Mucho antes de lo que oficialmente se cree, América comenzó a ser
poblada. Según los documentos hace 500.000 años aparecieron las razas de color.
La llamada raza roja durante miles de años habitó en las zonas orientales, y
varios miembros de estos humanos fueron instruidos en las escuelas de
Dalamatia. Posteriormente se comenzó un éxodo debido a las luchas con la
raza amarilla hasta que hace 85 mil años los últimos sobrevivientes de la raza
roja penetraron a América en su totalidad.
(723.2) 64:6.3 1. El hombre rojo. Estos pueblos
fueron especímenes extraordinarios de la raza humana, superiores en muchos
aspectos a Andón y Fonta. Constituyeron un grupo sumamente inteligente y fueron
los primeros de los hijos de los sangik en desarrollar una civilización y
gobierno tribal. Siempre fueron monógamos; incluso sus descendientes mestizos
rara vez practicaban la poligamia.
(723.4) 64:6.5 Hace alrededor
de ochenta y cinco mil años los sobrevivientes comparativamente puros de la
raza roja se trasladaron en su totalidad a Norteamérica. Poco tiempo después de
eso, el istmo de tierra de Bering se hundió, y así quedaron aislados. Jamás
volvió ningún hombre rojo a la Asia. Pero por toda Siberia, China, Asia
central, India y Europa dejaron su marca a través de los apareamientos con las
otras razas de color.
(723.5) 64:6.6 Al efectuar el hombre rojo la travesía hacia América, trajo consigo muchas de las enseñanzas y tradiciones de su origen primordial. Sus antepasados inmediatos habían estado en contacto con las últimas actividades de la sede central mundial del Príncipe Planetario.
Es en estos tiempos cuando se inicia el poblamiento de américa,
se esparcen las primeras tribus por el continente. Ya tenían integrada la
cultura de Dalamatia, y eso dejó rastro de los asentamientos humanos más
antiguos. En Chile, Argentina y Brasil hay huellas de aquellos poblados
primitivos.
Los documentos narran que posteriormente hubo un declive de esas
primigenias culturas americanas dado las guerras internas que ocurrieron. Y
después un renacimiento cultural.
(723.6) 64:6.7 A
causa de esta gran regresión, el hombre rojo parecía destinado a extinguirse
cuando apareció Onamonalonton, hace unos sesenta y cinco mil años, en calidad
de jefe y redentor espiritual. Trajo paz temporal a los hombres rojos americanos
y resucitó la antigua adoración del «Gran Espíritu». Onamonalonton vivió hasta
los noventa y seis años de edad, y habitó entre las grandes secoyas de
California. Muchos de sus descendientes llegaron hasta los tiempos modernos
entre los indios Blackfoot.
(884.2)
79:5.8 Las razas roja y amarilla, son las únicas razas humanas que alcanzaron
alguna vez un alto grado de civilización lejos de la influencia andita. El más
antiguo centro cultural amerindio fue el de los Onamonalonton en California,
pero ya por el año 35.000 a . de J.C. había desaparecido. En México, en Centroamérica y en las
montañas de Sudamérica las
ulteriores y más duraderas civilizaciones fueron fundadas por una raza
predominantemente roja, pero que mostraba considerable cantidad de componentes
de las razas amarilla, anaranjada y azul.
(727.2) 64:7.5 Al abandonar a Asia los
sobrevivientes de linaje relativamente pura de la raza roja, había once tribus,
y sumaban un poco más de siete mil hombres, mujeres y niños. Estas tribus
fueron acompañadas por tres grupos reducidos de descendencia mestiza, siendo el
más grande de los cuales una combinación de las razas anaranjada y azul. Estos tres grupos nunca llegaron a
fraternizar plenamente con el hombre rojo y al poco tiempo se trasladaron hacia
el sur hasta México y América Central, donde se juntaron más adelante con un
grupo pequeño mezclado de amarillos y rojos. Todos estos pueblos cruzaron
entre sí y fundaron una raza nueva y amalgamada que era mucho menos belicosa
que los hombres rojos de sangre pura. En
cinco mil años esta raza amalgamada se subdividió en tres grupos, estableciendo
así las respectivas civilizaciones de México, Centroamérica y Sudamérica. La
rama sudamericana sí recibió una pizca de la sangre de Adán.
(884.3) 79:5.9 Estas
civilizaciones fueron producto de la evolución de los sangik, aunque vestigios
de la raza andita llegaron hasta el Perú.
Con excepción de los esquimales en Norteamérica y unos pocos anditas polinesios
en Sudamérica, los pueblos del hemisferio occidental no tuvieron contacto con
el resto del mundo hasta el fin del primer milenio después de Cristo. En el
plan original de los Melquisedek para el mejoramiento de las razas de Urantia
se había estipulado que un millón de los descendientes directos y puros de Adán
debían ir a mejorar al hombre rojo de las Américas.
Nota: Precisamente una migración Andita penetró en tiempos posteriores por la vía del Pacífico y revitalizó las antiguas civilizaciones pre-existentes:
(873.3) 78:5.7 Ciento treinta y dos miembros de esta raza, que se embarcaron en una flotilla de barcas pequeñas desde el Japón, llegaron a la larga hasta América del Sur y, uniéndose por matrimonio con los nativos de los Andes, establecieron el linaje de los futuros emperadores de los Incas. Atravesaron el Pacífico por etapas fáciles, quedándose en las múltiples islas que encontraban en el camino. Las islas del grupo polinesio eran más numerosas y más grandes que lo que son actualmente, y estos marineros anditas, junto con otros que les siguieron, de paso modificaron biológicamente a los grupos nativos. Como resultado de la penetración andita se desarrollaron muchos florecientes centros de civilización en estas tierras, hoy día sumergidas. La Isla de Pascua duró mucho tiempo a fuerza de centro religioso y administrativo de uno de estos grupos perdidos. Pero de los anditas que navegaron el Pacífico en los tiempos pasados, con excepción de los ciento treinta y dos, no pudo llegar ninguno más al continente de las Américas.
Nota: Precisamente una migración Andita penetró en tiempos posteriores por la vía del Pacífico y revitalizó las antiguas civilizaciones pre-existentes:
(873.3) 78:5.7 Ciento treinta y dos miembros de esta raza, que se embarcaron en una flotilla de barcas pequeñas desde el Japón, llegaron a la larga hasta América del Sur y, uniéndose por matrimonio con los nativos de los Andes, establecieron el linaje de los futuros emperadores de los Incas. Atravesaron el Pacífico por etapas fáciles, quedándose en las múltiples islas que encontraban en el camino. Las islas del grupo polinesio eran más numerosas y más grandes que lo que son actualmente, y estos marineros anditas, junto con otros que les siguieron, de paso modificaron biológicamente a los grupos nativos. Como resultado de la penetración andita se desarrollaron muchos florecientes centros de civilización en estas tierras, hoy día sumergidas. La Isla de Pascua duró mucho tiempo a fuerza de centro religioso y administrativo de uno de estos grupos perdidos. Pero de los anditas que navegaron el Pacífico en los tiempos pasados, con excepción de los ciento treinta y dos, no pudo llegar ninguno más al continente de las Américas.
Nota
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