domingo, 5 de enero de 2014

Respuestas a algunas preguntas (Enero 2014) - parte 1

En esta sección comenzaremos con la respuestas a algunas preguntas planteadas por los lectores. Iniciaremos en el orden en que fueron expuestas:

Un Anónimo (desearía que se identificasen con un nick o nombre) preguntó:

¿Se viene el fin del mundo?


Es altamente posible que la humanidad se enfrente a un escenario de cambio climático, guerra global, o alguna otra crisis. Esto de alguna forma representaría una efectiva  "gran tribulación". Pero no significa que sea una "intervención celestial" como suele entenderse. Simplemente la humanidad puede cosechar la muerte por lo que ha sembrado. Nosotros mismos nos causamos la destrucción y los problemas.

La Gran Tribulación de Judea efectivamente fué el producto de la propia revuelta judía contra los romanos. Actualmente la humanidad está en una fase peligrosa y delicada de transición.

(2081.7) 195:8.7 Debéis a la rebelión secularista la extraordinaria creatividad del industrialismo americano y el progreso material sin precedentes de la civilización occidental. Puesto que la sublevación secularista fue demasiado lejos y perdió de vista a Dios y a la religión verdadera, también produjo una cosecha no intencionada de guerras mundiales e inquietud internacional.

(2082.5) 195:8.13 La secularización completa de la ciencia, la educación, la industria y la sociedad puede conducir tan sólo al desastre. Durante el primer tercio del siglo veinte los urantianos mataron a más seres humanos que los que fueron matados durante la entera dispensación cristiana hasta ese momento. Y éste es tan sólo el comienzo de la amarga cosecha del materialismo y el secularismo; destrucciones aún más terribles están por ocurrir.

Es efectivo que la potencialidad de otra guerra mundial es real.

(1489.1) 134:5.10 El internacionalismo — las ligas de las naciones— no puede asegurar la paz permanente a la humanidad. Las confederaciones mundiales de las naciones podrán prevenir eficazmente las guerras menores, y podrán controlar de forma aceptable a las naciones más pequeñas, pero no pueden prevenir las guerras mundiales, ni controlar a los tres, cuatro o cinco gobiernos más poderosos. En presencia de un conflicto real, una de estas potencias mundiales se retirará de la Liga y declarará guerra. Es imposible evitar que las naciones entren en guerra mientras éstas estén infectadas con el virus engañoso de la soberanía nacional.

Notamos como las doctrinas ambulantes de Lucifer aún tienen a la humanidad en problemas. Si los maestros espirituales no siembran el mensaje de unidad de Jesús de Nazaret, la posibilidad de otra guerra mundial es latente y real.

Los documentos nos hablan de la responsabilidad de los que conocen a Dios, y de las religiones humanas ante el desastre cultual que puede sobrevenir en esta época de transición peligrosa. La humanidad puede caminar con éxito pero con mucho cuidado en esta noche obscura, o caer en la calamidad. Se necesitan con urgencia las luces del mundo:
(1086.4) 99:1.1 Las invenciones mecánicas y la diseminación del conocimiento están modificando la civilización; son imperativos ciertos cambios sociales y adaptaciones económicas si se ha de evitar el desastre cultural. Este nuevo orden social que se aproxima no se establecerá complacidamente hasta por un milenio. La raza humana debe reconciliarse con un proceso de cambios, adaptaciones y readaptaciones. La humanidad está en marcha hacia un nuevo destino planetario no revelado.
(1086.5) 99:1.2 La religión debe volverse una influencia poderosa para la estabilidad moral y el progreso espiritual que funciona dinámicamente en medio de estas condiciones constantemente cambiantes y de adaptaciones económicas interminables.
(1086.6) 99:1.3 La sociedad de Urantia no puede esperar establecerse como lo ha hecho en eras pasadas. El barco de la sociedad ha zarpado de las bahías protegidas de la tradición establecida, navegando en los mares del destino evolucionario; y el alma del hombre, como nunca antes en la historia del mundo, necesita estudiar cuidadosamente sus mapas de moralidad y observar con gran cuidado la brújula de la guía religiosa. La misión principal de la religión como influencia social consiste en estabilizar los ideales de la humanidad durante estos tiempos peligrosos de transición de una fase de la civilización a otra, de un nivel de cultura a otro.
(1087.1) 99:1.4 La religión no tiene nuevos deberes que cumplir, pero es urgentemente llamada a funcionar como guía sabia y consejero experto en todas estas situaciones nuevas y rápidamente cambiantes de la humanidad. La sociedad se está volviendo más mecánica, más compacta, más compleja y más críticamente interdependiente. La religión debe funcionar para evitar que estas nuevas interasociaciones íntimas se tornen mutuamente retrogresivas o aun destructivas. La religión ha de actuar como la sal cósmica que previene la destrucción del sabor cultural de la civilización por los fermentos del progreso. Estas nuevas relaciones sociales y revoluciones económicas pueden dar como resultado una fraternidad duradera sólo mediante el ministerio de la religión.
Algunos lectores no han entendido bien los Documentos y señalan que Urantia habla de una simple evolución, que todo mejorará por sí solo. Eso no es verdad, ya que los Documentos (como estamos analizando) nos comentan los peligros latentes de la raza humana, y la nueva generación de Maestros debe tomar nota de ésto. Es cierto que la Humanidad seguirá avanzando a la Era de Luz y Vida, pero el camino puede volverse tortuoso y muy difícil sin la sal cósmica del Amor que previene la destrucción humana. 

El problema moderno es que hay tan pocos "corredores" consagrados a la misión amorosa de ayudar al prójimo. Muchos se sientan para ver que les traigan el Paraíso en la boca, sin haber intentado ayudar a sus hermanos humanos. Estas personas egoístas han provocado un estancamiento del poder de la religión interior.

(2084.5) 195:10.5 Al ganar almas para el Maestro, no es la primera milla de compulsión, deber o convención la que transformará al hombre y a este mundo, sino más bien la segunda milla de servicio libre y devoción amante de la libertad, que corresponde a los jesuísticos que salen para captar a su hermano en amor y guiarlo espiritualmente hacia el fin más alto y divino de la existencia mortal. El cristianismo aun ahora recorre voluntariosamente la primera milla, pero la humanidad languidece y tropieza en las tinieblas morales porque hay tan pocos corredores genuinos para la segunda milla — tan pocos seguidores profesos de Jesús que realmente viven y aman así como él enseñó a sus discípulos a vivir, amar y servir.

Los documentos también señalan otro factor que nos juega en contra:

(1220.2) 111:4.3 Todos los avances de la verdadera civilización nacen en este mundo interior de la humanidad. Es tan sólo la vida interior la que es realmente creadora. Las civilizaciones difícilmente podrán progresar si la mayoría de la juventud de cualquier generación dedica sus intereses y energías al perseguimiento materialista del mundo sensorial o exterior.

(1220.3) 111:4.4 Los mundos interior y exterior tienen un esquema de valores distinto. Cualquier civilización se encuentra en peligro si tres cuartos de su juventud se dedican a profesiones materialistas y al perseguimiento de las actividades sensoriales del mundo exterior. La civilización corre peligro cuando la juventud deja de interesarse en la ética, la sociología, la eugenesia, la filosofía, las artes, la religión y la cosmología.

Lamentablemente parece ser que estamos en peligro. Pero esto no debe causarnos regocijo. Si no hemos hecho nada por evangelizar en sentido auténtico, si no hemos el realizado el arduo trabajo de amor de la segunda milla por rescatar a las ovejas perdidas de la humanidad, se nos pedirá cuentas y nuestro egoísmo, pasividad y terquedad nos hará perecer en el caos que se desatará.

Esa es la paradoja. Mientras más deseamos el fin, pero no hacemos nada por evitar la destrucción de nuestros semejantes, más condena tendremos. 
(1917.1) 176:3.5 «Al que tiene, más le será dado, y tendrá en abundancia; pero al que no tiene, aun lo poco que tiene le será quitado. No podéis estaros quietos en los asuntos del reino eterno. Mi Padre requiere que todos sus hijos crezcan en la gracia y en el conocimiento de la verdad. Vosotros que conocéis estas verdades debéis rendir cada vez más los frutos del espíritu y manifestar una devoción creciente al servicio altruista de vuestros conservidores. Y recordad que, cuando ministréis aun al más humilde de mis hermanos, hacéis ese servicio para mí.
(1917.2) 176:3.6 «Así pues deberíais proseguir en la obra de los asuntos del Padre, ahora y después, aun por siempre jamás. Continuad hasta que yo regrese. Haced fielmente lo que se os ha encomendado, así estaréis listos para el llamado de cuentas cuando la muerte os llegue. Habiendo vivido así para la gloria del Padre y la satisfacción del Hijo, entraréis con regocijo y enorme gozo al servicio eterno del reino sempiterno».
(1918.1) 176:3.8 Sean los talentos inherentes pocos o muchos, es necesario enfrentarse con una rendición de cuenta justa y misericordiosa. Si los dones se usan tan sólo en empresas egoístas y no se presta atención alguna a los deberes más altos de obtener mayores frutos del espíritu, tal como se manifiestan en el servicio de los hombres cada vez más extenso y en la adoración de Dios, tales mayordomos egoístas deben aceptar las consecuencias de su elección deliberada.
(1918.2) 176:3.9 ¡Cuán semejante a todos los mortales egoístas fue este siervo infiel con un solo talento por cuanto culpó directamente a su señor de su propia indolencia! ¡Cuánta tendencia tiene el hombre, cuando se enfrenta con su propio fracaso, a culpar a otros, muchas veces a los que menos se lo merecen!
(1918.3) 176:3.10 Dijo Jesús esa noche al dirigirse ellos a su reposo: «Libremente habéis recibido; por lo tanto, libremente debéis dar de la verdad del cielo, y esta verdad se multiplicará al ser dada, y se mostrará en una luz creciente de gracia salvadora, aun a medida que vosotros la ministráis».
Se nos pedirá cuentas por lo que hacemos o no para prevenir la autodestrucción de las personas. Nosotros somos la luz de mundo, y la sal de la tierra. Pero nuestra luz no debe esconderse, y nuestra sal no debe perder su fuerza.
¿Y cual es la consecuencia del egoísmo personal que solo anhela su propia salvación? Tal persona se arriesga a experimentar la muerte eterna en medio de esa misma crisis mundial que se ha de desatar.