Capítulo 4
"Los Días de
Jehová"
Desde la perspectiva de
cada profeta y el contexto de su época y mensaje para cada nación hay "un
Día de Jehová". La separación arbitraria de los versículos muchas meces
genera un abuso en dónde los teólogos de los grupos religiosos desconocen el
contexto para así generar una falacia argumentativa que supone que el Día de
Jehová mencionado por el profeta tiene necesariamente un cumplimiento en
nuestros días:
Por ejemplo, notemos el contexto claro de Sofonías capítulo 2. Un pasaje muy
sonado en los grupos religiosos:
1Recójanse, sí, hagan el recogimiento, oh nación que no palidece de vergüenza. 2Antes
que [el] estatuto dé a luz [algo], [antes que el] día haya pasado justamente
como el tamo, antes que venga sobre ustedes la cólera ardiente de Jehová, antes
que venga sobre ustedes el día de la cólera de Jehová, 3busquen a Jehová,
todos ustedes los mansos de la tierra, los que han practicado Su propia
decisión judicial. Busquen justicia, busquen mansedumbre. Probablemente se les
oculte en el día de la cólera de Jehová. 4Porque, en lo que respecta a
Gaza, [ciudad] abandonada es lo que llegará a ser; y Asquelón ha de ser un
yermo desolado. En lo que respecta a Asdod, en pleno mediodía la expulsarán; y
en lo que respecta a Eqrón, será desarraigada. - Sofonías 2
Cómo notamos con claridad, el Día de Jehová tiene que ver con juicios
locales sobre éstas naciones: Gaza, Asquelón y Asdod. El
profeta nunca pensó en un "Día de Jehová" para miles de años más
tarde y con un contexto global. La interpretación religiosa supone algo
no declarado explícitamente en la profecía.
Cuando leemos con claridad los contextos de los libros proféticos, notamos que
todos "Los Días de Jehová" tienen que ver con
juicios para el pueblo de Israel o Naciones cercanas de ésos días. Este
"Día" es usado para describir juicios históricos que vendrían o que ya habían sido
ejecutados en al menos algún sentido (Isaías 13:6-22; Ezequiel 30:2,19; Joel
1:15; 3:14; Amos 5:18-20; Sofonías 1:14-18). En el primer siglo ocurre algo
semejante. Tal como hemos analizado, los discípulos asociaban la destrucción de
Jerusalén con el fin del mundo y el retorno de Cristo. Y ese anhelo lo vemos en
la mayoría de las cartas apostólicas. Incluso Apocalipsis escrito en torno a
finales del siglo I, describe eventos que pueden asociarse con el Imperio
Romano y la presión sobre los fieles cristianos.
De todas formas, la descripción de sucesos que sugieren intervenciones directas
de Dios sobre las naciones advertidas por los profetas solo se cumplieron con
la acción de otros pueblos mediante conquistas militares o cambio de
escenarios políticos. El lenguaje empleado por los profetas parece describir a
fuerzas de la naturaleza o poderes sobrenaturales ejecutando los juicios,
pero en la mayoría de los casos fueron las fuerzas humanas de otras naciones
las que provocaron los cambios. Incluso, con respecto a Babilonia, hay
profecías que nos dan a entender una destrucción repentina de la ciudad para
llegar a ser un montón de ruinas sin habitantes. No obstante, la desolación de
Babilonia fué un proceso gradual que duró varios
siglos. En ningún caso fué de un día para otro.
Pero notemos el lenguaje del profeta:
19Y Babilonia, la decoración de reinos, la hermosura del orgullo de los
caldeos, tiene que llegar a ser como cuando Dios derribó a Sodoma y Gomorra. 20Nunca
será habitada, ni residirá por generación tras generación. Y allí el árabe no
asentará su tienda, y no habrá pastores que dejen que [sus rebaños] se echen
allí. - Isaías 13
Alejandro Magno en Babilonia |
Hay otras descripciones proféticas que sugieren un evento violento de
destrucción sobre Babilonia. Pero los religiosos confunden la conquista
de Babilonia por Ciro y su destrucción. Babilonia no
fue destruida por Ciro. Tanto los Medo-Persas, Alejandro Magno
y muchos otros mantuvieron a Babilonia habitada pese a conquistar la
Ciudad. Un estudiante de historia sabe que Babilonia fue gradualmente
deshabitada tras muchos siglos.
Esto nos hace ver que muchas de las profecías del Apocalipsis posiblemente
tengan cumplimientos espaciados o diluidos que quizás
decepcionen a la mayoría de los fervientes lectores de varios grupos que se
imaginan a Dios con un hierro ardiendo en la mano bajando a la Tierra para
ejecutar juicio instantáneo.
Ahora miremos los
capítulos 29 y 30 del libro de Ezequiel. Estos proclaman una profecía de
destrucción sobre Egipto que amerita la trascripción literal para captarla en
toda su magnitud:
"(...) vino a mí
palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, pon tu rostro contra Faraón rey de
Egipto, y profetiza contra él y contra todo Egipto. Habla, y di: Así ha dicho
Jehová el Señor: He aquí yo estoy contra ti, Faraón rey de Egipto, (...) He
aquí que yo traigo contra ti espada, y cortaré de ti hombres y bestias. Y la
tierra de Egipto será asolada y desierta (...) No pasará por ella pie de
hombre, ni pie de animal pasará por ella, ni será habitada, por cuarenta años.
Y pondré a la tierra de Egipto en soledad entre las tierras asoladas, y sus
ciudades entre las ciudades destruidas estarán desoladas por cuarenta años; y
esparciré a Egipto entre las naciones, y lo dispersaré por las tierras.
Porque así ha dicho Jehová el Señor: Al fin de cuarenta años recogeré a Egipto
de entre los pueblos entre los cuales fueren esparcidos; y volveré a traer los
cautivos de Egipto, y los llevaré a la tierra de Patros, a la tierra de su
origen; y allí serán un reino despreciable. En comparación con los otros reinos
será humilde; nunca más se alzará sobre las naciones; porque yo los disminuiré,
para que no vuelvan a tener dominio sobre las naciones. (...)
Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor; He aquí que yo doy a Nabucodonosor,
rey de Babilonia, la tierra de Egipto; y él tomará sus riquezas, y recogerá sus
despojos, y arrebatará botín, y habrá paga para su ejército (...) Así ha dicho
Jehová el Señor: Destruiré las riquezas de Egipto por mano de Nabucodonosor rey
de Babilonia. El, y con él su pueblo, los más fuertes de las naciones, serán
traídos para destruir la tierra; y desenvainarán sus espadas sobre Egipto, y
llenarán de muertos la tierra. (...)
Yo Jehová he hablado. Así ha dicho Jehová el Señor: Destruiré también las
imágenes, y destruiré los ídolos de Menfis; y no habrá más príncipe de la
tierra de Egipto, y en la tierra de Egipto pondré temor."
La conquista de los egipcios por Nabucodonosor
SI sucedió, la cual fue dada el 26 de abril del año 571 a .C. Pero hay dificultades para comprobar una
destrucción de Egipto como la descrita, con muertes de peces y gran desolación. Nabucodonosor nunca arrasó a Egipto con la fuerza de las imágenes descritas.
Nunca lo asoló con la descripción de Ezequiel. Sus ciudades e ídolos
nunca fueron destruidas. Un turista actual puede visitar las imágenes e ídolos
del Egipto antiguo. Egipto no sólo no se empobreció sino que posteriormente
alcanzó el mayor poder y riqueza de su historia bajo el gobierno de los
Tolomeos.
De hecho, Alejandría se
convirtió en la más grandiosa ciudad comercial e intelectual del mundo
Helenístico; era el centro comercial más importante del mundo grecorromano y su
fabulosa biblioteca fue el faro intelectual de la humanidad durante siglos. Las
monumentales estatuas egipcias no fueron destruidas sino que continúan aún
intactas y son visitadas a diario por cientos de turistas que pueden
apreciarlas en toda su magnificencia, gracias a la protección y continuas
restauraciones que les brinda el actual gobierno egipcio a tan maravilloso
legado cultural de la humanidad.
Es cierto que de alguna
forma la Proyección se cumplió, pero de una forma un tanto diferente a lo
previsto desde la óptica humana. No existió un "fin del mundo" abrupto para Babilonia o Egipto. Esto
nos hace reflexionar que efectivamente las Profecías presentan elementos
que narran eventos instantáneos desde la óptica de la Divinidad y del profeta, pero que bien pueden ocurrir en procesos estirados en el tiempo, en el cumplimiento efectivo humano. Esto se debe a que un "instante" para Dios pueden ser siglos para el hombre (2 Pedro 3:8; Salmo 90:4).
El mismo parámetro para
juzgar las Profecías y el dramatismo en torno a los ejemplos anteriores nos
recuerdan las imágenes del Apocalipsis y la cordura con la que hemos de
respetar la profecía, sin caer en alarmismos Apocalípticos tan propios de las
Iglesias fundamentalistas.
Las propias profecías de la Biblia, sus contextos, y sus cumplimientos nos
hacen llegar a ésta conclusión correcta y que concuerda incluso con los
sucesos profetizados en la Biblia.