Un Consejero Divino se expresa en uno de los Documentos que
intentan describir en lenguaje humano la naturaleza del Padre Universal:
(40.3) 2:5.11 A veces casi me angustia
verme obligado a describir el afecto divino del Padre celestial por sus hijos
universales mediante el empleo del símbolo verbal humano amor. Este término, si bien
connota el concepto más elevado de las relaciones mortales de respeto y
devoción del hombre, ¡frecuentemente define tantas relaciones humanas
completamente innobles e inmerecedoras de ser expresadas por una palabra que se
usa también para indicar el afecto incomparable del Dios viviente por sus
criaturas universales! ¡Qué pena que yo no pueda hacer uso de un término
excelso y exclusivo que transmita a la mente del hombre la verdadera naturaleza
y el significado exquisitamente bello del afecto divino del Padre del Paraíso!
¿Cómo describir el AMOR del Padre por los hombres? No hay
palabras. Nuestras percepciones están tan erradas y condicionadas por nuestro
propio, imperfecto y limitado afecto humano que creemos que Dios debe amarnos como
nosotros tan pobremente decimos amarnos entre nosotros. ¿Cómo entender que aún
Dios ama a sus criaturas en medio del desastre y la adversidad? ¿Cómo
comprender que Dios ama a quiénes nosotros juzgamos como inmerecedores de su
amor? Nuestro amor es una fotocopia desgastada de otra fotocopia de fotocopia
del verdadero amor, ese amor que necesita un símbolo verbal más elevado y que
no puede encontrarse en el lenguaje del tiempo. No acertamos a comprender que
un Dios nos ama, independiente del panorama de la vida. No podemos entender el
amor de Dios e intentamos amoldarlo a nuestra visión errada. Porque un Dios que
no necesita ser adorado, que no castiga y que no demanda nada, que no lleva las
cuentas del daño, que no se ofende, es Algo tan sublime que ni siquiera cabe en
nuestro más magnífico concepto de lo que es Dios.
¿Podrá algún día la criatura humana comprender que el solo acto de existir y respirar, que cuando caminas y te alimentas, al detenerte y mirar el horizonte, sin darte cuenta de ello, ya existe un AMOR sin palabras en esa misma realización de la existencia? Ese AMOR ahora mismo te cubre y te sostiene. Incluso ese Amor es el que te lleva de la mano a través de la muerte hacia la vereda del otro lado en el viaje de la vida eterna. ¿Podemos intuir semejante amor? ¿Podemos mirar a los hombres más allá de sus imperfecciones externas e internas y comprender que estamos cubiertos y empapados por el Amor? La palabra "amor" se queda corta.
Reconozco que nuestro amor es una cartulina arrugada de papel, y que estamos muy lejos de entender ese amor. Y solo cuando intentamos sentir o intuir ese amor más grande, nos estabilizamos interiormente y empezamos a amar a los otros en sentido auténtico. ¡Cuanto me falta! ¡Cuanto nos falta! Aún estamos aprendiendo a amar con altibajos, como el niño que cae al intentar caminar. Solo me siento humilde, humillado ante ese AMOR divino.
En realidad solo la poesía puede intuir una pizca de aquello más
grande. Solo al otro lado saborearemos ese amor, y nunca jamás cuestionaremos a
Dios ni lo juzgaremos.
(39.1) 2:5.2 Es erróneo pensar de Dios que
sea engatusado a amar a sus hijos por los sacrificios de sus Hijos o la
intercesión de sus criaturas subordinadas, «porque el Padre mismo os ama». En
respuesta a este afecto paterno Dios envía a los maravillosos Ajustadores para
que habiten la mente de los hombres. El amor de Dios es universal; «Todo el que
quiera puede acercarse». Él querría «que todos los hombres se salvaran al
llegar a la posesión del conocimiento de la verdad». «No desea que ninguno
perezca».
(39.4) 2:5.5 Después
de todo, la mayor prueba de la bondad de Dios y la razón suprema para amarle es
el don del Padre que mora en ti: el Ajustador que tan pacientemente aguarda la
hora en que ambos os volváis eternamente uno. Aunque no puedes encontrar a Dios
mediante la búsqueda, si te sometes a la dirección del espíritu residente,
serás guiado infaliblemente, paso a paso, vida tras vida, universo tras
universo, y edad tras edad, hasta encontrarte finalmente en la presencia de la
personalidad del Padre Universal del Paraíso.
(39.5) 2:5.6 ¡Cuán
irrazonable es que no adoréis a Dios, porque las limitaciones de la naturaleza
humana y los impedimentos de vuestra creación material no os permiten verle!
Entre vosotros y Dios hay una gran distancia (espacio físico) que debe ser
atravesada. También hay una enorme diferencia espiritual que salvar; pero a
pesar de todo lo que física y espiritualmente os separa de la presencia
personal y paradisiaca de Dios, deteneos y ponderad el hecho solemne de que
Dios vive dentro de vosotros; que él, a su manera ya ha salvado tal diferencia.
Ha enviado de sí mismo, su espíritu, para que viva en vosotros y bregue con
vosotros en pos de vuestra carrera universal eterna.
(40.1) 2:5.9 El
amor del Padre está con nosotros ahora y a través del círculo sin fin de las
edades eternas. Al ponderar sobre la naturaleza amante de Dios, sólo hay una
reacción razonable y natural de la personalidad: amar cada vez más a vuestro
Hacedor; otorgar a Dios un afecto análogo al de un niño para con su padre terrenal;
porque como un padre, un verdadero padre, un padre sincero, ama a sus hijos,
así ama el Padre Universal y por siempre procura el bienestar de sus hijos e
hijas creados.
(40.2) 2:5.10 Pero el amor de Dios es un afecto paterno inteligente y previsor. El amor divino funciona en asociación unificada con la divina sabiduría y con todas las otras características infinitas de la naturaleza perfecta del Padre Universal. Dios es amor, pero el amor no es Dios. La mayor manifestación del amor divino para con los seres mortales es la dádiva de los Ajustadores del Pensamiento, pero vuestra mayor revelación del amor del Padre se ve en la vida de otorgamiento de su Hijo Micael que vivió en la tierra el ideal de la vida espiritual. Es el Ajustador residente quien individualiza el amor de Dios para cada alma humana.
(40.2) 2:5.10 Pero el amor de Dios es un afecto paterno inteligente y previsor. El amor divino funciona en asociación unificada con la divina sabiduría y con todas las otras características infinitas de la naturaleza perfecta del Padre Universal. Dios es amor, pero el amor no es Dios. La mayor manifestación del amor divino para con los seres mortales es la dádiva de los Ajustadores del Pensamiento, pero vuestra mayor revelación del amor del Padre se ve en la vida de otorgamiento de su Hijo Micael que vivió en la tierra el ideal de la vida espiritual. Es el Ajustador residente quien individualiza el amor de Dios para cada alma humana.