miércoles, 29 de enero de 2014

Reconsideración de las profecías- capítulo 4


Capítulo 4

"Los Días de Jehová"

Desde la perspectiva de cada profeta y el contexto de su época y mensaje para cada nación hay "un Día de Jehová". La separación arbitraria de los versículos muchas meces genera un abuso en dónde los teólogos de los grupos religiosos desconocen el contexto para así generar una falacia argumentativa que supone que el Día de Jehová mencionado por el profeta tiene necesariamente un cumplimiento en nuestros días:

Por ejemplo, notemos el contexto claro de Sofonías capítulo 2. Un pasaje muy sonado en los grupos religiosos:


1Recójanse, sí, hagan el recogimiento, oh nación que no palidece de vergüenza. 2Antes que [el] estatuto dé a luz [algo], [antes que el] día haya pasado justamente como el tamo, antes que venga sobre ustedes la cólera ardiente de Jehová, antes que venga sobre ustedes el día de la cólera de Jehová, 3busquen a Jehová, todos ustedes los mansos de la tierra, los que han practicado Su propia decisión judicial. Busquen justicia, busquen mansedumbre. Probablemente se les oculte en el día de la cólera de Jehová. 4Porque, en lo que respecta a Gaza, [ciudad] abandonada es lo que llegará a ser; y Asquelón ha de ser un yermo desolado. En lo que respecta a Asdod, en pleno mediodía la expulsarán; y en lo que respecta a Eqrón, será desarraigada. - Sofonías 2


Cómo notamos con claridad, el Día de Jehová tiene que ver con juicios locales sobre éstas naciones: Gaza, Asquelón y Asdod. El profeta nunca pensó en un "Día de Jehová" para miles de años más tarde y con un contexto global. La interpretación religiosa supone algo no declarado explícitamente en la profecía.


Cuando leemos con claridad los contextos de los libros proféticos, notamos que todos "Los Días de Jehová" tienen que ver con juicios para el pueblo de Israel o Naciones cercanas de ésos días.  Este "Día" es usado para describir juicios históricos que vendrían o que ya habían sido ejecutados en al menos algún sentido (Isaías 13:6-22; Ezequiel 30:2,19; Joel 1:15; 3:14; Amos 5:18-20; Sofonías 1:14-18). En el primer siglo ocurre algo semejante. Tal como hemos analizado, los discípulos asociaban la destrucción de Jerusalén con el fin del mundo y el retorno de Cristo. Y ese anhelo lo vemos en la mayoría de las cartas apostólicas. Incluso Apocalipsis escrito en torno a finales del siglo I, describe eventos que pueden asociarse con el Imperio Romano y la presión sobre los fieles cristianos. 


De todas formas, la descripción de sucesos que sugieren intervenciones directas de Dios sobre las naciones advertidas por los profetas solo se cumplieron con la acción de otros pueblos mediante conquistas militares o cambio de escenarios políticos. El lenguaje empleado por los profetas parece describir a fuerzas de la naturaleza o poderes sobrenaturales ejecutando los juicios, pero en la mayoría de los casos fueron las fuerzas humanas de otras naciones las que provocaron los cambios. Incluso, con respecto a Babilonia, hay profecías que nos dan a entender una destrucción repentina de la ciudad para llegar a ser un montón de ruinas sin habitantes. No obstante, la desolación de Babilonia fué un proceso gradual que duró varios siglos. En ningún caso fué de un día para otro.


Pero notemos el lenguaje del profeta:


19Y Babilonia, la decoración de reinos, la hermosura del orgullo de los caldeos, tiene que llegar a ser como cuando Dios derribó a Sodoma y Gomorra. 20Nunca será habitada, ni residirá por generación tras generación. Y allí el árabe no asentará su tienda, y no habrá pastores que dejen que [sus rebaños] se echen allí. - Isaías 13
Alejandro Magno en Babilonia

Hay otras descripciones proféticas que sugieren un evento violento de destrucción sobre Babilonia. Pero los religiosos confunden la conquista de Babilonia por Ciro y su destrucción. Babilonia no fue destruida por Ciro.  Tanto los Medo-Persas, Alejandro Magno y muchos otros mantuvieron a Babilonia habitada pese a conquistar la Ciudad. Un estudiante de historia sabe que Babilonia fue gradualmente deshabitada tras muchos siglos.


Esto nos hace ver que muchas de las profecías del Apocalipsis posiblemente tengan cumplimientos espaciados o diluidos que quizás decepcionen a la mayoría de los fervientes lectores de varios grupos que se imaginan a Dios con un hierro ardiendo en la mano bajando a la Tierra para ejecutar juicio instantáneo.


Ahora miremos los capítulos 29 y 30 del libro de Ezequiel. Estos proclaman una profecía de destrucción sobre Egipto que amerita la trascripción literal para captarla en toda su magnitud: 


"(...) vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, pon tu rostro contra Faraón rey de Egipto, y profetiza contra él y contra todo Egipto. Habla, y di: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo estoy contra ti, Faraón rey de Egipto, (...) He aquí que yo traigo contra ti espada, y cortaré de ti hombres y bestias. Y la tierra de Egipto será asolada y desierta (...) No pasará por ella pie de hombre, ni pie de animal pasará por ella, ni será habitada, por cuarenta años. Y pondré a la tierra de Egipto en soledad entre las tierras asoladas, y sus ciudades entre las ciudades destruidas estarán desoladas por cuarenta años; y esparciré a Egipto entre las naciones, y lo dispersaré por las tierras.

Porque así ha dicho Jehová el Señor: Al fin de cuarenta años recogeré a Egipto de entre los pueblos entre los cuales fueren esparcidos; y volveré a traer los cautivos de Egipto, y los llevaré a la tierra de Patros, a la tierra de su origen; y allí serán un reino despreciable. En comparación con los otros reinos será humilde; nunca más se alzará sobre las naciones; porque yo los disminuiré, para que no vuelvan a tener dominio sobre las naciones. (...) 


Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor; He aquí que yo doy a Nabucodonosor, rey de Babilonia, la tierra de Egipto; y él tomará sus riquezas, y recogerá sus despojos, y arrebatará botín, y habrá paga para su ejército (...) Así ha dicho Jehová el Señor: Destruiré las riquezas de Egipto por mano de Nabucodonosor rey de Babilonia. El, y con él su pueblo, los más fuertes de las naciones, serán traídos para destruir la tierra; y desenvainarán sus espadas sobre Egipto, y llenarán de muertos la tierra. (...)


Yo Jehová he hablado. Así ha dicho Jehová el Señor: Destruiré también las imágenes, y destruiré los ídolos de Menfis; y no habrá más príncipe de la tierra de Egipto, y en la tierra de Egipto pondré temor."


La conquista de los egipcios por Nabucodonosor SI sucedió, la cual fue dada el 26 de abril del año 571 a.C. Pero hay dificultades para comprobar una destrucción de Egipto como la descrita, con muertes de peces y gran desolación. Nabucodonosor nunca arrasó a Egipto con la fuerza de las imágenes descritas. Nunca lo asoló con la descripción de Ezequiel. Sus ciudades e ídolos  nunca fueron destruidas. Un turista actual puede visitar las imágenes e ídolos del Egipto antiguo. Egipto no sólo no se empobreció sino que posteriormente alcanzó el mayor poder y riqueza de su historia bajo el gobierno de los Tolomeos. 



De hecho, Alejandría se convirtió en la más grandiosa ciudad comercial e intelectual del mundo Helenístico; era el centro comercial más importante del mundo grecorromano y su fabulosa biblioteca fue el faro intelectual de la humanidad durante siglos. Las monumentales estatuas egipcias no fueron destruidas sino que continúan aún intactas y son visitadas a diario por cientos de turistas que pueden apreciarlas en toda su magnificencia, gracias a la protección y continuas restauraciones que les brinda el actual gobierno egipcio a tan maravilloso legado cultural de la humanidad.

Es cierto que de alguna forma la Proyección se cumplió, pero de una forma un tanto diferente a lo previsto desde la óptica humana. No existió un "fin del mundo" abrupto para Babilonia o Egipto. Esto nos hace reflexionar que efectivamente las Profecías presentan elementos que narran eventos instantáneos desde la óptica de la Divinidad y del profeta, pero que bien pueden ocurrir en procesos estirados en el tiempo, en el cumplimiento efectivo humano. Esto se debe a que un "instante" para Dios pueden ser siglos para el hombre (2 Pedro 3:8; Salmo 90:4).

El mismo parámetro para juzgar las Profecías y el dramatismo en torno a los ejemplos anteriores nos recuerdan las imágenes del Apocalipsis y la cordura con la que hemos de respetar la profecía, sin caer en alarmismos Apocalípticos tan propios de las Iglesias fundamentalistas.

Las propias profecías de la Biblia, sus contextos, y sus cumplimientos nos hacen llegar a ésta conclusión correcta y que concuerda incluso con los sucesos profetizados en la Biblia.