miércoles, 12 de febrero de 2014

La mujer de Magdala - parte 1

Los llamados "Evangelios Apócrifos" no pueden considerarse "obras reveladas" que compitan o tengan un halo místico especial superior en relación a los Evangelios Canónicos. Existe la tendencia de creer que porque eran apócrifos, éstos per sé si contienen hechos fidedignos. Pues esa actitud aunque puede ser popular y hasta sabrosa, es científicamente falsa y carente del rigor académico.

El Catedrático Antonio Piñero ha señalado en más de alguna ocasión que mucha de la literatura apócrifa es similar a las historietas actuales o novelas ficticias basadas en personajes reales. Por ejemplo, para que se entienda más fácilmente os pondré un ejemplo. Hay películas bíblicas o hasta dramas bíblicos en los cuales existen personajes y decenas de diálogos literalmente inventados en medio de un marco base histórico. Ejemplo notable es un drama de la Sociedad Watchtower que narra la destrucción de Jerusalén en 70,  dónde todos los personajes (y sus diálogos) no aparecen en la Biblia (son inventados) y el drama está bajo la condición de la interpretación de la organización religiosa en cuestión. Lo mismo ocurre con películas con orientación católica, evangélica, etc. 

¿Qué sucedería si dichas "cintas" fuesen descubiertas en el futuro? ¿Podría tomarse como información histórica? Pues algo más o menos así ocurre con los apócrifos, los cuales eran "historias noveladas" que eran usadas como promoción de los movimientos de turno, como los gnósticos.

Por lo tanto, desde un punto de vista de exégesis, los apócrifos son inferiores a los canónicos, aunque puede que tengan ciertos elementos reales muy distorsionados (más distorsionados que los canónicos).

Por ejemplo, se suele usar esta cita del Evangelio de Felipe para suponer que Jesús estaba casado con María Magdalena:

"Tres (eran las que) caminaban continuamente con el Señor: su madre María, la hermana de ésta y Magdalena, a quien se designa como su compañera. María es, en efecto, su hermana, su madre y su compañera". - Ver. 17

Muchos sugieren que "compañera" es sinónimo de "esposa". Pues bien, el Catedrático de la Universidad Complutense de Madrid Antonio Piñero nos cuenta:


"En un libro como éste no podía faltar el tratamiento extenso de la cuestión “Jesús y sus presuntas relaciones con María Magdalena” no sólo por la importancia del tema en sí, sino por la relevancia otorgada por tantos escritos y medios de comunicación. He contado alguna vez que tras una conferencia sobre este asunto en Lanzarote, y en el que había varias chicas muy jóvenes como oyentes, recuerdo que una de ellas me esperó a la salida de la sala. Me abordó y me preguntó casi a bocajarro por qué era yo tan escéptico sobre las posibilidades de probar esta relación teniendo los textos que tenemos. Le volví a repetir brevemente mis razones, pero la chica –de unos 17 años- me espetó convencida: “No me creo ninguna de sus razones porque … esas relaciones de Jesús con María Magdalena… ¡son algo tan bonito…!”.

El tema ha sido tratado en el libro en tres capítulos. En el primero examino la especial relación de Jesús con María Magdalena en los Evangelios aceptados por la Iglesia: la Magdalena durante la vida pública; las teorías de su presencia, censurada, en la Última Cena; María Magdalena a los pies de la cruz; la expansión del Evangelio de Marcos (16,9-20) y el caso único del capítulo 20 de Cuarto Evangelio. Como es sabido, Jesús se aparece en primer lugar a ella y no a Pedro, o a los discípulos de Emaús, como sostienen otras tradiciones primitivas.
En el segundo capítulo presento y analizo todos los pasajes de los Evangelios apócrifos hasta el siglo III más otros textos sobre este asunto: Evangelio de Tomás, Sabiduría de Jesucristo, Diálogo del Salvador, Primer Apocalipsis de Santiago, Pistis Sofía, el texto maniqueo Salmos de Heraclides y Las Grandes Preguntas de María (donde, por cierto, se presenta por vez primera, si no me equivoco, traducido para el lector español un impresionante y tremendo texto de este Evangelio perdido, pero conservado fragmentariamente por el Padre de la Iglesia Epifanio de Salamina, que pondrá los pelos de punta a más de un lector) con la excepción del Evangelio de Maria y el de Felipe que son objeto de un tratamiento especial en el capítulo siguiente.

Los Hechos apócrifos de los apóstoles y María Magdalena
Es curioso aquí observar que en los primeros y más importantes Hechos apócrifos de los apóstoles –es decir, “historias” noveladas donde se cuentan las andanzas misioneras de Pedro, Pablo, Andrés, Juan y Tomás, y sus martirios- la figura de María Magdalena está ausente en absoluto. Estos Hechos apócrifos, continuadores de la obra de Lucas, son los mejores representantes de la teología popular cristiana desde el 140 hasta el 250 d.C. aproximadamente, que es su fecha de composición. A este cristianismo –que en buena parte también es gnóstico- no le interesó en absoluto la persona ni el significado de la Magdalena, que no aparece ni una sola vez.
En todo caso podría pensarse que en los tardíos Hechos de Felipe 95 la Mariamme que ahí aparece pueda ser la Magdalena. Dice el texto: “Tú Mariamme cambia tu forma y figura femenina (por la de varón)” = al Evangelio de Tomás, dicho 114. Pero en el capítulo anterior de estos Hechos de Felipe Mariamme aparece como “hermana” (= ¿esposa? como en 1 Cor 8,5: “mujer cristiana”) del apóstol Bartolomé, y en el llamado Martirio de Felipe (párrafos 107-148) se nos muestra igualmente con este apóstol predicando el Evangelio con tonos muy ascéticos, es decir, en nada proclives a veleidades sexuales.

Los textos clave de los Evangelios de María y de Felipe
Y en el último de los tres capítulos “¿Jesús casado con María Magdalena?” se estudian no sólo el Evangelio de María y el de Felipe, sino también el texto canónico de Jn 19,25-27 (mujeres al pie de la cruz), en el que algunos autores -algunos de ellos españoles y muy anteriores a Dan Brown, Michael Baigent y Richard Leigh: Rafael Hereza y Manuel Asensio, que cito en la Bibliografía del libro- han argumentado que pueden deducirse argumentos suficientes para probar las bodas de Jesús y María Magdalena (añaden también el texto de las “bodas de Caná” de Jn 2).
Del Evangelio de María y del Felipe se analizan todos los textos pertinentes, sobre todo del último, con los famosos pasajes “María (Magdalena) es su hermana, su madre y su compañera” = EvFlp 59,6-11 y “[El Salvador] la amaba más que a todos los discípulos y la besaba frecuentemente en la […] = laguna del manuscrito suplida por ‘en la boca’” (EvFlp 63,30-64,5).
Estos pasajes se comparan con otros posibles paralelos de textos gnósticos, ante todo del Primer Apocalipsis de Santiago (31,3-7), en el que aparece Jesús besando a su hermano Santiago, o del mismo EvFlp 59,1-5, donde se dice que “los perfectos conciben mediante un beso y engendran. Por ello nos besamos unos a otros, recibiendo la concepción por la gracia mutua que hay entre nosotros”.
El libro se pregunta también qué opina el autor del Evangelio de Felipe del matrimonio carnal, si sus ideas son favorables o no a este tipo de unión entre hombre y mujer, y si el llamado “sacramento de la cámara nupcial” contiene o no alusiones claras a una unión sexual. Se aporta también una comparación con el Evangelio canónico de Marcos 3,31-35 que habla también del discípulo de Jesús como “su hermano, su hermana y su madre”.

¿Una equivocación exegética?
Finalmente se discute si cuando el Evangelio de Felipe habla de María Magdalena como hermana, madre y esposa simultáneamente hay que entenderlo o no de una manera simbólica y gnóstica. ¿Quiere recalcar el Evangelio de Felipe que María Magdalena es la mujer legítima y carnal de Jesús o la discípula perfecta? Al escuchar al Revelador María se hace espiritualmente de la “familia espiritual” de éste, al igual que su madre al pie de la cruz. ¿Cómo ha de entenderse esto? Finalmente me pregunto si a la Magdalena se le puede denominar con toda propiedad –espiritual- “su hermana y su madre, y su compañera” (Evangelio de Felipe 59,6-11), añadiendo si esto mismo podría decirse, o no, de la Salomé del Evangelio de Tomás y de cualquiera otra mujer que oiga y ponga en práctica la revelación del Salvador. Parece difícil ser en el orden físico esposa, madre, hermana, compañera, etc., a la vez, como afirma el texto. ¿Deben entenderse todas estas expresiones –sobre todo si se formulan conjuntamente- de un modo simbólico y en el ámbito de lo espiritual? En estos capítulos se presentan los argumentos en pro y en contra.
El libro tiende a pensar que la interpretación de El Código da Vinci y otras publicaciones anteriores o posteriores del mismo tono suponen una solemne equivocación exegética, quizás interesada para favorecer las ventas. Deseo que el lector de estas esté interesado en el desarrollo del análisis y en el cómo se llega a las conclusiones que el libro expresa con la claridad y calma –creo- que estos textos merecen".

Como nos explica Piñero, todo indica que aquí hay un juego de palabras sobre las "tres Marías":

"Tres (eran las que) caminaban continuamente con el Señor: su madre María, la hermana de ésta y Magdalena, a quien se designa como su compañera. María es, en efecto, su hermana, su madre y su compañera". - Ver. 17

Tenemos a la Madre, Hermana y Compañera. Pero el término compañero es amplio y Pablo mismo lo utiliza para referirse a sus colegas de predicación como Andrónico y Junia. Los mismos apóstoles utilizan expresiones simbólicas como "madres", "hijitos" y Juan habla de la "señora" a la cual él "ama" en relación a la Iglesia. Esta terminologia junto a  "los besos santos" eran comunes. Por eso se dice que:  María es, en efecto, su hermana, su madre y su compañera". - Ver. 17 de Felipe.

En realidad, la mayoría de los académicos no se tragan la idea de que Jesús estuviese casado, no por que fuese imposible, sino por que los textos ni canónicos ni apócrifos proporcionan ninguna prueba fehaciente.


Esa es la diferencia entre un análisis crítico y científico del texto y el deseo o moda popular basado en novelas comerciales como el Código Da Vinci.