miércoles, 12 de marzo de 2014

Como conectar con el Ajustador del Pensamiento


La mente humana está gobernada por muchos deseos, condicionada por muchas experiencias y actitudes y bombardeada con demasiados pensamientos e imágenes. Por lo que aún es necesario que el hombre adquiera la capacidad de sentarse en silencio (sin tanto ruido mental) y centrarse para empezar a sentir la gran presencia interior, la presencia enormemente sutil que está limitada en sus funciones por la capacidad del hombre para tomar decisiones. 

Pero esto en absoluto tiene que ver con las prácticas místicas o el yoga. Es cierto que un grado de silencio y paz hace proclive la recepción de las comunicaciones con el Ajustador, pero es para precisamente llenarnos de sus indicaciones que son pensamientos de gran seguridad interna y poder.

Pero no debemos confundir la comunicación con el Ajustador con visiones y experiencias místicas de trance. Esas manifestaciones obedecen más bien al reino del subconciente subjetivo y muchas veces errado. En realidad, contactamos con el Ajustador mediante pensamientos altruistas y coherentes que obtenemos, de sensatez y compasión, no para evadirnos de la vida en visiones mórbidas, sino para hacer frente a la misma vida con un nuevo sentido.

La voluntad del Padre es bastante simple. Implica  compasión y valentía. El Ajustador comienza a trabajar dentro de la mente humana y continuamente golpea la mente humana con pensamientos repetitivos (primero como un eco distante; luego más fuerte), hasta que la mente comienza a citar estos pensamientos, comienza a oír los pensamientos, comienza a estar conciente en su conciencia de los pensamientos. Pero el Ajustador jamás se impone a tu propia voluntad. Tu mente finalmente rechaza o se deja moldear y ajustar por la voluntad de Dios.


 No es el Ajustador quién está creciendo a la voluntad humana, es la voluntad humana ajustándose a su voluntad. Estos aspectos que activan la voluntad del hombre y el deseo del hombre de comprender la voluntad del Padre son puramente las acciones humanas capaces de activarse por la voluntad humana, por medio de la valentía del hombre para decidir. Uno de los problemas que tiene el Ajustador es la falta de capacidad que tiene el hombre para ver a través del alma, para ver con los ojos del alma, para sentir con la mente del alma y tocar con las manos del alma.

Las acciones del Ajustador acercarán a medida que el hombre utilice las posibilidades de elección que se le presentan, que el hombre comience a ver a través de los ojos del alma un sentimiento de compasión por sus compañeros y compañeras, compasión por toda la vida de este planeta. La pregunta es;  Al estar cada vez más concientes de esta compasión ¿tendrá el hombre la valentía para elegir actuar de una forma compasiva hacia sus hermanos?   

Cuando nos dejamos guiar por esa visión que implica un grado de experimentación de amor a cada persona, más allá de las etiquetas externas, nuestra mente se espiritualiza, es como si Dios mismo fluyera mediante nosotros derramándose. Obtenemos gran seguridad y poder y esa “voz” nos dice que estamos haciendo la voluntad del Padre, manifestando su compasión en la Tierra. Este grado de comunicación nos acerca mucho al Ajustador del Pensamiento.

El fenómeno del Ajustador del Pensamiento es la capacidad de los hombres para ver un sentido de ideal, a medida que el hombre comience a experimentar y aprender de manera que cambie sus ideales, de manera que sus prioridades se comiencen a ordenar por si solas. Allí les espera un maravilloso viaje a la persona para que viajen con el espíritu del Ajustador, con las alas del alma de los hombres. Los Ajustadores son ancestrales (son quiénes nos estimulan a pensamientos de la cordura y sabiduría), son primordiales desde antes del tiempo. Su calidad es inigualable de cualquier personalidad en el universo.  Son solo igualables al Padre Mismo, ya que son un fragmento de él.

Aunque el hombre tenga acceso a la persona de Dios, a la mente de Dios a través del Ajustador, el Ajustador no es la mente total de Dios, el Padre, la Primera Fuente; el Ajustador es un aspecto pre-personal de Dios adaptado para habitar en las personas. La responsabilidad del Ajustador es trabajar específicamente con el humano de su morada.  

Pablo sabía de esto cuando escribió que tenemos el testimonio del Espíritu de que somos Hijos de Dios.

De pronto, caemos en la cuenta del privilegio que tenemos, del tipo de relación tan estrecha que podemos tener con el Padre Universal, el creador de todos los universos. ¿Puedes comprender lo que significa tener una porción del mismo Padre Universal en nuestro interior? 

El te dice a tu interior: "Yo estoy contigo, no tengas miedo".

Cuando hacemos ese acto de fe y confianza, de rendición a la voluntad del Padre, cuando soltamos, caemos en la cuenta de ese descubrimiento, y en nuestro interior ¡saltan chispas! Y esto provoca en nosotros que “nazcamos otra vez” al dejarnos guiar por la voluntad amorosa del Padre. Y aquello cambia nuestra vida para siempre. Es un viaje sin retorno.

Entonces, con el tiempo (después de entrenar y ejercitar nuestro contacto con el Padre), decidimos hacer una “consagración” y nos confiamos totalmente a sus manos, nuestros pensamientos y voluntad empiezan a hacerse uno solo con los del Padre, y un torrente desde lo alto nos inunda de poder y amor. Todo a nuestro a alrededor comienza a ser transformado y tocado por esa fuerza arrolladora, y toda la creación suavemente parece ponerse a nuestro servicio para lograr la voluntad del Padre. Es difícil de explicar, pero es tan real como la alegría o la ternura.

Esta experimentación de Dios nos transforma en Hijos liberados y ya nada es igual. Todo adquiere un nuevo sentido. La vida se vuelve pletórica y feliz. Y transformamos nuestro entorno. Somos el Reino de Dios expandiéndose en la Tierra.