jueves, 13 de febrero de 2014

¿Jesús en la India?

¿Un Jesús Yogui?
Según algunas teorías, Jesús adquirió su sabiduría en las tierras de la India al estudiar con los Yoguis. 

En 1887 el corresponsal de guerra ruso Nicolás Notovitch visitó India y Tíbet. Afirmó que, en la lamasería o monasterio de Hemis Ladakh, oyó hablar de un manuscrito sobre la "Vida del Santo Issa, el Mejor de los Hijos de Hombres". Issa es el nombre árabe de Jesús. Su historia, junto con un texto traducido de la "Vida del Santo Issa", fue publicada en francés en 1894 con el nombre de "La vida desconocida de Jesucristo", y subsiguientemente traducida al inglés, alemán, español, e italiano. Sin embargo, hay mucha polémica sobre la autenticidad de tal manuscrito. Varios autores han tomado estos relatos y los han ampliado en sus obras. Por ejemplo, en su libro "Los Años Perdidos de Jesús: Prueba Documental del Viaje de 17 años de Jesús a Oriente", Elizabeth Clare Prophet se refiere a los escritos budistas que supuestamente prueban que Jesús viajó a través de India, Nepal, Ladakh y Tíbet. Y el célebre yogui Yogananda también afirmó que Cristo había estudiado en la India aprendiendo las técnicas místicas.

En todos estos relatos se manifiesta la creencia modernista sobre que forzosamente el budismo o hinduismo al tener un aura más mística es de alguna forma una religión superior al judaísmo y por ende Jesús necesitaba instruirse con los lamas y monjes. El movimiento Nueva Era se siente fascinado al apoyar estos sincretismos.


Los Documentos de Urantia no hablan de estas teorías, aunque curiosamente si nos hablan de Gonod y Ganid.

(1422.6) 129:2.9 Antes del fin de esta semana pascual, por una aparente casualidad, Jesús conoció a un rico viajero y a su hijo, un joven de unos diecisiete años. Estos viajeros procedían de la India camino a Roma y a otros lugares del Mediterráneo, y habían planeado visitar Jerusalén durante la Pascua, con la esperanza de encontrar a alguien a quien pudieran contratar como intérprete para ambos y tutor para el hijo. 

(1427.1) 130:0.1 LA GIRA por el mundo romano consumió la mayor parte del vigésimo octavo y todo el vigésimo noveno años de la vida de Jesús en la tierra. Jesús y los dos nativos de la India —Gonod y su hijo Ganid— salieron de Jerusalén por la mañana del domingo 26 de abril del año 22 d. de J.C. La gira procedió según se la había programado; Jesús se despidió del padre y el hijo en la ciudad de Charax en el Golfo Pérsico el día 10 de diciembre del siguiente año, 23 d. de J.C.

Jesús no fué a la India. Más bien viajó por el Mediterráneo con aquellos dos viajeros de la India. Hicieron una especie de circuito muy similar al que haría Saulo de Tarso como misionero cristiano posterior.

Y las cosas fueron al revés de lo que creen los autores citados al principio de la entrada. Fué Jesús el que realmente enseñó la verdad celestial superior a sus acompañantes, a tal punto que les cambió la vida y sus creencias.

(1481.7) 133:9.5 En la India, Ganid creció y se volvió un hombre influyente, un digno sucesor de su eminente padre, y divulgó muchas de las nobles verdades que había aprendido de Jesús, su amado maestro. Más tarde en el curso de su vida, supo del extraño maestro de Palestina que terminó su carrera en una cruz, aunque reconoció la similitud entre el evangelio de este Hijo del Hombre y las enseñanzas de su mentor judío, no se le ocurrió jamás pensar que esos dos hombres fuesen en realidad la misma persona.


Y esto fué reforzado por el apóstol Natanael que llevó las buenas nuevas a la India:

(1559.4) 139:6.9 El padre de Natanael (Bartolomé) murió poco después de Pentecostés, después de lo cual este apóstol viajó a Mesopotamia y a la India, proclamando la buena nueva del reino y bautizando a los creyentes.

Fué realmente el Evangelio de Jesús de Nazaret el que penetró en la India durante su generación, y muchas ideas de dicho evangelio fueron incorporadas en las modificaciones religiosas del budismo, incluso penetrando en el Tibet.

Tal como se analizó en una reciente entrada pasada que hablaba del budismo, el Evangelio de Jesús es el único motor que necesitan todas las religiones para avanzar.

Los novelistas de ficción que han imaginado a un Jesús en la India en realidad cometen el error de creer que la religión actual de la India es la misma de hace dos mil años. No entienden que toda religión tiene procesos de corrupción o mejora. 

Si la religión de la India tuvo algunas mejoras que hoy se vislumbran es porque fue revitalizada por enseñanzas externas sembradas hace mucho tiempo, y que han sido diluidas en las creencias preexistentes.

Los supuestos manuscritos o alusiones a Jesús en realidad representan lo que llevaron a la India aquellos hombres que tuvieron contacto con Jesús de Nazaret.

En realidad aquí observamos una nueva distorsión de hechos que fueron reales. Y posiblemente las castas religiosas de la India, en un deseo de potenciar sus religiones nacionales inviertieron los hechos, para así disminuir la influencia de los grupos cristianos de los siglos posteriores.