirían juntos en el mismo mundo de cristianos, mezclados como el trigo y la mala hierba en el mismo campo.
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Note que sería en la “siega”–en la “conclusión del sistema de cosas”, (versículo 39) que los ángeles, no los siervos o seguidores de Cristo, removerían la “mala hierba” del “reino”–el mundo de cristianos–, y juntarían “el trigo” en el “granero” de Cristo.” (Versículos 40-43, 30). Con pura exégesis bíblica concluimos que la "Siega" en el Evangelio sería lo que se llama "gran tribulación".

 Por más de setenta años, la Sociedad Watchtower ha enseñado que desde 1919 los testigos de Jehová, bajo la supervisión de los ángeles, han estado separando el “trigo” de la “mala hierba” por medio de su obra de predicación, o por usar el lenguaje de otra de las parábolas relacionadas, han estado separando a las “ovejas” de las “cabras.” (Mat. 25:31-46). Pero en 1995, en La Atalaya del 15 de octubre, páginas 22 y 23, la Sociedad finalmente admitió que esa aplicación era incorrecta, explicando que la separación de las “ovejas” y las “cabras” no tendría lugar hasta el día del juício, ¡en la futura venida de Cristo! La realidad es que es así como la mayoría de cristianos han entendido estas parábolas a través de los siglos.

Parece que pocos testigos de Jehová se han dado cuenta del importante alcance de esta reinterpretación. Si los testigos de Jehová no han estado “separando a las ovejas de las cabras” durante los pasados setenta años, su actividad de testificar no ha sido tan crucial para la humanidad como se les había dicho que creyeran. Al igual que otros grupos cristianos, ellos han estado atrayendo a su organización “toda clase” de gente, tanto justos como inicuos. (Véa la parábola de la red barredera, Mat. 13:47-51). Ellos al igual que otros grupos, solo cumplen una parte de esa labor, pero no son los protagonistas exclusivos. 

 Así es que, ¿quiénes son y dónde están los verdaderos cristianos hoy día? Obviamente, han sido los mismos durante todos los siglos desde los días de Jesús, a saber, aquellos que han aceptado a Jesucristo como su Señor y su Maestro, y que se pueden encontrar en el interior de cualquier tipo de asociación cristiana que pruebe ser de ayuda para que la gente pueda llevar una vida cristiana. Pero finalmente son las personas individuales y no la pertenencia a un club lo que le hace a uno cristiano falso o verdadero.

¿Cómo reconocerlos? No por un distintivo nominal, sino por sus obras de Amor (Juan 13:35).

Se nos ha dicho que aquel que hace la voluntad del Padre ya ha descubierto su don divino. Y sus actos le delatarán. Los efectos os revelarán la causa. Al árbol se le conoce por sus frutos.

Aquel que se funde con el Dios que le habita, obra siempre de acuerdo con la verdad, en consonancia con la belleza y movido por la bondad. Y en mitad de sus supuestos errores, su audacia, su lealtad, su generosidad y tolerancia serán jueces y testigos de su excelsa asociación con Dios. Y sus frutos le harán brillar.