jueves, 24 de octubre de 2013

Estereotipos

(1120.2) 102:2.5 Aun los descubrimientos de la ciencia no son verdaderamente reales en la conciencia de la experiencia humana hasta tanto no se desenreden y correlacionen, hasta que sus hechos relevantes se vuelvan efectivamente significativos mediante su inclusión en las corrientes del pensamiento de la mente. El hombre mortal considera aún su medio ambiente físico desde el nivel de la mente, desde la perspectiva de su registro psicológico. Por lo tanto, no es extraño que el hombre coloque una interpretación altamente unificada sobre el universo y luego trate de identificar esta unidad de energía de su ciencia con la unidad espiritual de su experiencia religiosa.

Mucho del problema del hombre para entender la realidad es su predisposición a juzgar de acuerdo a su limitada perspectiva. Nuestros mismos sentidos son limitados, y es un error de nuestro pensamiento juzgar al Creador con respecto a la existencia humana.

(1120.4) 102:2.7 Al hombre evolucionario no apetece naturalmente el trabajo duro. En su experiencia de vida, para mantenerse al ritmo de las obligatorias demandas y los impulsos poderosos de una experiencia religiosa necesita una actividad incesante en crecimiento espiritual, expansión intelectual, ampliación de los hechos y servicio social. No hay religión verdadera sin una personalidad altamente activa. Por lo tanto, los hombres más indolentes frecuentemente tratan de escapar a los rigores de las verdaderas actividades religiosas mediante un tipo de autoengaño ingenioso, recurriendo al retiro en el falso refugio de las doctrinas y los dogmas religiosos estereotipados. Pero la verdadera religión está viva. La cristalización intelectual de los conceptos religiosos es el equivalente de la muerte espiritual. No podéis concebir la religión sin ideas, pero cuando la religión se reduce tan sólo a una idea, ya no es religión; se ha vuelto meramente una especie de filosofía humana.

El problema más grande de la religión formalizada y los dogmas asociados es que intenta generar una evasión de la realidad prometiendo premios exóticos, paraísos de placer y una vida libre de los problemas humanos. Este tipo de religión ha provocado que muchas personas sean pasivos indolentes.

(1121.1) 102:2.8 Nuevamente, hay otros tipos de almas inestables y con poca disciplina que quieren usar las ideas sentimentales de la religión como camino de escape de las irritantes demandas del vivir. Cuando ciertos mortales vacilantes y pusilánimes intentan escapar de la presión incesante de la vida evolucionaria, la religión, tal como ellos la conciben, parece ofrecer el refugio más cercano, el mejor camino de escape. Pero es misión de la religión preparar al hombre para enfrentarse valiente, aún heroicamente, a las vicisitudes de la vida. La religión es el don supremo del hombre evolucionario, la única cosa que le permite proseguir y «soportar para ver a Aquel que es invisible». El misticismo, sin embargo, es frecuentemente un tipo de retiro de la vida, abrazado por aquellos humanos a quienes no apetecen las actividades más robustas de vivir una vida religiosa en las arenas abiertas de la sociedad y el comercio humanos. La verdadera religión debe actuar. La conducta será el resultado de la religión cuando el hombre realmente la tiene, o más bien cuando la religión puede verdaderamente poseer al hombre. La religión no estará jamás satisfecha con el mero pensamiento o el sentimiento no actuante.


La religión verdadera ayuda al hombre a vivir esta vida ahora con auténtico heroísmo. Dignifica la vida, la hace ver como un don, como algo valioso que hay que utilizar para el servicio altruista. No lo hace con la condición egoísta de recibir un premio futuro, ni tampoco promete una vida futura de escape para los problemas. Más bien, te ayuda a enfrentarlos con valor.

Durante miles de años, los hombres han sido temerosos, vacilantes y han preferido ser soñadores, imaginando una vida futura sin ningún problema ni dificultad. Y las religiones se han aprovechado de la predisposición del hombre para ser un soñador y de esa forma mantenerlo atado como un niño con historias evasivas. Pero estas mismas prácticas han provocado el estancamiento espiritual de la humanidad y el retraso de la llegada de una Era mejor en el mundo.

Jesús de Nazaret nos enseñó una religión que provoca que el hombre pueda abrir el manantial de sus poderes espirituales, vivir la fe y el altruismo en esta vida para así transformar su realidad ahora.