viernes, 2 de mayo de 2014

Lecciones sobre la paciencia - parte I


La "paciencia" a nivel superlativo es enfatizada en los Documentos de Urantia como una de las virtudes más importantes que debemos aprender. Yo sé que algunos de ustedes queridos lectores (y lo han expresado en más de algún comentario)  ya han captado que la verdadera vida espiritual transita por  la senda de esta cualidad.

Parece ser que existir en la materia, en el espacio y el tiempo es un auténtico sendero para que una dilatada experiencia transforme al hombre en "oro" espiritual (Compárese con 1 Pedro 1:6,7). 

Sin embargo, podemos considerar al tiempo de éstas dos formas:

1- Como un enemigo implacable que aniquila lo que deseamos.

2- Como un amigo que nos recuerda que cada momento es único, y es una oportunidad de creación,  para disfrutar de esos logros, sin apegarnos a ellos.

La impaciencia consiste en desear materializar los pensamientos de forma instantánea, en ver al tiempo como ese enemigo que nos alcanza y desea robar nuestra felicidad.

 La paciencia nos recuerda que nuestros pensamientos deben armonizarse, amoldarse y adaptarse a la mecánica del universo material que es más lenta en su revolución que la imaginación humana. Los soles giran y provocan el movimiento estelar de la Tierra y los astros, lo cual nos manifiesta la existencia de los momentos sucesivos en el tiempo y el espacio.

 La paciencia nos puede hacer disfrutar del proceso en vez de centrarnos en el resultado. Podemos gozar mientras observamos un árbol crecer cada día, en vez de caer en la neurosis de obtener resultados inmediatos, cuando en realidad sabemos que debemos adaptarnos a la corriente del flujo del tiempo, no saltarla ni atrasarla. Imagina que viajas en canoa por un río. El río es el flujo del tiempo. Y tu eres la canoa. Es un error saltarse el tiempo o que la impaciencia nos devore en la materia.

El Padre al parecer deseaba un tipo de criaturas que pudiesen de forma separada, gradual y progresiva disfrutar de los logros de la creación personal de ellas mismas en la materia. En el nivel del Paraíso casi todo es instantáneo en perfección y no hay tiempo. En contraposición con la eternidad, el flujo del tiempo se presenta como aquella plataforma para que podamos crear.

(1294.10) 118:0.10 El crecimiento creador es sin fin pero es por siempre satisfactorio, sin fin en extensión pero siempre puntualizado por aquellos momentos de satisfacción de la personalidad por el logro pasajero de un objetivo que sirve tan eficazmente como preludio de la movilización hacia nuevas aventuras en el crecimiento cósmico, la exploración del universo y el logro de la Deidad.

(1294.13) 118:0.13 Cada edad universal sucesiva es una antecámara de la era siguiente de crecimiento cósmico, y cada época universal provee un destino inmediato para todas las etapas precedentes. Havona, en sí misma y por sí misma, es una creación perfecta pero limitada por su perfección; la perfección de Havona, que se expande hacia afuera hacia los superuniversos evolucionarios, encuentra no solamente el destino cósmico sino también la liberación de las limitaciones de la existencia preevolucionaria.


 Notemos como la paciencia está ligada a esa comprensión que finalmente nos vuelve maduros:

(1295.3) 118:1.3 Existe una relación directa entre la madurez y la unidad de la conciencia del tiempo en cualquier intelecto determinado. La unidad de tiempo puede ser un día, un año o un período más prolongado, pero inevitablemente es el criterio por el cual el yo consciente evalúa las circunstancias de la vida, y por el cual el intelecto que concibe mide y evalúa los hechos de la existencia temporal.
(1295.4) 118:1.4 La experiencia, la sabiduría y el juicio son los concomitantes de la prolongación de las unidades del tiempo en la experiencia mortal. A medida que la mente humana piensa hacia atrás en el pasado, evalúa la experiencia pasada con el propósito de aplicarla a la situación presente. Cuando una mente va hacia el futuro, intenta evaluar el significado futuro de una acción posible. Habiendo así tomado en cuenta tanto la experiencia como la sabiduría, la voluntad humana despliega una decisión y juicio en el presente y el plan de acción así nacido del pasado y del futuro se vuelve existente.
(1295.5) 118:1.5 En la madurez del yo en desarrollo, el pasado y el futuro se unen para iluminar el verdadero significado del presente. A medida que el yo madura, busca la experiencia cada vez más atrás en el pasado, mientras que sus pronósticos de sabiduría intentan penetrar cada vez más profundamente en el futuro desconocido. A medida que el ser que concibe extiende su alcance cada vez más lejos tanto en el pasado como en el futuro, del mismo modo su juicio se vuelve cada vez menos dependiente del presente momentario. De esta manera la acción de tomar decisiones comienza a escaparse de las cadenas del presente transitorio, empezando a la vez a tomar aspectos de significación pasada-futura.
(1295.6) 118:1.6 Los mortales, cuyas unidades de tiempo son cortas, practican la paciencia; la verdadera madurez trasciende la paciencia en un refrenamiento nacido de la verdadera comprensión.
(1295.7) 118:1.7 Madurar significa vivir más intensamente en el presente, escapándose al mismo tiempo de las limitaciones del presente. Los planes de madurez, fundados en la experiencia pasada, se están concretando en el presente para de tal manera enaltecer los valores del futuro.
(1295.8) 118:1.8 La unidad de tiempo de la inmadurez concentra el significado-valor en el momento presente para de tal manera divorciar el presente de su relación auténtica con el no presente —el pasado-futuro. La unidad de tiempo de la madurez está dimencionada para de tal modo revelar la relación coordinada del pasado-presente-futuro que el yo comienza a obtener discernimiento en la totalidad de los acontecimientos, comienza a visualizar el paisaje del tiempo desde una perspectiva panorámica de horizontes ampliados, comienza tal vez a sospechar el continuo eterno, sin comienzo ni fin, los fragmentos del cual se llaman tiempo.
(1296.1) 118:1.9 En los niveles de lo infinito y de lo absoluto, el momento presente contiene todo el pasado, así como también todo el futuro. YO SOY significa también YO FUI y YO SERÉ. Y esto representa nuestro mejor concepto de la eternidad y de lo eterno.
(1296.2) 118:1.10 En el nivel absoluto y eterno, la realidad potencial es tan significativa como la realidad actual. Sólo en el nivel finito y para las criaturas ligadas al tiempo, parecería que existiera tan enorme diferencia. Para Dios, como absoluto, un mortal ascendente que ha hecho la decisión eterna ya es un finalista del Paraíso. Pero el Padre Universal, a través del Ajustador del Pensamiento residente, no está limitado de esta manera en su conciencia, sino que también puede saber y participar en toda lucha temporal con los problemas del ascenso de la criatura desde los niveles de la semejanza con los animales hasta los niveles de la existencia de la semejanza con Dios.

Comprender lo anterior nos hace pensar en por qué existe el tiempo. Como el tener un horizonte y perspectiva del pasado, presente y futuro como un peregrino seguro de la eternidad,  nos hace disfrutar sanamente de cada momento presente, sin la ansiedad de la preocupación descontrolada o el anhelo de obtener resultados inmediatos. De hecho, esta idea de desajustarse del tiempo y el espacio, solo ha provocado problemas en la humanidad.
Lucifer, Adán y Eva

Se nos dice que Lucifer se quiso erigir como libertador del hombre de éstos límites,  argumentando que eran "cadenas a la libertad", y Lucifer quiso "saltar el tiempo" para los seres ascendentes (humanos):

(614.8) 54:2.3 La locura de Lucifer consistió en intentar hacer lo irrealizable: saltarse el tiempo en un universo experiencial. El crimen de Lucifer consistió en intentar privar a todas las personalidades de Satania de sus derechos creativos, de reducir sin reconocerlo la participación personal de las criaturas — la libre participación voluntaria — en la larga lucha evolutiva por alcanzar el estado de luz y de vida de manera tanto individual como colectiva.

Lucifer cortó la posibilidad de que el hombre participara en la dilatada progresión de cosecha de su propio destino. Quiso privar al hombre del crecimiento y disfrute de cada logro, supuestamente por su bien. Pero al hacer ésto, realmente estaba violando los mecanismos universales como la gravedad, y ésto era un salto al abismo, ya que la madurez solo se consigue con el tiempo y la experiencia.

(758.6) 67:5.1 Imperó gran confusión en Dalamatia y sus inmediaciones por casi cincuenta años después de la instigación a la rebelión. Se intentó la reorganización completa y radical de todo el mundo; la revolución desplazó a la evolución como política de progreso cultural y mejoramiento racial.

(758.7) 67:5.2 Poco después de la rebelión, todo el séquito de la sedición acometió una vigorosa defensa de la ciudad contra las hordas de semisalvajes que sitiaron sus murallas como resultado de las doctrinas de libertad que, prematuramente, se les habían impartido. 


La idea de que los humanos tenían que apresurarse en la materia y evolucionar rápidamente como civilización, también provocó un gran desastre del cual el mundo no ha podido recuperarse hasta hoy.

(846.3) 75:8.4 Al estimar los resultados de la misión de Adán en vuestro mundo, la justicia exige que reconozcan la condición del planeta. Adán afrontaba una labor casi imposible cuando, con su bella consorte, fue transportado de Jerusem a este oscuro y confuso planeta. Pero habían sido guiados por la asesoría de los Melquisedek y sus asociados, y de haber sido más pacientes, habrían triunfado a la larga. Pero Eva escuchó la insidiosa propaganda de la libertad personal y la libertad de acción planetaria.

 Adán y Eva venían de un nivel moroncial en dónde los pensamientos crean situaciones casi instantáneas (en un mundo moroncial avanzado tu puedes crear una flor desarrollada con un pensamiento instantáneo). No habían experimentado la densidad de la demora y la paciencia en un proceso dilatado. Y la impaciencia los traicionó por querer resultados. 

Los humanos también poseemos este problema de obtener resultados sin comprender que el proceso y el disfrute de éste es esencial antes de obtener los ansiados resultados.

 (846.4) 75:8.5 Jamás en tu ascenso al Paraíso, te ganarás nada intentando impacientemente eludir el designio divino establecido mediante atajos, invenciones personales u otros artificios para facilitar el avance en el camino de la perfección, para la perfección y hacia la perfección eterna.